Isla Verde: navidad de 2020
Francisco Cabanillas. LQS. Febrero 2021
Hay errores que pueden permitir avances, pero siguen siendo errores.
Y verdades que pueden representar atrasos en determinados momentos
y siguen siendo verdades.
Roberto Alejandro
El litoral de Isla Verde se compone de dos grandes playas…
El Alambique y El Balneario–,
separadas por la Punta El Medio y el islote
antiguamente conocido por Isla Verde.
Edgardo Rodríguez Juliá
I
7 de diciembre. Desde un espacio literario inesperado, como es el libro de cuentos de Daniel Torres, Cabronerías o historias de tres cuerpos (1995), llego al aeropuerto de Detroit dos horas antes de partir hacia Atlanta; primera escala de un vuelo que varias horas después termina en el Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín.
El efecto de leer, quizás porque es temprano en la mañana, los dos primeros cuentos de Cabronerías, “Consejos de una mala mujer” y “Cogí a Manolín fuera de base,” parece orgánico; como si en vez de cuentos independientes sobre relaciones eróticas entre tres personas fueran capítulos de una novela corta.
Al empezar el quinto cuento, “Que me perdonen los dos,” el vuelo Detroit-Atlanta acaba de abordar sus pasajeros. Se cierra la puerta del avión. Las azafatas piden abrocharse el cinturón de seguridad. Minutos después de despegar, el narrador del cuento plantea el telos de la relación homoerótica que viene manteniendo con Carlos y Miguel:
“Que me perdonen los dos porque matarlos significó toda una liberación de fronteras constreñidas en el gran limbo que siempre fue el desamor. Matándolos no sucumbí a los celos…”
No exento de poesía, “Fui de ellos como ellos a su vez fueron míos y yo me convertí en los dos sin saberlo,” el narrador va a lo suyo: “El acto de matarlos en sí no fue violento. Fue un acto de amor deshuesarlos y hacer de sus dos bichos uno solo largo y tenso que me fui mamando despacio…”
Leído el sexto y último cuento de Cabronerías, “Equinoccio,” con más de tres horas para llegar a San Juan —no es posible olvidar la irradiación del saxofón tenor de David Sánchez desde Georgia State Univeristy en Atlanta—, otro libro corto, esta vez con ángulo sociológico, La nueva crónica de un mundo enfermo (2019) de José Luis Meléndez, potencia, sobre todo desde el subtítulo, la experiencia de leer a tantos pies de altura: “una mirada socioliteraria a una criminalidad ‘cocola, cafre y sin ingenio.’”
Crítica socioliteraria; la que plantea José Luis Meléndez en La nueva crónica de un mundo enfermo (2019) tiene la virtud de ser un análisis de la obra novelística de Wilfredo Mattos Cintrón, cara emblemática de la novela negra en Puerto Rico. Escritor que llega a la narrativa desde el ensayo político, La política y lo político en Puerto Rico (1980), cuya novelística arranca con El cerro de los buitres (1984) como una reacción a los crímenes del Cerro Maravilla a finales de 1970.
Una lectura, la de La nueva crónica de un mundo enfermo (2019), más que oportuna; sobre todo porque la crítica sociológica que Meléndez hace de la novela negra de Mattos Cintrón avanza cronológicamente —¡nos pisa los talones!— de los años 70 al glorioso verano de 2019 (¡Ricky renuncia!), al cual alude Meléndez en la conclusión sin que Mattos Cintrón lo aborde en su literatura —lo que este hará tangencialmente después, en su última novela, Las alas del tiempo (2020), no incluida en la crítica socioliteraria (2019)— .
Para Meléndez, la marcha contra Ricky en el verano de 2019 marca el posible comienzo de una nueva crónica en la novelística de Mattos Cintrón; una que supere el estado de “el país en coma’ en el que termina el análisis sociológico, en medio de un “planeta enfermo” y un “mundo enfermo.” Así termina Meléndez el Las nuevas crónicas de un mundo enfermo:
“Sin embargo la manera en que el pueblo de Puerto Rico reaccionó ante el chat que forzó, la salida de Ricky Rosselló como gobernador, podría estar demostrando que Puerto Rico está saliendo del estado de coma y entrando en una nueva época, de conciencia colectiva y amplia participación ciudadana, representada por todos los sectores ciudadanos, en reclamo de gobierno honesto y transparente, en el uso de los recursos públicos.”
