Guerra contra el ‘fachadismo’ en Madrid
El miércoles pasado, en el salón de actos de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, el gremio de los arquitectos entregó la medalla de Oro al maestro Javier Carvajal, que no pudo asistir por encontrarse ya muy mayor. Los discursos, además de ensalzar su obra, hablaban de una profesión golpeada por la crisis y se lamentaban de que en estos tiempos difíciles se prime la rentabilidad por encima de la arquitectura. Luego en los corrillos, copa en mano, algunos profesionales hablaban del tema que más les preocupa ahora: la operación de Canalejas, que pretende construir un hotel de lujo en unos edificios protegidos hasta hace poco. “Es una aberración”, “un pelotazo”, “no hay nada que hacer, es una batalla perdida”, decían algunos arquitectos.
Hablamos de principios arquitectónicos y dinero. Y de cómo en tiempos difíciles no parece haber mucha voluntad por meter los dos conceptos en la misma frase.
La historia es la siguiente y afecta fundamentalmente a dos edificios: la sede del Banco Central Hispano (Canalejas, 1) y el edificio La Equitativa (Alcalá 14), dos de los más emblemáticos del centro de Madrid, ambos propiedad del Banco Santander. El primero fue declarado en 1999 Bien de Interés Cultural (BIC), la máxima protección que puede otorgarse a un inmueble. El segundo estaba en trámites de conseguir el mismo título, lo que en la práctica ya le otorgaba esa protección.
Pero había planes para la zona. El Banco Santander había llegado a un acuerdo con el Grupo Villar Mir para venderle por 215 millones de euros esos dos edificios y otros cinco. El plan de Juan Miguel Villar Mir, empresario que aparece relacionado en los papeles de Luis Bárcenas con tres ingresos al PP, es construir allí un complejo hotelero y comercial de lujo de casi 50.000 metros cuadrados. La compra se realiza el 20 de diciembre pasado. Dos días más tarde, la Comunidad incoa un expediente para conservar solamente las fachadas y la primera crujía de los edificios. Quedará así solo el cascarón y se permitirá el vaciado del edificio permitiendo construir en su interior.
Las famosas vidrieras de La Equitativa, sus escaleras y mármoles de distintas tonalidades con cerrajería y complementos de latón y bronce y muchos más elementos hasta ahora protegidos, diseñados por grandes arquitectos, serán sustituidos para la construcción del hotel.
El proyecto aún está en fase de alegaciones. Asociaciones como Madrid, Ciudadanía y Patrimonio, instituciones como la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y algunos arquitectos a título personal han arremetido contra el proyecto. “No es porque seamos unos antiguos, sino porque el patrimonio es importante, es la imagen de la ciudad y no se puede alterar alegremente”, señala José Miguel Gastón de Iriarte, uno de los arquitectos que ha presentado alegaciones.
También Bellas Artes ha enviado cartas a la Comunidad de Madrid manifestando su oposición. “El pleno de esta Real Academia, por unanimidad, ha acordado seguir manteniendo el criterio contrario al fachadismo, es decir, al vaciado de edificios antiguos para mantener solamente fachadas como si fueran decoraciones teatrales en el teatro de la ciudad”, dicen los académicos en una carta dirigida a la Dirección General de Patrimonio Histórico.
Hay más datos que permiten ver hasta qué punto la decisión de desproteger el interior de los edificios de Canalejas ha cambiado de la noche a la mañana. En 2007, el grupo inversor R&P Palace estaba interesado en realizar un proyecto similar al de Villar Mir. El Ayuntamiento aceptó, pero como se trataba de edificios protegidos encargó al arquitecto Rafael de la Hoz un Plan Especial para Canalejas. Se trata de un trabajo inmenso que establecía al detalle la protección del inmueble. Las exigencias a la promotora fueron entonces muy altas. Cuando estalló la crisis, la promotora no pudo finalmente llevar a cabo el proyecto. En cualquier caso, ese plan especial que definía al detalle lo que debía protegerse parece haberse metido en un cajón.
Comunidad y Ayuntamiento han esgrimido que algunas partes del interior de los edificios están muy deterioradas. Ese es uno de los argumentos que sirve para quitar a un inmueble la protección de Bien de Interés Cultural. Sin embargo, las administraciones no han precisado qué es lo que se ha deteriorado. No había daños reseñables en 2007, cuando se redactó el Plan Especial de Canalejas. Los expertos aseguran que si ha habido nuevos daños desde entonces, corresponde al propietario, en este caso el Banco Santander, explicar qué ha ocurrido y por qué no se ha protegido.
