El despegue de las izquierdas
Por La Aurora*
Les choca a muchos que, a un mes de la DANA, las encuestas sigan dando al PP como el partido más votado a escala del reino, a Vox, como el que más sube en Valencia y que, por el contrario, las izquierdas, comenzando por el PSOE y continuando por Sumar o Podemos, no remonten
¿Cómo es posible que el partido que rechaza el cambio climático sea el que más “rédito” obtiene de una devastación efecto del cambio que niegan? ¿Qué causas hay detrás de que la formación del presidente Mazón, que carga con la responsabilidad política de más de 200 muertes, resulte la que más apoyos concita? ¿Por qué los 14 mil millones en ayudas y créditos remitidos por el estado no permiten a las instituciones ganarse la confianza de la gente? ¿Cómo es posible que The Economist, como antes el FMI o la OCDE, asegure que “la economía española es la mejor de todas las avanzadas” y eso no reporte ventaja al gobierno y a los partidos que lo componen?
Las respuestas a esas preguntas necesitan una mayor extensión que estas líneas. Por nuestra parte, nos centraremos en la relación entre la capacidad (salario) y el coste de los elementos más básicos para la vida: vivienda, cesta de la compra, suministros, energía y condiciones de acceso a servicios públicos universales como sanidad o educación.
En el trienio 2020/23 (último del que se dispone de datos completos), el PIB aumentó un 15,4%. La productividad en el trabajo lo hizo un 21,3%, pero el peso de los salarios en la “renta nacional” cayó del 57 al 54%. O sea, que el provecho del crecimiento económico y la productividad se lo chuparon los ricos en beneficios y los jefes de las empresas del Ibex 35 (que ya representa el 44% del PIB español) en sueldos. Por el contrario, el salario del 62% de las personas ocupadas se quedó un 4% por debajo de la subida de los precios; mucho más si miramos cómo escalaron los importes de los productos a lo que destinamos la mayor parte del sueldo. Nos referimos a la vivienda, la comida (+21%), los suministros o el combustible (+42,5%). Ninguno de ellos aumentó de media menos del 27% y algunos, bastante más.
Ahora que el llamado escudo social debe renovarse con urgencia para seguir manteniendo subvencionado el transporte, reducir -mal que bien- el número de desahucios sin alternativa habitacional o evitar los más sangrantes cortes de suministros, llega el momento de recapitular y extraer lecciones ante unas derechas que siguen ahí, amenazantes.
La primera lección es que los fondos europeos y el gasto público han servido, sobre todo, como medios para favorecer la recuperación del capital, no la de la población.
La segunda, que el patrón sobre el que reposa el mencionado crecimiento no parte de criterios de sostenibilidad, sino de la profundización del modelo anterior, basado en servicios y turismo, depredadores del medio y con escaso valor añadido.
La tercera, que las desigualdades entre las personas y las comunidades autónomas se incrementan, lo que indica que la buena marcha de la economía se hace a costa de agravar los problemas estructurales que se hallaron en la base de las crisis anteriores.
La cuarta, que todo el sistema de ayudas y subvenciones se asienta en una condicionalidad que obliga a una farragosa e inútil burocracia que lo fragiliza y deja siempre a gente fuera.
En resumen, hay que apostar por cambios de calado que impliquen extensión de derechos universales (renta básica, sanidad, educación, vivienda, etc.), una reforma fiscal amplia que los pague y mucha más democracia republicana para controlar y gestionar.
¿Difícil? Sin duda. Pero lo imposible es llegar a doblegar a la derecha con medidas que se quedan cortísimas ante la virulencia de la situación que sufrimos.
La calle, llena a reventar en Santiago, que vimos el pasado domingo, al grito de #AltriNon, muestra que detrás de la defensa de la tierra, contra los planes depredadores de la multinacional papelera y del PP se halla la voluntad popular y nacional gallega. Un hilo del que tirar para poder decir: Feliz 2025!
* LA AURORA – organización marxista
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