El FMI y el BM en la época del coronavirus: La búsqueda fallida de una nueva imagen

El FMI y el BM en la época del coronavirus: La búsqueda fallida de una nueva imagen
AP/GERALDO CASO BIZAMA

Por CADTM*

El FMI y el Banco Mundial tienen 80 años. 80 años de neocolonialismo financiero y de imposición de políticas de austeridad en nombre del pago de la deuda. ¡80 años son suficientes! Las instituciones de Bretton Woods deben ser abolidas y sustituidas por instituciones democráticas al servicio de una bifurcación ecológica, feminista y antirracista. Para conmemorar estos 80 años, volvemos a publicar todos los miércoles hasta julio una serie de artículos que analizan en detalle la historia y los daños causados por estas dos instituciones

Frente a la catástrofe económica y al drama social de los planes de ajuste estructural (PAE) impuestos a las poblaciones del Sur, desde los años 1990 se alzan numerosas voces que denuncian a los promotores de esas políticas: el FMI y el BM. Más allá de las ONG y del ambiente altermundialista, la crítica se extiende también donde no se esperaba, como es el caso de Joseph Stiglitz, execonomista jefe del Banco Mundial, que firmaba en 2002 una requisitoria contra el FMI. [1]

Después de todas esas condenas, el aumento del precio de las materias primas, a partir de 2003-2004, permitió a una serie de países conseguir las divisas suficientes para el pago anticipado al FMI, y de esa manera liberarse parcialmente de las catastróficas condicionalidades adheridas a los préstamos de esa institución. En esa época, frente a esa crisis de legitimidad, y mientras que la penuria de sus clientes comenzaba a hacerse sentir financieramente, las instituciones de Bretton Woods multiplicaron sus esfuerzos para construirse una imagen diferente.

Al anunciar, a partir de 1999, el abandono de los planes de ajuste estructural, tan desprestigiados, y la reorientación de su acción en la lucha contra la pobreza, el Banco Mundial pretendió haberse revestido de una nueva moral.

En cuanto al FMI, si la crisis de la deuda en el Norte fue una buena oportunidad para rehacer su salud financiera a partir de 2008, sus dirigentes también aprovecharon para gritar a los cuatro vientos la supuesta renovación de la institución. «¿Ya no reconocemos al FMI? ¡Por supuesto, cambió!» [2] Aseguraba de esa manera Dominique Strauss-Kahn a la televisión francesa en 2011.
El Banco Mundial se vanagloria también de luchar contra el cambio climático.
Pero detrás de estos discursos… ¿realmente hay algo nuevo en las instituciones de Bretton Woods?

Y está claro que no es el caso. Un ejemplo para comenzar la demostración: el Banco Mundial continúa subvencionando masivamente la producción de electricidad a partir de combustibles fósiles.

¿El fin del ajuste estructural del FMI?

En octubre de 2014, en un documento titulado «Respuesta del FMI a la crisis financiera y económica», la institución afirmaba haber aprendido de sus errores y aseguraba que, desde la crisis financiera de 2008, las condiciones draconianas utilizadas en el pasado ya no iban pegadas a ninguno de los préstamos otorgados. Desde 2009, un centro de investigación económica decidió poner a prueba esa afirmación con los hechos. [3] El resultado no tiene apelación posible: de los 41 países comprometidos con préstamos de la institución, 31 debían llevar a cabo políticas de rigor presupuestario en un contexto de recesión o de crecimiento ralentizado.

La situación empeoró desde 2010. Según Isabel Ortiz y Matthew Cummins «una contracción prematura de los gastos se generalizó en 2010, a pesar de la urgencia de la ayuda de los gobiernos a las poblaciones vulnerables.» Según esos autores, en 2013, la contracción de los gastos públicos se extendió y se intensificó considerablemente afectando el PIB de 119 países. Esos autores preveían que se llegaría a los 132 países afectados, en 2015.