Según se va desplazando el avión hacia Puerto Rico, Las nuevas crónicas de un mundo enfermo (2019) se van acercando a nuestro tiempo (2020). Efecto literario; se impone la sensación de que al aterrizar en Isla Verde el viaje aéreo (2020) y la crítica socioliteraria (2019) se van a fusionar en un mismo tiempo.
Antes de aterrizar, la “criminalidad ‘cocola, cafre y sin ingenio’” a la que se refiere el subtítulo de Las nuevas crónicas de un mundo enfermo (2019), se aclara: así le describe una mujer anexionista a Isabelo Andújar, detective afroboricua de “las nuevas crónicas de un mundo enfermo” de Mattos Cintrón, la porquería de realidad a la que se enfrentará en Puerto Rico si no hace lo que ella cree que le corresponde a un detective como Isabelo: mudarse a Usamérica, donde la criminalidad no es cocola, ni cafre ni sin ingenio.
II
8 de diciembre. Desde la Calle Rosa en Isla Verde —cerca, demasiado cerca de la gallera, tradición que defendió Nemesio Canales en Paliques (1915), y, por supuesto, del restaurante Metropol, que Rafael Acevedo poetiza en Cannibalia (2005 )—, la literatura se lee con el ruido de los aviones del Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín como paisaje de fondo; estruendo. Cada avión que despega hace sonar el eco de su turbulencia entre los edificios. La guagua aérea, sí, la guagua aérea…
Entre el ruido de Nemesio Canales en Paliques, “Quiero darme el gustazo de declararlo de manera pública y solemne: me gustan, me enamoran los gallos y las riñas de gallos,” y el ruido del poema de Acevedo,
“los comensales del Metropol
trágicamente aroman sus carcajadas
por aquel que ha muerto de contrabando
con las armas del buró por sus siglas en inglés
se sirven cicatrices de relatos
con el pollo deshuesado del exilio,”
entre ambos textos acontece, tras una ida a la farmacia CVS de la Avenida Isla Verde, el barullo más dramático del invierno. Es decir, la aparición de un mamotreto de más de 700 páginas, traducido del inglés, publicado originalmente en 2018, La corporación: una historia épica de la mafia cubano-americana (2020), cuya sorpresa le hace frente, mitigándolo, domeñándolo, al estruendo de los aviones, sobre todo al leer las tres partes minimalistas en que se dividen 648 páginas de historia: “Parte I: Traición; Parte II: Venganza; Parte III: Lo hecho, hecho está.”
Como texto, La corporación será una experiencia de rapidez en la lectura, lo que en inglés le llaman un page turner, facilitada por la firmeza de una prosa que se mueve con soltura y precisión en el desarrollo de una historia monumental, “épica,” la cual requiere muchas páginas para contarla en su justa dimensión (de fantasía hollywoodesca y de realidad brutal).
