Fermin Muguruza “Entiendo el desánimo, pero el momento revolucionario del 1-O ya no os lo quita nadie”

Fermin Muguruza “Entiendo el desánimo, pero el momento revolucionario del 1-O ya no os lo quita nadie”

Por Guillem Vidal (Punt Avui)

El músico vasco celebra cuarenta años de trayectoria con un concierto en el Palau Sant Jordi el próximo 24 de enero. “Kortatu sólo duró cinco años, pero en aquellos cinco años… ¡no dormimos!”, recuerda el músico, que ahora tiene 61

Nos encontramos con Fermin Muguruza (Irún, 1963) en la Lleialtat Santsenca, adonde llega acompañado de Joni D, el hombre que organizó el primer concierto de Kortatu en 1985 en Barcelona y que, ahora, cuarenta años más tarde, va de cabeza con la planificación, también, del concierto con el que el músico vasco celebrará 40 años de carrera el próximo 24 de enero en el Palau Sant Jordi. Muguruza, como viene haciendo desde que, en 2017, hizo una residencia artística de tres meses en la Fàbrica de Creació Fabra i Coats del barrio de Sant Andreu de Barcelona, nos atiende en un catalán casi perfecto, recordándonos lo ejemplificador que fue para él y para su hermano Iñigo (1964-2019), músico también de Kortatu, comprobar cómo, en sus primeras visitas a Barcelona, y en un momento en el que en Euskal Herria se abordaba con urgencia la recuperación del euskara, sus amigos anarquistas de la ciudad “hablaban todos en catalán”.

¿Recuerda su primera visita a Catalunya?

Sí, fue en el marco de un viaje de estudios. Recuerdo que me impactó mucho, por ejemplo, encontrarme un cine en el que daban sesiones matinales; fue una gran sorpresa. La segunda vez ya fue para tocar con Kortatu, en 1985. Joni organizó un concierto en la Zeleste, cuando aún estaba en el Gòtic, y fue increíble. Llegamos en tren con un grupo que se llamaba Tortura Sistemátika. Fue un viaje chulo… Nosotros tocamos con IV Reich, que venían de Zaragoza y Tortura Sistemátika lo hizo con GRB. En aquellos días, de hecho, conocimos a prácticamente toda la escena catalana del punk y el hardcore. Después, mucha gente ha dicho que estuvo en aquel concierto, pero en realidad no debimos de ser más de cien personas. Sea como fuere, fue importante porque marcó nuestra entrada en Barcelona. Después, en Catalunya, ya dimos conciertos mucho más grandes, como el Euskal Rock [en noviembre de 1985 en el Palau d’Esports con La Polla Records o Cicatriz] o el Nicaragua Rock [mayo de 1986 también en el Palau d’Esports con los mismos grupos además de otros como L’Odi Social], gracias a los cuales Kortatu se convirtió en una banda muy popular en Catalunya.

Joni ya estaba ahí, en 1985…

Joni D

Joni D, [al que invitamos a entrar en la conversación] Sí, aquel primer concierto lo organizamos Stigmata, que era una locutora de Ràdio Pica, y yo, que, de hecho, era bastante niñato, tenía dieciséis años. También hay que decir que aquel concierto acabó en una batalla campal. Los colegas de los IV Reich, que habían venido de Zaragoza, robaron una chaqueta en medio del concierto a un tío de Barcelona… y ya la tuvimos liada. Recuerdo bien haber ido, después, a un bar con los dos hermanos Muguruza. Tenía uno a cada lado y me decían: “Johnny Weissmüller… ¿qué pasa, Johnny Weissmüller?” Ya sabes, el típico humor Muguruza… [Fermin Muguruza] Sí, éramos un poco cabroncetes [ríe]… Vimos a aquel chico tan joven, que se llamaba Joni y recurrimos a toda nuestra cultura cinematográfica de Tarzán. Siempre nos habían impactado mucho las historias de los psiquiátricos. En el primer disco de Kortatu, de hecho, ya incluimos una canción que se llamaba “Don Vito y la revuelta en el frenopático”. Pero enterarnos, por aquel entonces, de aquella historia que contaba que Johnny Weissmüller había acabado completamente loco en un psiquiátrico dando el mítico grito de Tarzán… fue impactante.

¿Cómo se había inoculado, años antes, el virus del “punk” en casa de los Muguruza?

