Economía. Cuestionario LOQUESOMOS: Jesús Burguera

Economía. Cuestionario LOQUESOMOS: Jesús Burguera
Jesús Burguera (Donostia – San Sebastián). Especializado en mercados financieros en los que ha trabajado los últimos veinte años. Actualmente es colaborador de varias webs y publicaciones. Anima también cursos y seminarios sobre mercados y actualidad económica en diversas localidades.
1. W. Buffet, el tercer hombre más rico del mundo, ha dicho: “Hay una lucha de clases, por supuesto, pero es mi clase, la clase de los ricos, la que dirige la lucha. Y estamos ganando”. ¿Cree usted que tiene razón?
En el periodo 2000/2007 hemos vivido la parte final de un gran ciclo iniciado en los años 50.
Las dos premisas fundamentales de ese ciclo han sido las siguientes. Primera, la explotación sin límite de los recursos naturales (sobre todo hasta los años setenta). Segunda, se ha reemplazado (también desde los años setenta, con una gran traca final desde el 2000 al 2007) un crecimiento más o menos “natural” por uno ficticio, basado en el crédito.
No es posible crecer más sobre esas bases, los recursos no son inacabables y se ha construido una deuda monstruosa que va a acabar colapsando y llevándose por delante el mundo tal y como lo conocemos.
La lucha de clases ha tomado la forma de una conspiración de la élite (los más ricos del mundo: un conglomerado de megacorporaciones y sus dueños). Ya no se conforman con tener más que el resto. Ahora quieren quedarse con todo.
Se apoyan en el enorme desarrollo de la tecnología y de la productividad que hace que: 1) El trabajo, tal y como lo hemos conocido, ya no sea necesario para producir riqueza. 2)  Las clases medias tampoco les sean necesarias.
Ellos están preparando la nueva era que viene: una élite super rica y una enorme masa viviendo con recursos mínimos (pero “suficientes” para sobrevivir y distraerse con las vidas virtuales que ofrece la tecnología). Una masa controlada por esa tecnología (redes sociales, “educación” en red…) pero también por otras, tales como la desaparición de la moneda papel y su reemplazamiento por la “moneda” electrónica y un control total de la vida (y los sentimientos) de la población. Fijénse en el último –por ahora– escándalo de espionaje masivo a través de las redes por parte de los servicios norteamericanos.
El paso de una era a la otra tiene que ser, por fuerza, convulso. Naturalmente coincide con el principio del fin de la hegemonía estadounidense y el reparto del mundo en tres grandes zonas: la estadounidense, la zona Asia/Pacífico (China) y eurolandia.
2. ¿Cree que es posible la reconstrucción del pacto social roto por la oligarquía económica, cuyo mascarón de proa era el “estado del bienestar”?
En el contexto de lo anterior, el estado del bienestar tal y como lo conocemos está condenado a desaparecer. El capitalismo actual, más fuerte que nunca, y sus élites no necesitan de ninguna clase de pacto social.
3. Se publicita ahora un nuevo gran pacto nacional, ¿puede ser ésa la solución para la insostenible situación de los trabajadores? ¿sería un nuevo éxito para la clase de Buffet, o para la clase trabajadora?
El “pacto nacional” que se publicita tiene un significado muy preciso y muy específico. Veamos.
El Estado español en su forma actual (Estado de las “autonomías”) está condenado financiera y económicamente. Eso quiere decir que va a desaparecer porque es inviable,  desde un punto de vista de eficiencia económica  en el mundo que viene y, más concretamente, en el interior de la zona europea bajo control del eje franco-alemán.
El pacto tóxico de la transición, montado entre el poder financiero y una clase política (y sindical) parasitaria en desarrollo y consolidación tenía (y tiene) como objetivo el mantenimiento del “coto español”, donde la explotación “estilo cortijo” se ha alejado definitivamente de las nuevas premisas de un capitalismo que ha roto todas las fronteras y todas las estructuras que se oponían a su globalización (véase lo ocurrido en la Europa del Este). El pozo de corrupción en que esto se ha convertido, la actitud de rapiña de todos los participantes en aquel pacto y los incesantes saqueos a los que nos han sometido son consecuencias lógicas de aquellos pactos,
Naturalmente, las  élites españolas, amantes del bandolerismo de  trabuco y manta, pretenden mantener el chiringuito. No quieren perder “autonomía” y levantan la bandera de la “soberanía nacional” frente a Merkel (la mala de su película). Todo en el más puro estilo Fernando VII y su “Vivan las cadenas”. Pero no les va a servir de nada, por mucho que Rajoy y Rubalcaba vayan juntos a Bruselas, para pedir mayores “facilidades” de financiación y/o que el BCE compre sus bonos…única manera que tienen de seguir manteniendo el tinglado.
