El aragonés, una lengua en peligro de extinción
Por Moisés Pérez*. El Temps.
Traducido por Leticia Palacios. LQSomos.
Sin el reconocimiento de la oficialidad y arrinconada geográficamente en la zona más septentrional de Aragón, la lengua aragonesa se encuentra en una situación límite. La transmisión generacional del idioma es profundamente frágil, el apoyo institucional que tiene es mínimo y arrastra la maldición de no contar con un estándar consensuado entre las organizaciones implicadas en su promoción. La reciente creación de la Academia Aragonesa d’a Luenga debería resolver una problemática que dificulta el crecimiento de una comunidad lingüística con poco más de 8.000 hablantes. El fenómeno emergente en las redes sociales de Jorge Pueyo, que hace activismo digital del aragonés, es la última muestra de resistencia espontánea del pequeño tejido de asociaciones que luchan en Aragón para evitar la muerte de una lengua con las constantes vitales precarias
Las montañas absolutamente imponentes, los lagos de agua cristalina procedentes de los glaciares y la frondosa capa verde que conforman los abetos, los pinos y las hayas convierten a Benás en un auténtico paraíso natural. En el corazón de los pirineos argoneses, casi en tierra de frontera con Catalunya, se erige en zona de transición entre diferentes lenguas, pero, de manera especial, en territorio de habla aragonesa. Ribagorza, comarca en la que se integra Benás, es uno de los principales bastiones de un idioma en franco peligro de extinción, de una lengua que clama desesperadamente por su supervivencia y conservación. Un patrimonio lingüístico que aún se oye en las calles de las poblaciones de esta comarca, pero con frecuencia solo a personas que acumulan décadas a la espalda.
A pesar de que desde el siglo XIII al XV el aragonés tuvo la condición de lengua de uso general en Aragón e, incluso, en algunas zonas de las comarcas del interior del antiguo Regne de València, su comunidad lingüística se ha reducido de manera extremadamente preocupante. “La situación del aragonés es muy complicada. Es una lengua minorizada, incluso en sus zonas tradicionales de uso, ubicadas en el extremo norte de Aragón”, explica Juan Pablo Martínez, académico de la recién nacida Academia Aragonesa d’a Luenga y miembro de la asociación cívica Estudio de Filolochía Aragonesa, que señala: “Los hablantes patrimoniales de esta lengua que quedan son, en términos generales, de edad elevada porque la transmisión generacional está prácticamente rota”.
“Nos encontramos en una situación absolutamente terminal”, acentúa Chusé Raúl Usón, editor, escritor y presidente de la Sociedat de Lingüistica Aragonesa, que razona su afirmación: “La vitalidad del idioma es muy baja, y buena parte de sus hablantes son de edad avanzada. La transmisión generacional de la lengua se ha perdido: por debajo de los 35 o los 40 años, la existencia de hablantes en aragonés es muy reducida. Si en las áreas de mayor uso del aragonés el idioma está herido de muerte, en otras partes en las que se oía con menor frecuencia está casi extinguido”. “La gente que tiene el aragonés como lengua nativa, además, la emplea con formas muy castellanizadas”, remacha para trazar un panorama inequívoco de alarma. Jorge Pueyo, divulgador en redes sociales del idioma y activista por los derechos lingüísticos, lo confirma: “El aragonés está en peligro de extinción. Nos pueden quedar de 15 a 20 años si no actuamos para salvarlo”.
La comunidad lingüística del aragonés, según las estimaciones más rigurosas, estaría integrada por cerca de 8.000 hablantes. Otras estimaciones, como las realizadas por el Consello d’a Fabla Aragonesa, apuntan a 10.000 hablantes activos y 25.000 pasivos. “Los 8.000 corresponderían al dominio lingüístico tradicional del aragonés. En un censo confeccionado en el año 2011, detectamos, sin embargo, hablantes en Zaragoza. La existencia de hablantes en la capital de Aragón se daría por las familias que emigraron desde las zonas rurales del norte de Aragón hacia Zaragoza, así como por personas que simpatizan con el movimiento de recuperación de la lengua, que hayan podido indicar que emplean el idioma sin ser hablantes habituales. Hay que apuntar, de hecho, que desde hace 30 o 40 años hay un tejido social que lucha por la revitalización del aragonés, lo que ha provocado que lejos del dominio lingüístico haya gente que lo aprenda, lo hable e incluso lo transmita a sus hijos. Así y todo, se trata de un conjunto de gente complicado de precisar en cifras”, apunta Martínez.
