Irán: no hay marcha atrás

Irán: no hay marcha atrás

Por Hamid Hosseini (حميد حسيني)*

El movimiento consagrado con el nombre de Mahsa ya tiene un año; movimiento que con la consigna Mujer, Vida, Libertad ha permitido al pueblo iraní dar un gran paso hacia el objetivo principal que es el de cambiar el régimen político en Irán y sustituirlo con un Estado laico y democrático

¿Por qué la necesidad de cambiar el régimen?

La respuesta más sencilla está en las letras de la canción popular Baraye, escrita por Shervin Hayipur, quien usando los eslóganes de la juventud durante las protestas ha creado lo que se convirtió en un himno de la lucha Mujer, Vida, Libertad. Esta canción, aunque está escrita en persa, atravesó las fronteras del país y llegó a millones de corazones a lo largo y ancho del mundo, hasta tal punto que ganó el premio Grammy 2023. Algunas de las razones que explican la necesidad de cambio, contadas por esta canción son: “simplemente por el anhelo a vivir una vida normal, por no tener miedo a la hora de dar un beso, por poder cantar al aire libre, por poder soltar tus cabellos a la brisa, por tener una sonrisa sin tener miedo, por tener alegría, por poder bailar, por poder pensar y hablar libremente”.

Y por conseguir tales propósitos tan elementales, durante solamente un año, tuvieron que caer en su sangre más de 700 jóvenes entre ellos 70 niños. Estoy hablando de Sarina Esmailzadeh, de Nika Shakarami y de Kian Pirfalak, todos menores. Estoy hablando también de otros 7 jóvenes que han sido brutalmente ahorcados en la calle, ya que habían sido detenidos en las manifestaciones que, por cierto, eran totalmente pacíficas. A estos, y muchos más nombres de las mujeres y los hombres que cayeron en el transcurso del año pasado, habría que añadir los otros miles que perdieron su vida luchando por la libertad y contra el régimen criminal de la República Islámica desde el día de su instalación.

También hay que mencionar los nombres de valientes mujeres, tales como Sepideh Golian, Nargues Mohammadi, y Zeinab Yalalian, entre otras muchas, que están retenidas en celdas individuales en las cárceles de la República Islámica de Irán por oponerse al Régimen y por ser mujeres que, aun estando en detención, siguen resistiendo toda tortura y luchando sin cesar incluso desde dentro de la cárcel.

Con el acercamiento del 1° aniversario del movimiento Mahsa, el régimen tomó muchas precauciones para evitar cualquier acción de protesta dentro del país. Desde hace tiempo cientos de estudiantes y profesores de las universidades han sido expulsados o detenidos. En el transcurso del año pasado se han organizados 4.518 concentraciones de protestas en todo el país. De estas concentraciones, 672 han ocurrido en las universidades. Estas acciones han sido organizadas en 61 ciudades y en 215 universidades. La mayor cantidad de protestas universitarias se ha organizado en la Universidad de Teherán. Es tan amplia la extensión de estas protestas que en algunas ciudades el régimen ha creado muros entorno a las emisoras de radio y televisión para evitar posibles riesgos de que estos centros caigan en las manos de los protestantes.

Asimismo, el régimen ha detenido muchos familiares de las víctimas mortales en las manifestaciones para evitar que ellos organicen actos de conmemoración de sus seres caídos. Además, muchos caminos que conducen hacia los cementerios donde están enterradas las víctimas de las protestas están bloqueados por las fuerzas de seguridad del Estado.

“Abajo con el Régimen”

Hace 44 años que una teocracia brutal, con el nombre de la República Islámica llegó al poder con el compromiso de hacer una vida mejor para los ciudadanos iraníes tanto en este mundo terrenal como en el otro “mundo celestial” —palabras literales del Ayatola Jomeini, entonces líder de la revolución.

