De las estrellas verdes al supuesto turismo sostenible en el medio rural
Existe una creciente brecha dentro del turismo rural en España entre aquellos que toman las decisiones políticas sobre el sector y el día a día de los gestores establecimientos y empresas. El nuevo Plan Integral de Turismo Rural 2014 lo pone en evidencia.
Hemos tenido la oportunidad de participar en una jornada en Burgos bajo el título “Turismo y sostenibilidad energética, una apuesta diferente”, organizada por Sodebur (Sociedad para el Desarrollo de la provincia de Burgos) y Agenbur (Agencia Provincial de la Energía de Burgos). El encuentro sirvió para reforzar el mensaje ligado al modelo de gestión que representa el proyecto Ceres Ecotur, ya que no sólo participé yo como ponente, sino que hubo representación de hasta cuatro iniciativas certificadas que expusieron su filosofía de trabajo: KaañoEtxea (Navarra), La Valleja (Asturias), El Molino del Canto (Castilla y León) y Los Jerónimos (Castilla y León).
Más allá de eso, la cita me sirvió para constatar que existe una creciente brecha dentro del turismo rural en España entre la parte institucional y política, los que toman las decisiones, con respecto a la realidad del sector, con el día a día de los gestores establecimientos y empresas. Y eso confluye en una brecha aún mayor entre lo que unos y otros entienden que hay que ofrecer al turista rural, nacional o extranjero. En primer lugar y conviene remarcarlo, porque sucede en muchas ocasiones y supone una auténtica falta de respeto, algunos de los representantes institucionales que abrieron el acto y atendieron a la prensa en la previa, se marcharon al terminar sus alocuciones, sin quedarse a escuchar el contenido completo de la jornada.
Como mínimo, lo justo es quedarte, escuchar, opinar en el debate y rebatir lo que sea necesario. Porque, de hecho, debate hubo y mucho. La reciente puesta de largo del Plan Integral de Turismo Rural 2014, por parte del ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, justo el día anterior, estuvo muy presente. Y no sólo eso, también la armonización de la normativa del turismo rural en cinco categorías de ‘estrellas verdes’. Ambas cuestiones que los representantes institucionales se encargaron de ensalzar y valorar antes de marcharse, pero que luego en el transcurso de la jornada, habida cuenta de algunas de las ponencias y de la práctica totalidad de los turnos de palabra que se escucharon por parte de representantes del sector presente como público, parecen no ir tan en sintonía con las necesidades del día a día de los profesionales implicados.
No se trata de tirar piedras contra el propio tejado, ni de criticar por criticar el Plan Integral al completo, pero como primer análisis basta apreciar que hay un error de base. Si las ‘estrellas verdes’ “constituyen el punto de partida fundamental sobre la oferta, perfilándose como un elemento imprescindible para el éxito de las actuaciones de promoción y comercialización”, entonces podemos tener un problema. No es hablar por hablar, basta con estudiar el Decreto por el que se regulan los establecimientos de alojamiento de turismo rural en la Comunidad de Castilla y León, en base a esta categorización. Una hojeada es suficiente para darte cuenta que los criterios en la práctica totalidad de los casos siguen una lógica hotelera absurda y que priorizan un perfil que nada tiene que ver con las pequeñas empresas familiares que gestionan la gran mayoría de alojamientos rurales de este país.
Descarga aquí el Decreto de Regulación de Establecimientos de Alojamiento de Turismo Rural en Castilla y León
Se trata, más bien, de un debate existencial, que ya no sólo debería implicar a la parte política o a la oferta, sino también a la demanda. ¿Cuándo practicamos turismo rural valoramos con la máxima puntuación posible en una escala de satisfacción que haya un perchero y un espejo en nuestra habitación? ¿Un taburete y un espejo de aumento en el baño? ¿Un garaje o parking interior en el alojamiento tipo chalet exclusivo? Las respuestas me suenan tan absurdas que mejor dejémoslo estar… en cualquier caso, poco o nada se tiene en cuenta a la ruralidad, las características que deben ir implícitas a los modos de vida y costumbres del medio rural. Algo que, por tanto, debería ser parte irrenunciable de cualquier propuesta turística en el medio rural y que yo al menos, como parte también de la demanda, valoro por encima de todo a la hora de practicar turismo rural.
Turismo sostenible en el medio rural
En el apartado del decreto correspondiente al Medioambiente y sostenibilidad, las únicas variables que se tienen en cuenta van ligadas con la eficiencia energética y la selección y tratamiento de residuos. Algo que va muy en consonancia, en cierto modo, con algunos de los resultados del informe del Ecoturismo en el turismo rural, dados a conocer la semana pasada por parte del Observatorio del Turismo Rural. En concreto, más del 90% de los encuestados afirma que su establecimiento rural responde a los principios del turismo sostenible. A la pregunta de por qué trabajan bajo estos principios, 1 de cada 3 respondió que aplican medidas de eficiencia energética como razón y 1 de cada 2, el 80% del total sumando una y otra opción, porque transmiten valores de cuidado del entorno a sus clientes.
El tema no es casual. Los indicadores que se tienen en cuenta para hablar de sostenibilidad en la categorización de estrellas verdes son una demostración de lo sesgado y desvariado que está el debate sobre lo que debe representar el turismo sostenible y el ecoturismo en el medio rural. El turismo sostenible implica un modelo de gestión transversal, no una especialización o un valor añadido puntual. Conlleva la búsqueda de un equilibrio medioambiental, sociocultural y económico con el destino, por lo que reducir el concepto de sostenibilidad a la eficiencia energética por poner un ejemplo resulta ridículo. Y lo es aún más que un propietario afirme tan a la ligera que promueve turismo sostenible por esa cuestión, volviendo al tantas veces repetido karma que arrastra el turismo rural. El hecho de que al desarrollarse en un entorno natural o rural, se le relacione con la práctica per se de turismo sostenible, cuando es necesario aplicar el mismo rasero que a cualquier otro segmento turístico.
En el propio Plan Integral de Turismo Rural se destaca el fomento del producto Ecoturismo en la Red de Parques Nacionales, así como el programa de formación para empresas sobre Ecoturismo Sostenible como líneas de trabajo estratégicas. Relacionar la práctica de ecoturismo con espacios naturales protegidos puede llegar a tergiversar un concepto en donde la naturaleza y práctica de actividades medioambientalmente responsables son parte indisociable. Como también lo deben ser la puesta en valor de manifestaciones culturales, etnográficas o sociales de esos espacios y otras áreas naturales o rurales de influencia, que no tienen por qué tener una figura de protección. Todo ello atendiendo a un equilibrio económico, de manera que se genere riqueza directa e indirectamente para las comunidades locales, que además deben tener un rol activo y protagonista en el desarrollo del turismo en ese contexto. Si todo esto se va a tener en cuenta en la conceptualización del producto ecoturismo, bienvenido sea… aunque mucho me temo que los tiros no van por ahí.
* Publicado en la Web del Ceres-Ecotur . Javier Tejera es coordinador de Ceres-Ecotur y responsable de comunicación de la Fundación Ecoagroturismo.