El ámbito lingüístico del aragonés se extiende por la zona septentrional de Aragón. Las zonas con más vitalidad del idioma son los valles pirenaicos de Echo y Ansó, localizados en la comarca de Chacetania; las áreas montañosas del Pireneu Aragonés de Bielsa y Chistau, pertenecientes a la comarca de Sobrarbe, y la ya mencionada comarca de Ribagorza. “El aragonés cuenta como lugar de uso referencial con Ribagorza, con una conservación mayor en la parte norte que en la meridional. Los otros enclaves con más hablantes de la lengua son Val d’Echo, aunque por debajo de los 35-40 años se habla muy mezclado con el castellano y Val de Chistau, en el cual por debajo de los 40 años, prácticamente se ha perdido”, disecciona Usón.
“El aragonés sufre de diglosia, ya que la lengua tradicionalmente culta, de los trámites administrativos y de las cosas importantes era el castellano. El idioma propio, en cambio, se quedaba en casa, daba vergüenza utilizarlo en el espacio público”, lamenta Pueyo. “Hablar en aragonés con frecuencia se ha considerado que era hablar mal, incluso que era hablar un dialecto incorrecto del castellano. Se trata de posturas que eran bastante habituales hace 40 o 50 años. En la actualidad se ha avanzado, pero la cosmovisión de la sociedad aragonesa hacia la lengua no ha variado demasiado”, ratifica Chuserra Barrios, de la Asociación Cultural Nogará, que sitúa el proceso de castellanización de Aragón, es decir, de sustitución lingüística del aragonés por el castellano, a partir del ascenso de la dinastía de los Trastámara. “La llegada de la casa castellana de Trastámara precipita la presión castellanizadora, que sería mucho más intensa tres siglos después con los Borbones, que aplicaron una política centralista y uniformadora”, exponen desde el Consello d’a Fabla Aragonesa en un retrato de la evolución del aragonés.
A finales del siglo XV y principios del XVI, se castellanizó el registro escrito, del cual también desapareció el catalán, y se impuso la lengua de Castilla en la Corte de Nápoles. No en vano, a partir de entonces se implantó una ideología lingüística que privilegió el castellano. El aragonés quedó reducido a las clases populares, hasta la ruptura, según apunta Martínez, “de la transmisión generacional en el siglo XX”. “El siglo XX supuso el ataque más firme e intenso a la lengua aragonesa. Con la dictadura, la televisión y la alfabetización generalizada de la población fueron solamente en lengua española o castellana, lo cual entroncaba con la conciencia imperial y fascista del régimen franquista. Todos aquellos factores supusieron el desarraigo de la seña de identidad más apreciada: la propia lengua aragonesa”, determinan desde el Consello d’a Fabla Aragonesa en la misma radiografía del idioma propio.
“La burguesía aragonesa ha menospreciado históricamente la lengua, un hecho que ha tenido influencia en su arrinconamiento en los núcleos urbanos. Las clases dirigentes siempre han considerado que hablar aragonés era hablar incorrectamente, nunca han tenido conciencia de lengua”, afirma Usón, para completar: “Ciudades como Uesca o Balbastro se castellanizaron hace mucho tiempo dentro de un proceso que tuvo su origen siglos atrás. En Uesca, sin embargo, había gente del campo en la década de los ochenta que aún conserva rasgos lingüísticos del aragonés. Ahora bien, toda esta huella de aragonés en el castellano ha desaparecido prácticamente en la actualidad.
A la represión lingüística del franquismo, que podía adoptar la estrategia de menospreciar el idioma considerándolo una manera de expresarse inadecuadamente en castellano o la versión de prohibirlo en las aulas, se suman otros factores negativos durante aquella época. “Uno de los golpes mortales se produjo en los años cincuenta y sesenta. La política desarrollista del franquismo provocó que mucha gente de zonas que hablaban un buen aragonés tuvieran que emigrar a las grandes ciudades de Aragón e, incluso, a Barcelona. Aquel proceso provocó que progresivamente se perdiera la lengua en aquellas familias”, lamenta el presidente de la Sociedat de Lingüistica Aragonesa, que apunta uno de los factores fundamentales para la desaparición gradual del aragonés: la falta de un estándar de la lengua.
“El problema lo encontramos en la ortografía, ya que tradicionalmente en el siglo XX se escribía en grafía castellana. El movimiento de la revitalización ha intentado impulsar diversas grafías y codificaciones del idioma. Ahora bien, ninguna ha conseguido un consenso”, se lamenta Martínez. No en vano, el panorama normativo del aragonés está profundamente fragmentado. Existen las normas gráficas de 1987, que fueron impulsadas por diferentes asociaciones culturales en el I Congreso ta ra normalizazión de l’Aragonés. También está la grafía promovida por la Sociedat de Lingüistica Aragonesa, que nació en 2004 como consecuencia de una escisión de la organización histórica Consello d’a Fabla Aragonesa. Desde la Sociedat de Lingüistica Aragonesa, se desmarcaron de la grafía utilizada por el Consello d’a Fabla Aragonesa, la asociación decana de la lucha por la normalización del aragonés, porque, a su parecer, “la sintaxis está fundamentada en el castellano, se han adoptado palabras con unos campos semánticos diferentes de los reales y cuenta con frases hechas y locuciones traducidas directamente del castellano”.