Habíamos visto “Quadrophenia” y éramos fans de The Who, pero escuchar a los Sex Pistols fue un choque brutal. Recuerdo ir a ver en un cine de Irun, en 1980, la película “The Great Rock ‘n’ Roll Swindle”, que por aquel entonces tuvo una gran exhibición, y fue increíble. Coincidió en un momento en el que, en Euskal Herria, empezaban a hacerse fanzines, tres muy importantes en Gipuzkoa: uno de hardcore que se hacía en Zarautz, otro en Donostia que se llamaba “¡¡¡Destruye!!!” y un tercero en Orereta, donde empezó a haber un núcleo punk bastante importante. Alrededor de todo aquello empezaron a circular cintas de cassette, y cuando oí una de The Clash, con aquella versión en clave reggae-punk de “Police & Thieves”, se me abrió un mundo nuevo. Comenzamos a escuchar a Bob Marley y a Peter Tosh, gracias en buena parte a una tienda de discos de Baiona; en 1979, en diciembre, pocos meses después del triunfo de la revolución sandinista, había aparecido el “London Calling”… Hacía cuatro años de la muerte de Franco, la Transición había sido violenta y con muchos muertos… Queríamos destrozarlo todo.

Coincidió con el despertar de una conciencia política, entonces

La conciencia política ya estaba ahí desde el principio, diría. En 1976, cuando yo tenía 13 años, la policía había asesinado en las fiestas de Hondarribia a un joven de Irun de 21 simplemente por llevar una ikurriña, lo que me impactó muchísimo. En Irun habían ocupado militarmente la ciudad y empecé a tener pesadillas con la policía pegando a todo el mundo. Fue cuando tuve claro que había que hacer una militancia política contra el fascismo, ya que el fascismo aún no había muerto. Y entendimos, por otro lado, que teníamos que expresarnos con la música que estábamos descubriendo en aquellos momentos. La anterior estaba muy bien, merecía todo el respeto. En cada concierto de un cantautor en el que aparecía una ikurriña se producían cargas. Habían estado censurados y perseguidos, pero nosotros necesitábamos otro vehículo. Siempre me gusta contar la siguiente cronología de 1981: el 23-F vivimos un intento de golpe de Estado con tanques en la calle. Poco después, el 20 de abril, cumplí 18 años, aunque por aquel entonces había un movimiento muy fuerte que pedía que la mayoría de edad fuera a los 16. Y el 2 de mayo, finalmente, vinieron The Clash a presentar “Sandinista” en el Velódromo de Anoeta. Fueron meses reveladores.

¿Qué le ha llevado a querer celebrar, ahora, cuarenta años de carrera en espacios como el Sant Jordi?

Ya hace cinco años pensé que estaría bien hacer una gira con mi repertorio de toda la vida. En ningún caso dedicada solamente a un capítulo concreto, aunque haya mucha gente que quiera ver este componente nostálgico, sino a todas las etapas. Pero llegó la muerte de mi hermano y me olvidé totalmente de la idea, ya que quede destrozado. Después tuvimos la pandemia… Al final, sin embargo, me reencontré con la idea que me había estado rondando por la cabeza. Hace 40 años que le damos guerra al Estado, al status quo y había que montar algo…

Caso curioso, el de Kortatu: influencia enorme, pero el grupo no llegó ni a los cinco años de vida

Si, ¡pero fueron unos años intensísimos! ¡Como diez años de ahora! A veces se lo digo a mi hijo y a mi hija, que tienen 29 y 26: “Yo, con 25 años, decidí dejar Kortatu…” Dimos casi 300 conciertos, tres discos de estudio, uno directo, muchas colaboraciones… Duramos solo cinco años, pero en aquellos cinco años… ¡no dormimos! Tengo, de hecho, el recuerdo de no dormir. Carlos Ascensores, un amigo al que llamábamos así porque trabajaba en cosas de ascensores, decía: “¡La recuperación del cuerpo humano es sorprendente!” Es una frase que aún utilizo ahora, aunque las recuperaciones, naturalmente, son cada vez más lentas…

Los jugadores del Athletic, cuando ganaron la Copa el pasado abril, lo celebraron cantando “Sarri, Sarri”, uno de los temas más emblemáticos de Kortatu, en el centro de Bilbo

Fue cosa de Asier Villalibre, un jugador que entonces jugaba en el Athletic (ahora está en el Alavés) y que tiene una electrocharanga. Me llenó de orgullo, claro, que tocasen varios temas de Kortatu, no sólo “Sarri, Sarri”, pero sobre todo, que celebraran un título así, con la afición en las calles, cosa que te hace pensar que, en Euskal Herria, todo esto del fútbol es al menos un poco diferente.