Según estos autores, «en lo que concierne las medidas de austeridad, el examen de los informes del FMI sobre esos países, publicados desde 2010, indica que los gobiernos consideraban diversas estrategias de ajuste. Se trataba especialmente de: (i) la eliminación o la reducción de las subvenciones, incluida a los combustibles, a los productos alimentarios y a los insumos agrícolas (en 100 países); (ii) la reducción y/o limitación de la masa salarial, incluidos los salarios en la enseñanza, en la salud y en otros sectores públicos (en 98 países); (iii) el racionamiento e identificación reforzado de las redes de protección social (en 80 países); (iv) la reforma de las pensiones (en 86 países); (v) la reforma del sistema de salud (en 37 países) y (vi) la flexibilización del trabajo (en 32 países). Muchos gobiernos también contemplaban medidas paralelas para aumentar los ingresos, medidas que podían afectar negativamente a las poblaciones vulnerables, principalmente por la introducción o ampliación de impuestos al consumo, tales como el impuesto al valor añadido (IVA) en los productos básicos que afectan desproporcionadamente a las familias pobres (en 94 países).» http://www.cadtm.org/L-Ere-de-l-Austerite, también en inglés.

El caso de los países del mundo árabe parece emblemático desde este punto de vista.

Preocupado al ver que, a partir de 2011, esos países se alejaban del medio neoliberal por el efecto de los levantamientos populares que querían eliminar a las dictaduras de la región, el FMI multiplicó sus declaraciones tranquilizadoras. En sus informes sobre «la primavera árabe», la institución insistió en la dimensión social de los programas que preconizaba: «crecimiento inclusivo», políticas sociales para los más vulnerables, etc.

Sin embargo, cuando un antiguo analista del Banco Mundial, Mohammed Mossallem, estudió las condicionalidades que acompañaban a los acuerdos de préstamos firmados con Túnez, Marruecos, Jordania y Egipto [4] después de 2011, encontró todos los ingredientes de los planes de ajuste estructural de los años 1980: reducción de impuestos para el sector privado, aumento del impuesto al consumo (el impuesto más injusto), liberalización de las inversiones, disminución de las subvenciones del Estado junto a un aumento del precio de la energía, desregulación del mercado de trabajo. Con respecto al contenido de los planes de austeridad impuestos a los países de la zona euro desde 2010, estos se enmarcaban en la línea del tratamiento infligido a los países de África del Norte.

Mea culpa sobre la austeridad: ¿cuestionamiento profundo o lágrimas de cocodrilo?

Sin embargo, se vio, en estos últimos años, como se multiplicaban los informes internos que criticaban vivamente las políticas del FMI:

– Enero de 2013: Olivier Blanchard, economista jefe del FMI, desveló que el FMI había subestimado ampliamente el impacto negativo de la austeridad sobre el crecimiento económico. El error en sus cálculos es todo menos anecdótico, ¡ya que se ha calculado que era de un 300%! [5]
– Febrero de 2014: después que dos estudiantes desacreditaran un estudio realizado por antiguos economistas en jefe del FMI, en el que se afirmaba que una deuda pública superior al 90 % del PIB conllevaba automáticamente una ralentización del crecimiento económico, expertos del FMI confirmaban que no existía ningún umbral crítico para la deuda pública. [6]
– Junio de 2016: Tres economistas del Fondo publicaron un documento titulado «¿Ha sido subestimado el neoliberalismo?» en el que afirmaban: «en lugar de aportar crecimiento económico algunas políticas neoliberales incrementaron la desigualdad, y por la misma razón, comprometieron cualquier expansión económica duradera».

Esas numerosas críticas, ¿auguraron un cambio del rumbo de la institución?
En principio, aunque los grandes titulares de los diarios dieron la ilusión de que los autores de ese tipo de informes hacían prueba de una gran heterodoxia, una lectura más atenta de sus trabajos muestra que sus propósitos permanecían relativamente moderados. Como ejemplo: si el estudio «¿Ha sido subestimado el neoliberalismo?» aporta cifras que muestran muy bien los límites de este modelo, también recuerda que hay «muchas razones para felicitarse de la agenda neoliberal». [7] También hay que señalar que la mayoría de las veces los documentos heterodoxos y críticos que son publicados en la web del FMI solo comprometen a sus autores y en absoluto al FMI como institución.

Además, notemos que el juego de la contradicción no es algo nuevo en el seno de las instituciones de Bretton Woods. Pero la cuestión es saber si esa autocrítica, tan limitada como sea, llegará o no a producir cambios reales en las orientaciones de la institución.

