Das Kapital: Capítulo 9º. Beneficio, transformación de valores

Das Kapital: Capítulo 9º. Beneficio, transformación de valores

Antoni Puig Solé*. LQS. Septiembre 2019

Formación de una tasa general de beneficio y transformación de los valores de las mercancías en precios de producción
Los capítulos 9 y 10 han animado algunos de los debates que cuestionan a Marx. Hay dos líneas referenciales: las relacionadas con Bohm-Bawerk y las relacionadas con Bortkiewicz

1. Bohm-Bawerk considera que la teoría de Marx sobre los precios de producción y su teoría del valor se contradicen. El libro 1º de El capital afirma, al principio, que las mercancías se intercambian por su valor, la sustancia es el tiempo de trabajo socialmente necesario. En el libro 3º, en cambio, se dice que las mercancías tienden a venderse por su precio de coste más un beneficio medio (precios de producción) y esta concepción toma fuerza en estos dos capítulos. Según Bohm-Bawerk, cuando Marx habla de los precios de producción se sitúa “en el mundo real” y este “mundo real” desautoriza su construcción teórica anterior. Para él, estos capítulos son un reconocimiento disimulado que la teoría del valor no funciona .
2. Las teorías de Bortkiewicz, en cambio, se sitúan de lleno en el llamado “problema de la transformación”. Bortkiewicz argumenta que si la formación de beneficios medios comporta precios de producción que difieran de sus valores, entonces tanto las compras como las ventas deben basarse en este tipo de precios y este fenómeno descarriaría toda la construcción teórica de Marx y la haría inconsistente .

De momento me limito a recordar la existencia de estas polémicas. Antes hay que interpretar lo que realmente dice Marx y de paso haré unos breves comentarios puntuales de las críticas bajo la luz de esta interpretación.

Previos

1.- Expresión monetaria del valor
Como veremos, el capítulo presenta tablas y fórmulas matemáticas para relacionar valores y precios. El valor de una mercancía es una suma entre valor transferido (trabajo muerto) y valor añadido (por el trabajo vivo) según las condiciones de producción presentes (c + v + p).

Si bien el valor es tiempo de trabajo socialmente necesario, Marx lo expresa aquí en unidades monetarias. Este criterio ya lo encontramos en el libro 1º al hablar del salario, ya que el dinero es la forma como el valor de las mercancías aparece en el intercambio.

Así pues, podemos decir que tal o cual mercancía incorpora, por ejemplo, n horas de trabajo socialmente necesario y decir, a la vez, que este valor equivale a una suma puntual de dinero. Al conectar el tiempo de trabajo con el dinero se puede comparar el valor y el precio de una mercancía en los mismos términos y ver si el precio se sitúa por encima o por debajo del valor.

La transformación del valor en dinero también permite hablar del valor de una hora laboral en términos monetarios a través de una simple división, ya que hemos afirmado que n horas se expresan en una suma de dinero. Sin embargo, en este terreno hay que ser prudentes, ya que solemos utilizar ejemplos matemáticos para ilustrar la teoría pero en los que las cantidades suelen ser inventadas y, por lo tanto, estas cantidades no serán exactamente las mismas que encontraríamos si pudiéramos captar al milímetro todo lo que pasa en la dinámica general de la producción capitalista.

2.- Los precios
Marx considera diferentes tipos de valoraciones y precios de las mercancías: 1) valores trabajo, 2) precios de coste, 3) precios de producción (que conlleva la definición previa de los precios de coste) y 4) precios de mercado.

La primera valoración (c + v + p) es primordial para poner de manifiesto la extracción de plusvalía y es el alma del libro 1º. El precio de coste refleja el capital consumido en producir la mercancía (c + v, en términos de valor). Los precios de producción son la forma transmutada del valor y suman al precio de coste un tipo de beneficio uniforme redistribuyendo la plusvalía entre todos los sectores productivos. Los precios de mercado (que deben estar por encima del precio de coste, ya que de lo contrario no hay valorización) pueden diferir de los valores y de los precios de producción y se materializan en los mercados donde opera la oferta y la demanda .

En cuanto a la relación entre unos y otros, como veremos más detalladamente en el capítulo siguiente, hay una presunción de Marx, típica de los clásicos, que considera que opera una tendencia centrípeta a través del efecto de la competencia sobre los precios de mercado para acercarse a los precios de la producción debido a la movilidad del capital entre sectores en busca de una mayor tasa de beneficio. Este beneficio no es ajeno a la ley del valor trabajo, puesto que lo que pretende cada uno de los capitales no es otra cosa que apropiarse de una parte de la plusvalía total, como se intenta demostrar en este capítulo.

3.- El rompecabezas
Los precios de coste reflejan el coste que por el capital tiene la producción mercantil. En términos de valor sería la suma c + v. La cuestión se envuelve para que los capitalistas no contabilicen el coste en términos de valor (tampoco pueden hacerlo ya que no hay información suficiente). Lo hacen en función de las unidades monetarias entregadas en el mercado al comprar los medios de producción y la fuerza de trabajo. Esta suma, incluso aceptando que los precios de mercado y el precio de producción coinciden, se puede distanciar de la suma c + v y el distanciamiento impacta de lleno en el proceso de transformación de los valores en precios. Por tanto, el problema no queda restringido al beneficio final, aunque como veremos, este beneficio es clave. Tiene otras derivadas.

