La desinformación abre un nuevo frente en el conflicto palestino-israelí
Por Aram Aharonian*.
La publicación de fake news y teorías de la conspiración favorece tanto la viralización de las noticias como las reacciones emotivas y viscerales de un porcentaje notable de usuarios. Y no se queda solo en las redes sociales, sino que llega a los medios de comunicación tradicionales e inclusive a los parlamentos. No hay nada inocente: detrás de cada mentira: hay una sucursal de la usina de terrorismo mediático
Hoy, en plena época de los fakes (mentiras), big data, de televisores como pantalla enorme para recibir contenidos manejados por las megaempresas de acuerdo al perfil que cada uno va autodiseñando en las redes sociales, manipulaciones, imposición de imaginarios, habría que eliminar la palabra verdad de nuestros diccionarios.
Aunque lo parezca, la respuesta del gobierno de Israel no es espontánea sino que busca multiplicar el daño recibido en parte por venganza, pero sobre todo para continuar su estrategia de colonización de Palestina, que cuenta con el apoyo de Estados Unidos y la Unión Europea, en la que Gaza molesta y mucho. Han recurrido a las redes sociales para entablar una guerra de información, con numerosas publicaciones y afirmaciones que en realidad son engañosas.
La ocupación israelí y colonización continuada desde 1947 hasta hoy consiste en encerrar literalmente a la población palestina de Cisjordania y Gaza, con la construcción de muros que rodean ambos territorios de tal forma que sus habitantes deben pasar controles militares no solo para abandonar los territorios palestinos, sino para moverse a una ciudad vecina o incluso en ocasiones dentro de su propia ciudad. Pero poco dicen la prensa occidental de todo eso.
Gobernaba en Israel una coalición de derecha y la ultraderecha, y sus decisiones venían provocando una creciente crisis política. Pretendió avanzar sobre el sistema judicial pero universidades, sindicatos y ejército se opusieron. Las protestas se venían multiplicando. Las tensiones internas aumentaban y los consensos se diluían. Ese descontento interno contribuyó a la pérdida de eficacia en los sistemas de control e inteligencia interna e internacional. Todos descansaban en la fortaleza de la tecnología.
Los numerosos puestos de control del ejército israelí son el engranaje de una maquinaria de humillación, represión y castigo que ha conformado un sistema de apartheid en todos los territorios ocupados de Palestina, por militares y también colonos armados,que patrullan las ciudades palestinas, amenazan, amedrentan, atemorizan, disparan y asesinan a la población palestina, dentro de su estrategia de hambre infinito de venganza y de sometimiento, pero los medios no lo recogen.
Tras el ataque de Hamás y la respuesta del primer ministro ultraderechista israelí Benjamín Netanyahu declarando el «Estado de Guerra», la red social X se ha convertido en la peor herramienta para informarse y la peor herramienta para comprender lo sucedido.
El escritor español Guillermo Zapata (X y desinformación: la fábrica de mierda digital, en Público.es) señala que se suceden problemas de moderación, de desinformación y de difusión de propaganda, por desinterés o por la dificultad de hacerlo en entornos digitales muy abiertos, pero hoy esos mismos problemas se multiplicaron exponencialmente y están articulados bajo un modelo económico y cultural que se piensa a sí mismo como modelo de éxito.
El asunto es tan grave que el Comisario Europeo de Mercado Interior y Servicios, el francés Thierry Breton, reclamó a Elon Musk que cumpla sus obligaciones controlando la difusión de odio y mentiras desde X. Ha cambiado la forma en la que se jerarquiza la información, privatizándola. Para los usuarios de pago de X no existe filtro de incorporación más que el dinero, tienen prioridad en la difusión de los mensajes y en la aparición en los comentarios.
No es sólo que eso haya introducido un sesgo ideológico en los mensajes (estudios hablan de la multiplicación del discurso de odio en la red) es que en dicho modelo existe la posibilidad de monetizar el contenido por impactos. Es decir, la herramienta incentiva que hagas contenidos que reciba mucha atención. No importa demasiado si la atención es buena o mala, si tienen veracidad o son campañas tendenciosas.
El reino de las fakes
Se conocen como fake news, noticia falsa, noticia falseada, infundio, al tipo de bulo que consiste en un contenido seudoperiodístico cuyo objetivo es desinformar a un público en específico. Se diseña y emite con la intención deliberada de engañar, inducir a error, manipular decisiones personales, desprestigiar o enaltecer a una institución, entidad o persona u obtener ganancias económicas o rédito político.
La posverdad es un fenómeno radicalmente nuevo respecto a las mentiras clásicas, donde la verdad alternativa se presenta como la crítica (en nombre de la libertad) hacia algún tipo de autoridad dotada de un valor verificador. El mundo ha verificado hechos innegables como la capacidad de penetración de las redes sociales, inmensamente superior a la de los medios de comunicación tradicionales.
