Diez años del derrumbe de Rana Plaza: las esclavas del siglo XXI
Por Cecilia Remis. LQSomos.
La tragedia que evidenció la explotación de las trabajadoras de la industria textil ¡Puro capitalismo! asesino y criminal siempre
Hoy lunes se cumplen diez años en el que el edificio Rana Plaza, que albergaba varias fábricas de confección, en Bangladesh se derrumbó en la ciudad de Savar, al oeste de la capital Daca, matando a 1.138 personas e hiriendo a más de dos mil. Diez años de un desastre, evitable, de la tragedia más grande sucedida en la historia de la industria textil.
La trabajadora bangladesí Sumi Akhter temía entrar en la fábrica textil, que parecía estar a punto de derrumbarse, pero la dirección la amenazó con retenerle el sueldo si no lo hacía. Una hora después, luchaba por su vida bajo los escombros del Rana Plaza. Otras empleadas al ver las grandes brechas de las paredes, se negaron a entrar. Entre las personas que murieron, está la madre de Sumi Akhter, que también trabajaba en el Rana Plaza, las dos habían dudado en volver el día de la catástrofe por miedo a que el edificio agrietado se derrumbara. El día anterior había habido una evacuación.
“Podían habernos dicho no entren en el edificio [..] se habría salvado mucha gente”, pero la dirección exigió que los empleados volvieran al trabajo a pesar de los riesgos evidentes.
La tragedia puso de manifiesto las deplorables condiciones laborales de los cuatro millones de trabajadoras que confeccionan ropa en Bangladés para las marcas occidentales con las que nos vestimos todos los días.
Los equipos de rescate pasaron varias semanas intentando encontrar sobrevivientes y sacando los cuerpos de los fallecidos de los escombros.
Más de 2.000 personas salieron con vida, pero muchas arrastran aún profundos traumas físicos y psicológicos. Según una investigación de la organización Action Aid, alrededor del 80% de los sobrevivientes no han vuelto a trabajar.
A Sumi Akhter le amputaron una pierna y nunca volvió a encontrar trabajo. Recibió 9.500 dólares de indemnización, pero afirma que sus gastos médicos y la pérdida de trabajo superan esa suma “Todo lo que pido es que se haga justicia”.
Un tribunal de Bangladés inculpó de asesinato a 38 personas, entre ellas Sohel Rana (en la actualidad en libertad bajo fianza), influyente político del partido gobernante y dueño del Rana Plaza. Pero el juicio está tan empantanado que el fiscal Bimal Samadder no espera un veredicto hasta dentro de varios años. El juicio tuvo su primera audiencia el 18 de septiembre de 2016 y desde entonces se ha pospuesto repetidamente por diferentes motivos procesales.
Según el fiscal hay pruebas de que se “obligó” a la gente a volver al trabajo a pesar del evidente peligro, “Los directores, los dueños de los talleres y los dueños del edificio los amenazaron con que si no trabajaban no cobrarían sus sueldos”.
Najmul Huda, un periodista que filmó las grietas que presagiaban la catástrofe, expresa su frustración por no haber sido llamado aún a declarar, tres años después de entregar las imágenes al tribunal, en cambio, fue detenido por sus reportajes sobre las protestas de obreros en las fábricas textiles y pasó meses en la cárcel. Afirma que la policía lo torturó y cree que su detención está relacionada con su reportaje sobre el Rana Plaza. “Ya nadie habla de ello […] Si no existieran esas imágenes de las grietas, los dueños de los talleres y Sohel Rana habrían afirmado que el edificio no tenía problemas de estructura […] Las imágenes demuestran que el desastre fue de origen humano”.
La falta de transparencia en la trazabilidad de la fábrica hizo que se tardarán años en identificar las marcas para las que trabajaban estas víctimas y evitó que muchas de ellas no fueran indemnizadas. En total 29 marcas fueron identificadas entre los escombros del edificio: El Corte Inglés, Adler, Auchan, Benetton, Camaieu, Carrefour, Carrona, Cato Fashions, Children’s Place, JC Penney, Kids for Fashion, Lee Cooper, Manifattura Corona, Mango, Matalan, NKD, Premier Clothing, Primark, PVT (Texman), Store 21, Yes Zee, Walmart… son algunas de ellas, estas entre otras tardaron más de dos años de presiones por parte de sindicatos para que indemnizaran a las víctimas y a sus familiares.
Tras la tragedia, marcas, sindicatos y fabricantes occidentales crearon conjuntamente organismos de vigilancia para mejorar las normas de seguridad… ¿¿¿o para limpiar su imagen??? En septiembre de 2021, tanto marcas como sindicatos anunciaron el nuevo Acuerdo Internacional sobre Seguridad y Salud en la Industria Textil y de la Confección.
La tragedia suscitó una toma de conciencia que ha contribuido a sanear, mejor parchear, una industria mal regulada. En el terreno ahora vacío donde se levantaba el Rana Plaza, los sindicatos erigieron un monumento a lxs trabajadorxs que murieron en el derrumbe. La industria textil también cuenta con otra asignatura pendiente: es la segunda más contaminante después del mercado de los combustibles fósiles. (Leer: Moda tóxica, “cementerio de ropa” en desierto de Atacama).
¿La industria textil sigue anteponiendo sus beneficios a la vida de las personas que trabajan en sus fábricas?…
#RanaPlaza #RanaPlazaNeverAgain
– Campaña ‘Ropa Limpia’
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