Las tablas

El capítulo 9e. averigua cómo es posible que con composiciones orgánicas divergentes los ritmos de beneficio se acerquen.

Inicialmente Marx presenta una tabla con cinco esferas de producción. Cada una tiene un capital de 100, con una distribución diferente entre constante y variable, lo que conlleva composiciones orgánicas particulares.

La tasa de plusvalía es siempre del 100%. Como los capitales variables tienen magnitudes diferentes, las cantidades de plusvalía oscilan.

En consecuencia, los valores de los productos (c + v + p) varían y las tasas de beneficio también.

A continuación trata las cinco esferas como departamentos de una misma empresa (de algodón, dice). Al dividir la suma de plusvalía (110) por el capital total (390c + 110v = 500), obtenemos el beneficio de la empresa (110/500) que es del 22%.

Para que el beneficio se iguale al 22% en todos los departamentos, es necesario adecuar el precio del producto, caso por caso. El departamento I, por ejemplo, tiene un precio de coste de 80C + 20v con 20p. En estas condiciones, el valor es de 120. Si éste fuera precio, sólo se obtendría un beneficio del 20%. Para llegar al beneficio medio se ha de modificar el precio a 122.

Marx muestra entonces cómo alterando el precio del producto todos los departamentos alcanzan el beneficio medio. El valor del producto y la plusvalía totales son como antes, pero la plusvalía se redistribuye. Estos nuevos precios, que se desvían de sus valores, son c + v + b donde b es el beneficio medio atribuido a cada departamento y los llama “precio de producción”, como adelantó al principio del libro 3º y como recordábamos al principio.

Los precios de la producción permiten cubrir gastos (precio de coste) y respetan los beneficios medios, pero siguen ligados a la plusvalía que ahora opera como una suma asignada de manera diferente a como se ha generado.

Deshacer simplificaciones

Marx apunta después de que las cantidades de capital constante que se introduce en el valor real del producto final tienen una conducta variada, algo que para simplificar, había obviado. Al incorporar esta nueva consideración descubrimos que el capital constante se contabiliza de manera diferente cuando se miden las tasas de beneficio que cuando se calculan los precios:

– En los precios de coste sólo entra la parte del capital consumida.
– En la determinación de la tasa de beneficio entra todo el desembolso, también la parte que no se transfiere al producto. Esto significa que la magnitud del capital invertido es capital.

Para ajustar la mesa a la nueva circunstancia, nos fijaremos inicialmente en la columna I, con 80C + 20v. Antes hemos supuesto que todo el capital constante (80C) se había consumido. Este consumo total puede ser cierto en determinadas situaciones y en otras no, ya que, en general, una parte del capital constante se amortiza durante periodos prologados y pueden existir stocks de materiales.

– Supongamos ahora que, para producir durante el tiempo considerado, de este capital constante de 80 se consume 50 y que en los otros departamentos se dan situaciones similares. Lo recogeremos en una nueva columna que llamamos capital constante consumido (c consumido).
– A continuación de esta columna incorporamos una que llamamos valor de las mercancías (en sustitución de la columna que en la tabla anterior habíamos llamado valor del producto, de la que ahora prescindimos, ya que las circunstancias han cambiado). El valor de las mercancías, en estas nuevas circunstancias, sería 50c + 20v + 20pv = 90, en el primer departamento.
– La última columna reflejará el precio de coste, que ahora sería, en el primer departamento, 50c + 20v = 70.

Las alteraciones no varían la tasa de beneficio que, como ya hemos adelantado, se relaciona con la totalidad del capital invertido. Por lo tanto, en nuestro supuesto, seguirá siendo del 22%. Esta tasa media la aplicaremos a todas las columnas para obtener los nuevos precios de producción.

El incremento del precio de unas mercancías, por encima de su valor (2 + 7 + 17 = 26) se compensa con la reducción de los precios de las que se venden por debajo del valor (-8-18 = -26). Hay un distribución uniforme de la plusvalía, que compensa, con forma de beneficio, toda la inversión realizada, sea la que sea la composición del capital.

Vuelta a las cinco esferas de la producción con competencia empresarial

Estas observaciones, que a modo de ejemplo se han atribuido a una empresa con diferentes departamentos, son generalizables cuando volvemos a considerar todas y cada una de las filas de la tabla, como esferas de la producción que compiten en el mercado. Si cada empresa fuera una nicho, las diferentes composiciones orgánicas de capital aportarían tasas de beneficio diferentes y no habría transformación: todo quedaría tal como hemos expuesto en la primera tabla. Pero como hay competencia y movilidad de capitales, las tasas de beneficio tienden a nivelarse, como en la última mesa.