No obstante, la intervención del FMI en Grecia, desde 2010, es emblemática de esa persistencia en la aplicación de políticas neoliberales que favorecen al gran capital, refuerzan las desigualdades sociales y destruyen conquistas sociales esenciales. Desde 2013, un estudio de un gabinete independiente de evaluación del FMI [8] reconocía que el primer plan de rescate de 2010 se había saldado con «fracasos notables». Sin embargo, las medidas de austeridad continuaron viento en popa.

En junio de 2016, el mismo gabinete «independiente» elaboraba un informe que sostenía la misma constatación de fracaso de la acción del FMI en Grecia. Pero, esta vez, los expertos del Fondo llegan a afirmar que a pesar de todos los límites de la acción del FMI, «era imposible construir un escenario alternativo». La famosa TINA (There is not alternative) no parece que realmente haya abandonado los pasillos de la institución.

A comienzos de octubre de 2020, frente a la más importante crisis internacional del capitalismo desde los años 1930, los investigadores del FMI anunciaban que era necesario aumentar los gastos públicos. [9] Y eso es precisamente lo que todos los gobiernos están haciendo para salvar al gran capital y evitar una caída al abismo. El aumento de los gastos está financiado por un aumento explosivo de la deuda pública y en ninguna parte, los gobernantes se deciden a implementar el impuesto a las grandes fortunas y a las grandes empresas.

La reforma democrática del FMI y del Banco Mundial … mucho ruido y pocas nueces

Desde su creación, la estructura de la toma de decisiones en el seno del FMI beneficia a Estados Unidos y a sus aliados victoriosos del final de la Segunda Guerra Mundial. Profundamente desigual, ese reparto de poder que se basa en la regla de «1 dólar = 1 voto» ha sido cada vez más cuestionado por los países emergentes que querían una parte del pastel. Para intentar demostrar un funcionamiento democrático y satisfacer la demanda de los países en expansión, una reforma sobre el aumento de las cuotas [10] y la transferencia de derechos de voto finalmente entró en vigencia a comienzos del año 2016.

En realidad, nunca fue cuestión de adoptar un sistema que permitiera a todos los países miembros tener voz y voto sino de contentar a los «países emergentes» cuyo peso económico se había vuelto demasiado importante para ser ignorado. Si el 6 % de los derechos de voto nuevamente repartidos fueron para los BRICS (sin Sudáfrica), los grandes perdedores de esa operación fueron, y sin ninguna sorpresa, los países más pobres para los que el FMI se había comprometido, no sin cinismo, a «preservar» [11] los derechos de voto. Bangladesh se sintió, indudablemente, reforzada en su poder de acción por ese compromiso, a pesar de que dispone del 0,24 % de derechos de voto ¡para defender los intereses de sus 155 millones de habitantes!

Por su parte. Estados Unidos, salió doblemente vencedor de esa operación. Ya que no solo conservó el dominio sobre la estructura, puesto que cediendo el 0,3 % de sus derechos de voto conservaba su precioso derecho de veto, [12] sino que permaneció como comandante de una nave todavía más enorme: la reforma también consistió en prácticamente duplicar los recursos del Fondo para llevarlos a cerca de 660.000 millones de USD.

Para el Banco Mundial, la última reforma de envergadura de ese tipo tuvo lugar en abril de 2010, bajo la presidencia del controvertido Robert Zoellick. Además de un aumento de 86.200 millones USD del capital del BIRD, los países del Sur vieron sus derechos de voto aumentados en 3,13 puntos de porcentaje, o sea tienen el 41,19 % del total de votos. Pero es bien poco para esos 135 países que tienen el 85 % de la población mundial en comparación con el 15,44 % de Estados Unidos. [13]

«DSRP», «Doing business», «EBA»… ¡nuevos nombres para las mismas políticas!

Desde fines de los años 1990, una lluvia de críticas se abatió sobre el Banco Mundial. A tal punto que cada vez fue más difícil para la institución la promoción de los planes de ajuste estructural que se encontraban en el centro de la polémica. Frente a esa crisis de legitimidad, el Banco comenzó a multiplicar sus piruetas semánticas sin tocar la lógica neoliberal gravada en su ADN.

