El día después de mañana

El día después de mañana

Por Yair Cybel*

Ganaron con el peor de los suyos. La gente no pedía diálogo. La inflación como fenómeno social y el modelo peruano. Abrazarse, cuidar espacios colectivos y resistir desde el día uno

Ganaron. Con el peor de los suyos, con el más grosero. Que no moderó nunca su discurso, que propuso vender órganos y niños, que comparó al Estado con un pedófilo, que llevó como vicepresidenta a lo más oscuro de nuestra historia, esa que creíamos encerrada en el cajón de los recuerdos. Así y todo, ganaron.

Fue la suma matemática del voto antiperonista y el agotamiento de un modelo de acumulación: crecimiento sin redistribución. El liberalismo con rostro humano y rock de los setenta que propuso Alberto Fernández terminó en tragedia. La primacía del método se comió el capital político inicial del Capitán Beto: un intento de gobierno del diálogo con una oposición que pedía sangre y una sociedad que reclamaba estabilidad. Pecamos de correctos, pagamos los justos, triunfan los pecadores.

La gente no pidió diálogo. Pidió soluciones. Ofrecimos gradualismo y mesura. Nos corrieron la cancha y seguimos. Nada grande se hace sin rebeldía y la rebeldía se la apropió la derecha. El peronismo se convirtió en la defensa de un statu quo complejo, desigual, más funcionario que militante. La gestión nacional se alejó de los problemas de la gente: los localismos triunfaron, mientras las soluciones globales quedaron expuestas. Hablamos de lawfare mientras crecía la miseria.

Resistencia y resiliencia. Historia larga de lucha la de nuestro pueblo. No será la primera ni la peor noche que hemos enfrentado. El campo popular sostiene espacios de poder y acumulación: sindicatos, movimientos sociales, intendencias y la estratégica Provincia de Buenos Aires. Renace la pregunta por la representación del peronismo, la necesidad de un liderazgo sin corbata que exprese conducción y capacidad, que enamore, que confronte y no especule, que dispute sentido.

Lo perdemos nosotros: la inflación se convirtió en un fenómeno holístico. Dejó de ser simplemente económico para transformarse en un problema social, que modifica prácticas. Un dato que gravita por sobre las cifras de empleo, de crecimiento, de consumo. Un consumo agónico y desigual: mientras teníamos los indicadores más bajos en años en consumo de carne, el turismo interno reventaba hoteles y restaurantes. La clase media se balancea, el pobre es cada vez más pobre. Quema el dinero.

Durante mucho tiempo nos dijeron que el modelo del neoliberalismo en la región era Chile. Pero no es así: su referencia directa es Perú. En el país del Inca impera un sistema de crecimiento sin redistribución pero allí lograron algo más profundo: destruir las mediaciones, quitarse de encima a los sindicatos, barrer a las organizaciones sociales, a los partidos nacionales. El nuevo modelo de la derecha local viene a dinamitar la representación, a separar la esfera social de la política, a hacer de la democracia una mala palabra. Hay que estar preparados y apertrecharse para eso. Sostener espacios colectivos es la tarea.

En Córdoba, el corporativismo provincial fungió nuevamente como sustrato del antiperonismo. En la provincia mediterránea, arrasó Milei: 75% de los votos en la segunda plaza más poblada. En la provincia de Buenos Aires, la diferencia fue menor a la esperada: un punto y medio para Massa, diferencia menor que en 2015. En CABA, Unión por la Patria logró una gran performance: 42% de los votos en la ciudad más rica y desigual, por encima de los números peronistas en Santa Fe, Entre Ríos, Mendoza, Jujuy, San Juan, Chubut y Santa Cruz. Formosa fue, es y será la tumba del fascismo: allí no ganó De La Rúa, ni Macri, y esta vez tampoco ganó Milei.

La campaña de Massa fue excelente: vocería centralizada, aplomo, capacidad de gestión. Prolija y ordenada. Nada más se podía hacer cuando el candidato es el Ministro de Economía de un gobierno con 140% de inflación. La pregunta es anterior y reside en si Massa era la mejor expresión del antagonismo con Milei. Honestamente parecía complejo que quien fuera presidente de los liberales de Provincia, interlocutor de la embajada gringa y el flautista de Hamelin de los traidores, se convirtiera en la expresión virtuosa de la resistencia al neoliberalismo. Un sector minoritario del peronismo, con menos votos que rosca, encargado de poner cara y línea por el movimiento nacional y popular.

Abrazarse, apostar al colectivo, sostener espacios de organización. Resistir desde el día uno. La batalla es muy larga y nuestro pueblo tiene un profundo acumulado de resistencia. Esto recién empieza.

* En El Grito del Sur

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