Hoy, la República Islámica ha perdido toda la legitimidad que había heredado desde la revolución. La población ya ha llegado a la conclusión de que la continuidad del régimen islámico es contraria a la subsistencia del país. El pueblo iraní ya sabe que vivir en paz, con seguridad económica y con libertades políticas, y vivir una vida sin discriminaciones, no puede realizarse con la República Islámica en el poder.

La protesta llega al arte digital en Irán

“¡No queremos la República Islámica!”, “¡Muerte a Jamenei!”, y “¡Abajo con el Régimen!” fueron las consignas que gritaban durante el año pasado los manifestantes en las calles de Irán y por las noches en los tejados en muchas ciudades.

En un comunicado con motivo del aniversario de las protestas, el 13 de septiembre de 2023, Amnistía Internacional pidió procesar judicialmente a las autoridades de la República islámica. Una parte del informe de esta ONG sobre la situación de los Derechos Humanos en Irán dice lo siguiente.

— La ejecución arbitraria de siete ciudadanos que protestaban, el arresto arbitrario de decenas de miles de ciudadanos, la tortura generalizada, incluida la violación de detenidos, y el acoso generalizado a las familias de los peticionarios se encuentran entre los ejemplos mencionados de represión de la República Islámica.

— Las autoridades de la República Islámica impidieron cualquier investigación completa, independiente e imparcial sobre la violación de los derechos humanos durante y después de las protestas, y ante las autoridades elogiaron a las fuerzas de seguridad y policiales que participaron en la represión de los ciudadanos.

El representante adjunto de Amnistía Internacional para Oriente Medio y Norte de África dijo: “Las autoridades de la República Islámica han tratado a los valientes manifestantes de Irán con una crueldad indescriptible durante el año pasado, y ni siquiera un solo funcionario responsable ha sido investigado, y mucho menos procesado y castigado”.

Más de un siglo de lucha y represión

El pueblo iraní lleva más de cien años luchando por conseguir libertad y democracia. En 1906 en una revolución que los iraníes llamaron Revolución Constitucional, uno de los objetivos principales era superar las dificultades de crear un Estado en el que los poderes legislativo, ejecutivo y Judicial estuvieran separados. La Revolución Constitucional tenía el objetivo de poner fin a una era en la que toda la riqueza del país obtenida por los impuestos se acumulara en las manos de un rey que la gastaba a su antojo.

Está revolución se quedó abortada a medio camino. Reza Pahlavi, fundador de la dinastía Pahlavi en 1925, puso fin a este proceso mediante un golpe de Estado, y una vez más eliminó las instituciones democráticas. Esta práctica de reprimir cualquier proceso democrático y fortalecer los pilares de una dictadura feroz fue después seguida con más rigor por su hijo Mohammad Reza Pahlavi, esta vez con estrecha dependencia a los poderes imperialistas, con los EE. UU. a la cabeza.

La revolución del año 1979 fue la consecuencia del levantamiento popular contra la tiranía instalada por la Monarquía de Mohammad Reza Pahlavi, el segundo y ultimo rey de la dinastía Pahlavi. Libertad e independencia fueron los cantos mas escuchados en las manifestaciones del pueblo en las calles de las ciudades de Irán. Sin embargo, desde el mismo año 1979, cuando se creó la República Islámica, Jomeini obstaculizó este deseo de la nación con la creación de un Estado teocrático y la imposición de la ley del Sharía como base de la Constitución del país. Así, una vez más el poder absoluto y los recursos económicos del país se acumularon en las manos de una sola persona, el llamado “líder supremo”; y de este modo, de nuevo, el deseo del pueblo iraní para establecer un Estado democrático fue quebrantado.

Devastación, riqueza, corrupción y miseria

Hoy, 44 años después de esa revolución, la República Islámica se encuentra en una situación de crisis de vida o muerte. Gobierna en un país devastado que goza de enormes recursos naturales pero donde la población vive, paradójicamente, en situaciones penosas. Por ejemplo, en la provincia de Sistán y Beluchistán, así como en la de Juzestán, la población no tiene agua potable. En Kurdistán, la pobreza se manifiesta a través del rostro de los portadores que llevan mercancías en sus hombros hacia la frontera con Iraq. El año pasado decenas de estos portadores murieron por disparos de las guardias fronterizas.