También Internet y su evolución hacia la web 2.0 han permitido superar la comunicación unidireccional de los medios tradicionales –prensa gráfica, radio y televisión– y llegar a una interacción con el público, facilitando su eventual participación. Del concepto de “audiencia” pasamos al de “usuario”, que no es pasivo sino que puede crear, editar y compartir contenido generado por él.
La extrema derecha 2.0 ha sabido leer mejor que las demás los cambios de la sociedad, aprovecharse de las debilidades y las grietas de las democracias liberales y entender las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías. Y de ahí su interés y sus esfuerzos para generar y difundir noticias falsas.
Actores públicos y privados afines a los dos bandos utilizan internet como plataforma para difundir mensajes de propaganda y bulos. La Unión Europea exige a las redes sociales X, Facebook y TikTok que actúen contra estos contenidos
Uno de los que tropezó (¿adrede?) fue el presidente estadounidense Joe Biden. “Nunca pensé que vería, y lo he confirmado, fotografías de terroristas decapitando a niños”, manifestó durante una reunión en Washington con líderes de la comunidad judía. Y sus palabras corrieron como la pólvora, un día después de que una reportera del canal israelí i24 lanzara la fake de la decapitación de 40 menores de edad por milicianos palestinos de Hamás.
El bulo sobre la supuesta decapitación de bebés por parte de Hamás ha tenido amplia difusión en los principales canales de noticias, un hecho que también fue mencionado por el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, antes que Biden. Al ser interrogada, la Casa Blanca rectificó la afirmación presidencial, aunque señaló que no “han podido confirmar” estos informes.
La inteligencia israelí y los medios hegemónicos occidentales han recurrido a las redes sociales para entablar una guerra de información, con publicaciones y afirmaciones engañosas y falsas.
Un video difundido por redes sociales afirma mostrar un ataque israelí contra Gaza. Tras una búsqueda inversa de imágenes, se descubrió que el vídeo fue filmado en Argelia poco después de que el club de fútbol Belouizdad se clasificara campeón: no se trata de explosiones, sino de fuegos artificiales, no son palestinos sino argelinos.
Otro vídeo afirma mostrar un tiroteo entre fuerzas israelíes y combatientes de Hamás. Al hacer una búsqueda inversa de imágenes, se demostró que el video fue filmado en 2017 en el estado mexicano de Tamaulipas.
Manipuladores y manipulados
El Instituto Interamericano de Derechos Humanos señala que la manipulación es un ejercicio velado, sinuoso y abusivo del poder. Se presenta en cualquier relación social o campo de la actividad humana, donde la parte dominante se impone a otras en virtud de que éstas carecen de control, conciencia y conocimiento sobre las condiciones de la situación en que se encuentran.
Se entiende el ejercicio del poder sobre el cual se dirige la manipulación, su objetivo principal es imponer ideas establecidas con el fin de que se transformen en conceptos o dogmas sobre los cuales se rijan los individuos. Siglos antes de la era de internet, en “El Príncipe” de Nicolás Maquiavelo esto se explica de una forma clara al mostrar el poder clerical como una forma más de manipulación política con conceptos metafísicos de poder.
Las cadenas de televisión estadounidenses han enviado corresponsales a Israel para cubrir los episodios de violencia, pero rara vez entrevistan a palestinos, a activistas israelíes pacifistas o a periodistas que se oponen a la ocupación. A medida que Israel intensifica su brutal respuesta al brutal ataque que la organización Hamás llevó a cabo el 7 de octubre, los medios de comunicación de EEUU ofrecen constantemente las voces -sólo- de los israelíes que han sufrido los actos de violencia de Hamás.
Ojalá los medios cubrieran también de esa forma el dolor que padece la población civil de Palestina, ya que rara vez escuchamos su voz, señala Amy Goodman de Democracy Now!. Escuchar el relato de las víctimas en su propia voz es el primer paso para derribar barreras y cultivar una comprensión que pueda allanar el camino hacia una paz justa.
Poco después del ataque de Hamás, Israel inició un nuevo e intenso bombardeo contra la Franja de Gaza. Quienes están soportando todo el peso de esa represalia son los 2,4 millones de palestinos que Israel tiene atrapados en Gaza, casi la mitad de los cuales son niños y niñas. La Franja de Gaza —un enclave de entre 6 y 12 kilómetros de ancho y 40 de largo— es uno de los lugares más densamente poblados del planeta y ha sido descrita como la prisión al aire libre más grande del mundo.
En las condiciones llamadas «normales», los gazatíes viven bajo una severa ocupación militar. Nadie entra ni sale sin el permiso de Israel, que controla el suministro de agua, alimentos y combustible de Gaza. Ahora, tras el ataque de Hamás, el bloqueo y los bombardeos israelíes en/sobre Gaza han adquirido un carácter catastrófico.
