España: crímenes de guerra en Iraq

En la segunda guerra de Irak han muerto al menos 100.000 civiles. Estados Unidos justificó la intervención, alegando la existencia de armas de destrucción masiva. Colin Powell, secretario de Estado, mintió en Naciones Unidas, presentando pruebas falsas. No logró el apoyo de la Asamblea, pero eso no detuvo una invasión donde se emplearon de forma sistemática la tortura, las prisiones secretas y los asesinatos extrajudiciales. Barack Obama, inverosímil Nobel de la Paz, no se apartó de esa estrategia y, de hecho, nunca ha ocultado su entusiasmo por los drones, aviones sin tripulación que matan selectivamente a presuntos yihadistas. Se trata de ejecuciones preventivas, donde los condenados a muerte no pueden defender su inocencia ni beneficiarse de las leyes internacionales. Obama supervisa personalmente estos ataques en Yemen, Somalia, Irak, Afganistán y Pakistán. Hasta el momento ha autorizado 268 ataques, cinco veces más que en los ocho años de George Bush. Se ha llegado a decir que los drones han reemplazado a Guantánamo. Por supuesto, en estos ataques hay víctimas colaterales. Cuando en diciembre de 2009 se abatió a Saleh Mohammed al-Anbouri, un número indeterminado de civiles yemeníes perdieron la vida. Fueron enterrados en fosas comunes ante la imposibilidad de identificar los restos, completamente calcinados y mutilados. El 21 de mayo de 2010 una oleada de misiles Hellfire arrasó una aldea montañosa del Waziristán septentrional, una región situada en la frontera entre Afganistán y Pakistán. The Guardian estima que sólo en Pakistán han muerto 3.000 personas, un tercio de las cuales eran civiles. El Pentágono dispone de 19.000 drones y la CIA posee su propia flota. Cada “pájaro metálico” cuesta 13 millones de dólares y son tripulados desde una base por un piloto con un joystick y una pantalla de ordenador. Se afirmó que la intervención en Irak se basaba en el derecho de injerencia, según el cual se puede invadir cualquier país para defender los derechos humanos. Evidentemente, es un argumento falso. En Oriente Medio, se lucha por el control y la explotación de los recursos naturales. En Irak, la verdadera motivación era el petróleo. En Siria, la disputa está provocada por las grandes reservas de gas. Ambos regímenes violaban los derechos humanos, pero eso no preocupaba a Estados Unidos. Si fuera así, tendría que invadir Arabia Saudita, donde siguen en vigencia la lapidación, la flagelación y la crucifixión.

“Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a por los judíos,
no pronuncié palabra,
porque yo no era judío,
Cuando finalmente vinieron a por mí
no había nadie más que pudiera protestar”.
guardé silencio,
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a por los judíos,
no pronuncié palabra,
porque yo no era judío,
Cuando finalmente vinieron a por mí
no había nadie más que pudiera protestar”.
Si no protestamos, algún día descubriremos que la tortura, la pobreza, el desamparo, la esclavitud laboral o los genocidios no son un problema ajeno, sino un horizonte que se puede convertir en una dolorosa experiencia personal. Nadie escuchará nuestros gritos cuando el poder político y financiero nos convierta en otra víctima anónima, cuyo único delito consistió en pedir justicia, libertad y dignidad.