El movimiento revolucionario Mujer, Vida, Libertad es un hito en la lucha de la población iraní por la recuperación de su dignidad, secuestrada por la teocracia Chií dominante desde hace 4 décadas. Este movimiento marca una ruptura total entre el régimen y los ciudadanos. Este movimiento, que empezó el día 16 de septiembre del año pasado, coincidiendo con el asesinato de Mahsa Amini mientras estaba bajo custodia de la policía moral, es el reflejo material de la contradicción que separa la teocracia islámica gobernante, de un pueblo enfurecido y ahogado en la pobreza en todos los rincones del país. Un país gobernado en base a la discriminación en todos los aspectos de la vida ciudadana; discriminación social, religiosa, política, étnica y de género. Un país, al mismo tiempo, envuelto en unas redes mafiosas y corruptas, donde el hilo conductor llega a la cúpula de la casta clerical encabezada por Ali Jamenei. El brazo armado necesario para mantener el régimen en poder son los Guardianes de la Revolución.

Ha empezado el proceso del cambio de régimen

A lo largo de sus 44 años de existencia, y con todos los medios y recursos del país a su alcance, la República Islámica no ha podido facilitar a los ciudadanos una seguridad económica, ni jurídica. Este régimen no ha podido crear una paz social, ni una seguridad política. Muy al contrario, lo que ha creado el régimen es un estado de terror y represión para todos los ciudadanos, exceptuando a una minoría cercana al núcleo duro del poder. Incluso el medio ambiente ha sufrido en todo territorio nacional las consecuencias de la gestión corrupta de las autoridades del régimen.

El trasfondo del movimiento revolucionario Mujer, Vida, Libertad se puede definir en la pobreza generalizada y una innumerable serie de problemas macroeconómicos, sociales, políticos, medio ambientales y culturales. Con la llegada del movimiento Mahsa ha empezado el proceso de cambio del régimen. En estos momentos, la caída del régimen ha pasado de ser de un deseo a una convicción social. La incapacidad del régimen de resolver los problemas de los ciudadanos está en los discursos diarios de la población. El pensamiento generalizado en el país es que el líder supremo (Jamenei) y su séquito son enemigos de todas las nacionalidades que forman Irán. Es ampliamente sabido por la población que la casta clerical que gobierna en Irán carece completamente de ética política y está sumergida en su totalidad en una corrupción general, protegiendo únicamente sus intereses propios. Ya es la convicción popular que la revolución del año 1979 murió el mismo día que nació, y desde entonces se está gestando una nueva revolución que triunfará tarde o temprano.

Asimismo, es la convicción general que una parte de la culpa por la que predomina la situación actual en el país es la tradición patriarcal que subsiste en la sociedad desde hace siglos, y por tanto se podría decir que el movimiento revolucionario Mujer, Vida, Libertad tiene también un carácter cultural que construye valores opuestos a los que representa la casta clerical Chií y la sociedad tradicional patriarcal iraní.

El pensamiento crítico cada vez florece más y las figuras sagradas de todos los tiempos están cuestionadas, sobre todo entre la juventud. El movimiento revolucionario Mujer, Vida, Libertad ha llegado para quedarse y avanzar, barriendo los residuos de un régimen podrido hasta la médula, al que solamente quedan las fuerzas de represión para mantenerse en el poder. Este movimiento ha marcado, sin lugar a dudas, un antes y un después, de tal manera que Irán no volverá ser como era antes de este grandioso levantamiento popular.

* Hamid Hosseini es portavoz de la Asociación Iraní Pro Derechos Humanos y militante del Partido de Izquierda de Irán.
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