Entre esos subterfugios, encontramos especialmente la «Iniciativa para los países pobres altamente endeudados (PPAE)» que, mediante un limitado alivio de la deuda y controlado por las IFI, permite —todavía ahora— imponer a los países más pobres políticas similares a los planes de ajuste estructural y mantenerlos en la espiral de la deuda. Por otra parte, en 2002, muy poco después de que el Banco anunciara el fin oficial de los Planes de ajuste estructural (PAE), apareció una nueva herramienta llamada «Doing business» («Haciendo negocios»)… ¡Decididamente, el azar hace bien las cosas!

Ese informe anual se propone clasificar los 129 países miembros del Banco Mundial según su capacidad a construir un buen «clima para los negocios», para los inversores en función de diferentes criterios: una desreglamentación máxima, una fiscalidad amiga para el sector privado, una legislación que protege lo menos posible los derechos de los trabajadores, y que los pone en competencia unos con otros.

Los gobiernos de los países del Sur se vuelcan entonces a una competición encarnizada con el fin de ofrecer al sector privado las condiciones más atractivas, conscientes que el Banco Mundial y los acreedores bilaterales orientan sus líneas de préstamos también en función de los resultados obtenidos en esa clasificación. ¡Y el Banco lo disfruta! En 2014, el Banco se felicitaba que el «Doing business» hubiera inspirado a más de un cuarto de las 2100 reformas registradas desde su creación. [14]

Y el Banco Mundial no quería desviarse de ese magnífico camino. Al pedido exprés del G8 que invitaba en 2012 a «elaborar un índex para clasificar los países según su clima de negocios en el sector agrícola» [15], el Banco Mundial desarrolló la herramienta «Enabling the Business of Agriculture» (EBA) [16], Financiada por la fundación Bill y Melinda Gates así como los gobiernos estadounidense, inglés, danés y neerlandés, la EBA calca su metodología de la del «Doing business».

Valorizando los insumos no orgánicos y alentando una agricultura bajo contrato, la EBA permite a las grandes multinacionales del agrobusiness a extender aún más su influencia. [17] La lógica promovida por el Banco Mundial va totalmente en contra de la realidad y del interés de la agricultura familiar que concierne, sin embargo, al 80 % de las explotaciones agrícolas de los países del Sur.

Limitado en un primer tiempo a un proyecto piloto que concernía 10 países voluntarios, el informe de 2016 se había extendido ya a 40 países y la ambición es cubrir el mayor número de países lo más rápido posible.

Las controversias en torno al «Doing business»

Pero en eso también, la realidad atrapó rápidamente a la institución. A las múltiples acusaciones provenientes de los movimientos sociales, de los sindicatos y también de profesores de universidad, se agregaron las de Paul Romer, entonces economista jefe del Banco Mundial. Apoyándose especialmente sobre la pérdida de 10 lugares de Chile, en ese momento presidido por la «socialista» Michelle Bachelet, denunciaba también el prejuicio ideológico (abiertamente neoliberal) en la metodología y redacción del informe. Después de haber sido llamado al orden por el presidente Jim Yong Kim, presentó finalmente su dimisión en enero de 2018. En agosto de 2020, el propio Banco Mundial anunciaba, a su pesar, la interrupción de la publicación del informe 2020 después de que se hubieran señalado «un cierto número de irregularidades concernientes a las modificaciones aportadas a los datos de los informes Doing Business 2018 y Doing Business 2020, […] publicadas respectivamente en 2017 y 2019. Esas modificaciones no eran coherentes con la metodología Doing Business». [18]

«¡El Banco Mundial menosprecia los derechos humanos!»

Podríamos razonablemente esperar que una organización que pretende luchar contra la pobreza integre el respeto a los derechos humanos como uno de los criterios fundamentales de su funcionamiento. Sin embargo, a pesar de que oficialmente esté obligada a respetar las reglas del derecho internacional, [19] hace más de setenta y seis años que esos principios no pasan por el umbral de las afelpadas oficinas de Washington.

Para «justificar» este rechazo, el Banco se esconde detrás de su misión que, al limitarse a cuestiones económicas, le impediría abordar cuestiones demasiado políticas. Pero es difícil entender en qué esa misión pretendidamente técnica colocaría a la institución por encima del derecho internacional. Por otro lado, el Banco Mundial no tuvo ningún problema en encontrar justificaciones cuando se trataba de integrar cuestiones como la corrupción, el blanqueo de dinero, la financiación del terrorismo o la gobernanza que no formaban parte inicialmente de sus prerrogativas.

