Fantasmas de las sabanas blancas
Una criada hosca, de color moreno muy obscuro como el de los indios y mulatos, Hortensia, como esa planta exótica y su flor, “venida de las afueras”, como decía la abuela, que por los Ramos enviudaba y, después de Pascua, por los Reyes paría, tenía por costumbre, en Navidad, visitar la ermita de Hortigüela, porque allí se encontraba con un muchacho de Mecerreyes del que estabaprendada porque en un baile en el Hornelo, sitio señalado donde se reúnen los mozos y mozas del pueblo los días festivos para recrearse, y más en las fiestas patronales, le había dicho, echándole a la cara el humo del cigarro, “El humo se va a las bellas mozas”, dejando a los bobos de Hortigüela, Mecerreyes y alrededores con la boca abierta, y a ella, acalorada.
En el tal lugar de Hortigüela, y en los días de antes, golpes de viento y de agua habían batido en las paredes de las casas ,pero, en el día que está corriendo (hoy es miércoles. Hoy es trece), amanecido nevado, la hoyada, terreno bajo que no se descubre hasta estar encima de él, parecía un lago helado, pues la nieve de la noche anterior había dejado su bello manto blanco que la cubría. Los pinos nevados asustaban a los perros que querían acercarse a ellos a alzar la pata, cayéndoles la nieve, ¡claro¡, que les besaba, alejándose espantados, y riéndose de ellos los niños pues les parecían fantasmas de las sábanas blancas.
Después de visitar la ermita, y su rezo, fueron a una Hospedería para peregrinos y pobres. no importándole a ella el hospedaje que fuera, pues el mozo Jacinto había quedado en pagar él el alojamiento y la asistencia.
En la Hospedería tuvieron buen recibimiento. Se sentían como soberanos del palacio de Oña, en Burgos. En tal lugar, habían concertado casarse otro día.
Hablaron de su sucesión y generación. Jacinto quería hacerle un hijo, si se quedaba preñada, que llevase su apellido, y que le ayudase en su oficio de carpintero, y ella, deseaba una hija, que la casarían, y de ella tendrían un nieto, y que le llamarían Jacinto Hortensio. Con esto el mozo se convino, y le concedió el que fuese así norabuena, que al muchacho le enseñaría desde pequeño, y le ayudaría a él; a esto replicó la mujer, notándosele la hoyuela, hoyo que hay en la parte baja de la garganta entre las clavículas: -No, no, que caerá en el paro y no nos sacará de pobres, cual animal de leche perdido y abandonado.