Nivelación y rotaciones

La tendencia a la nivelación también afecta a las disparidades derivadas de las distintas rotaciones de los capitales. Veámoslo en un ejemplo:

Supuesto práctico:
Supongamos que la ganancia media durante un periodo concreto de rotación es del 10%. El capital constante es de 100 y se consume en 10 rotaciones. El capital variable, asociado al período de rotación, es de 400:

Precio de Coste: 10c + 400v = 410
Precio de producción; 410 + (10% sobre 500) = 460

Tanto tienes tanto vales

Cada empresa tiende a vender su producto en el mercado en torno al precio de producción y en función de este precio se suelen tomar las decisiones empresariales. Este precio, como ya hemos dicho, permite recuperar gastos y lograr una ganancia. Pero cada empresa no recibe la ganancia en relación con la plusvalía particular que ha creado sino que toma de referente el beneficio medio que puede ser superior o inferior a la plusvalía que su actividad explotadora genera, un dato que, además, se ignora ya que no se sabe cuál es el tiempo de trabajo socialmente necesario.

Es como si cada capitalista fuera un accionista de una gran empresa y recibiera intereses sobre su inversión en relación con su participación en la cuantía total. La magnitud de la inversión determina la magnitud del beneficio y no la cantidad particular de plusvalía que ha creado tal o tal particular.

El rompecabezas de la transformación

Marx nos viene a decir, pues, que la suma de los precios es equivalente a la de valores. Pero inmediatamente nos sitúa ante un rompecabezas que es una de las líneas argumentales del “problema de la transformación”: ¿Podemos afirmar que el precio total y el valor total coinciden cuando los precios de producción de algunas mercancías entran en el precio de coste de otros y por lo tanto, este precio de coste incorpora un beneficio que la empresa vendedora ya se ha apropiado?

La pregunta es interesante y más ahora en cuanto en el actual nivel de división del trabajo encontramos un impresionante fraccionamiento de los procesos productivos y una tendencia creciente a subcontratar.

Si, por ejemplo, una petroquímica vende 10.000 € de gasolina, puede que entren en el precio de coste de otras empresas que emplean la gasolina en el proceso de producción y que además producen para la petroquímica en cuestión. Entonces los precios de producción de unas empresas están contabilizando como precios de coste de altas. Esto significaría registrar dos veces una misma ganancia. Esta contabilización provocaría que el precio total se superpone al valor total, en lugar de igualarlo como habíamos sostenido.

Marx, al abordar el rompecabezas dice que si una empresa produce directamente para el consumo, su precio de coste total entra directamente en el cálculo del precio de producción total. En cambio, si los beneficio de una esfera de producción (como “salida”) se empotra en el precio de coste de otra (como entrada), entonces este beneficio ya se ha tenido en cuenta y si no corregimos los cálculos, reaparecerá.

Por lo tanto, el rompecabezas afectaría a aquellas empresas que fabrican productos que otras empresas incorporan como medios de producción. Si se quiere esquivar la doble contabilización, cuando el producto de una empresa la acaba comprando otra, en los cálculos se debería restar el beneficio ya realizado para reflejar fielmente los precios totales. Se trataría de encontrar precios totales sumando todos los precios de coste de todas las empresas y luego sumar todos los beneficios. Pero antes de dar por buenos los resultados de la primera suma deberían restar todos los beneficios incorporados en los precios de coste.

Estamos, por tanto, en un contexto similar al de la teorización sobre el valor de tal o cual mercancía ya que desgranamos una explicación para ejemplificar una realidad sobre la que no tenemos datos particulares fidedignas, datos que suelen estar sumergidas y no son accesibles, pero tenemos información general y sobre esta información operamos. En estas condiciones, la teoría nos ayuda a entender lo que ocurre en las profundidades aparentemente inasequibles. Además, toda la explicación se sitúa en una etapa del análisis donde el capital comercial, el capital usurario y la renta de la tierra todavía quedan al margen, ya que no se abordan hasta los capítulos finales del libro 3º y como veremos en su momento, estos capitales también se apropian de una parte de la plusvalía. No está la cosa pues, para dedicarse a buscar ecuaciones con resultados equilibrados, por mucho que algunos quieran hacerlo. Se trata de ampliar la investigación.

La explicación que nos avanza Marx, dejando aparte las limitaciones que acaban de señalar, la ejemplificaremos con un supuesto práctico con 4 mercancías.

Supuesto práctico
Tenemos 4 empresas jurídicamente independientes dedicadas a la fabricación 4 mercancías diferentes:

A (Gasolina producida en una petroquímica)
B (Transporte de mercancías)
C (Máquinas destinadas a la actividad empresarial)
D (Servicio de mantenimiento industrial)

Para calcular el precio de producción de A, habría que añadir al precio de coste su propia ganancia, algo que no tiene ningún misterio. Lo mismo hay que hacer para calcular los precios de producción de B, C y D. Pero resulta que el precio de coste de A, incorporará la ganancia de B, C y D, y aquí las cosas ya son un poco misteriosas. Por la misma razón, la ganancia de A entrará en los precios de coste de B, C y Del beneficio de A, que forma parte de su precio de producción ( “salida”), entra como beneficio en el precio de coste de B, C y D. Aquellos precios que para A son de producción, para otros capitalistas que compran la gasolina de A son precios de coste. El mismo razonamiento vale para los beneficios de B, C y D con relación al precio de coste de A.

