Damià Bardera: “El sistema educativo está inmerso en una gran farsa”

Damià Bardera: “El sistema educativo está inmerso en una gran farsa”

Por Violeta Tena (El Temps)*

“Si no cambian las cosas desmantelaremos la escuela pública” afirma, taxativo, Damià Bardera. Profesor de secundaria desde hace quince años y escritor, Bardera ha sentido la necesidad de plasmar en un libro sus preocupaciones sobre la escuela pública. Una obra escrita con cierta rabia que, dice, quiere describir el actual “descalabro educativo” de Catalunya.

-Da la sensación, al leer el libro, de que necesitaba desahogarse…

Este es un libro que yo habría preferido no tener que escribir. He querido aprovechar el oficio de escritor para trasladar algunas reflexiones y tratar de que fueran digeribles para los lectores. Con este libro, sobre todo, lo que quiero es denunciar. Porque antes de esto yo había escrito Bèsties de Companyia que, en parte, ya hablaba de estos temas. Pero me di cuenta de que el mensaje que quería transmitir no había llegado a la gente. Y como pienso que, en esto de la educación, estamos instalados en una especie de mentira colectiva, me decidí a escribir Incompetències Bàsiques.
Dicho esto, me gustaría dejar claro que yo con los alumnos no tengo ningún problema. Los aprecio y creo que ellos me tienen una cierta estima como profesor. Yo empecé en este oficio porque me gustaba enseñar y transmitir conocimientos. Pero creo que a la gente como yo, que queremos una cultura humanística, que estamos hartos de burocracia y que no queremos engañar a los alumnos, el sistema nos está expulsando.

-¿Por qué dice que el modelo actual engaña al alumnado?

Claro que los engañamos. En educación vivimos una gran mentira. En cuarto de la ESO no hay ninguna evaluación externa, ni una sola. Y alguien dirá: “mentira, están las competencias básicas”, pero es que las competencias son bajísimas y, con todo y con eso, hay alumnado que no consigue ni eso. Hay alumnos que llegan a cuarto de ESO siendo analfabetos y que consiguen el graduado. Estamos regalando los títulos y estamos alimentando una gran mentira. Y eso es culpa de un sistema que te obliga a aprobar sí o sí. Y si, encima, como profesor te plantas, te metes en problemas. Pero, ¿sabes qué pasará? Que el día de mañana a estos críos les llegará una carta de Hacienda o del Ayuntamiento y no entenderán nada de nada.

-La publicación de su libro coincide con otra obra, editada por Capitán Swing, que se titula “Educafakes. 50 mentiras y medias verdades sobre la educación española”. La escuela actual, dicen los autores, “ha mejorado el acceso y la permanencia en el sistema educativo y ahora es más inclusivo, comprensivo y dispone de mejores servicios e infraestructuras (…). La evolución en competencias básicas solo es equiparable a Finlandia”, señalan. ¿Está de acuerdo?

Por supuesto que el sistema es más inclusivo, porque nos han convertido en una guardería donde cuidar a los niños. Si por inclusión entendemos eso, cuidarlos unas horas al día, estupendo. Pero es que tendríamos que analizar el significado de las palabras. ¿Podemos decir que un sistema es inclusivo cuando la comprensión lectora está por los suelos?
La propia ley dice que para desplegar esta política educativa inclusiva hay que invertir el 6% del PIB, pero resulta que apenas llegamos al 3%. Con estos recursos no se pueden hacer políticas inclusivas ni se puede evaluar por competencias, como pretenden que hagamos. Vivimos una gran farsa en la que nos obligan a evaluar por competencias, pero, en realidad, nadie sabe cómo hay que hacerlo para hacerlo bien.

-Pero tiene que haber alguna fórmula para enseñar competencias sin renunciar a los contenidos, ¿no?

Yo creo que eso es un falso debate. Quieren que evaluemos por competencias y que despreciemos los contenidos, pero es que eso no puede ser así. Hay contenidos que se tienen que enseñar en la escuela, porque sin conceptos no tienes herramientas para pensar y desarrollar ideas ni tener criterio. ¿Cómo vamos a enseñar geografía por competencias? Hay cosas que se tienen que aprender y no hay que darle más vueltas.
Antes decía que engañamos a los alumnos y es así. Nos obligan a plantear las clases de forma que el alumno se lo pase bien y aprenda sin esfuerzo. Y eso es un gran engaño, porque aprender requiere esfuerzo.

-Usted no es el primero que pone estas cuestiones encima de la mesa. En los últimos años, de hecho, se han publicado un montón de libros en esa misma dirección. Está Andreu Navarra y su “Prohibido aprender”; “El fin de la educación”, de Xavier Massó; “Las falsas alternativas”, de Ani Pérez; “Schola Delenda est”, de Pascual Gil; “Escuelas que enseñan”, de Miguel Ángel Tirado. Quienes no comparten su visión, sin embargo, aseguran que son ustedes unos catastrofistas, que las cosas no se están haciendo tan mal como quieren hacer ver.