Rashid Khalidi, reconocido académico palestino-estadounidense, profesor de la cátedra Edward Said de la Universidad de Columbia, señaló que “la idea de que puedes encerrar a cinco millones de personas, ponerlas entre muros, endurecer el asedio sobre ellas, permitir solo la entrada a cuentagotas de algo de comida, algo de agua y un poco de electricidad, esa idea ha explotado como resultado de los terribles acontecimientos [recientemente acaecidos]. Esto no puede continuar así”.
Khalidi agregó que “Estados Unidos debería tratar de apaciguar la situación. […] Financiamos esta ocupación. Financiamos esta violencia. Hay armas estadounidenses utilizándose hoy, ahora mismo, en Gaza, para matar a civiles inocentes, en violación de la ley estadounidense”.
Que nadie ofrezca otra versión
La jefa del Comando Sur de Estados Unidos, Laura Richardson, que viene sincerando el interés de su país por los recursos naturales de América Latina, atacó las cadenas RT en Español y Telesur, que según ella «no practican periodismo». Es un forma extraña de entender la libertad de prensa y de expresión.
Remarcó los intereses geopolíticos de Washington en la región, que ella aún cree que es el patio trasero de EEUU: el triángulo del litio; la concentración de “las reservas de petróleo más grandes”; “los recursos de Venezuela, con petróleo, cobre, oro”; los bosques de la Amazonia, “los pulmones del mundo”; y, finalmente “el 31 por ciento del agua dulce del mundo”.
La advertencia de la generala quedaba clara: Washington no permite que se repitan ni difundan lo que las usinas de la internacional del terror mediático quieren imponer como verdad absoluta. Y a la vez, Richardson reconoce que la información no controlada hace daño a EEUU y su belicismo, discute el concepto aribitario de democracia que quieren imponer por la fuerza.
En un acto de la Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD) dijo que «En América Latina tenemos más de 31 millones de seguidores con Sputnik Mundo, RT en Español y Telesur. No practican el periodismo de justificación o de verificación. Difunden desinformación», afirmó Richardson. «Socavan las democracias en todo el hemisferio, y tenemos que hacer algo mejor que eso. Debemos hacer algo en la región que sea muy específico, que promulgue las democracias y cómo las democracias benefician a la gente», agregó.
En marzo pasado, Richardson había pedido fondos al Congreso para contrarrestar una supuesta «amplia campaña de desinformación» rusa en América Latina, sobre todo después de la invasión de Ucrania.
La guerra en Medio Oriente reedita en las izquierdas euroccidentales una vieja división: el fantasma del colonialismo y la complicidad con él y los límites de la violencia como respuesta a la opresión, vuelven a estar sobre la mesa. Sin dudas, dejó una grieta en la izquierda en Occidente, donde hubo reacciones dispares y hasta contradictorias.
A Francia Insumisa (LFI) le está pasando en Francia lo que a los partidarios del laborista Jeremy Corbyn en Gran Bretaña, a la izquierda antibelicista en proceso de reorganización en Italia, a una parte sustancial de Die Linke (La Izquierda) en Alemania o al propio Podemos y otros sectores a la izquierda del PSOE (Partido Socialista Obrero Español) en España.
El solo hecho de intentar poner en contexto los ataques de Hamás en Israel, de decir, algo así como «miremos no solo la fotografía de lo sucedido, sino la filmación de todas estas décadas de opresión de los palestinos de parte de un Estado ocupante y opresor», les valió ser tratados de filoterroristas, filofundamentalistas y otras linduras.
Detrás del horror de los crímenes de guerra cometidos esta semana se encuentra el horror cotidiano de un régimen de desposesión que quienes manejan la comunidad internacional desde sus escritorios o sus usinas de terrorismo mediático, creyeron poder ignorar.
En Estados Unidos, la Universidad Harvard (en Cambridge) fue el epicentro de una polémica que rápidamente se nacionalizó: luego la ofensiva de Hamas, 34 organizaciones estudiantiles suscribieron un comunicado del Comité de Solidaridad Palestina de Harvard y responsabilizaron “enteramente” a Israel por la violencia. “El régimen apartheid es el único culpable”, señalaron los estudiantes.
Mientras, la BBC británica destacó el legado de trauma y división que dejaron Reino Unido y Francia en Medio Oriente. Los británicos atacaban pueblos enteros si sus tropas recibían ataques de rebeldes armados que operaban en las colinas, señala una nueva serie de radio de la BBC que examina cómo el control británico y francés de Medio Oriente hace un siglo dio forma a la región de maneras que aún resuenan hoy.
El largo conflicto entre Israel y Palestina, que ocupó gran parte de la atención mundial durante el siglo XX y que amenaza en constituirse en una de las claves de la presenta centuria, incentivado por la peligrosa alianza entre la derecha y la ultraderecha israelí, tendrá múltiples y aún impensadas derivaciones. Es imposible saber hasta dónde puede llegar la amplificación de este conflicto.
* Aram Aharonian es periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
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