El Banco Mundial, una zona de no derecho

Creyéndose por encima de las leyes, el Banco Mundial continúa ultrajando los derechos fundamentales de los pueblos del Sur. Hay muchísimos ejemplos, entre ellos citemos la investigación de campo realizada en catorce países por el Consorcio internacional para el periodismo de investigación (ICIJ) [21], que revela que los proyectos financiados por el Banco Mundial forzaron a casi 3,4 millones de personas a abandonar sus domicilios desde 2004, a veces con el recurso de policías armados encargados de expulsarlas. Lejos de ser un caso aislado, las instancias de la ONU, nacionales y los comités de expertos independientes continúan confirmando que varios proyectos financiados por la Sociedad Financiera Internacional (SFI), una de las instancias del Banco Mundial, provocaron graves infracciones en los derechos humanos: acaparamiento de tierras, represión, arrestos arbitrarios o asesinatos, con el fin de hacer callar a los movimientos de protesta contra algunos proyectos financiados por el Banco Mundial.

El fiasco escandaloso de los «bonos pandémicos» emitidos por el Banco Mundial

Kim Hong-Ji, Reuters

En julio de 2020, el Banco Mundial renunció a poner en el mercado financiero una nueva emisión de títulos «pandémicos» (pandemic bonds en la jerga de los fondos de inversiones y de la prensa financiera) después que la primera haya estado criticada por su lentitud a abonar la ayuda a las naciones pobres que sufren graves epidemias. [22]

El Banco Mundial lanzó en 2017 su programa de «pandemic bonds» a raíz de la epidemia de Ébola de 2014 en África. Sin embargo, para que un país pudiera tener acceso a ese programa para hacer frente a una epidemia, tenía que demostrar que la epidemia había causado al menos 2.500 muertos. En 2018, la República Democrática del Congo tuvo que esperar que la epidemia hiciera estragos para poder recibir la ayuda. Y eso provocó fuertes críticas.

El Banco Mundial emitió en 2017 por un monto de 320 millones de dólares destinados oficialmente a ayudar a los países en desarrollo para poder hacer frente a una grave epidemia de una enfermedad infecciosa. [23]

Los fondos de inversiones y los bancos privados que compraron esos títulos en 2017, hicieron provechosos beneficios ya que el Banco les garantizaba un rendimiento de dos cifras, es decir, netamente mayor al 10 %. Los poseedores de esos títulos, entre los cuales Baillie Gifford (un fondo de inversión escocés), Amundi (propiedad del banco francés Crédit Agricole) y Stone Ridge Asset Management (sociedad financiera de Nueva York), recibieron los pagos de los intereses que se elevaban a cerca de 100 millones de dólares, a fines de febrero de 2020!!!

A mediados de abril de 2020, más de dos meses después de que el virus hubiera comenzado a propagarse por el mundo, finalmente se cumplieron las condiciones para abonar cerca de 200 millones de dólares. Los 64 países que se repartían la somera suma de 195 millones de dólares tenían derecho, según su tamaño, a una ayuda que oscilaba entre 1 millón y 15 millones de dólares, o sea, migajas. La suma más alta disponible, de 15 millones de dólares, fue asignada a Nigeria y a Pakistán.

Una segunda versión del «Mecanismo de financiación de urgencia en caso de pandemia (PEF)», que es así como el Banco Mundial designa a los «pandemic bonds», debía lanzarse este año, después que el Banco Mundial haya declarado, a comienzos de 2019, que procedería a ajustes de su estructura antes de comercializar el nuevo producto en mayo de 2020, o en torno a esa fecha. Finalmente, ante las críticas cada vez más numerosas, el Banco Mundial renunció a pasar a la fase dos.

