La ardiente primavera afgana

La ardiente primavera afgana

Guadi Calvo*. LQS. Junio 2018

Más allá de las acciones del Talibán en el interior afgano, el Daesh K. y la red Haqqani, asociados al Talibán, han centrado sus ataques y atentados en Kabul, de manera exponencial, fundamentalmente contra centros de empadronamiento para las elecciones presidenciales programadas para el próximo 20 de octubre

Como cada año, con la llegada de la primavera, el Talibán incrementa las operaciones militares contra diferentes objetivos. El inicio de esta nueva campaña fue anunciado por el vocero de la organización terrorista el mes pasado, después que los muyahidines hubieran renunciado a las mesa de negociaciones, tantas veces convocadas por las autoridades de Kabul.

El más significativo hasta ahora, de esta nueva temporada ha sido la acción sobre la ciudad de Fahar, de unos 50 mil habitantes, capital de la provincia del mismo nombre en el oeste del país, el pasado mayo.
La virulencia del ataque en que participaron en diferentes oleadas unos 2 mil efectivos del talibán, provenientes incluso de las provincia de Helmand y Nimroz, provocando la huida de su gobernador Abdulá Bashir Salangui, junto a todos sus colaboradores.
Según testimonios de vecinos los terrorista, coparon la ciudad por más de 24 horas, las que aprovecharon para capturar armamento, vehículos e incluso una gran cantidad de lentes de visión nocturna.
Según el mando de la misión de la OTAN, tropa afgana con el apoyo de la aviación norteamericana, pudo impedir la toma de los edificios gubernamentales, para luego iniciar una acción de barrido, que obligó a los insurgentes a abandonar la ciudad. Fuentes oficiales hablan de la muerte de unos 300 insurgentes y la baja de 25 militares y cinco civiles.

El ataque talibán, que se inició a las dos de la mañana, después de haber establecido puestos de control en las rutas aledañas y dentro de la ciudad, sorprendió a las tropas federales, ya que muy rápidamente los hombres del emir Hibatullah Akhundzada, se adueñaron de los distintos barrios, llegando incluso a la “Plaza Provincial”, en pleno centro de la ciudad, además de conseguir sitiar los cuarteles de la policía, de la inteligencia y la prisión donde se encuentran detenidos cientos de talibanes, sin que todavía se haya comunicado si consiguieron liberarlos.

La provincia de Farah, que limita con la provincia iraní de Khorasán Razaví, es clave en el tráfico del opio, proveniente desde los campos de cultivo de la provincia de Helmand, una de las fuentes fundamentales para la financiación de la guerra, tanto para el Talibán, como para la versión afgana del Daesh. Desde Irán la droga busca llegar a los mercados cada vez más demandantes de los países de Golfo Pérsico, fundamentalmente Arabia Saudita, Qatar, Kuwait y Emiratos Árabes.
Este tipo de ataques contra ciudades capitales como sucedió en Khunduz en 2015, tienen varios objetivos, junto a el acoso de la población, advirtiendo la posibilidad cierta de que se vuelva a implantar un gobierno fundamentalista, como el que rigió en el país desde 1994 a 2001, para evitar que la población civil colabore con las fuerzas de seguridad por temor a venganzas, incautar armamento, insumos y vehículos, liberar presos y darle entrenamiento a la tropa novata.
Analistas militares, han reclamado al ejército afgano por su impericia en la respuesta y la falta de previsibilidad, frente al embate talibán, ya que durante el año pasado la ciudad sufrió tres ataques similares.

Desde principios de mayo los ataques insurgentes han dejado cerca de 300 muertos e hirieron a unos 500 hombres de diferentes cueros de la seguridad afgana. Lo que demuestra el deterioro creciente de las tropas oficiales a las acciones cada vez más virulentas y osadas del Talibán. Mientras que, siempre fuentes oficiales, las bajas producidas a los insurgentes alcanzaron los 800 muertos y 500 heridos. Según fuentes de la inteligencia afgana el 70% de las 2600 acciones planeadas por la insurgencia contra las fuerzas militares y policiales fueron frustradas antes de que se produjeran. En 2017, unos 10 mil efectivos del ejército y policías fueron asesinados en diferentes ataques y atentados del Talibán y el Daesh Khorasán.