III
26 de diciembre. Ante la necesidad inesperada de información bibliográfica sobre estos libros —Puerto Rico en la olla. ¿Somos aún lo que comíamos? (2007); De Oller a los Food Trucks (2020); Encancaranublado y otros cuentos de naufragios (1983); Elogio de la fonda (2001); Flamingos en San Juan/Flamingos in San Juan (2012); Árboles (1955); Los mejores placeres suelen ser verdes: (texto para ser leído frente a una pieza de Egon Shiele) (2013); Voces de campana mayor (1935); Tuntún de pasa y grifería (1937)—, la Librería Mágica de Río Piedras abre sus puertas como si fuera la estrofa inicial del poema de Luis Palés Matos, “Menú” (1942):
Mi restorán abierto en el camino
para ti, trashumante peregrino…,
Al final de día, la búsqueda exitosa de información en la Mágica —el número de las páginas de varias citas— termina en tres adquisiciones clave para la navidad de 2020. Por un lado, un libro necesario, más que necesario, Boricua Jazz: la historia del jazz puertorriqueño (2020) de Wilbert Sostre Maldonado; por el otro, un libro buscado, La eliminación de la sección 936: la historia que se intenta suprimir (2020) de Félix Córdova Iturregui. Finalmente, como una sorpresa esperada, la última novela de Wilfredo Mattos Cintrón, Las alas del tiempo:
“Cuando llegó, ya Raúl estaba sentado frente a una mixta donde relucía una isla de arroz blanquísimo hecho con tocino y ajos, navegando en un mar de habichuelas rojas y un guiso de trozos de carne de res. En el borde del plato cuatro rebanadas de plátano maduro frito hacían la guardia” (2020).
En el momento de abandonar la Mágica, entraba Néstor Durpey…
IV
28 de diciembre. En la playa de Isla Verde, entre el Hotel San Juan y el condominio Coral Beach, el lunes hacia el atardecer la orilla se llena de movimiento. Entre la gente que juega paleta, uno, que bolea con una mujer (¿la esposa?) mientras una señora (¿la suegra?) los mira, se parece mucho, demasiado, al saxofonista que aparece en la portada de Boricua jazz (2020) que acababa de comprar en la Mágica el sábado (es lunes).
Con la certeza de que tenía que ser Miguel Zenón, saxofonista alto que, en 2008, ganó el MaCArthur Award, cuyo homenaje a Maelo, Sonero: The Music of Ismael Rivera (2019), yo había descubierto recientemente en YouTube; me acerco y corroboro que, en efecto, se trata del mismo Miguel Zenón que, invitado por el programa de Jazz Studies de la universidad en la que trabajo en el norte de Ohio, Bowling Green State University, visitó mi clase de “Fundaciones de la cultura hispánica” a principios de 2018.
Cabe citar, pues, el título completo del libro de Wilbert Sostre Maldonado: Boricua Jazz: la historia del jazz puertorriqueños de Rafael Hernández a Miguel Zenón.
V
29 de diciembre. Desde Río Piedras, la melomanía literaria conduce a la Librería Mágica, donde se presenta Cortijo (2020), quinta novela salsera de Daniel Nina:
“Ta, ta, ta, tac ta, ta taca ta…. Las manos se mueven al ritmo del sabor… Sentados aquí en la Calle Colón de la Parada 21, solo me acuerdo de las palabras de mi padre, Juan Cortijo Clemente, cuando me recordaba que los Cortijo éramos los descendientes de Pedro Cortijo, ese negro libre, capitán de morenos, que defendió la isla de la invasión de los ingleses del Siglo 18. Ser un Cortijo era ser un hombre libre.”
Entre el grupo de invitados que asisten virtualmente a la presentación de la novela, se encuentran los fantasmas de Hector Lavoe e Ismael Rivera, cuyas novelas, Rompe Saragüey (2016) y El Nazareno (2017) respectivamente, testimonian la brega salsera desde una religiosidad afrocaribeña puesta en escena a través de la santería. Entre los fantasmas no invitados, el del colombiano de Andrés Caicedo, autor de la primera novela salsera, Qué viva la música (1977), toma apuntes sobre la salsomanía boricua.
Por ser mucho más negro que Maelo, se desprende de la presentación del libro, la Fania le puso coto a la visibilidad de Cortijo; racismo y salsomanía que la novela dramatiza desde el primer capítulo, en el que, como en El Nazareno, el músico santurcino regresa a la vida después de muerto:
“Nací libre. Morí libre. Yo soy un hombre libre. Yo fui un hombre libre. Pero no me dejan descansar en paz. Intento olvidar. Ya todo pasó.
