Din, Don, Dan
Gerineldo Fuencisla, reportero y periodista por libre, que como el mismo dice “he conseguido, como todos, mi titulo y diplomas en cátedra de Rebuznos”, comprados por Internet y en el madrileño Rastro, que estuvo en primera fila en las batallas de Irak y las de Afganistán, donde olvidó la pasta de dientes, y un kilo de condones, que no llegó a usar, y que aparece en el Writer Almanac, Almanaque de Escritores, universal, ha ido a visitar Cebreros, villa de la provincia de Avila, lugar de nacimiento del expresidente muerto más que en olor de santidad, aniquilado por el Alzheimer y sepultado en su catedral como un santo.
Antes de llegar a Cebreros, pasando el río Alberche, se acercó a su orilla y orinó, quedando a gusto como Pedrarias Dávila, gobernador de Darien, que lo hacía en el istmo de Panamá.
Ha llegado a la plaza por ver qué hablan y dicen sus paisanas y paisanos. Ha visto un corrillo mujeres hablando separadas del corro, barraganas ellas todas, mujeres legítimas, pero de condición inferior a la de sus maridos, como ellas afirman, por causa de que ellas son hembras de parir hijos y amas de casa sin trabajo. Las oye decir:
Una: Ya dobló el cabo de Buena Esperanza. Parecía que iba a quedar como el gallo de Morón, cacareando y sin plumas, y mira por donde todo ha sido a favor de su gallo, aunque con Alzheimer, favorable para su causa y del estado.
Otra: Pese a quien pese, todo el recorrido de su muerte ha sido un espectáculo majestuoso. Primero, el castrense, con salvas de honor en escala de colores. Después, un acto grande de mística franquista bajo palio.
Otra: Ver a los grajos del gobierno delante de su tumba tiene vitola, facha o aspecto de una persona. A mi me ha recordado como cuando mi abuelo arrojó en la Mambla, montecillo aislado en forma de teta, antiguos sepulcros de piedra, de Ortigueira en Galicia, un burro muerto, y , al instante ,aparecieron buitres para arrancar de él su provisión y alimentos.
Otra: Daca el gallo, toma el gallo, sólo quedan las plumas en la mano.
Otra: Por las palabras del arzobispo él ha quedado como el eslabón a modo de martillo de las armas de chispa, el cual, al golpear en el pedernal, prenderá fuego al cebo de la cazoleta.
Otra: Uno de los operarios que arrastraba el cemento para tapar la tumba dijo que el tuvo una sensación no molesta, que, en un principio le iba a ocasionar risa convulsiva, pero se contuvo sintiéndose ligeramente tocado como por un genio o un aliento divino.
Otra: Pues sí es verdad, que a mi me ha dicho un curita que ya está montado el milagro. Que el arzobispo está preparando un escrito para su beatificación y que enviará a Roma por avión de la AT-4, en Madrid.
Gerineldo, se da la vuelta y marcha sin decir adiós, como había hecho antes, al encontrarse con las mujeres, sin decir hola.
Las campanas de un reloj tocan un din, don, dan (bis). Las puedes oír aunque en este instante pasa el camión de las basuras.