Entonces, si hay n esferas de la producción que intervienen en el mismo proceso y cada una obtiene una ganancia igual a g, el verdadero precio de coste de todos es: PC- n.g

El ejemplo viene a decir que:
– Si una cierta cantidad de productos n, que incluyen beneficios ya realizados, g incorpora al precio de coste de una mercancía, a este precio de coste se añade un beneficio g1, incluido para el segundo productor.
– Entonces el beneficio total es G = g + g1.

En otras palabras: el precio de producción de la mercancía fabricada por el segundo capitalista incorporará dos ganancias (g + g1). En consecuencia, si esta mercancía entra a otro proceso de producción, asimilar su precio de compra al precio de coste es engañoso. Su verdadero precio de cuerpo sería = precio de compra – G, dado que G = g + g1.

Marx señala, que en procesos de producción que operan juntos, la plusvalía no se puede contar dos veces, primero como una entrada y después como una salida, sin provocar un error en la suma del precio de coste final, pero se limita a señalarlo, sin ofrecer ningún ejemplo matemático ni presentar nuevas tablas. Como no ve la necesidad de aportar artillería pesada sobre el tema, algunos críticos le reprochan que no lo haya hecho y otros intentan aportarla por su cuenta.

De estas críticas ya hablaremos en otro momento. En todo caso, no puede pasar por alto que el redactado, como hemos visto, se está refiriendon a procesos de producción fraccionados y entonces hay que tener claro cuál es el precio de coste total y cuál es el monto total de capital que hay intervenido, suma a la que se debe vincular la tasa de beneficio. Creo que, en definitiva, es un mecanismo interesante para averiguar el beneficio asociado a procesos de producción con muchas empresas y ver, a la vez cómo, en las condiciones actuales donde una de ellas tiene un papel dominante y otras uno subsidiario, se reparten este beneficio.

El capítulo 7 del libro 1º

Al terminar esta parte de la explicación, Marx invita a releer algunas páginas del capítulo 7 del libro 1º, dedicado a la tasa de explotación. En un momento de aquel capítulo se nos sugería calcular la tasa de plusvalía por el siguiente procedimiento:

1.- Tomamos el valor global el producto.
2.- Equiparemos a 0 el valor del capital constante, o sea, le restamos del valor global del producto como si el capital constante no existiera, ya que es un valor previo que sólo ha sido transferido.
3.- El resultado obtenido indica el valor añadido por el trabajo vivo.
4.- Si conocemos la plusvalía, la restamos del resultado anterior y sabremos el valor del capital variable.
5.- Por el contrario, si sabemos el valor del capital variable y desconocemos la plusvalía, el restamos y entonces averiguaremos cuál es la plusvalía.
6.- Cuando conocemos los dos valores, dividimos la plusvalía por el capital variable y obtendremos la tasa de plusvalía.

Supuesto práctico
Una empresa con 10 máquinas, con un precio unitario de 1.000 y con una vida útil de 10 años
Consume 1.000 kg de materia prima por máquina al año.
La materia prima sale a 3 unidades monetarias (u.m.), o sea a 3.000 por máquina.
El alquiler de la nave donde está ubicada la empresa es de 1.000 u.m. al año.
El consumo energético anual es de 1.000 u.m.
El coste anual del personal es de 1.000 u.m.
La producción anual es de 1.000 mercancías a un precio unitario de 8 u.m.
Por tanto, el valor de la producción es de 8000

Valor transferido = 6000

· 1.000 de amortización
· 3.000 de materia prima
· 1.000 de consumo energético
· 1.000 de alquiler

8.000 (valor de la producción) – 6.000 (valor transferido) = 2.000 (valor añadido)
2.000 (valor añadido) – 1.000 (Capital variable) = 1.000 (plusvalía).
Tasa de plusvalía 100% (1.000/1.000)

La información del ejemplo también permite describir todas las partes constitutivas del valor, con unidades físicas:

· 750 unidades físicas producidas representan el capital constante o dicho de otro modo, permitirán reincorporarlo.
· 125 unidades físicas producidas representan el capital variable, o dicho de otro modo, permitirán contratar de nuevo a los trabajadores.
· 125 unidades físicas producidas representan la plusvalía y las podemos llamar plusproducto.

Pero cuando aplicamos este cálculo al producto total para determinar la tasa de ganancia, como hemos visto, tenemos que hacer retoques.

Si todo girase alrededor del valor, el problema no existiría: el comprador paga el valor total y da igual si una parte es valor transferido y la otra añadido y si una parte de este valor añadido ha sido remunerada y el otro no lo ha sido. Además, para calcular la tasa de plusvalía a prescindir del capital constante para que se igualasen a cero. Ahora, en cambio, hermana la tasa de ganancia en todo el capital invertido, incluyendo todo el capital constante e incluso aquella parte no consumida, sin conectar la ganancia al valor añadido.