4. Permanentemente se dice que la meta anhelada es el crecimiento económico, en términos neutros, sin caracterizar la naturaleza de esa economía, ¿no sería más clarificador hacerlo, explicitar de qué economía hablamos, qué economía se quiere que crezca?
Por supuesto que hablar de crecimiento en abstracto (refiriéndose a la progresión del PIB) carece, a estas alturas, de cualquier sentido.
En cualquier caso, sobre este tema se superponen varias cuestiones:
Primero. Desde un punto de vista de la sostenibilidad del planeta, ahora que ya nadie duda de que las materias primas y los recursos no son inagotables, resulta urgente ir organizando otras formas de vida. En este sentido, resultan interesantes las aportaciones de algunos economistas que hablan del decrecimiento  como opción, al igual que iniciativas que van surgiendo por aquí y por allá (cooperativas integrales o específicas, sistemas de intercambio, etc.).
Segundo. Nos quieren meter en un falso debate: “austeridad o crecimiento”. Resumiendo, la “austeridad” nos vendría de fuera, de Alemania concretamente. El “crecimiento” se concretaría en más facilidades de financiación, más deuda, etc. (“solución” estadounidense, que lleva a un desastre aún mayor). Así, la clase política española, obsesionada por su supervivencia, se inclina ante Merkel, mientras la critica veladamente y, sin decirlo, se pone al pairo a ver si los chicos de Obama (entre los que se encuentra Draghi en el BCE)  consiguen doblegar a Alemania. Como se puede constatar a diario, socialdemócratas, dirigentes de partidos de “izquierda”, cúpulas sindicales y todos los que viven del régimen, se suman al debate: todos contra la austeridad y por el “crecimiento”.
5. Según la agencia Bloomberg, en 2012, las 100 personas más ricas del mundo ganaron 241.000 millones de dólares. Nos hemos acostumbrado a oír hablar de reparto de sacrificios, ¿por qué se habla tan poco de distribución de la riqueza?
La industria de la comunicación es la más concentrada del mundo. Diez grupos (desde la Fox a Disney pasando por Sonny o Bertelsman) controlan el 90 % de todos los medios, desde satélites a conexiones de internet, televisiones, prensa, etc. Forman parte del sistema. No les interesa hablar de distribución de la riqueza. Al contrario, están implicados de lleno en el proyecto conspirativo de las élites (a las que pertenecen sus dueños), que consiste, no hay que olvidarlo, en el empobrecimiento general, la desaparición de las clases medias y no la disminución sino el aumento, y cuanto más, mejor, de las desigualdades.
6. Vemos en nuestro país las consecuencias de la “política de austeridad”, por utilizar unos términos masivamente acatados. ¿Puede esbozarnos cómo sería, en su opinión, el escenario si se aplicase una “política de estímulo” de la economía?
Ante esta primera gran crisis de la globalización existen dos posturas. El capitalismo europeo, zona Alemania, pretende hacer un “borrón y cuenta nueva”. Al mismo tiempo que consolida su zona de influencia, pretende sentar las bases de una explotación a la alemana. Después de los de Carlomagno, Biskmark y Hitler, ahora sería el tiempo del IV Reich.
Hablar de consecuencias de una política de crecimiento es una entelequia. No se puede crecer porque precisamente estamos en medio de una gran grisis financiera, de deuda, y económica. Y en esas crisis no se crece.
Los estadounidenses, que se han endeudado en más de 2,5 billones de dólares en los últimos años, y que siguen “creando dolares” al ritmo de 85 mil millones por mes, se resisten a dejar de vivir por encima de sus posibilidades. Resumiendo, los estadounidenses gastan (a crédito, porque el mundo todavía da valor a sus bonos y al dólar) cada día 2.500 millones de dólares más de lo que ingresan.
Esa ingente cantidad de dinero no ha conseguido relanzar para nada la economía. Recientemente, Japón, que ha intentado algo parecido, está sufriendo algo que se  parece mucho a un fracaso. Pero es que ellos ya sabían que la deuda no iba a traer crecimiento.
