De lo que ocultó Victoria Prego a lo que regenerará Pedro Sánchez
Por Domingo Sanz
Ha fallecido la “periodista de la Transición” dos días después de que el presidente del Gobierno, tras reflexionar, nos haya dicho que se queda para regenerar la misma democracia que tantas veces calificó de “plena”
Ahora suponga usted que es un profesional excelente, conductor de autobús, por ejemplo, admirado por pasajeros, compañeros, jefes y hasta peatones, pues jamás cometió un error, ni siquiera ante un paso de cebra de esos que aparecen por sorpresa.
Pero un día tiene un accidente con víctimas mortales y se provoca un debate sobre si fue un error humano de usted o del mecánico de la última revisión.
Supongamos que pasan los años y usted fallece porque le llegó la hora y que son mucho más altas y bellas las palabras de sus seguidores, los que culpaban al taller, que las de sus detractores. Pasa más tiempo y cuando se cierran las investigaciones sobre el accidente queda demostrado que la culpa fue suya, pero el nombre de usted ya titulaba un parque, en recuerdo de su larga trayectoria cívica y profesional.
Puede que a Victoria Prego le dediquen una calle, tal como con el nombre de Adolfo Suárez renombraron el aeropuerto de Madrid Barajas.
No estaría escribiendo esto si los obituarios dedicados a Prego leídos en voz alta no se convirtieran en panegíricos que en un porcentaje cercano al 100% se “olvidan” de mencionar el “accidente” que “sufrió” la periodista, de irreparables consecuencias para toda la sociedad a la que informaba.
He puesto comillas a “olvidando” para ser generoso, pues saben que mienten con la técnica de ocultar una parte inolvidable de la verdad.
También le he puesto comillas a lo del “accidente” que “sufrió” porque no fue tal cosa, sino la decisión consciente de ocultar durante 21 años una información decisiva, protegiendo así, aún más, a unos presuntos que convierten a toda la sociedad en su mayor víctima desde los poderes que conquistan.
Victoria Prego supo en 1995 que el presidente del Gobierno había engañado a toda la sociedad española durante la Transición, legitimando la monarquía restaurada por el dictador Franco a sabiendas de que los españoles querían una república. Y nos engañó porque lo sabía. Usted puede ver a Prego y a Suárez en aquel momento, tan histórico como frustrado…
Adolfo Suárez sabía, como todos sabemos, que si quieres que algo no se sepa no se lo tienes que contar a nadie. Y si la periodista no quería que pareciera que rompía un compromiso, ya que estamos entrecomillando podían haberle “robado” la grabación para que apareciera en el NYT o la BBC, por ejemplo, por si no se atrevía ningún medio de la democracia española, tan plena.
Si esa entrevista hubiera sido publicada, el tal Juan Carlos I habría tenido más cuidado a la hora de cometer delitos, incluso aunque se pudiera reír de todos nosotros cuando nos termináramos enterando.
Y si se hubiera hecha pública en su momento la entrevista que deslegitimaba la monarquía, presidentes como Felipe González o ministros como Narcís Serra, por citar dos de los que conocían los excesos del hoy residente en Emiratos, le habrían controlado más de cerca.
Y periodistas como el Iñaki Gabilondo que un día confesó lo mucho que dejó de contarnos sobre ese Borbón quizás se habrían atrevido a alimentar el debate para que el Cuarto Poder no almacenara tanta basura escrita.
Antes de comparecer el lunes 29, Sánchez comunicó al rey una noticia, la de que se quedaba, que debió sentarle fatal a la vista de los gestos del Borbón en las coincidencias presenciales obligadas con Sánchez desde la investidura.
Felipe VI, en tanto que beneficiario a título muy lucrativo de la estafa ventajista que Suárez ejecutó durante la Transición y también de los 40 años de silencio acumulado desde que se realizaron las encuestas en las que “perdíamos” debería, ahora que le ahorrará el disgusto a una periodista que ya no está, abandonar el Palacio de la Zarzuela con toda su familia. Y no regresar jamás.
Y presidente Sánchez, deberías pensar si regenerar la democracia también puede consistir en derogar una Ley de Secretos Oficiales franquista que te está sirviendo hasta para ocultar una encuesta realizada hace medio siglo y que sabemos que tu Gobierno tiene gracias a la respuesta que en abril de 2023 envió por escrito al hoy diputado mallorquín Vicenç Vidal.
De lo contrario, tu gobierno seguirá siendo, por voluntad propia, igualmente cómplice de la ocultación de verdades históricas decisivas en beneficio de esas derechas y ultraderechas que tanto peligro significan ya.
– Ilustración de “El Roto”.
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