Detrás de las nubes. Impactos ambientales de la digitalización

Detrás de las nubes. Impactos ambientales de la digitalización

Por Grupo ETC

La Organización de las Naciones Unidas encabeza el proceso hacia la “Cumbre del Futuro”, prevista para septiembre de 2024, para promover “soluciones multilaterales para un mañana mejor”, entre las cuales no podía faltar el Pacto Digital Mundial

El Grupo ETC contribuye a esta serie de debates con Detrás de las nubes – Impactos ambientales de la digitalización, un nuevo informe sobre los graves riesgos medioambientales y sociales asociados a las tecnologías digitales. Hemos constatado que la digitalización exacerba las desigualdades existentes, demanda cada vez mayor extracción de recursos de la tierra, los océanos y el espacio exterior.

Una auténtica Cumbre del Futuro debe cuestionar la perspectiva de “el primero gana” que domina en el desarrollo de los procesos y herramientas digitales, así como y la “carrera espacial” que está favoreciendo el auge de tecnologías militares y de geoingeniería así como otras formas de manipulación de la Tierra. Cualquier discusión sobre el futuro global debería garantizar que todas las tecnologías actuales y futuras relacionadas con la digitalización y el espacio se desarrollen y desplieguen de forma cuidadosa y meditada, con vistas a promover el bienestar de todas las personas, nuestro ambiente y nuestro planeta.

Con las tecnologías digitales multiplicándose a nuestro alrededor, a sus promotores les gustaría hacernos creer que los datos, los chips de silicio, las centros donde se alojan los procesadores y los demás componentes del reino digital —incluidas las baterías que lo alimentan— son etéreos, un gran tesoro accesible a todo mundo, que se encuentra allí, Detrás de las nubes.

Los datos no son etéreos ni inofensivos. Requieren el uso intensivo de recursos, están hechos de arena, agua, carbón y productos químicos nocivos que generan desechos tóxicos. Por ejemplo, la fabricación de chips semiconductores, el componente básico de todo lo digital, requiere arena de sílice, cuarzo y agua ultrapura.

Las fábricas de estos chips están construidas en extensas áreas de tierra y se ha documentado que sus trabajadores se exponen a químicos dañinos.

El cobalto, el litio, el níquel y los minerales de tierras raras son parte integral de la fabricación de dispositivos para las tecnologías digitales. El boom de la inteligencia artificial está impulsando la explotación de territorios y fondos marinos, lo que provoca el desplazamiento de comunidades enteras, la degradación de la tierra y un impacto adverso en las formas de subsistencia de las personas.

Las corporaciones exploran la posibilidad de hacer minería en los asteroides en busca de estos minerales. La carrera entre billonarios para lanzar satélites al espacio ya dio paso a que las comunicaciones digitales se privaticen aún más y al aumento de la basura electrónica en la órbita terrestre.

Desde Estados Unidos hasta Uruguay, en zonas afectadas por la sequía, las comunidades se han enfrentado a los Gigantes Tecnológicos por la construcción de Data Centers (engañosamente llamados “nubes”). Para 2027 se espera que el agua extraída de las fuentes subterráneas para alimentar los centros de datos alcance entre los 4.2 mil millones y los 6.6 mil millones de metros cúbicos, o aproximadamente la mitad de la cantidad de agua que consume el Reino Unido cada año.

El agua también es necesaria para la minería, la explotación de canteras, el procesamiento y molienda de materiales extraídos y las explotaciones por fractura hidráulica, lo que crea graves presiones adicionales en los suministros locales de agua.

La Agencia Internacional de Energía de Estados Unidos estima que el requerimiento energético de los centros de datos del mundo podría incrementarse hasta igualar la demanda total de energía de Alemania para 2026, lo que llevaría a un incremento en el consumo de combustibles fósiles. En contraste, es poco probable que las energías renovables resuelvan el vertiginoso crecimiento de la demanda de energía de los centros de datos.

La proliferación de tecnologías digitales genera montañas enormes de desperdicios electrónicos, una gran cantidad de los cuales son exportados al Sur Global, donde químicos como el mercurio o los retardantes de llama se liberan en el ambiente afectando severamente la salud de trabajadores y trabajadoras y comunidades enteras.

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