La guerra de baja intensidad de la que nadie habla
Por Leandro Albani *.
Desde principios de octubre, el gobierno de Erdogan ordenó bombardeos masivos contra el Kurdistán sirio. La voz de dos voluntarios internacionales que se encuentran en el terreno y denuncian las masacres y la destrucción generadas por los ataques turcos
Las excusas siempre son muy buenas aliadas del presidente turco Recep Tayyip Erdogan. Por más que sean grandes, pequeñas o directamente inventadas, el mandatario sostiene su gobierno con justificaciones que, en muchos casos, tienen como “único responsable” al pueblo kurdo. En estos días, Erdogan se regodea ante la puerta que se abrió el 1° de octubre, cuando dos guerrilleros kurdos realizaron una acción militar contra el ministerio del Interior turco, ubicado en Ankara, la capital del país.
Rojhat Zîlan (Özkan Şahin) y Erdal Şahin (Hasan Oğuz) fueron los encargados de hacer estallar una bomba contra el edificio gubernamental, según informaron desde el Cuartel General del Centro de Defensa del Pueblo (HSM, por sus siglas originales), una de la principales instancias de la insurgencia kurda. En la acción, los guerrilleros murieron y dos policías turcos resultaron heridos.
El mismo día del ataque, el HSM difundió una declaración escrita en la que reconoció la autoría del ataque en manos de la denominada “Brigada de Inmortales”. En el texto explicaron que, entre otras razones, la acción fue “un acto de legítima defensa contra el desprecio de los derechos humanos que están siendo pisoteados” por el gobierno turco.
La respuesta del Estado turco fue automática: el recrudecimiento de los bombardeos contra la población civil en el norte y el este de Siria, la región controlada por la Administración Autónoma (AANES), conformada por kurdos, árabes, armenios, asirios y otras nacionalidades y grupos religiosos. Aunque desde la AANES y las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) negaron cualquier participación en la acción militar en Ankara, al Ejecutivo turco no le importó. En apenas unos días, los masivos bombardeos contra Rojava (Kurdistán sirio) dejaron decenas de muertos y la destrucción de infraestructura vital para el funcionamiento de la región, totalmente bloqueada y asediada por diferentes fuerzas: grupos yihadistas y mercenarios financiados por Turquía, remanentes del Estado Islámico (ISIS) y el propio Ejército Árabe Sirio, siempre al acecho para “morder” alguna porción de territorio administrado por la AANES y que alberga a más de cuatro millones de personas.
Dialogamos con Clara Ríos, una aragonesa de 32 años que se encuentra en Rojava y participó en el Kongra Star (la principal organización de mujeres de la región) y también ayudó en el proyecto de Jinwar, la aldea de mujeres de la zona, y con Andreu Penina, un catalán de 25 años que hace ocho meses está en el Kurdistán sirio y milita en el ámbito de las comunas y la juventud.
Desde Rojava, la charla con ambas militantes permite despejar dudas, confirmar violaciones a los derechos humanos cometidas por Turquía, conocer el estado de ánimo de las poblaciones atacadas y conjeturar el futuro de la AANES, creada para autogobernar los territorios donde, desde 2012, el proceso revolucionario encabezado por el pueblo kurdo tiene más arraigo.
Los análisis, opiniones e informaciones transmitidas por Clara y Andreu se convierten en una sola voz que tiene como objetivo denunciar los ataques masivos ordenados por Erdogan. Lo que dicen en esta entrevista está prácticamente silenciado en los grandes medios de comunicación. Lo que sucede en la actualidad en Rojava apenas traspasa las fronteras de Kurdistán y su repercusión en la denominada “comunidad internacional” es una lejana nota al pie de la historia.
—¿Cómo calificarían los actuales ataques de Turquía contra Rojava? ¿Y cuáles piensan que son las razones?
—La intensificación de los ataques del 4 al 10 de octubre ha significado la mayor agresión al noreste de Siria por parte del Estado turco desde la invasión de las ciudades de Serêkaniyê y Girê Spî, en 2019. Estos ataques son el pico de la continuación de una política de guerra de baja intensidad desarrollada por Turquía ante la negativa a otra ocupación terrestre. El resultado del ataque turco ha sido la destrucción de las principales infraestructuras energéticas. La AANES valora en más de ochenta mil millones los daños causados a la red eléctrica, estaciones petrolíferas y otras infraestructuras, como hospitales construidos en la campaña anti COVID-19 y escuelas. Otro objetivo han sido las fuerzas de protección interna (Asayish), encargadas de lidiar con el tráfico de drogas, la seguridad vial y el control de las vías principales. Y en coordinación con las Fuerzas Democráticas Sirias, también realizan la monitorización y neutralización de las células del Estado Islámico aún presentes en la región.
