El hedor de las mentiras

El hedor de las mentiras

Por Manuel Salguero. LQSomos.

“Ya el sol asomaba en el poniente…”
Comienzo de Marcha triunfal. De Les Luthiers.

Oía a uno de los comentaristas televisivos, analista de guerra, que han nacido como hongos, que las mentiras no son mentiras, si no propaganda de guerra, y se quedaba tan a gusto. Claro que analista de guerra lo es ya hasta Mariló Montero, la anti sindicalista, que en el programa Espejo Público intentan rescatar del pozo donde la ha llevado su incompetencia profesional.

Ya la razzia que se hizo en los años más duros de la crisis-estafa, se llevó por delante cadenas de televisión periódicos y periodistas, hasta más de 10.000 despedidos condenados al ostracismo. Y pobre de aquel que intente levantar la pluma.

Así en el 2016, cuando llegó la Comisión Internacional de Prensa a evaluar el nivel de la misma en España, la calificó un INSUFICIENTE. Yo no me llegué a enterar si fue por no hacer los deberes, por copiar, hacer chuletas, por información infidedigna, o por confundir el atún con el betún porque los dos vienen en lata. El caso es que cateó.

Pero lo que está ocurriendo ya pasa de castaño oscuro. Uno tras ver media hora de información sobre la guerra, termina dudando de que exista Ucrania, y no sea más que propaganda de guerra. Hasta he llegado a mirarlo en el mapa y todo, y sí, existe por ahora, según el mapa del instituto cartográfico del ejército.

Por lo pronto hay un periodista español detenido en Polonia, y han cerrado cadenas en Rusia. Y aprovechando la contienda, se ha extendido por el mundo una ley Mordaza peor que la que ideó Jorge Fernández “El montajes”. La verdad permanece en la cárcel como Assange.

El viernes 11 de marzo, por la noche en la Cuatro, un nuevo programa de debate, en un derroche de imaginación trataban de la guerra en Ucrania, una politóloga ucraniana residente en España, se preguntaba que había hecho la UE durante estos últimos 8 años de guerra en Ucrania. Los demás contertulios, politólogos como ella, comenzaron a atacarla con fake news de la guerra (propaganda de guerra), como el ataque a la maternidad, la cual previamente desalojada, había sido ocupada por una unidad nazi que la mantenía de cuartel. La presentadora pone un video de la salida de mujeres embarazadas de un edificio, que decía ser el mismo que el atacado. La politóloga ucraniana dice que ese video es de dos días después del ataque y que todo esto ya ha sido desmentido, habiendo en la red (internet), mucha información al respecto.

Su sorpresa era mayúscula al darse cuenta que los demás contertulios y la presentadora del programa, todos anti-Putin, basaban sus argumentos en noticias falsas, (propaganda de guerra). Ni siquiera se habían molestado en actualizar sus informaciones. La reacción de sus oponentes fue de sacar información ya fuera de esa guerra, ejemplos de otros casos bajo el mandato de Putín que lanzaban a la ucraniana como si ella hubiese sido la causante del conflicto armado en lid, encontrándose con la sorpresa que ella se mostraba de acuerdo en lo que decían, pero les recordaba que estaban hablando de la guerra de Ucrania, dejándolos a uno tras otro con un palmo de narices, al verse ellos mismos imbéciles del tema del que hablaban. Tras los anuncios se acabó el debate del tema y a otra cosa, mariposa.

Otra gran curiosidad es acusar a Putin de ser un capitalista del lujo y tener a favor a oligopolistas rusos, cuando vemos que en occidente es precisamente la máxima realización del ser. La máxima del capitalista, capitalizar dinero y poder, y es a estos a los que el gobierno ucraniano pide toda la ayuda, como si eso no significase que tome Ucrania, que lo invada la OTAN. Igual que la posición de Polonia, yo pongo aviones, pero que se los envíe EEUU, “pasa tu que a me da la risa”, uno de sus principales aliados.

No se entiende nada si uno no se mete en alguno de los bandos, y se hace creyente de las fake news que nos llega a los occidentales, que en Rusia les llegarán las de su parte. Vamos, un asquito.

Que yo sepa solo las revoluciones son capaces de desmoronar a los ejércitos, hasta a los más temibles ejércitos, y así lo recogen los libros y documentos de la Historia, en las revoluciones los soldados de negaban a disparar al pueblo y se unían a él, pero aquí no está en el interés una revolución, más bien un interés de otra índole. Por ahora, nos suben los precios a todos.

¡No a la guerra! ¡Libertad Assange!

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