Juan Bernier al completo

Juan Bernier al completo

Por Arturo del Villar

La escasa obra poética de Juan Bernier (1911—1989), compuesta solamente por cuatro títulos, confirma que lo importante en un escritor es la calidad y no la cantidad de sus publicaciones, así como el hecho de residir apartado de los centros de decisiones literarias. Ha sabido mantener la atención de la crítica especializada con cada uno de sus libros, y principalmente desde la aparición de sus Poesías completas, impresas en 2011 por Pre—Textos, al mismo tiempo que su Diario, complemento obligado de su producción poética.

El profesor Daniel García Florindo es quien más y mejor ha estudiado su obra, según lo demostró al aparecer su espléndido ensayo La compasión pagana. Estudio–antología de la poesía de Juan Bernier, editado por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Córdoba también en 2011, y lo corrobora al ofrecernos ahora un libro definitivo sobre el poeta, Juan Bernier o la rama desprendida (lectura de una poesía divergente), cuidadosamente editado en Málaga por el Centro Cultural de la Generación del 27, con 332 sólidas páginas.

El título se debe a un acierto del pintor Ginés Liébana, que al realizar un retrato póstumo del poeta en 1990 le llamó en la dedicatoria “rama desprendida del árbol de Cántico”, descripción aceptada por el autor, quien le considera una rama desprendida del grupo formado en Córdoba alrededor de Cántico. Esta revista está considerada un punto intermedio entre el neoclasicismo conservador de Garcilaso. Juventud creadora, coincidente con las afirmaciones imperiales del nuevo régimen salido de la guerra, aparecida en 1943, y Espadaña, nacida al año siguiente para cultivar una estética denominada entonces tremendista, todo lo escorada a la izquierda política permitido por la censura del régimen fascista, que era muy poco. Entre las dos tendencias se situó Cántico. Hojas de Poesía, a partir de octubre de 1947, con Ricardo Molina y Pablo García Baena como copilotos y Bernier como compañero de viaje. Sin filiación política, les importaba especialmente aplicar un lenguaje tendente al esteticismo. Sobre este destacado aspecto escribe García Florindo:

La recepción de la obra poética de Bernier ha consistido, frecuentemente, en acentuar y ponderar aquellos rasgos que la entroncan con lo que, tan genérica como difusamente, se ha dado en llamar la estética de Cántico. Hedonismo e intensidad erótica, paganismo y exaltación de la belleza se opondrían así a esas otras cuestiones, también presentes en su poesía, como son la preocupación existencial o la indignada denuncia de la injusticia social (páginas 122 s.)

Sin duda a Juan Bernier le hubiera complacido vivir en la Arcadia feliz, practicar el paganismo y disfrutar de los goces facilitados por la belleza de los seres y de los paisajes. Pero no tuvo la fortuna de conocer ese tiempo maravilloso. Le tocó en mala suerte otro muy diferente y en un país convulso. Las circunstancias políticas españolas mostraron a Bernier la realidad de la vida, al encontrarse a sus 25 años involucrado en una guerra con su horizonte de muertes, cuando acababa de obtener por oposición una cátedra de Magisterio y se afilió consecuentemente a la Federación de Trabajadores de la Enseñanza.

Motivos para escribir versos

Por ese motivo fue considerado un elemento pernicioso en la Andalucía con la rebelión militar triunfante, y condenado a un batallón de castigo, para sobrevivir señalado en la larga posguerra, experiencias que fijaron su carácter. El mismo poeta, al responder en 1978 a una entrevista reproducida en este volumen, confesó:

El Movimiento es lo que en realidad me marcó como poeta. Yo había colaborado con la República y tuve que esconderme. Entonces te enterabas de cómo iban cayendo los amigos, los familiares, de la forma más cruel, […]
Todo este maremágnum de sangre y odio es lo que me lleva a escribir poesía, no como poeta, porque yo nunca me he considerado un poeta profesional, sino como hombre que necesitaba comunicar, aunque fuera con una carga de tiempo, cuanto estaba viviendo y sufriendo en su carne… Y mis primeros poemas son terribles, terribles… (p. 40).

En la España dictatorial, una vez “depurado”, obtuvo una cátedra en la Escuela Normal de Córdoba, en la que continuó trabajando hasta 1959, cuando decidió abandonar la enseñanza para dedicarse a su gran afición, la arqueología y la historia, volcadas en la provincia de Córdoba. En este tiempo es preciso anotar la noticia de su detención en Sevilla en 1940, acusado de intentar seducir a un menor.