Todas estas cuestiones han acabado por crear un malestar cada vez más creciente en el gremio de los arquitectos. A muchos les sorprende que el Colegio de Arquitectos haya apoyado la medida. En las fotos de la presentación del proyecto, el 6 de marzo, el decano del Colegio, José Antonio Granero, aparecía junto con Villar Mir, Ignacio González y Ana Botella. “Puede haber diferencias de criterio, pero no me consta que exista malestar en el colegio. Como decano asistí a la presentación de una actuación en un espacio muy importante de Madrid”, dice Granero. “El colegio apoyará cualquier inversión que suponga la revitalización del centro si se respeta la legalidad. Estaremos vigilantes en defensa de lo mejor para Madrid”, afirma el decano.
El vocal del Colegio en el Consejo de Patrimonio Regional votó a favor de dejar el BIC solo para las fachadas. Una de las personas que votó en contra fue Amparo Berlinches. La vocal, arquitecta y especialista en la protección del patrimonio fue propuesta por UPyD, aunque no pertenece al partido. “Un edificio lo es en su integridad, fachadas y contenido son indisociables; al igual que un cuadro no es su marco, ni una persona su rostro”, asegura Berlinches. “¿Cuántos propietarios de edificios protegidos solicitarán que se considere solo el interés de sus fachadas , y despojados de su ‘carga patrimonial’ obtengan en su interior un solar?”
La exdecana del Colegio Paloma Sobrini también critica que se ponga el dinero por encima de los principios arquitectónicos. “El Colegio de Arquitectos tiene entre sus fines la defensa del patrimonio y hay que defenderlo sin ambigüedades. No podemos estar siempre a merced de los vaivenes económicos”, señala.
La Comunidad de Madrid ha defendido el proyecto con el argumento de que creará puestos de trabajo. Se habla de unos 5.000 empleos durante la construcción y explotación de los nuevos edificios. Ese es el argumento que se utiliza también para cambiar la ley de Patrimonio Histórico. El anteproyecto pretende eliminar trabas para que la protección de los inmuebles sea compatible con posibles proyectos económicos.
De estas y otras cosas se hablaba en el acto de la Real Academia de Bellas Artes en el que se entregaba la medalla a Javier Carvajal. Algunos arquitectos daban su nombre para este artículo. Otros profesionales preferían no aparecer. “No me metas en un lío”, comentaba uno. La profesión ha sido castigada por la crisis. Muchos tienen miedo de perder proyectos si hablan contra las decisiones de los políticos y constructoras.
La exdecana Paloma Sobrini recordó a este periódico las palabras de Víctor Hugo. “Decía que la arquitectura es el gran libro de la historia. Pues que no se quemen esas páginas”. La historia del proyecto de Canalejas no ha hecho más que empezar y todavía hay quienes están dispuestos a presentar batalla. Lo que pase en Canalejas determinará en parte el modelo de ciudad que se quiere para Madrid. Veremos si gana Victor Hugo o el dinero.
Historia de un edificio
Entre 1867 y 1885s e transformó la zona cercana a la Puerta del Sol. Se ensanchó la calle de Sevilla y se creó la plaza de Canalejas. El solar más atractivo de la zona era la esquina afilada que quedaba entre las calles Alcalá y Sevilla. La compañía aseguradora estadounidense La Equitativa planeó construir allí su delegación. Para ello organizó un concurso. El ganador fue el arquitecto barcelonés José Grases Riera. Lo que se acabó construyendo es un ejemplo de eclecticismo que presagiaba ya, por el uso de nuevos materiales, el modernismo.
En 1920 el Banco Español de Crédito (Banesto) adquirió el inmueble y montó allí su sede. Se hicieron varias reformas hasta que en 1994 el Banco Santander se hizo con Banesto. En 2004, el Santander se llevó los servicios bancarios de Banesto a Boadilla y el edificio quedó vacío.
El 20 de diciembre de 2012, el Santander vendió a Villar Mir siete edificios de la zona de Canalejas por 215 millones. La idea del empresario es construir en octubre un complejo hotelero y comercial que estaría listo en octubre de 2016.
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