A diario, de todos lados me llaman, me imploran, me señalan, y más que nada me veneran, aunque ya no estoy…
Si no me pueden olvidar, tendré que hablar. Tendré que regresar y contar la vida según yo la viví. Volver a la vida vivida, no es fácil, ni para mí, ni para mi compadre y hermano Ismael Rivera. Pero si no me olvidan, me fuerzan a regresar” (Cortijo).
VI
31 de diciembre. Frente a una alcapurria de jueyes y una ensalada de pulpo, irrumpe desde el eco marino de Piñones —¡el Atlántico!— la voz del poeta-filósofo como si fuera un trueno: “IVÁN SILEN es el ZENADOR del ZEN” (Nietzsche o la muerte de nihilismo, 2017).
Estruendo; cortocircuito literario, conexión fortuita y pasajera que se engancha con el jazz de ZENÓN. Dada la proclividad del saxofonista boricua por la literatura, en este caso de Julio Cortázar, sobre todo su novela jazzística Rayuela (1963), el cruce entre la poesía del ZENADOR y el jazz de ZENÓN se sostiene durante la brevedad de su aparición; amparada, quizás, en la conexión que se da antes en el otro saxofón boricua del jazz latino, David Sánchez, cuya proclividad por Cortázar apunta hacia el libro de cuentos Historia de cronopios y de famas (1962).
El disparo del “ZENADOR del ZEN” se hace sentir en el lado oscuro de las mesas; probablemente, cerca del plato que César Vallejo degustaba en Trilce: “Y me han dolido los cuchillos / de esta mesa en todo el paladar” (1922).
SILÉN silena: “El poeta-filósofo es el que obtiene la verdad de ‘lo oculto’… ¡La poesía es la verdad misma!” (2017).
El saxo alto de ZENÓN filosofa sobre la música de Maelo, siempre poética, demasiado melosa y con swing propio.
VII
2 de enero. De Las nuevas crónicas de un mundo enfermo (2019) a la última novela de Mattos Cintrón, Las alas del tiempo (2020), la literatura le pisa los talones a la realidad. Sin embargo, del libro de crítica socioliteraria (2019) a hoy, pasadas las elecciones de noviembre en la isla, la realidad política ha tocado fondo, sobre todo en cuanto al bipartidismo —la “alternancia”— que la crítica socioliteraria subraya al comentar la represión oficial de los años setenta contra el independentismo y el socialismo:
“Los crímenes del Cerro Maravilla [1978] fueron las expresión más clara de esa nueva orientación [represiva, también vista en la década de 1930]. Poco tiempo después, las vistas para investigar lo ocurrido en el Cerro Maravilla… pusieron al descubierto los crímenes y el encubrimiento llevados a cabo por la administración del Gobernador Carlos Romero Barceló. A pesar de ese hecho, la alternancia en el poder entre el PNP y el PPD ha continuado ocurriendo hasta nuestros días de una manera cada vez más nociva” (Meléndez).
Desde la Junta de Control Fiscal (2016) al huracán María (2017) y desde éste al chat de Ricky (2019), cuya tramoya la novela no desarrolla, Las alas del tiempo casi me pisa los talones:
“Para alcanzar su automóvil, que ha dejado [Isabelo Andújar] en una de las calles transversales de Río Piedras, el detective toma la Ponce de León. Justo a la altura de la Librería Mágica, sale el dueño, Arnaldo González, que lo llama.
-Isabelo, qué bueno que te veo. Primero que nada, un saludo –dice y lo abraza- . Te veo con algo de prisa.
-Tengo un casito.
-¿Otro crimen?
-Aún no sé. Más bien se trata de unos documentos perdidos.
-Eso es más común aquí de lo que parece” (Mattos Cintrón).
VIII
4 de enero. Entre Punta las Marías y Punta El Medio la playa de Isla Verde, varias veces atravesada por la literatura de Edgardo Rodríguez Juliá, se abre cada como un texto vidrioso que se deja transitar, escribir con los pies, caminar a paso rápido, correr a trote moderado, cuando la marea —diciembre no es época de playa— transforma algunas partes de la orilla en una pisada espesa, parecida a la arena movediza; entre The Galaxy y La Playita, tramo que atraviesa El Alambique, la playa de Isla Verde se deja escribir por las mañanas.