Más allá de las acciones del Talibán en el interior afgano, el Daesh K. y la red Haqqani, asociados al Talibán, han centrado sus ataques y atentados en Kabul, de manera exponencial, fundamentalmente contra centros de empadronamiento para las elecciones presidenciales programadas para el próximo 20 de octubre.
En los últimos días dos atentados similares mataron a 38 personas, el primero en el distrito de Shashdarak de ciudad de Kabul, en cercanías del Ministerio de Defensa, las oficinas de los inteligencia, la sede de la OTAN y las oficinas de varias ONG internacionales. Tras inmolarse un suicida, que conducía una motocicleta, mató a 17 personas, con la llegada de periodistas de diferentes medios para cubrir la información otro suicida infiltrado entre ellos, se detonó asesinando a nueve hombres de la prensa. La acción fue asumida por el Daesh Khorasán. Casi en el mismo momento de esta acción en la provincia de Kandahar, en el sur del país, otro suicida, conduciendo una camioneta, cargada de explosivos, embistió un convoy de la OTAN, en cercanías de una madrassa donde asistían varios niños, que fueron alcanzados por la detonación, el hecho dejó 11 menores muertos y otros 16 heridos.

Este último viernes ocho espectadores murieron y 43 resultaron heridos tras varias explosiones producidas mientras se desarrolla un juego de cricket, en la ciudad de Jalalabad, capital de la provincia de Nangarha, en la frontera con Pakistán. Las explosiones fueron en total cuatro, dos dentro del estadio y las otras dos afuera, del estadio, diagramas para sorprender a aquellos que huían desde el interior.

Nangarhar, se ha convertido en uno de los tantos epicentros de violencia fundamentalistas, desde el declive de las fuerzas de seguridad afganas tras el inicio de la retirada de los efectivos norteamericanos en 2014. Los actos de violencia se han multiplicado desde entonces. Lo último que se ha conocido fue un ataque coordinado a oficinas estatales, en la matando a 15 personas en un ataque reivindicado por Daesh Khorasán, también en la ciudad de Jalalabad.

Volver al pasado

Dadas las actuales condiciones de seguridad del país, en que se estima que al menos en el 75 % existe presencia de insurgencia fundamentalista, por lo que el presidente norteamericano Donald Trump, solicitó al Reino Unidos que incremente su presencia en el país centro asiático.
Londres mantiene, desde que retiró, en 2014, la mayoría de sus tropas, una dotación de 600 hombres, que no están autorizados a participar de combates, en Kabul para entrenar tropa afgana, además de un número indeterminado de fuerzas especiales, que se considera extremadamente escaso para la magnitud del problema de seguridad.
Ante, el imparable avance de los terroristas, los 15 mil militares norteamericanos están resultado insuficientes, por lo que Reino Unido considera por lo menos duplicar la dotación militar en el país, para apoyan a las fuerzas armadas afganas y norteamericanas.

El pedido de Washington, sorprende a Londres en un proceso de reducción de sus efectivos. El número total de la tropa británica, de las tres armas, son unos 194 mil. Durante 2017 fueron licenciados 2900 y se esperaba para este año incrementar esa cifra. El ejército cuenta con un plantel de 78410 militares, representando la dotación más pequeña desde el siglo XVII. Por lo que la secretaria de defensa, Nia Griffiths, criticó la situación y calificó de terrible fracaso del intento de “reclutar y retener a las fuerzas armadas”.

Quizás un impulso a la guerra en Afganistán daría posibilidades al ejército británico de ensanchar su base de reclutamiento, para poder cumplir con su principal socio.

Las tropas del Reino Unido que permaneció durante trece años en Afganistán, concentró la mayoría de sus efectivos fundamentalmente en Camp Bastion, una base de casi 5600 hectáreas, en medio del desierto, cercana a Lashkar Gah, capital de la provincia de Helmand. En los momentos más caliente de la guerra contra el talibán, tuvo una dotación de 10 mil británicos y 20 mil marines norteamericanos, en esos años los muertos británicos fueron 453. Bastion en 2011 llegó a ser la cuarta estación aérea más activa del Reino Unido, con más tráfico aéreo que los aeropuertos de Luton, Edimburgo y Birmingham. Su pista de 3200 metros permitía la actividad de unas 600 naves entre aviones y helicópteros.

Este último sábado el talibán atacó posiciones del gobierno entre las provincias de Daykundi y Ghazni en el sureste del país, tomado unos 10 puestos del ejército y la policía afganos en el distrito de Ajristan de Ghazni, y esto es solo el principio de una primavera cuya temperatura se seguirá elevando de manera escalofriante.

* Escritor y periodista argentino. Publicado en Línea Internacional
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