En las circunstancias actuales, por una parte nos podemos encontrar que el precio de las materias primas, de las máquinas o de la energía de nuestro ejemplo, diverjan del valor para que la ganancia de sus productores pueda ser mayor o menor que la plusvalía que han generado y como ya hemos visto, esto puede afectar de lleno a los otros capitalistas del ejemplo. Por otro lado, nos encontramos con un problema similar con respecto al valor de la fuerza de trabajo. Variamos esto:

Las mercancías que permiten la reproducción de la fuerza de trabajo

Los proletarios son desposeidos. Para sobrevivir deben comprar todo y para poder hacerlo tienen que vender su fuerza de trabajo.

Las mercancías que compran los obreros están producidas del modo capitalista. Por lo tanto, aquí chocamos de nuevo con las circunstancias distorsionadoras que hemos visto con las mercancías que constituyen el capital constante.

Si todos los precios giraran sobre las ruedas del valor, el salario representaría el valor equivalente al tiempo de trabajo socialmente necesario para producir las mercancías destinadas al consumo del obrero, pero este tiempo de trabajo queda orientado por las desviaciones de los precios respecto al valor.

La compensación

Marx, una vez llegados a este punto, hace una importante consideración:

“Sin embargo esto se resuelve siempre debido a que en unas mercancías entra más plusvalía y en otros menos y, así, las divergencias de valor que hay en los precios de producción de las mercancías se compensan recíprocamente. Bien mirado, la ley general se impone como la tendencia dominante, sólo que de una manera muy complicada y aproximada a toda la producción capitalista a través de una media de oscilaciones constantes que no se pueden determinar nunca”.

Si se tiene presente esta línea argumental, no se entiende la aseveración de que Marx “olvida la transformación de los precios de los inputs” y, mira por donde, resulta que la crítica de Bortkiewecz y discípulos se fundamenta en este supuesto olvido.

Marx, ciertamente, no muestra ningún interés en refinar ecuaciones matemáticas para cuadrar todo, como si el capitalista fuera un sistema en permanente equilibrio, cuando nos acaba de decir que este equilibrio no existe, como ya había dejado claro en la sección 1ª del libro 1º al tratar la Ley de Say. Ahora bien, es del todo evidente que no ignora que los precios de entrada ¡se han transformado!

A estas alturas de la película, ya se debe tener claro que aunque Marx admite que hay intercambio desigual, en su análisis del libro 1º prescinde y muestra que el valor circula por la esfera del intercambio, pero no es allí donde se produce, aunque es allí donde se realiza. En consecuencia, la ganancia total de cualquier período debería ser igual a la plusvalía total realizada. Más adelante, en las postrimerías del libro 3º, nos informará de que esta igualdad suele saltar por los aires debido a la existencia de beneficios ficticios.

La magnitud del capital invertido en cada lugar

En la primera mesa cada empresa aparecía con una composición orgánica diferente y la suma de constante y variable siempre era 100. Esto permitía pensar en la composición orgánica como porcentajes. Los tipos de beneficios individuales se suelen considerar en esta “lógica porcentual” y el mismo criterio vale para hacer comparaciones entre la rentabilidad de una empresa y la otra. Pero la tasa de beneficio general se forma dividiendo la plusvalía total por el capital total. Esto significa que la magnitud del capital invertido en cada caso importa. Si la tasa de beneficio de un capitalista particular, en el supuesto de que masa de beneficio y masa de plusvalía coincidan, es del 800% y sólo ha invertido 100 euros al año, este capitalista no aporta gran cosa a la tasa de beneficio promedio . En cambio, si la de otro capitalista es del 20%, pero invierte diez millones de euros, esta tasa tendrá una influencia mucho mayor.

No podemos simplemente tomar la media de las diferentes tasas de beneficio para encontrar la media general, ya que a las empresas les afecta la tasa de beneficio general de manera diferente según la cantidad que invierten. Se trata de una media ponderada.

Diferentes composiciones orgánicas de capital

La composición orgánica del capital no es la misma en todas las industrias ni en todos los sectores industriales. El desarrollo tecnológico tiende a endurecer esta composición al incrementar más la parte del capital constante que la variable. Sin embargo, las diferencias subsisten. En relación a la composición orgánica, podemos clasificarlas en tres categorías:

Las que se sitúan por encima de la media.
Las que están en torno a la media.
Las que está por debajo de la media.

Supuesto práctico
Sabemos que con tasas de explotación igual, la tasa de plusvalía depende de la composición orgánica del capital.

Supondremos un tasa de plusvalía del 100% y que la composición de capital media es 80C + 20 v.