Yo no he escrito el libro en calidad de especialista, sino como persona que desde hace ya algunos años se dedica a la docencia. Y como consecuencia de esta experiencia he sentido la necesidad de explicar lo que siento: que este sistema educativo no funciona y la escuela se está convirtiendo en una fábrica de analfabetos. Creo que nadie que se dedique a esto lo puede negar.
Ahora todo el mundo se echa las manos a la cabeza con los resultados de PISA, pero es que lo que ha pasado en PISA ya se veía venir desde hace mucho tiempo. Mira Castilla y León, que está entre las diez primeras del ranking. Pero no queremos rebajarnos a analizar qué hacen bien en Castilla y León y nos miramos en Finlandia, porque queremos copiar el modelo nórdico, que tiene más prestigio.
Probablemente, en Castilla y León tienen un cuerpo de inspectores como debe ser, que tienen las cosas claras. Pero es que aquí, cambian tanto las leyes, que en los tribunales de las oposiciones los presidentes de turno ni siquiera tienen la normativa actualizada. Es una locura todo lo que está pasando en el sistema educativo.
Hay como una especie de ley del silencio: todo el mundo lo sabe pero nadie quiere decirlo y nadie hace nada. En los claustros hay muchos silencios, mucha gente que no se atreve a hablar, más aún con eso del decreto de plantillas. Si se te ocurre abrir la boca para protestar o para mostrar tu disconformidad con el modelo, te hacen el vacío. ¿Y son estos los docentes que después tienen que enseñar a los niños que está mal el acoso escolar?.
Además, hay muchas incongruencias. Se nos exige que nos preparemos las clases, pero tenemos tanta burocracia y tantas exigencias que casi no tenemos tiempo. O se nos pide que trabajemos por proyectos. Pero es que trabajar por proyectos requiere muchas horas de trabajo y entender y desarrollar mucho la metodología, además de mucha coordinación entre el profesorado. No pueden pretender que mantengamos las mismas horas lectivas de hace quince años y que, además, hagamos proyectos. Al final, como lo exigen y no hay tiempo, se acaba haciendo ver que se trabaja por proyectos, cuando en realidad el alumno no aprende nada y todo es un caos.

-Pero entonces el problema no es la metodología ni el planteamiento, sino los recursos que se ponen a su alcance.

A mí lo que me molesta es esta gran mentira institucionalizada de hacer ver que se trabaja por proyectos. El problema no son los proyectos ni la metodología; el problema es que la gente no sabe lo que está haciendo pero hacen ver que sí lo saben.

-Hay muchos docentes, sin embargo, que se sienten agredidos por planteamientos como el suyo. Al final, hacen lo que les han dicho en la facultad de Magisterio o en el Máster de Secundaria; también lo que se promociona en los cursos de formación continuada; en definitiva, lo que está validado por el actual sistema.

El Máster de Secundaria está diseñado por pedagogos que nunca han pisado un aula. Me hace mucha gracia cuando se dice que tenemos que formar a los críos en el espíritu crítico, pero a la vez quieren que nos traguemos el máster acríticamente. En el Departament d’Educació no gustan los docentes que de verdad tienen espíritu crítico. De la facultad salen un montón de borreguitos que no están capacitados para enseñar espíritu crítico.

-En cualquier caso, y asumiendo que la realidad demográfica de las aulas es mucho más compleja que hace treinta años, ¿cómo habría que plantear la escuela del siglo XXI? Porque lo que no parece muy lógico es reivindicar una especie de Arcadia feliz del pasado. En la década de los noventa, la tasa de idoneidad (que mide cuando un alumno está en el curso que le corresponde por edad) era del 50%.

Yo planteo el libro como un diagnóstico, no estoy en la fase de las propuestas. Pero creo que tenemos que empezar por aceptar que tenemos un problema y que este problema no se solucionará si continuamos haciéndonos trampas al solitario. Lo que no entiendo es cómo aún hay gente que sostiene que no tenemos un problema.
Que la realidad de las aulas es más compleja es innegable, porque al final son el reflejo del descalabro del mundo de los adultos. He tenido cursos de 250 alumnos y se pretende que les dé atención personalizada, con un comentario personalizado y siete u ocho actividades evaluativas cada trimestre.
A eso le tienes que añadir que, en muchas aulas de ESO, de 30 alumnos hay 20 con adaptaciones y a los que, por tanto, les tienes que hacer otro tipo de evaluación. Son alumnos que, en algunos casos, el único problema que tienen es que son unos gandules. Así de claro.
Seamos sinceros: lo que nos piden es imposible de cumplir. Y como es imposible, lo maquillamos y vivimos todos en la mentira. Al final, mi impresión es que todos los que están en los despachos, en realidad no tiene ningún interés en mejorar la educación.

-En Catalunya, después de los malos resultados del informe PISA se puso en marcha un grupo de expertos que pusieron sobre la mesa una serie de medidas para tratar de mejorar la situación. A partir de ahí, la consellera Simó presentó un paquete de medidas, entre las cuales, más dinero, más materiales didácticos y manipulativos o más atención a la diversidad. ¿Considera que son medidas que van en la buena dirección?

Ya se verá. Lo que yo creo es que para arreglar esto se necesita valentía y lucidez y no veo ni una cosa ni la otra. Nadie asume responsabilidades ni pide disculpas por todo lo que se ha hecho mal.

-Muchas personas conservadoras y de derechas se identifican con los planteamientos que usted hace…

Creo que eso es un falso debate. Tenemos que acabar con ese buenismo que hay en la educación. Porque a quien más están perjudicando esos planteamientos es a la gente que no tiene recursos. El alumno que no tiene en casa unos padres que estén encima o que le puedan proveer de conocimientos está perdido, porque la escuela ha dimitido de su papel.
Este planteamiento no es de izquierdas ni de derechas. Es un planteamiento que quiere llamar la atención sobre el hecho de que hay una determinada franja de población que lo pasará muy mal cuando salga de la formación reglada, porque no le habremos dado los conocimientos mínimos necesarios. Al final, si no cambian las cosas, desmantelaremos la escuela pública. Le auguro un futuro muy negro a la escuela pública si las cosas no cambian.

* Nota original: “El sistema educatiu està immers en una gran farsa”
Traducción al castellano para Loquesomos de Leticia Palacios

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