La tercera normativa fue elaborada en el II Congreso de l’Aragonés en el año 2006, momento en que se creó la asociación privada Estudio de Filolochía Aragonesa-Academia de l’Aragonés. “Se trata de un sistema ortográfico más respetuoso con la etimología aragonesa, aunque, en algunos casos, prescinde de ella en favor de la funcionalidad y la integración de los distintos dialectos”, se señala en el documento The aragonese language in education in Spain, realizado por el European Research Centre on Muntilingualism and Language Learning. “Desde la legislatura pasada, la recién nacida Dirección Cheneral de Politica Lingüistica, que está en manos de la Chunta Aragonesista, ha intentado acordar un estándar, pero, al final, se ha creado una cuarta grafía”, incorpora Martínez, que ve en la creación de la Academia Aragonesa d’a Luenga “la oportunidad para establecer, de manera definitiva, un consenso normativo para el aragonés”.
A la cola de las lenguas minorizadas
Dado que durante la transición el movimiento por el idioma propio no tenía mucha fuerza, ni había una conciencia de promoción del aragonés y la lengua no contaba con un mínimo de apoyo político, al aragonés le falta el reconocimiento de la oficialidad. El aragonesismo, consciente de que el objetivo de la oficialidad aún queda lejos, ha luchado de manera pragmática por la creación de una Academia Aragonesa d’a Luenga. “Se han producido diversos intentos por parte de las instituciones aragonesas. En 2009, por ejemplo, ya estaban designados los académicos, pero con el giro político se suspendió el proceso. Desde la sociedad civil, de hecho, impulsamos la organización Estudio de Filolochía Aragonesa-Academia de l’Aragonés por la falta de cumplimiento con el mandato de las diversas leyes de lenguas, que fijaban legalmente la creación de una academia”, relata Martínez.
El actual gobierno de Aragón, presidido por el jacobino Javier Lambán y conformado por el PSOE, Partido Aragonés (PAR), Unidas Podemos y Chunta Aragonesista, ha impulsado el nacimiento de la Academia Aragonesa d’a Luenga. Lo ha hecho dentro de la polémica ley de lenguas que aprobaron el PP y la formación aragonesa PAR, que, de entrada, definía el aragonés con la estrambótica denominación de Lengua Aragonesa Propia del Pirineo y el Prepirineo y el catalán como Lengua Aragonesa Propia del Aragón Oriental. Con la justicia condenando a la irrelevancia a estas dos invenciones terminológicas nacidas del anticatalanismo latente del PAR y del PP, el ejecutivo cuatripartito ha creado un organismo único dividido en dos institutos: uno para el aragonés y otro para el catalán. La Academia Aragonesa d’a Luenga, en vida desde julio de este año, recibió, sin embargo, su primera estocada a principios de septiembre: el PAR votó a favor de una moción presentada por la extrema derecha de VOX, y a la cual se sumaron Ciudadanos y el PP, para suprimir el Institut Aragonès del Català. A pesar de la victoria conservadora en las Cortz d’Aragón, la Academia celebró su primer pleno el 1 de octubre.
“La designación de los miembros de la Academia no ha sido respetuosa con las tres principales organizaciones del aragonés, es decir, Estudio de Filolochía Aragonesa, Consello d’a Fabla Aragonesa y la Sociedat de Lingüistica Aragonesa -esta última no cuenta con ningún miembro-. Se ha creado sin consenso, ni pluralidad”, censura Pueyo. Unas críticas que también provienen de la propia Sociedat de Lingüistica Aragonesa: “La designación de los académicos ha sido un sálvese quien pueda, con personas de la Universidat de Zaragoza, como María Luisa Arnal, que en su tesis doctoral defiende que el aragonés es una variante del castellano”. “El gobierno aragonés está haciendo lo que puede en política lingüística, teniendo en cuenta su composición. No hay que olvidar que dentro está el PAR, que con frecuencia ha generado confusión expresando que el aragonés eran cuatro palabras residuales o negando la existencia del catalán. Siempre lo ha movido un nítido anticatalanismo que ha perjudicado al aragonés”, reprocha Barrios.
