La película: Elvis
Elvis
Por Mariano Muniesa. LQSomos.
Elvis sin duda se basó en el blues y el gospel, pero la clave en su estilo fue que los mezcló con la música country, que está casi completamente ausente en “Elvis”, excepto como un símbolo de la sobriedad, del viejo orden que Elvis estaba derribando
Todos los artistas son muñecos de nieve
Cuando supe la noticia de que el director de cine australiano Baz Luhrmann sería quien llevaría a la gran pantalla el nuevo biopic sobre la figura de Elvis Presley, la primera sensación que experimenté fue esencialmente de curiosidad. Su trabajo en cintas como “Romeo + Juliet” (1996) y la más imaginativa, arriesgada y rupturista “Moulin Rouge!” –a pesar de las críticas que recibió por ello, me pareció genial la idea de mostrar el París de 1900 como una ciudad en la que podía pasar cualquier cosa, incluido el que sonasen canciones como “Smells Like A Teen Spirit” de Nirvana o “Like A Virgin” de Madonna- a priori me llamaba a que el tratamiento de la historia se saldría de lo convencional, y no me equivoqué. Obviamente a lo largo de las dos horas largas de metraje, hay momentos más y menos afortunados, secuencias donde la trama pierde impacto y algunas sobreactuaciones, pero en general, en “Elvis” encontramos un tratamiento de la historia y del personaje interesante por lo original.
Igual que hicieron Julian Temple y Malcolm McLaren con su versión cinematográfica documental de la historia de los Sex Pistols “The Great Rock´n´Roll Swindle”, estrenada en España en 1980 con el título de “Dios salve a la reina”, el protagonista real de la historia no es tanto Elvis Presley, sino su descubridor, manager y mentor, el Coronel Parker, que de hecho ejerce de narrador del relato, como hacia McLaren en la cinta sobre los Pistols. El Coronel Parker, que en muchos fragmentos de la película bien podría ser un sosias del propio Baz Luhrmann cuenta la biografía de Elvis con realismo y asumiendo que aunque hizo del cantante una estrella que cambió el mundo, básicamente y en primer lugar puso siempre su propio interés y para ello no dudó en manipularle a él y a su entorno, en más de una ocasión desconociendo el más mínimo atisbo de ética o escrúpulos.
La película es en gran parte un homenaje enérgico a una fuerza titánica de la música popular contemporánea, aunque sin ocultar la parte triste de la historia con la moraleja de las consecuencias de un ascenso rápido y un declive largo y lento. Austin Butler, el actor que encarna a Elvis hace un muy buen trabajo y aunque no acaba de parecerse realmente a su personaje, su interpretación es creíble aún cuando Luhrmann, quizá buscando equilibrar la empatía hacia el protagonista le lleve a victimizarle en exceso. Por supuesto que lo hace a sabiendas y con un guiño o dos; Luhrmann no es el tipo de cineasta cuyas películas deben ser examinadas en busca de precisión histórica. Si recordamos la escena anteriormente mencionada de “Moulin Rouge!” con la música de Nirvana, la cinta se acerca a ese tipo de momento un par de veces, sobre todo cuando el joven Elvis ve a un viejo músico de blues tocar una versión pantanosa y pegajosa de “That”s All Right” de Arthur Crudup y la combina con la ejecución sobrealimentada de un coro de gospel a través de “ I”ll Fly Away”, creando en el proceso algo así como la versión primigenia de “That”s All Right” que se convirtió en su primer sencillo para Sun Records.
Es un momento delirante y estimulante aunque sin embargo sea una licencia poética que se ajusta poco a la realidad. Elvis sin duda se basó en el blues y el gospel, pero la clave en su estilo fue que los mezcló con la música country, que está casi completamente ausente en “Elvis”, excepto como un símbolo de la sobriedad, del viejo orden que Elvis estaba derribando.
Por supuesto, “Elvis” no es una película que pretenda contar el nacimiento del rock. De hecho, ni siquiera comienza como una película sobre Elvis ya que la primera persona que vemos y la primera voz que escuchamos es la del Coronel Parker interpretado por Tom Hanks, que acaba de sufrir un infarto y anuncia que nos va a contar la verdadera historia del niño al que convirtió en estrella. “Sin mí”, dice, “no habría habido Elvis Presley”.
Según el relato del Coronel, Elvis sonaba negro pero era blanco, lo que Parker sabía que era la mezcla perfecta en la inminente explosión social de mediados de la década de 1950 en América, al igual que sus históricos movimientos de cadera que provocaron la misma cadena de orgasmos reprimidos en millones de adolescentes que provocaría Mick Jagger en 1964. “Era una muestra de la fruta prohibida”, dice Parker mientras observa a una niña gritando histérica. “Ella podría habérselo comido entero… fue la mayor atracción de carnaval que jamás había visto. Él era mi destino”.
Un defecto de guión a mi juicio demasiado habitual en muchos biopics recientes –“The Dirt” de Mötley Crüe es el primer ejemplo que me viene a la memoria- son los saltos en el espacio/tiempo que pasan casi superficialmente por épocas de la vida del protagonista que podrían explicar mucho mejor partes de la historia que los diálogos de sus actores y actrices. Los tres años que van del gran éxito de Elvis a su servicio militar en Alemania para lavar su imagen de artista ofensivo para la moral americana se recorren casi de pasada y ello le resta coherencia interna al relato. Aunque en todo momento Austin Butler se lanza a una actuación que es tremendamente física pero nunca caricaturesca o irrespetuosa.
“Elvis” se encuentra en algún lugar a modo de eslabón perdido entre “Bohemian Rhapsody”, que pretendió contar la historia real de Freddie Mercury con rigor y sin estridencias más allá de lo estrictamente necesario y “Rocketman”, que te deja claro desde el principio que va a convertir la historia de Elton John en una fantasía. Tengo la sensación de que a Luhrmann le hubiera gustado ir más allá como director en el aspecto más fantasioso, pero tal vez Elvis era demasiado grande y demasiado sagrado para él como para volverse loco, así que carga las tintas sobre el cinismo, el egoísmo y la hipocresía del Coronel Parker -quien por cierto, no era coronel ni militar ni su nombre real era Parker- y se sirve de numerosas secuencias musicales muy bien realizadas para tratar de navegar entre las dos posiciones, lo cual le proporciona mucha fluidez al relato.
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