Entre la realidad y el mito: Robert Johnson

Entre la realidad y el mito: Robert Johnson

Por Mariano Muniesa. LQSomos.

El grueso del documental se basa en las entrevistas realizadas con personas que han estudiado la figura de Robert Johnson, en especial el músico, investigador académico y experto en Johnson Bruce Conforth, los nietos de Robert Johnson, Steven y Michael y músicos inspirados por él, entre los que por supuesto, no faltan nombres como los de Keith Richards de los Rolling Stones, Eric Clapton y John Hammond

Aunque falleció dos décadas antes de que el rock and roll conquistara el mundo, pocos, muy pocos músicos de blues lograron al cabo del tiempo una influencia tan decisiva y determinante como Robert Johnson. El primer y quizá más ilustre miembro del “Club de los 27” –aunque su pertenencia a este club simplemente se le presupone, pues no se sabe con exactitud su fecha de nacimiento- es el maestro reconocido de grupos y artistas de la categoría de Led Zeppelin, Eric Clapton, quien llego a decir de él que era el cantante de blues más importante que jamás haya existido The Rolling Stones o Bob Dylan, amén de ser la principal fuente de inspiración para muchos cultivadores del blues que vinieron después de él, en especial gigantes del blues eléctrico de Chicago como Muddy Waters y Elmore James. Y su leyenda sobre la famosa venta al diablo de su alma al diablo a cambio del éxito en el cruce de caminos de Clarksdale, la primera de las leyendas urbanas que han asociado al rock con el mundo de lo demoniaco.

Cuando se afronta la tarea de poner en pie un documental para ser programado en una plataforma televisiva de alguien cuya vida es todo un misterio y del que solamente se conservan y se conocen dos fotografías, hay que tener o muchos medios o mucha imaginación para llenar 50 minutos de contenido. ‘Devil At The Crossroads: A Robert Johnson Story’, dirigido por Brian Oakes, derrocha lo segundo, sabe aprovechar bien el material del que ha dispuesto y sabe construir un relato que se ve con agrado e interés y que desde aquí les recomiendo.

Comienza la cinta con un hombre tocando un blues con su guitarra, una recreación del propio Robert Johnson, por así decirlo, antes de dar paso a los testimonios que explican los motivos de su importancia en el mundo del blues y del rock. Hay tanto misterio detrás de él que podría ser fácil caer en un documental más propio de programas de misterio o ciencia ficción que de auténtica documentación musical, por ello este trabajo pretende revelar y desmitificar las leyendas para descubrir quién era realmente Robert Johnson.

El grueso del documental se basa en las entrevistas realizadas con personas que han estudiado la figura de Robert Johnson, en especial el músico, investigador académico y experto en Johnson Bruce Conforth, los nietos de Robert Johnson, Steven y Michael y músicos inspirados por él, entre los que por supuesto, no faltan nombres como los de Keith Richards de los Rolling Stones, Eric Clapton y John Hammond, quien recuerda la anécdota de cómo quería que Robert Johnson tocara en el Carnegie Hall como parte de un espectáculo que celebraba la historia y la evolución del jazz, pero cuando se quiso poner en contacto con él descubrió que había muerto. En lugar de una actuación en vivo, se puso un fonógrafo en el escenario y se reprodujo una grabación de su música, que la gente vitoreó y aplaudió como si el propio Johnson estuviera allí.

Como se sabe muy poco sobre el protagonista del proyecto, el documental dedica una parte importante de su guion a explorar el contexto social y cultural de la América en la que creció, lo cual es vital para comprender la esencia del blues y su impacto en el mundo de la música contemporánea. Uno de los temas que se toca ampliamente en es sentido, es el de la segregación racial y la desigualdad estructural de la sociedad americana en los estados del sur con la división social entre blancos y negros.

Muy interesantes las declaraciones sobre este particular de su nieto Steven, quien afirma que “como opción de futuro, no teníamos mucho para elegir en lo que respecta al trabajo. Era el campo o básicamente nada. Podías intentar ir la ciudad, pero para un negro los problemas en el norte no iban a ser muy distintos”.

También se explica de manera muy elocuente ese contexto por parte de los académicos: el terrible racismo del sur profundo, la difícil vida itinerante de un músico que toca lo que se consideraba la “música del diablo”, el mundo a menudo violento y ebrio del “juke-jour”, donde los bluesmen tocaban para bailar y las mujeres iban a pasar el rato con hombres que vivían en el límite de la delincuencia, y la red de creencias y prácticas en torno a la hechicería y la curandería tradicionales, el “hoodoo” al que se refería Robert Johnson en sus canciones.

No fue hace tanto tiempo que las personas negras enfrentaron la opresión, discriminación y limitaciones sobre lo que podían hacer y eso sigue teniendo claramente un efecto en la forma en que viven las personas negras hoy en Estados Unidos: los efectos de las líneas rojas, la segregación y las generaciones de pobreza. No es tan fácil romper el ciclo. Finalmente, descubrimos también que en lugar de ser enseñado por el diablo, Johnson aprendió a tocar la guitarra del bluesman Ike Zimmerman, un virtuoso que por desgracia, nunca llegó a dejar nada grabado.

En general, es un trabajo interesante, bien estructurado, que representa una excelente oportunidad para empezar a aprender sobre Robert Johnson y entender el impacto que tuvo en la música rock. Definitivamente vale la pena verlo.

Devil at the crossroads: a Robert Johnson story. Director: Brian Oakes.
Guion: Jeff Zimbalist y Michael Zimbalist. Duración: 48 minutos. País: EEUU.

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