A la estrategia del PAR, se suman los equilibrismos del presidente aragonés, el socialista Javier Lambán, que se enmarca dentro de los barones más españolistas del PSOE. “Asturias está luchando por la cooficialidad porque tiene un presidente del PSOE como Adrián Barbón, que es más parecido al valenciano Ximo Puig. Lambán, en cambio, está impulsando medidas de mínimos, ya que habría que superar la ley de lenguas del PP y el PAR”, compara Pueyo, quien amplia: “El presidente aragonés, además, está desautorizando a nuestros lingüistas y perjudicando nuestro idioma cuando regala palabras del aragonés a la Real Academia Española como si fuese castellano”. “En Aragón estamos a la cola, tenemos prácticamente todo por hacer todavía. Los asturianos, por ejemplo, disponen de una academia desde hace décadas. Esperemos que la creación de la institución en nuestro territorio pueda marcar un punto de inflexión positivo”, confía Barrios. “Necesitamos más contenido audiovisual en aragonés, dibujos animados, garantizar los derechos lingüísticos en la administración pública o ampliar la enseñanza del aragonés. No puede continuar siendo una asignatura voluntaria”, reclama Pueyo.
Gracias a la movilización del movimiento por la normalización de la lengua propia, el aragonés entró en las escuelas en el curso 1997/1998. En aquella temporada docente, se impartieron las primeras clases en los municipios de L’Aínsa, Chaca, Biescas y Benás. En la actualidad se enseña aragonés de manera voluntaria en 52 localidades y 27 centros. Están apuntados 1.243 alumnos. “El aragonés debería ser obligatorio en las aulas de Aragón, al menos en la zona en la que se emplea. Son las consecuencias de la no oficialidad de la lengua”, remarca con enfado Barrios, que explica la tarea docente de la Asociación Cultural Nogará con clases de aragonés dirigidas a personas adultas. Se imparten en ciudades como Teruel, Uesca o Zaragoza, donde suelen contar con 50 o 60 alumnos cada año. “En Uesca, a veces, nos llaman de los ayuntamientos o de los consejos comarcales para enseñar la lengua. Es una tarea insuficiente pero que busca seguir transmitiendo el aragonés dada la falta de implantación obligatoria en los centros educativos aragoneses”.
La Sociedat de Lingüistica Aragonesa, nacida en 2004, tiene un perfil similar de trabajo para la tarea de codificación del aragonés, con la elaboración, por ejemplo, de diccionarios sobre la variedad de Ribagorza. Con una revista íntegramente en aragonés, organiza charlas sobre la lengua propia y dispone, como el resto de asociaciones citadas, de recursos digitales al alcance de los interesados por un idioma que clama por su supervivencia. “Nuestra actividad consiste, básicamente, en investigar sobre el aragonés. Hay zonas de las que sabemos poco, cuenta Usón, quien también crea literatura en lengua propia y ayuda a la edición de libros en aragonés a través de su editorial, Xordica Editorial.
El pequeño circuito literario en aragonés también se alimenta de la producción de otras editoriales como Gara d’Edizions, Rolde de Estudios Aragoneses o Edicions Transiberiano. Desde 1971 se han publicado cerca de 600 libros en aragonés, en los que predomina la narrativa y la poesía, que coexisten, con una menor producción, con géneros como el teatro, el ensayo y las monografías sobre el idioma. “Hay medios de comunicación locales que son bilingües o completamente en aragonés, así como diversos grupos de música que emplean la lengua. Desde hace poco, además, hay divulgadores en las redes sociales como Jorge Pueyo”, repasa Martínez el panorama mediático y cultural en la lengua propia. “Es cierto que he tenido muy buena acogida en el País Valencià y Catalunya, pero también observo cierta incidencia en Aragón. El otro día acudió gente aragonesa como público a mi charla de Barcelona y se emocionaron”, afirma Pueyo, que con sus noticiarios intenta que el aragonés tenga más presencia en las redes sociales y despierte el interés de las generaciones más jóvenes.
* Nota original: L’aragonès, una llengua en perill d’extinció
– Traducido para LoQueSomos por Leticia Palacios
Síguenos en redes sociales... Facebook: LoQueSomos Twitter@LQSomos Telegram: LoQueSomosWeb Instagram: LoQueSomos
Me comenta un amigo de Graus al que envié este artículo, lo siguiente:
Muy interesante, Javier. Gracias!
Es un tema delicado y sobre el que yo mismo tengo mis diferentes líneas de pensamiento: no quiero que desaparezca el aragonés, pero no creo que exista un solo aragonés. Mi lengua materna es el castellano junto con el grausino ribagorzano, que adoro; pero en Benasque lo que he oído hablar a los viejos era lo que ellos llaman patués, que no tenía nada que ver. En Echo hace unos años también pude escuchar otra variedad muy distinta de habla… El aragonés “institucional” que leo o escucho no lo siento como “mío”. ¿Será el precio que hay que pagar por la conservación? Recuerdo a un amigo vasco euskaldún, de caserío de toda la vida, que suspendía euskera en la escuela, porque era el “batua”… no sé!