La limitada producción lírica de Bernier es motivo de un riguroso examen estilístico por parte del profesor García Florindo, que realiza una guía de lectura de cada uno de los poemas para estudiar lo que antiguamente se denominaba el fondo y la forma, todos los detalles implicados en su estructura, la única manera de comprenderlo.

Además de los números ordinarios de la revista Cántico, publicó también números extraordinarios, y en uno de ellos en 1948 imprimió el primer libro de Bernier, Aquí en la tierra, del que escribe García Florindo:

Aquí en la tierra (1948) y, en general, toda la producción del poeta se articula mediante dos ejes temáticos extremos: vida (belleza) / muerte (crueldad). A lo largo del libro estos temas se conjugarán oponiéndose mutuamente y dibujando así una estructura rítmica según dicha alternancia temática en las distintas transiciones de los poemas. […] Podríamos considerar este libro, en realidad, como un único poema extenso moderno, el gran poema extenso de la posguerra española (p. 47).

Once años después, en 1959 publicó el segundo poemario, Una voz cualquiera, en el que dio a conocer una poesía más social, como señalaba la brújula literaria en el país que intentaba superar los horrores de la guerra veinte años después de terminada, pero con todas las heridas abiertas. El conjunto mantiene un tono desesperanzado, con incursiones en materia religiosa, una veta importante que parte de la lectura de la Biblia para exponerse en varias formas, como la oración o la imprecación.

Sobresale un poema dedicado a Cristo para interpretar su papel, sin que parezca posible considerar a Bernier un poeta religioso por estas muestras de una religiosidad que podríamos denominar procesional en esa Andalucía apegada a la devoción pagana de las imágenes con sus numerosas cofradías y hermandades. El tema requiere un estudio más completo en el caso de interesar, para ahondar en la personalidad del poeta.

Seis temas fundamentales

Con los largos intervalos característicos de sus ediciones, en 1977 publicó Poesía en seis tiempos, recopilación de casi toda la obra poética ya conocida junto a nuevos textos líricos. El volumen se estructura en seis secciones aquí denominadas tiempos, prontuario de las preocupaciones del poeta, resumidas en esas seis materias esenciales en la conjugación de su obra lírica: el Sur, el deseo, el hombre, la muerte, Dios y el ahondar. Los poemas se abrevian, incluyendo paralelismos léxicos y sintácticos fundamentalmente. Sin embargo, advierte el ensayista que, aunque el cambio estilístico es evidente, se observa la permanencia de un estilo característico basado principalmente en el uso de las repeticiones y los contrastes.

Finalmente en 1982 se imprimió En el pozo del yo, estructurado en dos partes desiguales en número de poemas y en valor literario. El criterio valorativo del ensayista es concluyente:

En estos nuevos poemas encontramos un Bernier cansado, metafísico, misterioso, despojado y desnudo salvo de sus dudas sin respuestas que trata de hallar en lo más profundo de su ser (p. 137).

Los poetas Juan Bernier, Ricardo Molina y Pablo García Baena, fundadores del grupo Cántico. (1954)

Estos son los cuatro títulos editados por Bernier, pero es preciso añadir el largo poema Los muertos, título que ya rotuló el libro póstumo de José Luis Hidalgo impreso en 1947, con el que guarda semejanzas. Incluido ya en Poesía en seis tiempos, se ha editado asimismo como un volumen individual en 1986, dada su trascendencia, que algunos consideramos el principal acierto comunicativo de Bernier. Se estructura en tres partes asignadas a tres momentos del día, con el único protagonismo de la muerte como señora de la guerra. Ahí está el Bernier más íntimo y a la vez más denunciador, rodeado de cadáveres.

Este resumen temático solamente puede dar una idea aproximada de la totalidad del ensayo, porque García Florindo lleva a cabo una pesquisa de todos y cada uno de los poemas, para analizar su estructura métrica y su valor en la inserción en la obra total de poeta. Titula el primer capítulo “Juan Bernier y su tiempo”, con toda razón, porque el volumen acumula una ingente cantidad de datos en torno a la poesía y los poetas durante el período abarcado por el trabajo creador de Bernier.

Como complemento del texto crítico y biográfico se incluyen también un meticuloso cuadro cronológico de la edición de los poemas, algunas entrevistas respondidas por el poeta, fragmentos de su importante Diario y de otros escritos, y una amplia bibliografía. Todo ello contribuye a permitir que este volumen pueda ser calificado de sobresaliente con plena justicia.

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