Entonces si en un sector determinado la composición del capital es (80 – x) c + (20 + x) v, la plusvalía creada en este sector es de (20 + x) y el valor de la mercancía (80-x) c + (20 + x) v + (20 + x) p.
Por la misma razón, en aquellos sectores con una composición de capital de (80 + x) c + (20 – x) v, la plusvalía creada será (20-x) y el valor de la mercancía (80 + x) c + (20 – x) v + (20-x) p.
En el primer caso, pues, si el beneficio coincide con la plusvalía, estaría por encima de 20% y en los segundo por debajo.
Al transformarse los valores en precios, tanto en un caso como el otro, los beneficios serán del 20% y el valor de la mercancía k + 20% C.

NOTA.- k = c + v; C = Capital total

La productividad

La productividad se relaciona con la capacidad de producir valores de uso, durante un periodo de tiempo de trabajo. Normalmente, los trabajadores más productivos son los de las empresas con una tecnología más sofisticada y por tanto, con un capital constante más grande y composición orgánica alta.
Teniendo en cuenta todo lo dicho hasta ahora,

– Las empresas con composiciones orgánicas altas tienen precios de producción por encima de sus valores reales,
– Las de composición baja, en cambio, tienen precios de producción por debajo del valor real del producto.

Cabe recordar que los precios de producción son previos a los precios de mercado que fluctúan con la oferta y la demanda.

El error que Marx anticipa sin haber conocido las acusaciones de sus críticos

El precio de coste, para evitar distorsiones, debería ser igual que el valor de lo que realmente consume, pero no es así y Marx lo remarca:

“En realidad la exposición que acabamos de hacer introduce una modificación en la determinación del precio de coste de las mercancías. Al principio se había aceptado que el precio de coste de una mercancía era igual al valor de las mercancías consumidas en su producción. Pero el precio de producción de una mercancía para el comprador es idéntico a su propio precio de coste, y en consecuencia puede entrar como precio de coste en la producción de otra mercancía. Como el precio puede diferir del valor de la mercancía, el precio de coste de una mercancía, en el que se incluya el precio de producción de otra mercancía, también puede estar por encima o por debajo de la parte de su valor global formada por el valor de los medios de producción que entran en el valor de esta mercancía. Hay que tener presente esta modificación del significado del precio de coste, y hay que tener presente que es posible un error siempre que en una esfera particular de la producción el precio de la mercancía se equipare al valor de los medios de producción consumidos en su producción ” .

Una vez más, con esta cita, queda patente el reconocimiento, por Marx, del error asociado a la determinación de los precios de producción y que paradójicamente los críticos la acusan de cometer, en cuanto, como acabamos de ver, es él quien lo pone sobre la mesa antes de que otros lo hicieran.

Marx, ciertamente, no considera que su misión sea encontrar cálculos matemáticos que permitan corregir este error.

Personalmente creo que su discusión es correcta y no veo la necesidad de buscar la manera mágica de hacer estos cálculos y encontrar “con exactitud temporal” la tasa media de ganancia, como si la producción de los medios de producción y la de las mercancías producidas con estos medios coincidieran en el tiempo y menos convertir estos cálculos en el entretenimiento de los marxistas.

Pero lo más curioso del caso es que Bortkiewicz y tropa, por una parte, acusan a Marx de no tener en cuenta la diferencia entre el precio de una mercancía destinada a capital constante y su valor, expresado en unidades monetarias representativas del tiempo de trabaja socialmente necesario, algo que como acabamos de ver, no tiene ni pies ni cabeza; y, por otro, se aprovecha esta diferencia para dar “consistencia” a conclusiones teóricas definitivas y añadir que todo indica que la plusvalía no es la única fuente de ganancia.

Es obvio que el intercambio desigual también es una fuente particular de ganancia, como Marx avanzó en la sección 2ª del libro 1º y, como veremos en otro capítulo, el beneficio ficticio también lo es, pero no son una fuente de valor.

Otra cosa son las ganancias derivadas de una mejora tecnológica que permita a una empresa particular incrementar la productividad por encima de la media. Estas ganancias no son ajenas a la ley del valor. Como explicó Marx en la sección dedicada a la plusvalía relativa, pueden dar lugar a una plusvalía extraordinaria al convertir al trabajo de los obreros de la empresa en cuestión, en trabajo potenciado y, a la larga, desvalorizan la fuerza de trabajo y abren las puertas a la plusvalía relativa. Se puede no aceptar esta explicación y buscar una alternativa. Pero lo que no acabo de ver es que se la tilde de inconsistente.

En todo caso, no olvidemos que los incrementos de productividad, con su corresponden plusvalía extraordinaria, son un incentivo permanente de la competitividad entre empresas, algo trascendental, como veremos en el capítulo siguiente, para aportar gasolina a la maquinaria que transforma los valores en precios.

No está de más recordar que en las secciones iniciales del libro 1º y en una parte considerable del libro 2º, se nos clarifica que la circulación y la producción de mercancías son dos momentos del capital diferentes y a la vez acondicionados. En el momento inicial, el capital, a pesar de tomar sólo la forma monetaria, ya está relacionado directamente con la producción. Se trata de una cuantía avanzada de dinero, pero no de uno cualquiera, sino de una destinada a llevar a cabo el proceso de producción, es decir, el proceso de trabajo vinculado a la valorización. Esta cuantía puede ver modificado su valor a consecuencia de las devaluaciones y revalorizaciones de la moneda.

