El polvo de la condesa
Una de las enfermedades que hacía estragos entre los occidentales eran las fiebres palúdicas, y los indios tenían el secreto para curarla. Resulta que al rey Felipe IV de España, a la sazón conocido como el “Rey Planeta”, ocurriósele enviar como virrey del Perú al cuarto Conde de Chinchón, de nombre Luis Jerónimo Fernández de Cabrera y Bobadilla, que ocupó el virreinato durante los años 1629-1639. Con él viajó su segunda esposa, Francisca Enríquez de Rivera, la protagonista de nuestra historia.
Enterado el corregidor de Loja, Juan López de Cañizares, informó a los jesuitas y éstos llevaron la quina a Roma y, desde allí, se difundió por todo el mundo. El tónico fue conocido con el nombre de: “Polvos de la condesa” o la “Chinchona”, en recuerdo de la Condesa de Chinchón.
Hay otras versiones de esta historia que ponen como protagonista a Ana de Osorio, la primera esposa del conde, pero doña Ana nunca viajó al Nuevo Mundo y murió antes de que su marido fuera nombrado virrey. También se habló del corregidor como el primer europeo que probó la quina, o el médico del conde, Juan de Vega, o por obra y gracia de los propios jesuitas, que eran conocedores de la farmacopea monacal y estudiaron la indígena. Se apunta al jesuita Alonso Messia Venegas como el encargado de traer la quina a Europa en 1631, que de Roma pasó a Francia donde tuvo gran predicamento.
Fuere como fuere, sea esta versión en parte legendaria o en su totalidad, o sea historia real (no hay fuentes escritas para cerrar el asunto), hubo muchos que la dieron por cierta, empezando por el famoso botánico Carlos Linneo que dio el nombre en latín a la quina y la llamó: “Chinchona pubescens”, en honor a esta historia y a doña Paca, la “Chinchona”.
Yo no sé ustedes, pero estoy dudando entre beberme un chinchón o una quina Santa Catalina. De todos modos, a la salud de todos.