Derecho de corrección en la disciplina social de la corte
Por Francisco Javier Rodríguez Amorín*
El mal aire viene envuelto en togas viejas, uniformes y birretas,
recorre las avenidas mordiendo las esquinas,
y lamiendo con fruición las alambradas, o las bombillas,
escupiendo manchas de sangre sobre las caretas.
Con jueces y fiscales putrefactos,
hacemos juegos malabares y sentencias a medida.
Mafia incrustada en fallos públicos de un poder, poderoso,
magnánimo, empático, salvo, empero, social corrección…
Purgas de quinina a la venta y desafueros:
antes de empezar veamos…
seamos serios…
son de los nuestros…
necesitamos un proceso aleatorio, o quizás veneno.
Nunca nos equivocamos, dictamos a los vientos,
la dirección y la intensidad,
barreremos del mapa la basura,
defenderemos, para el futuro, nuestro pasado,
donde se obedezca a los tres pilares de la sociedad,
la iglesia, la corte, la justicia…
Tantos esfuerzos para educar, tanto sacrificio, no se puede desperdiciar.
Seamos francos y sinceros con la historia,
si nos aprovecha somos culpables,
y volvemos a ganar…
la razón es uno, por los casos favorables y posibles.
Nunca cometo un error.
Mercachifles, catalanes, raperos,
vascos, twitteros,
guiñoles, feministas, obreros,
actores, vagos,
maleantes, vulgo decrépito,
voceros del inconforme,
tarde o más tarde pasareis por mi corte,
y aquí os espero con la ley, con mi ley,
para que nadie se quede fuera de la ley…
mas no por mi casa.
* Francisco Javier Rodríguez Amorín es autor del poemario Segunda crónica en verso, en el El Garaje Ediciones.
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