IX
6 de enero. La revuelta en el Capitolio de Washington D.C. cierra con broche de oro el primer round del neofascismo trumpista (2017-21). Lo que está por venir es un texto abierto. ¿Alguien sabe lo que va a pasar?
Se vuelve a hablar de que Estados Unidos deviene en “república bananera,” lo que vociferó Trump en las primarias de 2016, en las cuales, a su vez, Hilary Clinton acusa a Trump de creerse dictador de una república bananera que pone bajo rejas a sus rivales políticos. Tras la revuelta trumpista del 6 de enero resurgen los orígenes del término, “república bananera,” en el libro de cuentos/novela del escritor estadounidense O. Henry, Cabbages and Kings (1904), basado en su experiencia a finales de 1860 en Honduras para escapar de la justicia usamericana.
En el verano de 2020, a raíz de la convergencia entre Trump y los militares —quienes, ante una multitud que protesta pacíficamente el asesinato de George Floyd, le abren el paso a Trump con gases lacrimógenos para que este se tome una foto con la Biblia en la mano frente a la iglesia St. George Episcopal—, Nancy Pelosi se pregunta, retóricamente, si lo que había pasado en St. George ocurría en una república bananera.
Un representante republicano de Wisconsin, Mike Gallagher; un alto ejecutivo de una firma de relaciones públicas, Richard Edelman; el expresidente George W. Bush, se refieren a la revuelta trumpista en el Capitolio de Washington D. C. como propia de una república bananera (Nevins, 2021).
Tanto al invocar como al rechazar el epíteto de república bananera, término “peyorativo” que evoca la imagen de una “nación antidemocrática en desarrollo,” muchos estadounidenses reflejan, según Joseph Nevins, cómo ven el mundo y sobre todo cómo entienden, en “condiciones normales,” su país, USA, en tanto “antítesis” de la república bananera; sin sospechar que ha sido Estados Unidos el creador de las repúblicas bananeras y de que, durante gran parte del siglo XX, Boston (United Fruit Company) fue la “proverbial capital económica” de las repúblicas bananeras (Nevins, 2021).
Antes que nadie, en 2010, indignado por la complicidad de Obama con la reducción de impuestos a los más ricos establecida por George W. Bush, Bernie Sanders protesta en el Senado; en un discurso de ocho horas, el viernes 10 de diciembre dice que Estados Unidos se ha convertido en la república bananera de la que le hablaban sus maestras cuando estaba en la escuela. ¡Guerra de clase!, grita Sanders; ¡la corporatocracia usamericana empobrece a los trabajadores!
X
8 de enero. Ahora que el reinado de Trump agoniza en la violencia de la última y más osada de sus insolencias —terrorismo neofascista—, en vez de un cortocircuito se produce un rebote literario hacia el pasado; vuelta inesperada a la postal que, el 21 de junio de 2016, envía el ZENADOR de ZEN, Yván Silén, por correo.
Una imagen autoritaria de Trump (¡parece que el tiempo no ha pasado!) apunta hacia el lugar que ordenan el ojo y el dedo, paralelismo entre el ojo y el índice que saca la boca de ángulo (haciéndola parecer como un culo).
Trump apunta hacia un no-lugar con el dedo, sobre el que se derrama un poema de Silén titulado “Trump”:
Los del FBI son unos cabrones.
El ocaso se ha llenado de rosas.
Estoy cantando el dolor. Los partidos
Son unos cabrones. ¡Trump es un cabrón!
Los ricos se pudren en el ojo de la aguja.
Jesús está fumando marihuana
en los últimos bancos de la iglesia.
Los populares y los estadistas
están bombardeando las abejas.
El amor es como una pistola 38.
Los del FBI son unos cabrones y
las rosas se han llenado de lluvia.
¡Trump es un cabrón! ¡Trump es un cabrón!
¡Jesús… está fumando marihuana! (2016).
