Desertificación y degradación del suelo, una devastadora tendencia

Desertificación y degradación del suelo, una devastadora tendencia

Por Selodi Gasan Adie

Una superficie del tamaño de Egipto, unos 100 millones de hectáreas, de tierras sanas y productivas se degrada cada año debido a la sequía y la desertificación, provocadas principalmente por la crisis climática y la mala gestión de la tierra. Hasta el 40% de las tierras del mundo están degradadas, lo que significa que su productividad biológica o económica se ha reducido. Esto tiene consecuencias nefastas para el clima, la biodiversidad y los medios de vida de las personas

Las sequías, uno de los temas prioritarios de la COP16, la sesión de la Conferencia de las Partes (COP) de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD), son cada vez más frecuentes y graves, y han aumentado un 29% desde el año 2000 debido al cambio climático y a la gestión insostenible de la tierra. La convención de la ONU sobre desertificación se acordó hace 30 años y el actual secretario ejecutivo de la organización, Ibrahim Thiaw, ha destacado la importancia que sigue teniendo recuperar las tierras perdidas por la sequía y la desertificación.

“La restauración de la tierra consiste ante todo en nutrir a la propia humanidad», dijo, y añadió que «la forma en que gestionemos hoy nuestra tierra determinará directamente el futuro de la vida en la Tierra”.

Habló de su experiencia personal al conocer a agricultores, madres y jóvenes afectados por la pérdida de tierras. “El coste de la degradación de la tierra se filtra en cada rincón de sus vidas […] Ven el aumento del precio de los comestibles, en los recargos inesperados de la energía y en la creciente tensión de sus comunidades […] La pérdida de tierras y suelos está privando a las familias pobres de alimentos nutritivos, y a los niños de un futuro seguro”.

Sobre la desertificación…

Por qué el mundo tiene que dejar de tratar el planeta como si fuera un basurero y proteger las tierras productivas que sustentan la vida en la Tierra:

1.- No hay vida sin tierra
Tal vez resulte obvio, pero sin una tierra sana no hay vida. Alimenta, viste y da cobijo a la humanidad.
Proporciona puestos de trabajo, mantiene los medios de subsistencia y es la base de las economías locales, nacionales y mundiales. Ayuda a regular el clima y es esencial para la biodiversidad.
A pesar de su importancia para la vida tal y como la conocemos, hasta el 40% de la tierra del mundo está degradada, lo que afecta a unos 3200 millones de personas; es decir, más de un tercio de la población mundial.
Desde las montañas deforestadas de Haití hasta la desaparición gradual del lago Chad en el Sahel y la desecación de tierras productivas en Georgia, en Europa oriental, la degradación de la tierra afecta a todas las partes del mundo.
No es exagerado decir que nuestro propio futuro está en juego si nuestra tierra no se mantiene sana.

2.- Tierras degradadas
La desertificación, proceso por el que se degrada la tierra en zonas típicamente secas, es consecuencia de diversos factores, entre ellos las variaciones climáticas y las actividades humanas, como la sobreexplotación agrícola o la deforestación.
Cada año se pierden 100 millones de hectáreas (o un millón de kilómetros cuadrados), es decir, el tamaño de un país como Egipto, de tierras sanas y productivas.
Los suelos de estas tierras, que pueden tardar cientos de años en formarse, se están agotando, a menudo a causa de condiciones meteorológicas extremas.
Las sequías golpean con más fuerza y frecuencia, y se prevé que tres de cada cuatro personas en el mundo sufrirán escasez de agua en 2050.
Las temperaturas están aumentando debido al cambio climático, lo que provoca fenómenos meteorológicos extremos, como sequías e inundaciones, que se suman al reto de mantener la productividad de la tierra.

3.- Pérdida de tierras y clima
Hay pruebas claras de que la degradación de la tierra está interconectada con retos medioambientales más amplios como el cambio climático.
Los ecosistemas terrestres absorben un tercio de las emisiones humanas de CO2, el gas que impulsa el cambio climático. Sin embargo, la mala gestión de la tierra amenaza esta capacidad crítica, comprometiendo aún más los esfuerzos para frenar la liberación de estos gases nocivos.
La deforestación, que contribuye a la desertización, va en aumento, y sólo el 60% de los bosques del mundo siguen intactos, por debajo de lo que la ONU llama el «objetivo seguro del 75%».

Devolver la vida a la tierra

La buena noticia es que la humanidad tiene los conocimientos y el poder para devolver la vida a la tierra, convirtiendo la degradación en restauración. Se pueden cultivar economías robustas y comunidades resistentes a medida que se abordan los impactos de las sequías devastadoras y las inundaciones destructivas.

Lo más importante es que las personas que dependen de la tierra son las que más deben influir en la toma de decisiones. La Convención afirma que para «lograr un objetivo estratégico», es necesario restaurar 1500 millones de hectáreas de tierras degradadas para 2030. Y esto ya está ocurriendo con los agricultores que adoptan nuevas técnicas en Burkina Faso, los ecologistas de Uzbekistán que plantan árboles para eliminar las emisiones de sal y polvo y los activistas que protegen la capital de Filipinas, Manila, de los fenómenos meteorológicos extremos regenerando barreras naturales.

La conferencia, COP16, durará dos semanas, hasta el 13 de diciembre, y en ella se celebrarán intensos debates y negociaciones con la esperanza de que se alcancen los siguientes resultados:

– Acelerar la restauración de las tierras degradadas para 2030 y más allá.
– Aumentar la resiliencia ante la intensificación de las sequías y las tormentas de arena y polvo.
– Restaurar la salud del suelo y aumentar la producción de alimentos respetuosos con la naturaleza.
– Garantizar los derechos sobre la tierra y promover la equidad para una gestión sostenible de la tierra.
– Garantizar que la tierra siga aportando soluciones para el clima y la biodiversidad.
– Liberar oportunidades económicas, incluidos empleos decentes basados en la tierra para los jóvenes.

* Con información de Noticias ONU

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