La “revolución” ultraliberalista es la guerra

La “revolución” ultraliberalista es la guerra

Por Manuel Salguero. LQSomos.

“La propiedad es un robo”
Mijaíl Bakunin

Lanzada en 1990 por los conservadores anglosajones, USA y el Reino Unido, tras los acuerdos contraídos con la URSS en la Cumbre de Houston. Su objetivo es crear unas oligarquías, que se queden con el ahorro de las poblaciones y con los bienes comunes en oriente y occidente.

“El primer ministro ruso Gorbachov y otros dirigentes soviéticos aceptaron el plan del Banco Mundial/USAID para una terapia de choque que incluía la privatización, la desindustrialización y la liquidación del ahorro nacional personal (presentado como “excesivo”) para comenzar a empobrecer al grueso de la población y erigir a una clase alta beneficiaria de la más desigual distribución de la riqueza registrada en el Hemisferio Norte” *.

En estos los acuerdos en la Cumbre de Houston, el presidente norteamericano George Bush había firmado que se haría bajo el compromiso que los países de la órbita soviética no entrasen en la OTAN.

La Guerra Fría y el acopiamiento de armas, cada vez más sofisticadas y caras, habían llevado a la URSS a una disminución de los servicios sociales y salariales de la población. Un perjuicio frente al bloque de la OTAN. Para intentar paliarlo, antes de 1990 Rusia había insuflado millones de rublos a los países del ámbito soviético, sobre todo a la de los Balcanes, que resultaron insuficientes o ineficientes.

Ejecutivos estadounidenses irían a Rusia a enseñar a como privatizar las empresas nacionalizadas, que en eso tenían mucha experiencia. Debía de producirse vendiendo acciones de las empresas del estado ruso y países de la Rusia pos soviética a personas particulares, y especialmente a gestores profesionales y cuadros del partido. Lo que despertó gran interés dentro la nomenclatura del Partido Comunista Ruso y del Komsomol, Jodorkovsky y los ejecutivos rojos, creando agencias y empresas en las que ir descargando las riquezas de la nacionalización bolchevique.

Esto trajo la creación de oligopolios de cleptócratas, con la capacidad de evadir capitales (acciones) e impuestos en el mercado especulativo de la oferta y la demanda, del pez grande se come al chico. Y en esto los más grandes son USA-Reino Unido, que durante la Guerra Fría, no solo tuvieron Europa de donde sacar dinero para la frenética carrera armamentística, si no América, África, Oceanía y medio Asia. Por lo tanto, esos capitales, terminarían en los oligopolios de los capitalistas occidentales.

Sea como fuese, la primera consecuencia inmediata fue la guerra en Yugoslavia, con la intervención de la OTAN en la misma, extendiéndola al Afganistán de los muyahidines para poner a los talibanes, y eliminar la influencia rusa.

En occidente, la “revolución” ultraliberalista iniciaba sus burbujas económicas que aumentarían ficticiamente sus riquezas, acompañada de una subida de precios y bajada de salarios permanente, y abriendo la oportunidad al sector crediticio dando créditos sin suficientes avales para acelerar el expolio. La manera de sacar del bolsillo de la población sus ahorros, siendo el sector básico de la vivienda donde más va a incidir en la población, usando los pasantes de los bancos para subir desorbitadamente los precios a las mismas, obligando al más pintado a tener que recurrir a créditos bancarios para adquirir una vivienda.

Las armas almacenadas durante la Guerra Fría, suponían también un monto interesante que van perdiendo su valor en las estanterías de ambos bandos, así que van a desencadenar guerras para darles salida a ambos contendientes de las mismas para que entre ellos solos se las rompiesen mutuamente, no fuesen a representar en sus manos algún peligro en el futuro, como lo fue el hombre de EEUU en Irak, Sadam Husein al invadir Kuwait el protectorado inglés, sin pedir permiso. La película de cine, “El señor de la guerra”, basada en hechos reales, es clarividente con respecto al tráfico “ilegal” de esas armas, y otras, con protagonista ucranio incluido.

Pero en 20 años, esta operación de expolio y cleptocrácia a los pueblos, va a tener sus consecuencias saltando las poblaciones contra sus gestores; la primavera árabe, el 15-M, “Ocupa Maidan” en Ucrania, etc. Unos movimientos pacíficos no controlados inicialmente por el sistema corrompido, que crean una concienciación social colectiva, y unos canales de información y de debates propios que desbordan a los canales oficiales, y que se expanden tumbando unos gobiernos tras otros que se tenían por inamovibles.

No tardó la OTAN en intervenir ante tal descaro ante sus propias barbas. Sus métodos de deformación, infiltración y provocación, van a crear unos falsos movimientos de insurrección armados de falsa bandera en países de influencia socialista, para usarlo como excusa para el atraco a mano armada a sus materias primas, a la vez que intoxicar la imagen de los movimientos de las poblaciones indignadas. Comenzando en Libia, luego en Siria, luego en Ucrania.

Este último, nacido originariamente bajo la indignación del pueblo ante el expolio, van a destruirlo por los servicios secretos disparando francotiradores a policías y manifestantes, habiendo salido los disparos del Hotel Ucrania, cuartel general del Partido Svoboda, al que pertenece el fiscal a quien le encomiendan la investigación del caso, acusando los ejecutores del hecho a los sectores “pro rusos”. Pero un equipo de investigación de la televisión alemana ARD y el médico que atendió a los heridos y muertos que afirmó que todas las balas que sacó de los cuerpos eran del mismo arma, tiró por tierra la versión del fiscal y de los norteamericanos sobre los acontecimientos, que generaron una guerra civil.