BM/FMI y la crisis de 2020 en el contexto de la pandemia del coronavirus

Los gobiernos y las grandes instituciones multilaterales como el Banco Mundial, el FMI y los bancos regionales de desarrollo, instrumentalizaron el reembolso de la deuda pública para generalizar políticas que deterioraron los sistemas de salud pública: supresión de puestos de trabajo en el sector de la salud, precarización de los contratos de trabajo, supresión de camas de hospital, cierre de centros de salud de proximidad, aumento del coste de la salud tanto en el ámbito de los cuidados como de los medicamentos, subinversiones en las infraestructuras y en equipamientos, privatización de diferentes sectores sanitarios, subinversión pública en la investigación y desarrollo de tratamientos en beneficio de los intereses de los grandes grupos farmacéuticos privados…

Antes incluso que se declarara la epidemia de la Covid-19, esas políticas habían producido ya enormes pérdidas en vidas humanas y, en todo el planeta, el personal sanitario organizaba protestas.

Si queremos tener los medios para combatir el coronavirus, y aún más allá, mejorar la salud y las condiciones de vida de las poblaciones, hay que adoptar medidas de urgencia.

Debe ser prioritaria la suspensión inmediata del pago de la deuda, y mejor aún, su anulación.

Pero ni el Banco Mundial ni el FMI anularon deudas desde el comienzo de la pandemia de la Covid-19. [24] Esas dos instituciones multiplicaron sus declaraciones que intentaban dar la impresión que tomarían medidas muy fuertes. Pero era totalmente falso. El mecanismo establecido por el FMI, el Banco Mundial y el G20 se asemeja como dos gotas de agua al mecanismo puesto en marcha después del tsunami que golpeó India, Sri Lanka, Bangladesh e Indonesia en diciembre de 2004. [25] En lugar de anulación, los acreedores públicos lo único que hicieron fue retrasar vencimientos. En cuanto al FMI, no puso fin al pago, ni siquiera lo suspendió. Estableció un fondo especial que se alimenta de los países ricos y en el cual el FMI mete sus garras para reembolsarse.

Y peor aún, desde marzo de 2020, el FMI prolongó los acuerdos de préstamos que implican la prosecución de medidas estructurales como las antes citadas.

Con respecto al Banco Mundial, desde marzo de 2020, recibió más reembolsos de los PED que la financiación otorgada, ya sea en forma de préstamos o de donaciones.

