La globalización, Estados Unidos y China
Por Pedro Barragán*
La globalización ha llevado a una gran interdependencia económica entre Estados Unidos y China. Ambos países son los principales actores en la economía global. El declive norteamericano y el ascenso social y económico de China están marcando los nuevos tiempos, pero Estados Unidos no está dispuesto a ser destronado de la cima mundial. Conserva su poderío económico y militar, su mucha mayor renta per cápita y, sobre todo, su poder blando: el control de la cultura, de la información y del entretenimiento en el mundo. Con estas armas se ha lanzado a la guerra tecnológica y comercial contra la economía china donde todo vale con tal de provocar la quiebra o el retroceso económico del adversario.
La globalización es un proceso fundamentalmente económico, pero también político, social y cultural que ha estado en desarrollo durante las últimas décadas. Este fenómeno implica una creciente interconexión e interdependencia entre los países del mundo, lo que permite el flujo de bienes, servicios, información, ideas y personas a través de las fronteras. La globalización ha sido impulsada por avances tecnológicos, especialmente en las áreas de comunicaciones y transporte, así como por políticas económicas que promueven el libre comercio.
La globalización ha sido un instrumento de Estados Unidos para su expansión comercial y su dominio de las ideas, la cultura, el entretenimiento y la información en el mundo. Para desarrollar esta política, Estados Unidos ha utilizado su dominio económico y político a nivel mundial.
En la década de 1980 y 1990, Estados Unidos fomentó la globalización mediante la promoción del libre comercio y la liberalización económica a nivel mundial. Esto permitió a China integrarse en la economía global y convertirse en un importante exportador de productos manufacturados. Desde entonces, China ha experimentado un crecimiento económico impresionante y se ha convertido en la segunda economía más grande del mundo. China es el principal exportador del mundo y es el principal receptor de la inversión extranjera directa. La relación comercial entre Estados Unidos y China se ha vuelto cada vez más importante en este contexto. Desde la década de 1970 en que Estados Unidos comenzó a abrir relaciones comerciales con China después de décadas de aislamiento y agresiones militares, el comercio entre ambos se ha expandido ininterrumpidamente, convirtiendo a Estados Unidos en el mayor comprador de productos chinos (hoy superado por la ASEAN y la Unión Europea) y generando un volumen de comercio de 664,5 mil millones de dólares en 2023.
En las últimas décadas, China ha experimentado un crecimiento económico rápido y se ha convertido en la fábrica del mundo. Muchas empresas estadounidenses han trasladado parte de su producción a China para aprovechar unos costos más competitivos y las economías de escala.
En 2023, el déficit comercial de Estados Unidos con China alcanzó un valor de 336.130 millones de dólares, superior al déficit alcanzado en 2018 (323,32 miles de millones de dólares). Es el mayor déficit comercial de Estados Unidos y para hacernos una idea lo podemos comparar con el déficit en 2023 con México de 156.854 millones de dólares (México es hoy el mayor exportador a Estados Unidos).
La guerra comercial desatada por Estados Unidos contra China en marzo de 2018, por el entonces presidente norteamericano Donald Trump, no ha logrado reducir el déficit comercial entre ambos países. Durante estos años transcurridos desde esa fecha Estados Unidos ha fracasado en su intento de reducir el déficit con China a través de las subidas de aranceles. Tampoco ha logrado reducir significativamente el volumen comercial entre ambos: el comercio bilateral total entre China y Estados Unidos ha aumentado de 633,5 mil millones de dólares en 2018 a 664,5 mil millones de dólares en 2023.
La deuda pública norteamericana en manos de China
China comenzó a aumentar rápidamente las inversiones en deuda del gobierno de Estados Unidos en 2000, como consecuencia del crecimiento económico y del superávit comercial que generaba este crecimiento. Crecimiento y superávit que puso en manos del gobierno y de los inversores chinos una enorme cantidad de dinero que fue colocándose en bonos norteamericanos.
China se convirtió en poco tiempo en el segundo tenedor de deuda norteamericana para sobrepasar a Japón y ser el primero en 2008. El volumen de inversión continuó creciendo, al margen de la crisis financiera de 2008, y alcanzó su máximo en 2013 con 1,28 billones de dólares.
A partir de 2014 la inversión china en bonos norteamericanos comenzó a declinar, pero se mantuvo incluso en los momentos álgidos del inicio de la guerra comercial de Estados Unidos contra China.
Pero la hegemonía del dólar estadounidense es hoy, en el mundo, una de las principales fuentes de inestabilidad económica y social. Por una parte, la política financiera norteamericana de tipos de interés ha estado provocando la quiebra de numerosos países en desarrollo, además de devaluaciones y reducciones del crecimiento en países desarrollados como el Reino Unido, la Unión Europea y Japón y problemas a los propios bancos norteamericanos (caso del Silicon Valley Bank y otros); y por otra parte, Estados Unidos está utilizando el dólar como una arma geopolítica, mediante el sistema de sanciones unilaterales contra un gran número de países.
