La apuesta por la paz duradera en Euskal Herria
El pasado 21 de mayo el Foro de Integración Social del Centro Asturiano de Madrid tuvo como ponente invitado a un Diputado en el Congreso del Grupo Amaiur, D. Iker Urbina, representante por la provincia de Álava. Sustituyó en el último momento a su compañero D. Sabino Cuadra, Diputado por Navarra, quien a causa de la agenda parlamentaria del día, no pudo acudir al comienzo de la sesión, si bien se incorporó posteriormente.
El corolario de la intervención del Diputado euskaldún fue: ¿cómo construir la paz duradera? Ésa es la gran pregunta de este momento histórico del proceso de paz y, naturalmente, tiene respuestas demasiado distantes, por desgracia, si la vemos del lado del Gobierno español o desde la óptica de la Izquierda Abertzale.
Por mi parte, como Coordinador del citado Foro, indiqué en la apertura de la sesión que había que valorar con moderación dos pasos importantes que ya se acababan de producir: la Declaración de ETA de cese definitivo de la actividad armada el 20 de octubre de 2011 y la presencia política en todas las instituciones de la Izquierda soberanista vasca desde las Elecciones Municipales de 22 de mayo de 2011.
Es un primer estadio de normalización democrática fundamental para el avance del proceso.
Ahora bien, las cosas no van como cabría esperar en un nuevo escenario de ausencia de violencia y de participación plural en la política cotidiana. Mientras Sortu, ya legalizado, y el resto de la izquierda afín hace profesión inequívoca de que la renuncia a la violencia es irreversible y solo contempla la vía democrática y pacífica para defender su proyecto político; mientras ETA CUMPLE SU DECISIÓN DEFINITIVA DE DEJAR LA LUCHA ARMADA, aunque aún no haya dado los pasos subsiguientes para cerrar su desarme y disolución; mientras el Gobierno y Parlamento vascos se preparan para afrontar la nueva etapa con eficiencia; solo el Gobierno español mantiene una actitud insensible, inoperante e imprudente en el desarrollo de los acontecimientos.
Siempre percibimos que al PP le venía bien ETA EN TÉRMINOS ELECTORALES. Algo que no se podía asumir abiertamente, cuando la violencia se cobraba víctimas propias, pero ante la nueva situación, su descaro es evidente e insultante.
La cuestión más candente, y que quedó claramente expresada en el coloquio final de la sesión que comentamos, es la de los presos. No solo es que no se haya dado paso alguno para abrir vías de superación del bloqueo penitenciario resultante del conflicto, es que ni siquiera ahora, desaparecida la violencia de ETA, se aplica la legalidad vigente sobre acercamiento de los presos a su residencia. Esta obcecación es perniciosa y dice muy poco de la voluntad de un Gobierno para respetar los derechos humanos.
Nadie niega que asumir las consecuencias de la violencia es un trayecto largo y difícil por parte de todos, además es comprensible que haya personas afectadas incapaces de superar esa dialéctica de la reconciliación. Pero un Estado de Derecho tiene que disponer de criterios y recursos para contribuir a la paz estable y plena.
Ya no es que no se adopte iniciativa alguna que acoja el cambio relevante de circunstancias, es que se obstaculizan las novedades que surgen desde otras instancias, como ha ocurrido con el rechazo de la doctrina Parot por el Tribunal de Estrasburgo.
Más aún, determinados responsables policiales y judiciales, concretamente de la Fiscalía de la Audiencia Nacional, por tanto, ambos ellos dependientes del Gobierno, se permiten deshojar la margarita de: si ETA VOLVERÁ A LAS ARMAS O SE ESCINDIRÁ PARA PRODUCIR ALGÚN ESTALLIDO DE VIOLENCIA. Parece que lo necesitan y que algunos hasta lo desean, ¡es inconcebible en una democracia sana!
Confiamos sinceramente en que esos malos augurios no se confirmen nunca. Si bien es verdad que la parálisis y estancamiento gubernamentales lo que sí están es retardando el final de ETA como organización. Porque un Gobierno democrático no debe dedicarse a la provocación, sino a la propuesta para dar salida a los vestigios del pasado violento.
Por último, queda pendiente algo esencial, como lo es el nuevo modelo de relación política entre Euskadi y el Estado Español. En ese aspecto, se señaló en el debate, la sorpresa de que Catalunya haya sido la más activa en poner sobre el tapete el “derecho a decidir”. A esto también contribuye la cierta ralentización que el PNV ha aplicado con su Ejecutivo en minoría parlamentaria. Pero también da la impresión de que la izquierda abertzale, sin dejar de tener claro su proyecto soberanista, está más urgida hoy por el encauzamiento democrático del proceso de paz y del conflicto político en su conjunto, que por un desenlace apresurado e improvisado.
Nuestra impresión más sentida al final de esta interesante experiencia de intercambio de ideas, consiste en que percibimos una excelente oportunidad para el diálogo político y para la construcción de una paz estable. Sin duda la pelota está sobre todo en el tejado del Gobierno Rajoy, por eso es urgente exigirle coherencia y capacidad política para aprovechar la coyuntura positiva. Para ello tendrá que dejar de lado posturas camicaces como la del Ministro del Interior que solo entiende la dinámica, siempre falsa, de vencedores y vencidos. Todos los demócratas debemos esforzarnos mucho más que hasta ahora para convencer al estado del cambio de rumbo imprescindible.
* Ricardo Gayol García, abogado. Coordinador del Foro de Integración Social del Centro Asturiano de Madrid.