Felipe VI homenajea a los “Novios de la muerte”
Tomás F. Ruiz. LQS. Septiembre 2020
Veo en el “Nodo” de tve que su Majestad Felipe VI homenajea, el domingo 20 de septiembre, el centenario cumpleaños de la Legión Española. Repaso la historia reciente de nuestro país y leo que durante el golpe de Estado que aplastó la II república española, la Legión fue un cuerpo militar cuya intervención resultó decisiva en la derrota de la democracia y en el exterminio de más de medio millón de españoles que lucharon y dejaron sus vidas para defenderla.
Hoy en día, tal y como hemos podido ver tras su presuntuoso desfile por la Castellana de Madrid, los mandos superiores de la Legión siguen sintiéndose orgullosos de aquella carnicería que protagonizaron sus muchachos en la guerra civil. Un tal Juan Reyes define así el determinante papel de la Legión en el bando nacional: “Fue la Legión quien inició aquella rebelión militar. Tuvo un papel estelar, una función determinante en el Alzamiento del 18 de Julio de 1936. Puede decirse, con rigor histórico, que fue la Legión quien inició aquella rebelión militar que desembocaría en la guerra civil”.
Durante los tres años que las tropas rebeldes tardaron en aplastar la democracia en España, la Legión fue conocida por las extremas atrocidades que sus soldados cometían en los asaltos a pueblos leales a la república. Como parte de sus infrahumanas costumbres, los legionarios disfrutaban cortando orejas a sus víctimas y llevándoselas como trofeo. Millán Astray animaba a sus “muchachos”, haciendose parte del discurso del sanguinario Queipo de Llano, para que violasen a las mujeres rojas que tuvieran la mala suerte de caer en sus manos: “Nuestros valientes legionarios y regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombres de verdad… Y de paso también a sus mujeres. Esto está totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres y no milicianos maricones”. Este comportamiento, diabólico e infrahumano viniendo de quienes se atribuían ser legionarios del Señor, estaba aceptado como habitual por Franco, convenientemente justificado por la Iglesia católica y bendecido por los mismos obispos que permitían al dictador desfilar bajo palio.
Hoy el rey de España ha elogiado la cobarde y despreciable labor de estos novios de la muerte que arrasaban, torturaban, quemaban vivos y asesinaban a los habitantes de los pueblos que tomaban. Hoy, en las calles de la España, se ha oído de nuevo el grito de guerra de los legionarios: ¡Viva la muerte!…
Después de este homenaje a un cuerpo militar sanguinario, a una banda de desalmados que no tiene nada que envidiar a la Gestapo alemana después de cómo se comportaron durante la guerra civil, que a nadie le quepa duda de que la democracia española, así como el indigno monarca que la representa, gozan de una excelente y prometedora salud. Relicturo Satis.
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