La permisividad de las potencias internacionales ante los ataques aéreos ha conllevado a una intensificación de estos en los últimos cuatro años. Turquía lleva a cabo recurrentemente una política de asesinato selectivo con drones (UAV) a responsables políticos de la AANES, a miembros de las estructuras civiles y de las fuerzas de autodefensa. En noviembre del año pasado también realizaron una secuencia de bombardeos dirigidos a las infraestructuras civiles. El ataque de estos días ha seguido el mismo patrón, vulnerando los acuerdos de Ginebra en materia de protección a la población civil en caso de conflicto bélico.
Analizamos los últimos ataques como parte de una estrategia más amplia del Estado turco para dificultar los desarrollos democráticos en la región. Turquía persigue, con el deterioro de las condiciones materiales, generar desafección de la población hacia la AANES, incrementar la crisis generada por el embargo al que es sometida la región, y obstaculizar los proyectos y la vida diaria. Sumado a ello, los asesinatos selectivos buscan generar miedo entre el pueblo y reducir la participación política. El propósito es generar un éxodo de la población para continuar con su plan de cambio demográfico, como ya vemos que está ocurriendo en los territorios ocupados por Turquía.
Además, el Estado turco ha utilizado la acción de la insurgencia kurda en Ankara como pretexto de casus belli, pero la verdad tiene raíces mucho más históricas y se enmarcan en la política expansionista de Erdogan para ganar control sobre los territorios de Kurdistán.
—En general, ¿cuál es el estado de ánimo de la población de Rojava ante la actual situación?
—La población de Rojava ha demostrado claridad y firmeza ante los ataques del Estado turco. Turquía esperaba ver imágenes de familias enteras partiendo hacia el exilio, pero la realidad ha sido muy diferente. En los últimos días, ha habido movilizaciones en diferentes ciudades. El 9 de octubre, en el aniversario del inicio del complot internacional contra Abdullah Öcalan, líder del movimiento kurdo, las calles se llenaron con grandes manifestaciones donde los cánticos por la libertad de Öcalan se mezclaban con los de repudio a los ataques. “Berxwedan Jiyan e”, que significa “resistencia es vida”, se ha repetido con fuerza en las ciudades y pueblos de Rojava.
La otra gran movilización ha sido para despedir a los mártires, un total de 47 personas -incluidos 29 asayish de la unidad antidroga-, asesinadas por los bombardeos turcos en estos últimos días. Hemos visto imágenes de columnas sin final, que han seguido el recorrido hasta el cementerio de los caídos por la revolución, al grito de Şehid Namirin (Los mártires nunca mueren).
La población atraviesa un periodo difícil a causa de la presión económica, la inflación de la lira siria y la falta de agua por los cortes turcos de las presas y las plantas de agua. Está claro que se vive dolor, hay angustia, rabia y cierto punto de impotencia, pero a su vez la respuesta en las calles ha demostrado el ánimo general de la población. Hay un gran sentimiento de unidad ante los ataques.
Erdogan comunicó el fin “de la primera fase” de los ataques y esto genera en el pueblo un estado de alerta permanente. Aun así, la sociedad del noreste de Siria se ha “acostumbrado” a ello y continúa su vida, a la vez que se prepara ante una operación mayor del enemigo.
—¿Existe algún canal de diálogo entre la AANES y el gobierno turco para frenar los ataques?
—En una rueda de prensa, el copresidente del Departamento de Asuntos Exteriores de la AANES, Bedran Çiya Kurd, afirmó que no existe tal diálogo. Turquía anunció públicamente que atacaría infraestructuras y procedió a hacerlo. No hubo más comunicación que ésta. Por su parte, la copresidenta del Consejo Democrático Sirio, Elham Ahmed, declaró en una rueda de prensa que piden a Estados Unidos que se comprometa a resolver la causa kurda mediante el diálogo para poner fin al sufrimiento del pueblo kurdo, a todas las violaciones que comete en su contra el gobierno turco, y para de esa forma acabar con las agresiones de Turquía sobre sus vecinos. Ahmed también pidió al gobierno turco que se comprometa para resolver la actual situación mediante el diálogo. Por lo tanto, parece que la AANES está bastante abierta al diálogo con Turquía, mientras que el gobierno en Ankara no se pronuncia ni compromete.
En un marco más general, hay varios bloqueos para poder encontrar una solución política a la cuestión kurda. El movimiento kurdo, representado por la Unión de Comunidades de Kurdistán (KCK), exige el fin del aislamiento y la liberación de su líder Abdullah Öcalan, que está totalmente incomunicado desde hace treinta meses. Y demanda el fin de las agresiones y ocupaciones transfronterizas en el Kurdistán del Sur (Bashur, norte de Irak) y en Rojava.
—¿Cómo observan las posturas de Estados Unidos y Rusia con respecto a los ataques?
