Cuba: crónica de un regreso
Luis Puicercús “Putxi”*. LQSomos. Junio 2015
Cuba, mi Cuba, la Cuba que en mi adolescencia le dio un vuelco total al rumbo de mi vida al ser el inicio de mi ideología y conciencia de clase. Hoy tu hijo, no por nacimiento, sino por estar plenamente identificado con tu ejemplo de lucha y dignidad ante el mundo ha regresado a Cuba, a mi casa, una vez más. Y lo he hecho para seguir viviendo tu historia y el inicio de los acontecimientos (restablecimiento de las relaciones diplomáticas con EE.UU., la eliminación de tu nombre de los países patrocinadores del terrorismo y la propuesta de poner fin al criminal bloqueo por parte del presidente Obama) que pueden hacer que des otro paso de gigante ante el mundo y avances todavía más.
Regreso como viajero
Esta es la quinta ocasión que visito la isla. Tres veces como brigadista (1980 a 1982) y dos como viajero (que no turista), la primera de ellas el pasado año para terminar el libro testimonial sobre las Brigadas Internacionales de Trabajo Voluntario “Brigadistas en Cuba”.
En este viaje he estado mucho más integrado, casi “formando parte del paisaje”, que se dice. Como el año anterior, he vuelto a recalar en la misma casa familiar de Guayabal, cerca del Campamento de los Brigadistas (CIJAM), familia que conocí en mis tiempos de brigadista en los años 80.
¿Sensaciones de este viaje? Me he sentido como el hijo, el hermano, compañero y camarada de los habitantes de ese pequeño poblado de la cubana provincia de Artemisa. He hecho nuevas y excelentes amistades para el presente y el futuro…
¿Y a nivel social? Un aspecto importante de este viaje era comprobar sobre el terreno las primeras sensaciones del pueblo cubano ante el anuncio del levantamiento del bloqueo. Hablé con dos centenares de cubanas y cubanos, fundamentalmente de núcleos campesinos y municipales. Conociendo un poco al pueblo cubano, de su cultura y conciencia, no me extrañaron sus respuestas, más bien diría sentimientos.
Todos coincidieron en remarcar su expectación, ilusión y esperanza en el proceso… pero eso sí, NO A CUALQUIER PRECIO en las negociaciones con el gigante del Norte… En ningún momento nadie me habló de CAMBIOS, sino de MEJORAS.
Ante esto no he podido por menos que hermanarme todavía más con unas gentes que han sufrido y soportado 56 años de criminal bloqueo. Están convencidos de que el proceso no será corto, que hay que tener paciencia y estar vigilantes… como siempre. Aunque entiendo que será difícil, me gustaría asistir a este ilusionante proceso que se llevará a cabo en los próximos años… sin duda apasionante.
Actividades, gastronomía, viajes…
A diferencia del viaje del pasado año, donde estuve totalmente centrado en escribir “Brigadistas en Cuba”, en esta ocasión he querido vivir más de cerca con los vecinos y pobladores, compartiendo con ellos el día a día de su vida cotidiana, implicándome en sus vidas, problemas y alegrías.
He visitado pueblos y poblados de la provincia de Artemisa (Caimito, Bauta, Guayabal, Vereda, Guanajay y Ceiba). Todos sabéis que tengo un problema de movilidad (a consecuencia del ictus que sufrí en 2010) por lo que, ¿cómo me he movido por esos pueblos? Juan Carlos, un vecino de Guayabal me transportó en su coche (bueno, máquina o carro), un Chevrolet de 1951, más antiguo que “los baúles de la Piquer” o “la carroza de Prim”, que decimos aquí. En esta ocasión también ha salido a relucir el ingenio cubano, ya que el chófer (chofer, que se dice por allá) está reparando y manteniendo su coche con piezas prácticamente fabricadas a mano.
Para las distancias más cortas he utilizado las populares “bici-taxis (o trici-taxis), una especie de triciclo accionado por un esforzado “ciclista” (en este caso Ismael “Tite”), un transporte alternativo y ecológico. Este sistema de moverse forma parte del panorama de cualquier rincón de pueblos, barrios y ciudades de Cuba y adquiere una nueva dimensión que me acercó mucho más a los vecinos… toda una experiencia… es vivir un viaje intenso e impredecible. Las bici-taxis disponen de bocinas y timbres que conforman un agradable batiburrillo por las calles por la que pasan. Van adornadas y muchos de sus techos y asientos están pintados y tapizados. Todas cuentan con pequeños carteles con frases ingeniosas y simpáticas, producto de la filosofía popular. Voy a reproducir la que llevaba la bici-taxi que me trasladaba habitualmente: “La lengua no tiene huesos, pero es lo suficientemente fuerte para romper un corazón. Por eso tenga mucho cuidado con lo que dice”.
Y ¿por qué no decirlo? no todo iba a ser de mi agrado… La música que se oía en las casas donde estuve tenía bastante poco de cubana: reggaetón, disco, bacalao, Julio Iglesias, Ángela Carrasco o Camilo Sesto. Como mal menor escuché algo de música española de los 60 o 70: Fórmula V, Brincos, Nino Bravo o Janette. Aquí pensamos que allá están escuchando a los “clásicos” Pablo, Silvio, Carlos Puebla o a Buenavista Social Club y no estamos acertados. Bueno, para ser sinceros tengo que reconocer que sí escuché música cubana… la que me llevé de aquí…
¿Fiestas? En el tiempo que estuve yo, ninguna. Los sábados por la noche en el Centro Cultural, una especie de discoteca de barrio, había baile, aunque del mismo tipo de música “no cubana”. No obstante, en una ocasión me acerqué para tomarme un “ronsito” y hasta me atreví a echar un “tacón” (baile) aunque soy más torpe que un palomo cojo.