La desdolarización
Esta situación ha generado dos tendencias entre los países en desarrollo que, no olvidemos, son la gran mayoría de la población mundial. Se ha comenzado a hablar de la “desdolarización” todos los días y en todos los medios y se ha producido un movimiento de un gran número de países hacia dos organizaciones internacionales: BRICS y Organización de Cooperación de Shanghái (OCS).
China ha reducido la tenencia de bonos del Tesoro norteamericanos desde 2018 en unos 400.000 millones de dólares, un 36 por ciento, aproximadamente algo más de la cuarta parte del PIB anual de España. Solo en 2023, el Banco Popular de China (nombre del Banco Central de China) ha comprado 225 toneladas de oro, colocándose a la cabeza como mayor comprador del mundo. Esta política, además de proteger al país frente a las fluctuaciones monetarias y a los riesgos del dólar, le ha aportado una importante revalorización de las reservas en oro, cuyo precio no ha dejado de subir. Nos encontramos en un momento en que, posiblemente, veamos una vuelta al oro en las reservas monetarias mundiales.
China se encuentra inmersa en un proceso de internacionalización financiera que está, hoy por hoy, centrada en impulsar la libre convertibilidad de su moneda bajo la cuenta de capital, en el desarrollo de productos financieros denominados en yuanes y en el uso de esta moneda en la liquidación transfronteriza del comercio exterior. Es una política prudente que trata de impulsar un sistema abierto e inclusivo donde las economías emergentes estén mejor representadas, que favorezca la estabilidad financiera global y que se base en el conjunto de monedas en lugar del predominio del dólar.
Mientras progresa la internacionalización del yuan y se desarrollan las estructuras del Banco de Desarrollo de los BRICS no veremos cambios radicales desde China, pero sí una tendencia que marca los riesgos para Estados Unidos de las consecuencias que para este país pueden tener en el ámbito financiero sus políticas de agresión contra China (prohibición de los coches eléctricos, de los paneles solares o de las turbinas eólicas; bloqueo tecnológico con los chips; etc., etc.).
El mundo está cambiando
Los cambios en la vida y en el mundo se suelen producir de forma progresiva, sin apenas percibirlos en su progresión hasta que en un momento determinado la transformación que ese cambio tenaz ha creado se hace clara y, en el caso que nos ocupa desde el punto de vista norteamericano, dolorosamente patente. ¿Cuál ha sido este cambio?
Estados Unidos representaba en el año 2000 el 19,8 por ciento del PIB mundial mientras que en el año 2023 su peso se ha reducido al 14,8 por ciento. Por su parte, China ha pasado de ser tan solo el 6,4 por ciento del PIB mundial en el año 2000, a representar el 18,8 por ciento en 2023.
Estas cifras en paridad de poder de compra nos muestran cómo la economía china ha sobrepasado a la norteamericana y era ya en el 2023 un 27 por ciento superior a ella.
China ha emergido en la economía mundial en muy pocos años como la mayor potencia económica y comercial del mundo y con una población que también representa el 17,5 por ciento de la población mundial.
Y, además, esto es un proceso dinámico que no para de avanzar. Cada año no solo crece la ventaja económica, sino que también China sobrepasa a Estados Unidos en multitud de indicadores sociales. En 2020 la esperanza de vida en China ha sobrepasado a la norteamericana. Y la tasa de incidencia de la pobreza como porcentaje de la población y medida sobre la base de 1,90 dólares por día (2011 PPA) se ha mantenido entre 2010 y 2019 (últimos datos del Banco Mundial) en el 1 por ciento en Estados Unidos mientras que en China ha bajado del 13,9 por ciento en 2010 al 0,1 por ciento en 2019. Queremos reflejar con estos indicadores que no es solo la potencia exportadora china que hace crecer la economía, sino que hay una traslación clara a la calidad de vida de las personas que está mejorando a gran velocidad. Crecimiento económico y política del gobierno chino centrada en las personas que está generando un círculo virtuoso que se retroalimenta a sí mismo al inducir el crecimiento una mayor calidad de vida y la nueva cualificación de las personas empujar al crecimiento.
Todas las alarmas han saltado en Estados Unidos. Como ya hemos indicado, el país no está dispuesto a ser destronado de la cima mundial. Conserva su poderío militar, su mucha mayor renta per cápita y, sobre todo, su poder blando: el control de la cultura, de la información y del entretenimiento en el mundo. Con estas armas se ha lanzado al sabotaje de la economía china donde todo vale con tal de provocar la quiebra o el retroceso económico del país.
* Pedro Barragán es economista. Miembro de Cátedra China, temática que deja reflejada en su blog personal. Es editor de la web Archivo de la Transición.
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