“Ocupa Maidan” rebosaba de manifestantes maduros, de mujeres, de estudiantes, de rusoparlantes, de nacionalistas y de otras gentes, cuyo propósito común era poner fin al latrocinio. Querían reformas, y protestaban contra los oligarcas, no sólo contra Yanukovich, sino también contra Timochenko y semejantes”*.

“Como ocurrió en otras antiguas repúblicas soviéticas, Ucrania abrazó el plan neoliberal de convertir la cleptocrácia en el estadio final del estalinismo. Como lo describió Mijail Jodorkovsky: “La gente decente sale del sistema, y quedan ‘los idiotas y los canallas’: ¡gran material para la construcción de la maquinaria del Estado. Y eso es, en efecto, nuestro Estado.”

En esa misma línea, un periodista ruso se lamenta de esta secuencia de políticos-oligarcas como gángsters:
“Kuchma ordenó asesinar al periodista Gongadze. Yanukovich, todavía el único presidente legalmente electo del país, había ya dado la nota en tiempos soviéticos, robando sombreros en urinarios públicos.
“El antiguo primer ministro Lazarenko está ahora entre rejas en los EEUU, acusado de lavado de dinero, fraude y extorsión. Su socia en los negocios, Yulia Timochenko, cuya complicidad en esos crímenes fue probada más allá de toda duda razonable por los investigadores norteamericanos, temiendo el mismo final, buscó la inmunidad pasándose a la política activa.

“En Ucrania, la gente del común llama a Timochenko vorovka, el femenino de “ladrón”, a la cara. En efecto, la fuente de los miles de millones amasados por esta “ingeniera-economista” (su título en tiempos soviéticos) en los 90 es perfectamente obvia: se metió en el bolsillo el dinero del gas que venía de Rusia para Ucrania y Europa. Obtener el pago del gas vendido por la empresa de Timochenko siempre fue difícil, y a veces imposible. Almacenaba su botín en bancos europeos, a menudo cruzando ella misma la frontera con maletas de dinero en efectivo, actividad por la que fue repetidamente detenida, aun cuando lograra eludir siempre la cárcel sobornando a los jueces. De todo eso también queda constancia.”

Esos dirigentes dejaron a Ucrania como una Nigeria del Hemisferio Norte. Los salarios reales se habían desplomado en 1998 más de un 75% en relación con el nivel de 1991, y desde entonces siguen estancados.

Ese “trabajo barato” hace atractiva a Ucrania para los inversores europeos, que ahora se están moviendo para hacerse con lo que los oligarcas ucranianos han robado. Occidente ha dejado claro que ayudará a esos individuos a convertir su botín en dinero efectivo y a transferirlo a los bancos occidentales y convertirlo en propiedades inmobiliarias lujosas y en otros tipos de activos propios de nuevos ricos.

Desde un punto de vista militar, lo que busca la Nueva Guerra Fría es prevenir que las rentas procedentes de esos activos privatizados se utilicen para reconstruir, reindustrializar y, potencialmente, remilitarizar las economías de Rusia y sus vecinos. De aquí que los estrategas estadounidenses se hayan movido para sacar a Ucrania de la órbita rusa. El sueño es lograr el golpe de gracia de la Guerra Fría según el esbozo trazado por Zbigniew Brzezinski en 1997 en su Gran tablero de ajedrez: “Sin Ucrania, Rusia deja de ser un imperio euroasiático”. El objetivo es desintegrar Ucrania y arrebatar a Rusia tanto territorio ucraniano como sea posible para integrarlo en Occidente, incluso en la OTAN.

Tal ha sido el plan desde que el presidente Clinton rompió el acuerdo de desarme alcanzado por George H.W. Bush con Gorbachov y amplió la OTAN a los antiguos miembros del Pacto de Varsovia, empezando por el Báltico. La extensión lógica de esta táctica es promover movimientos separatistas en la propia Rusia, del mismo modo que los estrategas norteamericanos buscan estimular el resentimiento étnico en China, como han hecho también en Libia, Irak y Siria” *.

El asalto a la vivienda del presidente Yanukovich, haciéndole huir tras haber llegado a un acuerdo con la Ocupa Maidan y con Rusia una serie de ayudas, era provocar una guerra civil, que perdió el ejército del gobierno puesto después de Yanukovich, pues no logró hacer capitular al ejercito de la zona este, ni ocupar su exiguo territorio que ha mantenido durante 8 años. En ese periodo, tanto en la zona resistente como en Crimea se hicieron referéndums por su independencia con un amplio apoyo a la misma, en Crimea más, al haber sido ya país independiente anteriormente.

El actual gobierno ucraniano lo tiene crudo para que se le permita entrar en la UE si lo que no hace es no pagar su deuda con Rusia. Si no lo hace con Rusia, menos lo va a hacer con la que tendría que contraer con la UE, porque esto ha llevado a Ucrania a una ruina aún mayor que la creada por los ejecutivos de sus oligopolios, que habrán sido de los primeros en salir del país nada comenzar la contraofensiva, como llama Rusia a su operación.

Así que no se puede descartar que el conflicto degenere en una guerra mundial, lo de atómica va incluido desde el momento en que hay centrales nucleares, como la Santabárbara en los barcos, pasan de ser disuasorias a ofensivas si alguna es destruida por armas convencionales, o petan por falta del abastecimiento mínimo de seguridad, electricidad, agua, etc., o por fuego amigo.

La de a pedradas es la cuarta guerra, según dijo Albert Einstein, luego alguien sobrevivirá que sepa tirar piedras si comienza la tercera.

Nota:
* Michael Hudson. Neoliberalismo y economía política de la Nueva Guerra Fría: El gambito ucraniano.

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