XI
9 de enero. Último correteo mañanero de la navidad 2020 en Isla Verde, frente al Atlántico azul de la modernidad-colonialidad. Cubierta de algas, la orilla de la playa parece más espesa que nunca. Babote. La velocidad del trote se hunde en las pisadas de la arena húmeda. Soplan vientos de frialdad playera.
A las tres de la tarde, en el Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín, aborda el vuelo 787 de San Juan a Detroit, que será directo, sin escala en la zona del saxofón tenor de David Sánchez en Atlanta. Periplo de un poco más de cuatro horas, tiempo suficiente para leer un tanto más de la mitad del libro de Félix Córdova Iturregui, La eliminación de la Sección 936: la historia que se intenta suprimir (2020); libro sobre el que el autor había sido entrevistado recientemente en Radio Universidad.
Antes de despegar, la lectura de los tres epígrafes iniciales del libro —de Ricardo Rosselló, de Antonio Quiñones Calderón y de Luis Dávila Colón— hacen temblar el avión, sobre todo el último epígrafe de 1974:
“Una cosa es desear la estadidad y otra es defenderla y traerla (…) Digo esto porque la alegación de que el PNP es portaestandarte de la estadidad, es una soberana tomadura de pelo. El PNP al igual que el PPD, lo que hacen es vivir del poder y del cuento. Y es bueno que se sepa, que si se dejase sola a La Palma, la estadidad no llegaría a este país en mil años” (Dávila Colón, 1974).
La introducción, breve y al grano,
“Resulta difícil negar la relación existente entre la eliminación de la Sección 936 del Código de Rentas Internas de Estados Unidos y la compleja crisis económica que vive la sociedad puertorriqueña desde 2006,”
promete respuestas a preguntas clave, algunas como esta que yo me hacía antes de leer el libro: ¿por qué, al discutir la eliminación de la Sección 936 como una decisión entre Clinton y el Congreso, la respuesta casual de la prensa usamericana no menciona nada sobre la participación de Puerto Rico? ¿No hubo agencia local en esa decisión?
Por supuesto, la hubo, más allá de que, como territorio no incorporado, Puerto Rico tiene voz pero no voto; y esa agencia es precisamente la que Córdova Iturregui rastrea desde el protagonismo de Carlos Romero Barceló, quien, por razones ideológicas —darle una estocada en el corazón al ELA, como paso previo a la anexión—, “hacía piruetas sobre una cuerda floja cargada de contradicciones,” como fue su endoso al republicano Contrato con América de Gingrich (1994), el cual Romero Barceló vio como una turbulencia oportuna para plantear su propuesta de “igualdad” para Puerto Rico mediante el pago de contribuciones federales y la eliminación de la Sección 936.
Romero Barceló interpreta la turbulencia neoliberal republicana del Senado durante la presidencia neoliberal de Clinton (1993-2001) como una ferocidad favorable a la “igualdad” necesaria para la anexión:
“Nos estaría brindando [el fin de la Sección 936 y tributar impuestos federales] la oportunidad de sentarnos a comer a la mesa del comedor como socios y no como agregaos que somos ahora, sentados en la mesa de la cocina con los otros territorios, esperando que los 50 estados se repartan los beneficios y nos envíen las sobras” (1995).
En su afán por borrar del mapa la Sección 936 y mover la isla a la “igualdad” contributiva federal, Romero Barceló choca de frente con el gobernador Pedro Rosselló (1993-2001), quien, al principio, después cede, no comulga con ninguna de las propuestas de Romeró Barceló, Comisionado Residente en Washington (1993-2001)). Irrefrenable, Romero Barceló amenaza con desplazar de la gobernación a Pedro Rosselló, argumentando que, en referencia a otra situación, el gobernador permite que la imagen pública del Partido Nuevo Progresista sea manchada con conductas impropias, como la del vicepresidente del Senado Nicolás Nogueras (PNP), ante lo cual varios alcaldes del mismo partido le han pedido a él, Romero Barceló, que “aspirara a la gobernación otra vez.”
