La muerte de Maradona y…
Joan Martí*. LQS. Agosto 2020
… El nacimiento de la religión de la Nueva Era de la Esfera de los Últimos Tiempos…
El “fenómeno Maradona” culmina el proceso de nacimiento de una nueva religión en la era moderna.
La muerte de Maradona, que hoy convulsiona y conmueve el universo mediático como ninguna otra en los últimos cien años, será estudiada en el futuro por sociólogos e historiadores perplejos, con dificultad para entender el suceso desde la perspectiva de su tiempo.
No se trata de Maradona como futbolista, seguramente el más brillante, hábil y excepcional desde que se inventó el fútbol, -aunque como jugador de equipo coral como grupo, prefiero a Messi a Di Stéfano a Pelé y a Cruyff-, sino del fenómeno del fútbol y del gregarismo y la alienación adictiva de millones de personas y la locura mediática en el tratamiento de su muerte.
Declaraciones de gobiernos, de políticos, de artistas, de intelectuales y de gasolineros entrevistados para los reportajes. Tres días de luto nacional, banderas a media hasta, cánticos, videos recopilatorios de goles con soundtracks épicos y alienación (enajenación mental no transitoria, sino duradera) de millones de personas, con miles de periodistas reportando y narrando el portentoso suceso; la muerte de un ser humano de entre los 7500 millones de almas que pueblan la vieja Tierra; un ser que al parecer no era humano sino dios, o al menos su profeta, un ser superior que acaba de emprender su último viaje.
Deportistas que le conocieron, o quiseron conocerle, pero que en todo caso lo han visto en periódicos y teles, hablan, declaran, se emocionan y lloran en directo…
Murió la tal Lady Di, que apenas hizo en la vida que pasear el palmito de sus vestidos y maquillajes, pero también murieron Pasteur, Marie Curie, Keynes, Einstein, Carl Sagan, John Lennon, Che Guevara o Fidel Castro, -por citar unos cuantos-, cerebros portentosos que ayudaron a cambiar la visión del mundo que nos rodea, de sus ideas, de su organización, de su tecnología, y la vida en muchos países y a muchos millones de seres humanos… pero no eran Maradona.
Era este hombre (ahora dios), un intérprete brillante que oficiaba en lo suyo. Un malabarista del balón, moderno tótem esférico en torno al cual 22 oficiantes ayudados por una decena de monaguillos celebran la eucaristía de la nueva religión cada domingo, sábado, viernes, jueves… y demás días de copa, liga, torneos veraniegos y otros actos de liturgia que, ahora por el Covid, se ven como tristes celebraciones del ritual sin la asistencia de los millones fieles a las gradas de la iglesia, si bien los feligreses se enternecen o enfurecen, rezan, jadean, blasfeman y comen raciones de pizza en el salón comedor convertido temporalmente en atrio del templo donde se practica el culto.
Maradona ha muerto, ahora sí, convertido en el Dios principal del nuevo culto, de la religión de la Nueva Era de la Esfera de los Últimos Tiempos (hecha con piel de vaca y curtida en pentágonos cosidos…) que tal vez nos mantenga espiritualmente asistidos cuando esta civilización se vaya a la mierda…
Puestos a ver cosas extraordinarias, ya vimos en la genial Blade Runner que podían darse sucesos que escapan al entendimiento de una mente ordinaria como la nuestra, como bien nos explicó el replicante…
… Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Y vi a Maradona oficiar el gol de Dios ante Inglaterra…. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir…
(Pdta. jugué al fútbol en peñas y me encanta, y me fascinaba Maradona, y una y otra vez me asombra la magia de la bola desplazándose por el césped y el espacio, jugueteado con la geometría euclidiana variable que forman los futbolistas y sus habilidades y estrategias en el campo. Una maravilla flipante, pero una cosa es una cosa y otra es otra…)
– Maradona: posiciones manidas
– Dios no consta, ¡Maradona sí!
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Maradona: Cuando los pueblos convierten el fútbol en religión.
Solo un país como el del libertador San Martín podía dar en tan corto espacio de tiempo un Borges, un Cortázar, un Che Guevara, un “corralito”, a Mafalda, y un Diego A. Maradona.