Posteriormente, para hacer posible el proceso de valorización, el capital antes de actuar como capital productor de plusvalía, toma la forma de capital mercancía. En ese estadio, su valor queda estrictamente asociado al valor de la mercancía adquirida. Se trata de un capital que aún no ha iniciado su etapa productiva de nuevo valor y sin embargo, representa valor para que se cosifique en mercancías que se han de producir de manera capitalista y que se pueden (y deberán) reproducir. Es precisamente en este estadio donde se enquista el problema famoso de la transformación, ya que el valor de este capital mercantil toma la forma retorcida de precios de producción. Pero es un estadio previo al del proceso de producción y será allí donde se producirá la plusvalía que da vida al beneficio. En este sentido, toda la construcción teórica de los libros 1º y 2º, ofrecen las bases para abordar la problemática. He aquí por qué Marx no la ataca de entrada, como hacen Ricardo y otros, sino que lo aparca hasta llegar al libro 3º. Antes necesita una armazón teórica para relacionar este fenómeno típico del modo de producción capitalista con el funcionamiento general de este modo de producción.

El precio de producción y sus cambios

Marx proporciona una fórmula breve para obtener el precio de producción. Como el beneficio es la tasa media de ganancia (b) multiplicada por el capital invertido, la fórmula puede ser k + kb. Ahora bien, aquí hay que tener presente que Marx recupera la simplificación que en un momento había deshecho, y considera, de nuevo, que el capital consumido e invertido coinciden. En caso contrario, la fórmula será k + Cb

Esta fórmula permite identificar dos situaciones (una vinculada a b y la otra a k) que pueden modificar el precio de producción de una mercancía y que entre ellos se pueden combinar, dando lugar a una tercera situación:

1. un cambio de tasa general de beneficios,
2. un cambio en la productividad del trabajo y
3. una combinación de las situaciones anteriores.

La primera suele madurar en largos periodos de tiempo fluctuantes, aunque se puede trasegar en momentos de crisis. La segunda es más constante, debido al continuo desarrollo de las fuerzas productivas que, como sabemos, modifican el cuerpo unitario de cada mercancía y desvalorizan la fuerza de trabajo.

La primera situación (cambio de tasa general de beneficio), se puede derivar de tres causas:

1. Cambio en el volumen del capital total, (C) modificando uno o los dos componentes que lo integran (c + v) ya que la formula es p/C.
2. Cambio de la tasa de plusvalía.
3. Cambio de la composición orgánica del capital, siempre que repercuta en la productividad del trabajo y, por tanto, modifique el valor unitario de las mercancías, por lo que ya entraríamos en la segunda situación.

Apariencia y esencia

Alrededor de los problemas derivados de la relación entre valor y precio de producción se expresan puntos de vistas diferentes, incluso entre los que se consideran marxistas. No parece que a corto plazo sea posible llegar a un consenso, aunque no quiero hacer predicciones ya que a estas alturas hay gente muy competente investigando sobre el tema.

En todo caso, esta diversidad tiene que ver con las dificultades que hay a la hora de captar la totalidad de la realidad capitalista, especialmente si se tiene en cuenta la forma invertida como se expresa.

Desde el libro 1º de El capital, se nos viene desgranando una crítica a la economía política con el fin de no quedarse en la apariencia y profundizar en la esencia.

Pero el problema no es que la apariencia sea irreal e irrisoria y la esencia real. Una y otra son partes de una misma realidad. La diferencia es que la apariencia es más fácil de captar y a primera vista es más convincente que la esencia, ya que es aquella parte de la realidad que nos muestra abiertamente. La esencia, en cambio, es más compleja y difícil ya que queda oculta. Se trata de hacer un descubrimiento científico de la génesis y la idiosincrasia de lo que estamos analizando. Por esta razón, allí donde la economía burguesa se detiene es precisamente donde el análisis de Marx comienza y toma vuelo.

Marx, desde esta lógica, considera que el precio de producción, tal como lo concebía la economía clásica, estaba desenfocado pues analizaba la forma a través de la cual aparece el valor sin tener en cuenta el valor del conjunto de las mercancías al que va asociada. Bohm-Bawerk, en cambio, dispara contra Max recorriendo el camino inverso: considera que la explicación marxista sobre los precios de producción descalifica su teoría de la ley del valor. Los precios de producción forman parte de “la vida real” mientras que la ley del valor es una construcción teórica que la realidad no avala y el propio Marx lo acaba reconociendo, aunque lo hace de manera vergonzante, se nos viene a decir .

En el capítulo 1º del libro 1º de El capital ya se transita un camino similar al de este capítulo. Primero se hace una análisis sobre la génesis y la idiosincrasia de la mercancía y al final se nos alerta de que la mercancía no aparece como un objeto producido por los humanos sino como un fetiche que sus propios creadores acaban mitificando.

