El Borbón siempre llama seis veces

El Borbón siempre llama seis veces

Este pequeño dictador coronado que los españoles todavía mantenemos en La Zarzuela, a pesar de que ya no es el mismo de antes con su abultada tripa verbenera de corte sietemesino, su abotargada cara de cura de pueblo metido en vino, sus andares vacilantes y cansinos, y su triste mirada extraviada en busca de descansado exilio dorado… no para de hacer de las suyas. Y la última, nada menos que con el “kagebista” ruso Putin de partenaire internacional y el nuevo liberal económico/financiero español, señor Rodríguez Zapatero, de tonto telefónico patrio. 
        
En efecto, a pesar de que ya no dispone en su séquito del “airbag” institucional que durante años representó el bueno de don Sabino Fernández Campo, de haber perdido por vía judicial a su entrañable mega espía Manglano (aquél que muchas noches veía amanecer en palacio haciendo manitas con su regio señor mientras le contaba toda clase de chismes institucionales al estilo de la Urbano con Garzón), de no tener a mano a su otrora testaferro todo terreno Prado y Colón de Carvajal en cuentas con la justicia, y de recibir cada vez menos información sensible de una cúpula militar que ya no se fía de su comandante en jefe y prefiere a la ejecutiva polvorillas Chacón… este hombre (y dios constitucional), don Juan Carlos de Borbón, quiere seguir mangoneando este país como lo ha hecho durante los últimos treinta y tres años; sin darse cuenta, torpemente, de que las circunstancias políticas y sociales ya no son las mismas que cuando ponía firmes al antiguo falangista Adolfo Suárez, al pseudo socialista Felipe González, al triste Leopoldo Calvo Sotelo y, también, pero bastante menos, al delegado de Bush para la península ibérica, señor Aznar.   

Y que, en consecuencia, la sociedad española va a terminar por verle el plumero de su uniforme de alabardero real con entorchados de capitán general de atrezzo e, incluso, su regio y descolgado culo.
        
Porque esto es lo que le va a pasar en definitiva a este dictadorzuelo de medio pelo que todavía a día de hoy, comenzado ya el siglo XXI y con la primera crisis global arañando nuestros magros bolsillos, piensa que Franco lo colocó en el alto puesto que ocupa para que, formalismos tácticos y democráticos aparte, siguiera utilizando este país como la finca particular de su familia, de su degenerada dinastía, como el coto de caza de estúpidos delincuentes como sus antepasados Carlos IV ó Fernando VII.
        
Pues bien, este antiguo jerarca franquista enquistado en la jefatura del Estado español, reciclado después a demócrata advenedizo (la corona bien vale una misa) nos sale ahora ejerciendo de “hombre de Putin” en Madrid, llamando que te llama (el cartero llama siempre dos veces, el Borbón seis) al bueno y dócil Zapatero (que bastante tiene el pobre con tratar de controlar a la mafia económico-financiera que no para de chupar la sangre a este país) para que ¡ojo al dato! abra la puerta  de la industria energética hispana a la antigua KGB rusa vestida de paisano. Que como todo el mundo sabe, es el cerebro estatal que, en la actualidad y en la sombra, planifica toda la estrategia política, económica, militar… de la nueva Rusia antiyanqui del pizpireta Putin.
        
Algunos ciudadanos españoles, vista la sorprendente maniobra telefónica del Borbón (que La Zarzuela, en contra de su inveterada costumbre, se ha apresurado a desmentir con resultado totalmente adverso) no han dejado de preguntarse: Pero bueno ¿A qué obedece semejante intermediación regia? ¿Es que este hombre quiere reeditar el famoso Eje Riad- La Zarzuela que tan buenos réditos económicos parece ser le dio a cuenta del petróleo árabe que España no tenía más remedio que pagar a precio de oro? ¿Ahora con el petróleo de lukoil en el centro de una nueva relación económica y personal  con el primer ministro ruso?
        
Pero no, yo no creo que vayan por ahí los tiros. Y digo tiros porque de eso se trata, de los tiros que mataron en su día al bondadoso oso Mitrofan, emborrachado hasta los ojos con vodka y miel para que nuestro cazador real con base en La Zarzuela se distrajera un poquito con sus nuevas escopetas de titanio de última generación, sin peligro alguno faltaría más para su ya voluminosa barriga. Resulta que el gobernador de la provincia rusa de Vólogda, donde se cometió la mascarada sangrienta contra Mitrofan, montó en cólera y lo filtró a la prensa, montándose un escándalo monumental vía Internet que llegó hasta España. El Borbón pidió ayuda mediática a Putin y este no dudó un momento en llamar al orden al gobernador, quien no tuvo más remedio que decirles a los periodistas que el bueno de Mitrofan había muerto de viejo y no a cuenta de las balas de carga hueca que le disparó el rey de todos los españoles. Desde entonces, obviamente, los españoles tenemos un jefe del Estado rehén del mandatario ruso. Que lo tiene cogido por el único que le queda (el otro lo perdió, no en la guerra como sus antepasados, sino esquiando) y al que, en consecuencia, debe obedecer sin rechistar órdenes tan tajantes como la de ponerse las pilas y conseguir de Zapatero que el caballo de Troya de la nueva Rusia desembarque en el Occidente europeo y en Iberoamérica de la mano de la División Lukoil.
        
En esas estamos. Zapatero traga como siempre y no osa ponerse en contra de su amo y señor, el rey pistolero. Y la derecha hace carne y pisa fuerte en un asunto que, sin duda, despierta sentimientos patrios: ¡Qué vienen los rusos! Casi nada. Esto lógicamente terminará en agua de borrajas pero el Borbón habrá metido otra vez la pata hasta el corvejón. ¡Cómo se nota la falta de don Sabino! Las horas de este Borbón, huérfano de todos y de todo, están contadas.

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