Les cayeron críticas y multas de la Ertzaintza, que les aplicó la ley mordaza

Sí y pocos días antes pasó lo del mural [el equipo directivo del Institut d’Educació Secundaria Joan Fuster de Bellreguard, en el País Valencià, fue investigado por un supuesto delito de enaltecimiento del terrorismo por la colocación de un mural dedicado al músico, aunque el caso fue finalmente archivado]. Aquella querella me pareció muy grave…

Dar conciertos, ahora, en espacios tan grandes, también en Madrid, ¿es una victoria contra quienes llevan décadas intentando silenciarlo?

Sí, son cuarenta años, también, de persecución, represión, censura… Y no sólo en el Estado español, ya que una vez hice una visita al Subcomandante Marcos y fui expulsado de México. O de Uruguay, Israel… Lo fuerte, sin embargo, es que no podía tocar en Madrid y ahora lo haré en el corazón de la bestia, ante 10.000 personas en el Wizink Center. Poder hacerlo ya es una victoria política.

Sin embargo, Pablo Hasél sigue en prisión

Tenemos un gobierno progresista y sí, Pablo Hasél está en prisión. Lo último que sé de él es que había desarrollado la enfermedad de Crohn, lo que tiene mucho que ver con su estado de ánimo. En cada festival, en cada concierto, habría que recordar que en el Estado español hay un cantante en prisión por el hecho de cantar. Y cantar, además, verdades como puños, que poco a poco van saliendo. De hecho incluso sus canciones ya han quedado un poco light, desfasadas, porque ahora ya no sólo se dice que el rey es un ladrón sino que también se destaca su implicación en el golpe de Estado.

El 1 de octubre de 2017 lo vivió en Catalunya. ¿Cómo lo recuerda?

Recuerdo, de entrada, un presidente del gobierno español diciendo, en los días previos, que no votaríais e intentándolo todo para que no lo hicierais. Así que, cuando vi a la gente saliendo de los colegios electorales gritando: “¡Hemos votado!” Comprendí que aquello, lisa y llanamente, había sido una revolución, un hecho histórico. Después han pasado muchas cosas, entiendo el desánimo, estos días me he encontrado en Catalunya gente bastante desmoralizada, pero ese momento revolucionario del 1-O ya no os lo quita nadie. Las experiencias que vive un pueblo no pueden ser de ninguna manera experiencias perdidas, sino que permanecen para siempre en su memoria, en su corazón.

Perfil. Música y activismo

Dos conciertos, el pasado mes de diciembre en el Bilbao Arena, marcaron el inicio, junto a otro que había dado unos días antes en Biarritz, de la primera gira internacional en más de una década de Fermin Muguruza, que hasta el verano de 2025 visitará ciudades como Donostia, Londres, Berlín, Buenos Aires, Roma y Tokio. En Barcelona, en el marco de uno de los conciertos más multitudinarios del tour, Muguruza efectuará en el Sant Jordi un recorrido vital por sus cuarenta años de trayectoria, poniendo énfasis en sus años -pocos, pero influyentes- con Kortatu (1984-1988), grupo formado con su hermano Iñigo y con canciones que son himnos generacionales inspiradas en luchas contra el ejército, el capitalismo o la del pueblo vasco contra el Estado español, o con Negu Gorriak (1990-1996), un grupo en sintonía con el rock fusión de otras bandas de la época y con su hermano Iñigo también a bordo. Fermin Muguruza (Irun, 20 de abril de 1963) es también hermano del músico y escritor Jabier Muguruza y, desde su posición de izquierdas, abertzale e internacionalista, ha simpatizado con diversas organizaciones sociales y políticas vascas. Más allá de la música, ha dedicado buena parte de sus esfuerzos, los últimos veinte años, a la creación de documentales y películas de animación, como las dos partes de “Black is Beltza”.

Nota original: “Entenc el desànim, però el moment revolucionari de l’1-O ja no us el treu ningú”
– Traducido para LoQueSomos por Leticia Palacios.

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