Vida cotidiana en Guayabal
6,30 de la mañana. Me despierta un agradable a café recién hecho y a pan tostado. Otros olores se unen a los anteriores: tierra mojada, abono… y si me esfuerzo puedo descubrir el aroma dulzón de la guayaba. En el poblado la gente se prepara para ir a sus trabajos y ocupaciones, cada uno vestido para la tarea que van a iniciar: botas de goma, monos y ropa informal para el resto de habitantes que van a hacer sus compras del día (“resolver”, mágica palabra cubana)… vamos, como en cualquier pueblo o barrio de Madrid.
El tiempo transcurre lentamente, casi puedo asegurar que se para, que no pasa. En el poblado se respira una paz y una tranquilidad difícil de explicar. No hay más ruidos que los producidos por la circulación de la carretera central que atraviesa Guayabal. Sus calles parecen peatonales; no hay señales de tráfico ni semáforos… ¿para regular el paso de bicicletas, caballos, perros o gallinas? ¿He dicho gallinas? Allí no hacía falta despertador… lo hacían los gallos…
…Y he compartido su vida… y su comida, de la que ya dije el año pasado que era más sana y abundante que en nuestro país: frijoles negros (que no fríjoles) con arroz, picadillo de carne, tamales, congrí (frijoles colorados con arroz), chicharritas (finas rodajas de plátano macho fritas o de patata o de malanga), masitas de puerco, tamales, espaguetis, chicharrones (cortezas de cerdo fritas), potajes, pollo, huevos, conejo, amarillo (una suerte de paella) y variedad de ensaladas (de tomate, pasta, pepino, aguacate y habichuelas), frutas (guayaba, piña, mango, melón o toronja) por no mencionar los batidos (de fruta bomba, chirimoya o mamey) y los jugos (de guayaba, mango, tomate o piña)… o sea que, una vez más, he regresado con algunos kilitos de más…
Los vecinos también han disfrutado de nuestras especialidades culinarias ibéricas que les preparé y se quedaron encantados, quiero decir que no dejaron “ni las migas”, que se dice: croquetas de atún, rabo de toro a la cordobesa (hay que pedirlo con tiempo porque no es usual su consumo, que ellos preparan “encendido”… muy picante), albóndigas en salsa y manos de cerdo a la riojana… además de nuestra tortilla de patatas… Como novedad, este año llevé algunas latas de anchoas y las hice con rodajas de tomate y aceite de oliva (que también llevé)… nunca habían probado tan exquisito manjar, según afirmaron.
A nivel gastronómico también tengo que señalar la visita a un par de “paladares” (restaurantes montados y dirigidos por “cuentapropistas”). A resaltar uno de ellos, el que se encontraba en Baracoa, “El Ranchón de Papito”, donde pude degustar el pez aguja (el pez protagonista de “El viejo y el mar” de Hemingway).
Una costumbre en los días en que “pega” fuerte el sol es el uso de sombrillas, que también hacen las funciones de paraguas cuando llueve (quiero decir, cuando diluvia)
Importante… Por las noches, después de comer (cenar), y ver alguna de las telenovelas que abundan en la televisión cubana, tenían lugar interminables partidas de dominó, el pasatiempo cubano por excelencia.
Otras actividades
En un ambiente tan tranquilo y relajado, también me he dedicado a escribir, pasear y a conversar con los vecinos, que me han demostrado constantemente su cariño y agradecimiento por haber escrito un libro sobre las Brigadas. Sin duda tengo que destacar la actividad que tuvo lugar el pasado 8 de mayo en el Campamento Internacional “Julio Antonio Mella” (CIJAM), la sede logística de las Brigadas (“mi casa”, según afirmaban los compañeros del ICAP), la denominada “Noche Internacional”, una fiesta de confraternización entre los brigadistas, de la que fui invitado de excepción, gentileza de Raúl Abreu, director del Campamento.
Fiesta político-cultural y gastronómica, cada una de las delegaciones de los países asistentes hicieron demostraciones de su folklore. El otro aspecto llamativo de la fiesta fue la degustación de las especialidades gastronómicas de los participantes de la Brigada Primero de Mayo: Argentina, México, Chile, Corea, Inglaterra, Perú y Brasil.
También realicé dos entrevistas: a la presidenta de un CDR y al director del CIJAM, que os haré llegar a través de LQSomos.
Recapitulando
En definitiva, un viaje útil, maravilloso e inolvidable que no sé si se podrá volver a repetir… la “máquina” no es la misma y va teniendo “goteras”. No niego que me gustaría regresar y, en ocasiones, me planteo incluso la posibilidad de acabar mis días en Cuba.
Termino estas líneas, que no sé si le habrán parecido a algunos demasiado largas, volviendo a agradecer a Cuba y su Revolución lo que han hecho por mí en los 40 últimos años de mi vida… mejor persona y mejor militante.
Quiero a Cuba como es, con sus errores, defectos, limitaciones… y aciertos.
He dejado conscientemente para el final la que sin duda fue la más importante de las actividades que llevé a cabo en la isla: la presentación de mi último libro “Brigadistas en Cuba”, que tuvo lugar en el CIJAM (Campamento Internacional Julio Antonio Mella), sede logística de las Brigadas Internacionales de Trabajo Voluntario. Por su importancia y amplitud le dedico un capítulo aparte que se ha publicado ya en nuestra página en los pasados días.
* Miembro de la Asamblea de Redacción de LQSomos. Recientemente ha publicado el libro “BRIGADISTAS EN CUBA” (clic aquí), testimonio de la enriquecedora experiencia que supuso su estancia en Cuba durante tres años en el marco de las Brigadas de Trabajo Voluntario.
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