—Hay una colaboración estrecha entre estos países y Turquía. Por lo tanto, Turquía no actúa unilateralmente en sus ataques en el noreste de Siria, sino que cuenta con el apoyo de las potencias internacionales. En este ataque ha sido significativo el derribo por parte de Estados Unidos de un dron turco Bayraktar. Aun así, el secretario estadounidense de Defensa, Lloyd Austin, ha remarcado la comunicación previa al ataque por parte del Estado turco y la importancia de su alianza militar en el marco de la OTAN. Aunque la Casa Blanca haya ratificado “el estado de emergencia nacional” para el noreste de Siria y apunte en sus comunicaciones oficiales las acciones militares del gobierno de Turquía como causantes de la inestabilidad, contrariamente permite y apoya las campañas aéreas de Ankara contra el pueblo kurdo.
Si analizamos los objetivos imperialistas de Estados Unidos en la región, en el marco de la iniciativa “Greater Middle East” (Gran Oriente Medio), los planes para liberalizar y desarrollar el capitalismo en Oriente Medio pasan por la desestabilización de la AANES. En esta estrategia, Turquía e Israel son los principales aliados de Estados Unidos en la influencia sobre Oriente Medio.
Por otro lado, Rusia mantiene la misma política, como se vio en los Acuerdos de Astana, en 2022. Rusia no apoya la invasión terrestre, pero cede el espacio aéreo a Turquía. Rusia lleva a cabo sus operaciones principalmente contra las facciones del Ejército Nacional Sirio (ENS), pero los intereses con Turquía conllevan a un silencio cómplice ante los ataques a Rojava. Rusia ha trabajado sin éxito en el ámbito diplomático para acercar las posiciones de los Estados sirio y turco.
—¿Existe la posibilidad de una incursión terrestre del ejército turco?
—Erdogan persigue desde hace años el proyecto imperialista de unas fronteras neo-otomanas. Referenciándose en las decisiones de Misak-ı Millî, pacto firmado en 1920, ha amenazado con la invasión en varias ocasiones. Estas aspiraciones imperialistas contienen un claro objetivo: controlar bajo su territorio la mayor parte de Kurdistán. Por lo tanto, la amenaza de invasión está siempre presente en las declaraciones del gobierno de Turquía.
Aparte del pueblo kurdo, representado en Parlamento turco por el Yeşil Sol Parti (YSP, Partido de la Izquierda Verde) o la propia administración autónoma de Rojava, Turquía no tiene una oposición fuerte interna ni internacional que le impida realmente plantear una invasión. Pero hay varios factores a tener en cuenta. El ejército turco lleva tres años intentando avanzar en las montañas de Bashur, una zona controlada por las guerrillas del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), sin resultados significativos y con muchas bajas. Turquía utiliza la guerra para esconder sus contradicciones y crisis interna, pero los fracasos le pasan factura. El refuerzo de las defensas en la AANES y los aprendizajes de las anteriores invasiones dificultan la operación turca y auguran una gran resistencia. Turquía no se puede permitir una derrota en este campo y la AANES no va a permitir ninguna invasión más. La comandancia militar de la AANES ha declarado que ya están preparados para la guerra.
En caso de ataque terrestre, la posibilidad del resurgimiento del grupo radical islámico ISIS es probable. Los diferentes actores internacionales con influencia en la región no permiten, por el momento, la ofensiva turca. Erdogan anunció el fin de la fase uno, claramente como estrategia de miedo contra la población, pero por el momento no ha realizado los preparativos necesarios para una invasión terrestre.
—¿Cómo están respondiendo las fuerzas de autodefensa de Rojava ante los ataques?
—En términos de respuestas militares directas, las FDS han llevado a cabo algunos ataques contra posiciones militares turcas y del ENS en los territorios del noreste sirio ocupados por Turquía, haciendo públicos, en cada ocasión, los detalles del ataque y sus resultados. No se han llevado a cabo ataques transfronterizos hacia Turquía. Hasta el día de hoy se ha anunciado la neutralización de 24 soldados en las bases militares de los territorios donde está la ocupación turca.
Por otro lado, las Fuerzas de Liberación de Afrin, que actúa en el interior de esa zona de Rojava ocupada por Turquía desde 2018, han declarado la autoría de hasta cinco acciones en respuesta a los ininterrumpidos ataques del ejército turco.
Las fuerzas de autodefensa han estado en modo defensivo, sin exponerse a los ataques aéreos, lo que significa que las bajas a causa de los ataques de Turquía han sido realmente muy bajas. En cuanto a las respuestas diplomáticas, las fuerzas de autodefensa han pedido repetidamente a Estados Unidos y a la Coalición Internacional contra ISIS que intervengan para detener el asalto de Turquía a la región, que perjudica directamente la lucha en curso contra el grupo terrorista.
* Vía “Tiempo Argentino”
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