Sólo la fuerza de trabajo crea valor. El capitalista se lleva gratuitamente una parte de este valor con la apropiación de la plusvalía. La tasa de plusvalía (p/v) informa del grado de explotación del trabajo, relacionando las partes mencionadas con el valor añadido, es decir, parte no pagada (p) y parte pagada (v). La relación, tal como la visualizaremos en el libro 1º, se oscurecía con la tasa de beneficio, que en lugar de dividir la plusvalía por el capital variable lo hacía por el conjunto de la inversión (p/C). A pesar de esta distorsión, la magnitud dividida (p) era la misma.

A partir del momento en que el precio de producción se relaciona con una tasa general de beneficio todo cambia: la coincidencia entre la magnitud de la plusvalía y la magnitud del beneficio desaparece.

“La diferencia real de magnitudes entre beneficio y plusvalía -y no sólo entre tasa de beneficio y tasa de plusvalía- a las esferas particulares de la producción ahora esconde completamente la naturaleza verdadera del origen del beneficio, y no solamente al capitalista, que aquí tiene un interés especial en engañar, sino también al obrero. Con la transformación de los valores en precios de producción, la base de la determinación del valor no se puede ver”.

En estas condiciones, para el capitalista el concepto de valor desaparece. Sólo ve lo que ha pagado y el beneficio que le ha reportado. Esta desaparición, como veremos en otros capítulos, acaba siendo acentuada incluso cuando hay capitales, como por ejemplo el capital usurario, el capital comercial o los perceptores de renta de la tierra, que consiguen un beneficio que, como veremos, no es otra cosa que una porción de la plusvalía total -y este beneficio a veces es incluso más goloso que el beneficio del resto de los capitales- sin casi participar directamente en la explotación de los trabajadores.

Entonces, la conexión entre plusvalía y trabajo vivo queda oculta y se revela como una conexión entre el capital y una recompensa proporcional.

“La circunstancia de que esta conexión interne se revele aquí por primera vez, hace que (…) hasta hoy la economía haya prescindido totalmente de las diferencias entre plusvalía y beneficio y entre tasa de plusvalía y tasa de beneficio para poder mantener como base la determinación del valor, o bien, por el contrario, que con esta determinación de valor haya abandonado cualquier fundamento para una actitud científica y se haya aferrado a aquellas diferencias relevantes sólo en apariencia. Esta confusión de los teóricos es la prueba mejor de cómo el capitalista práctico, atrapado en la lucha por la competencia pero sin saber penetrar los fenómenos, es del todo incapaz de reconocer la esencia y la forma internas de este proceso a través de su apariencia”.

Son muchas las causas que pueden modificar, arriba o abajo, la tasa general de beneficio. Pero estamos hablando, no de una tasa particular sino general. Esto conlleva, como ya hemos dicho, que cambios en la tasa general se producen durante largos períodos de tiempo, ya que los cambios menores de las fluctuaciones particulares operan en ambas direcciones y se anulan mutuamente.

Supuesto práctico
Suponen que un capital variable de 100 u.m. representa el salario de 100 obreros.
Este obreros producen 200 piezas.
Entonces cada pieza incorpora 0’5 u.m.
Si prescindimos del capital constante y se dobla la productividad, el precio de coste unitario será de 0’25 u.m.
Si la productividad se reduce a la mitad, el precio de coste unitario será de 1 u.m.

El incremento de la productividad, como ya sabemos, siempre que sea generalizado, comporta una disminución del valor unitario y la reducción de la productividad tiene el efecto contrario. El fenómeno también impactará sobre el tiempo de trabajo no pagado incorporado en el valor unitario de cada mercancía, si bien, como ya sabemos, los incrementos de productividad permiten ensanchar la plusvalía.

En todo caso, lo que nos interesa destacar es que ahora, esta variación del valor, se presenta relacionada con el salario que perciben el trabajadores.

Ante unos datos similares a los de la anterior, Marx cierra el capítulo con estas palabras:

“Lo que ve el capitalista, y también, pues, el economista política, es que la parte del trabajo pagado que corresponde a cada pieza de mercancía se modifica conjunto con la productividad del trabajo y esto modifica también el valor de cada pieza, pero no ven ni el uno ni el otro que esto mismo sucede exactamente en el trabajo no pagado que contiene cada pieza, y aún lo ven menos debido a que el beneficio medio en realidad es determinado sólo casualmente por el trabajo no pagado absorbido a su esfera de producción. Sólo en esta forma grosera e incomprensible nos presenta ahora, todavía, el hecho de que el valor de las mercancías se determina por el trabajo contenido en ellas. ”

Al terminar de leer el capítulo, mi opinión es clara: no sólo no hay inconsistencia con esta teorización de Marx, sino que esta teoría es una auténtica bomba de relojería para derribar todas las inconsistencias de la actual teoría económica dominante.

Das Kapital: Libro 3. Capítulo 8º. Capitales, producción, ganancia

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