Notas:
1.- Joseph Stiglitz, El malestar en la globalización, Taurus, Madrid, 2002
2.- Propósitos expuestos en el estudio de France 2, el 20 de febrero de 2011. Citado en el artículo de Christian Chavagneux, « Le FMI a-t-il vraiment changé ? », Alternatives économiques, n°301, abril de 2011.
3.- Mark Weisbrot y al., “IMF‐Supported Macroeconomic Policies and the World Recession: A Look at Forty‐One Borrowing Countries”, CEPR, octubre de 2009.
4.- En el momento del estudio de Mohammed Mossallem el acuerdo de préstamos con Egipto no estaba concluido. El FMI finalmente validó un acuerdo de préstamo de 12.000 millones de dólares en noviembre de 2016.
5.-Hubert Huertas, « Extraordinaire : l’austérité est une erreur mathématique ! », France culture, 9 de enero de 2013.
6.- « Ce doctorant qui a fait trembler les défenseurs de l’austérité », Le Soir, 22 de abril de 2013 ; Marie Charrel, « Le FMI admet qu’il n’existe pas de seuil critique de la dette publique », Le Monde, 18 de febrero de 2014
7.- Jonathan D. Ostry, Prakash Loungani, y Davide Furceri, “Neoliberalism: Oversold?”, FMI, junio de 2006.
8.- FMI, Greece: Ex Post Evaluation of Exceptional Access under the 2010 Stand-By Arrangement, IMF Country Report No. 13/156, Junio de 2013.
9.- Vitor Gaspar, Paolo Mauro, Catherine Pattillo y Raphael Espinoza, « L’investissement public au cœur de la reprise », https://www.imf.org/fr/News/Articles/2020/10/05/blog-public-investment-for-the-recovery , 5 de octubre de 2020 y FR24 News France, «Le FMI abandonne les préoccupations liées à la dette publique et appelle les gouvernements à investir»https://www.fr24news.com/fr/a/2020/10/le-fmi-abandonne-les-preoccupations-liees-a-la-dette-publique-et-appelle-les-gouvernements-a-investir.html, 5 de octubre de 2020
10.- La cuota de un país miembro determina su compromiso financiero máximo con el FMI, así como sus derechos de voto.
11.- Véase: https://www.imf.org/es/News/Articles/2015/09/14/01/49/pr10418
12.- FMI: « Aceptaciones de la propuesta de modificación de los artículos del Acuerdo sobre la Reforma del Consejo Ejecutivo y Consentimientos para el aumento de cuotas de 2010», abril de 2017.
13.- «El Banco Mundial introduce una reforma de los derechos de voto y obtiene un aumento de de 86.000 millones de USD», 25 de abril de 2010. https_www.bancomundial.org/?url=https%3A%2F%2Fwww.bancomundial
14.- Grupo Banco Mundial, “Doing Business 2014 – Understanding Regulations for Small and Medium-Size Enterprises”, 2013.
15.- «Fact sheet: G-8 action on Food Security and Nutrition». Comunicado de prensa, The White House, 18 de mayo de 2012, citado en The Oakland Institute, «Les Mythes de la Banque mondiale sur l’Agriculture et le Développement», 2014, p.5
16.- Grupo Banco Mundial, «Améliorer le climat des Affaires dans l’Agriculture, Rapport d’Etap», 2015, p. V.
17.- Rémi Vilain, «La nouvelle révolution verte en Afrique subsaharienne», CADTM, diciembre de 2015
18.- «Doing business: Declaración sobre irregularidades en los datos», 27 de agosto de 2020 https://www.bancomundial.org/es/news/statement/2020/08/27/doing-business-
19.- El Comité de Naciones Unidas para los derechos económicos, sociales y culturales recordó en una declaración oficial con fecha del 24 de junio de 2016 que el Banco Mundial, como toda organización internacional, debe imperativamente respetar la Declaración Universal de Derechos Humanos, los principios generales del derecho internacional y los Pactos de 1966 sobre los derechos humanos. Véase: E/C.12/2016/1 « Public debt, austerity measures and the International Covenant on Economic, Social and Cultural Rights ». Statement by the Committee on Economic, Social and Cultural Rights.
20.- Philip Alston, “Report of the Special Rapporteur on extreme poverty and human rights”, A/70/274, 4 de agosto de 2015.
21.- Xavier Counasse, «Enquête internationale: 3,4 millions de personnes expulsées par la Banque mondiale», Le Soir, 16 de abril de 2015.
22.- Financial Times, «World Bank ditches second round of pandemic bonds», 5 juillet2020, https://www.ft.com/content/949adc20-5303-494b-9cf1-4eb4c8b6aa6b (Atención: el acceso es pago)
23.- Esto es lo que podemos encontrar en la web del Banco Mundial: «Suscrita en julio de 2017, el seguro estaba constituido por dos categorías de archivos, cada uno compuesto de obligaciones y de swaps. La categoría A contenía 225 millones de dólares en obligaciones y 50 millones en swaps, y la categoría B contenía 95 millones de dólares en obligaciones y 55 millones de dólares en swaps. Las obligaciones fueron emitidas bajo el título de Mecanismo mundial de emisión de obligaciones del BIRD, y en el marco del programa de billetes con capital de riesgo creado en 2014, en parte para repercutir los riesgos de catástrofe sobre el mercado de capitales.» Fuente: https://www.banquemondiale.org/fr/topic/pandemics/brief/fact-sheet-pandemic-emergency-financing-facility
24.- Milan Rivié, «6 mois après les annonces officielles d’annulation de la dette des pays du Sud : Où en est-on ?», 17 de septiembre de 2020. Disponible en: https://www.cadtm.org/6-mois-apres-les-annonces-officielles-d-annulation-de-la-dette-des-pays-du-Sud
25.- Véase el libro de Éric Toussaint y Damien Millet, Los tsunamis de la deuda, Icaria Editorial, Barcelona, 2006. https://www.cadtm.org/Los-Tsunamis-de-la-Deuda

* Este texto es una versión actualizada y aumentada del artículo de Émilie Paumard « ¿El FMI y el Banco Mundial aprendieron de sus errores ? », publicado el 13 de octubre de 2017. Milan Rivié contribuyó en la actualización del texto y Éric Toussaint se encargo de investigaciones complementarias y de la redacción final. Gracias a Claude Quémar por su atenta relectura del texto.
Traducción: Griselda Piñero
Comité para la abolición de las deudas ilegítimas

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