Ante esa tensión, subraya Córdova Iturregui, Romero Barceló se vale de una “curiosa comparación” que le permite “justificar” su ataque al gobernador Rosselló:
“cuando al dueño de un restaurante le dicen que la sopa está salada y le contesta al cliente que se lo diga al cocinero, el restaurante va a quebrar.”
XII
De San Juan a Detroit; la lectura de La eliminación de la Sección 936 transforma el vuelo en un viaje a la década de 1990, sobre todo de 1993 a 1996, año este en el que Clinton firma la ley que le da 10 años de vida a la Sección 936 (1996-2006). Al aterrizar en Detroit, cierro el libro en la página 162, justo cuando Luis Dávila Colón, en complicidad con Romero Barceló y Pedro Rosselló, se burla de los que auguran como una medida desastrosa para la economía del país la eliminación la Sección 936 sin un modelo económico que ocupe su lugar; lo que, como corresponde, Córdova Iturregui no se cansa de subrayar y de tildar como irresponsable.
Al aterrizar en Detroit, Dávila Colón habla (¿con la boca llena?):
“Tomemos como ejemplo el gran cuco de la pérdida de la exención contributiva de las empresas 936. Si no fuese por la lata tan empalagosa y porque a tanta gente inocente le han metido el terror de perder empleo, cas y hacienda, ni nos molestaríamos en desperdiciar tiempo y espacio para fundamentar que ese cuco tiene tantas posibilidades de existir, como el chupacabras, los ovinis o los políticos honestos” (1996).
La respuesta de Córdova Iturregui no se hace esperar:
“El cuco del cual se burló Dávila Colón comenzó a adquirir cuerpo cuando en 1998, tanto Intel como otras empresas de la importancia de Motorola cerraron operaciones en Puerto Rico, perdiéndose miles de empleos.”
XIII
El último capítulo del libro, “El impacto económico de la eliminación de la Sección 936: un acercamiento,” Córdova Iturregui lo llena de gráficas y estadísticas que evidencian el nefasto impacto de dejar al país en pelotas, sin un plan B que llene el vacío de la Sección 936 a partir de 2006.
Sobre Romero Barceló, autor intelectual de la calamidad económica, Córdova Iturregui concluye:
“El dirigente político estadista que expresó mayor seguridad de que nada pasaría en la economía al ser eliminada la Sección 936, considerada un mantengo corporativo [y por ello, obstáculo a la igualdad anexionista] como hemos señalado reiteradamente, fue Carlos Romero Barceló.”
Sin embargo, ni siquiera Romero Barceló llega al nivel de Pedro Rosselló; en el sentido en que este, por un lado, gana por mucho en la fe que profesa al mesianismo del mercado neoliberal, y, por el otro, en el sentido en que pone en acción algo que no se le ocurre al voluptuoso Romero Barceló: “cambiar” la historia del nefasto resultado que ha tenido la decisión que ellos, Romero Barceló y Pedro Rosselló, promovieron en las calderas de Usamérica a favor de la eliminación feliz de la Sección 936.
XIV
De la navidad 2020 en Isla Verde queda solo una cuenta por saldar: leer el voluminoso y enciclopédico Boricua Jazz: la historia del jazz puertorriqueños de Rafael Hernández a Miguel Zenón (2020). Por lo pronto, vale subrayar un descubrimiento feliz: en la contratapa del libro leo algo sobre el autor, Wilbert Sostre Maldonado, que contesta una pregunta que yo me hacía en vano: ¿quién programa los buenísimos temas de jazz que se escuchan durante el día en Radio Paz 810 AM, estación en la que, de lunes a viernes, escucho Fuego Cruzado de 5:00 a 7:00?
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Francisco Cabanillas (1959, Puerto Rico) enseña lengua castellana, cultura y literatura hispanoamericana en Bowling Green State University, Ohio. Ha publicado cuatro libros de ensayo: Escrito sobre Severo (1995), Pedreira nunca hizo esto (2007), K-lores del trópico: ensayos transboricuas (2012) y Ensayos silenistas (2014). Miembro de LoQueSomos
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