Lo que ha traido es lo que se pretendía: “reflación”, es decir “inflación de activos” (la Bolsa de los USA en máximos históricos, burbuja de los bonos  y toda clase de otras burbujas en países emergentes, materias primas…) que, como es lógico, han beneficiado a los que ya poseían esos activos, es decir al 0,1% de la población, a los ricos. Y sobre todo al 0,01%, los riquísimos. Ahí ha ido el dinero de la Fed. Dinero ficticio, pero aumento real de la riqueza de unos pocos… aumentando a la vez la deuda de todos. Pura magia.
Los que creen que la crisis no puede ir a peor se van a llevar la sorpresa del colapso de la deuda USA y del dólar. Cuando eso llegue, que llegará, lo vivido hasta ahora no será más que un aperitivo. Entonces sí que vamos a ver lo que es una crisis de verdad.
¿Alternativas? Lo que personalmente echo de menos es un político que nos diga: “Va a haber que apretarse mucho más el cinturón porque esta crisis no tiene una solución fácil. Vamos a tener que vivir con mucho menos. Vamos a tener que hacer muchos sacrificios que ahora ni imaginamos. Pero lo vamos a hacer para nosotros y nuestros hijos, no para que sigan aprovechándose los de siempre. Nuestros enemigos están donde han estado siempre: dentro. Lo que está en juego no es sólo nuestro bienestar, sino nuestra dignidad. Tenemos que luchar para no dejar arruinadas a las próximas generaciones”.
Independientemente del grado de acuerdo que se pueda tener con este enfoque, lo que en mi opinión es indudable es que el momento exige reflexión, pararse a pensar, tanto en lo personal como lo colectivo, para ir levantando, en los márgenes del sistema, alternativas concretas que, quizás algún día, se puedan generalizar. La primera forma de rebelión, como siempre  pero más que nunca, es el conocimiento.
Porque de ésta crisis, como de todas, se saldrá y la humanidad entrará en un nuevo ciclo, probablemente ligado a nuevas formas de energía. Lo malo es que eso está todavía lejos y a nosotros nos va a tocar primero vivir el final de éste.
7. Grecia, Chipre… a nadie se echa y a nadie se deja salir del euro, ¿qué mensaje se quiere transmitir?
La zona euro es una realidad, por sí misma y por oposición al poder hegemónico del dólar. Estados Unidos hace lo posible por atacar el euro como moneda de reserva, al igual que intenta limitar el uso de otras monedas, tanto entre los intercambios internacionales como en su papel de reserva. En ese sentido hay que entender los últimos ataques, orquestados por Soros, Goldman Sachs y JP Morgan, contra el oro.
El debate sobre el euro es el debate de si puede existir un área europea más independiente del dólar. Así, resulta lógico que las élites europeas defiendan su zona de influencia. Lo mismo hacen los chinos, negándose a revaluar el yuan o a seguir las políticas monetarias estadounidenses, extendiendo su influencia en el Pacífico y enfrentándose abiertamente con Japón.
8. EE.UU. apuesta por inyectar billetes en su economía. Europa se mantiene firme en la austeridad ¿tiene esta discrepancia de estrategias alguna otra dimensión de conflicto presente o futuro?
Estamos ya en una guerra de monedas: devalución continuada del dólar, presiones  (por parte de los USA)  para que China reevalue el yuan… Ahora Japón se suma, al pretender nada menos que doblar su base monetaria.
Estamos pasando de un mundo en el que la hegemonía USA no estaba discutida, a otro en el que esa hegemonía (muy apoyada en su aparato militar) sí está cuestionada.
La situación resulta muy compleja porque, por un lado, las élites mundiales sean americanas, chinas o alemanas participan en ese proyecto de paso a un nuevo mundo de productividad, de enormes desigualdades, donde la mayoría no tendrá un trabajo estable tal como se ha entendido hasta ahora, donde no habrá pensiones ni subsidio de paro, sino una “renta básica” (muy básica) con más o menos obligaciones de “servicio a la comunidad”. Las clases medias, tal y como las hemos conocido en los últimos sesenta años, serán laminadas y perderán su papel de “amortiguador de conflictos sociales”. Lo cual no es en absoluto incompatible con la existencia de profesionales altamente cualificados, muy bien pagados en función de su productividad  y que jugarán un importante papel al servicio de las élites.
Esas élites están de acuerdo en que ese es el mundo que quieren (y que están construyendo). En lo que no están de acuerdo es en cómo se lo van a repartir.
Ninguna potencia ha abandonado nunca su papel hegemónico de forma voluntaria. Los imperios no se transforman, sino que caen. Las convulsiones son seguras. Hasta ahora, los conflictos se mantienen localizados (véase Siria), pero todo es posible.
Estamos entrando en “terra incognita”.

LQSRemix

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