La Venatriz
Sucede en Francia. La Venatriz velluda acababa de salir preñada del Condado Venasino o simplemente “El Condado”, residencia de los papas antes de la revolución francesa, profiriendo expresiones y lanzando exclamaciones de cólera y enojo, pues no recordaba por cual de los papas había sido follada.
Ella, que había sido invitada, sin adivinarlo, para escardar cebollinos, andaba, ahora, como huyendo de algo, recordando cuando la levantaron el culo por la espalda y la jodieron. Recuerda, también, que había sito atada con un vencejo, lazo o ligadura como los que se atan los haces de las mieses, sobre una felpa o terciopelo de algodón de pelo muy corto, sin recordar si fue sobre una cama o sobre el suelo.
Un venático papa, maniático del culo, extravagante, llamado Carpentras, le puso una venda en los ojos, dominándola, subyugándola, refrenándola, Se montó en ella, la superó de lado, de costado, ladeando, torciendo o inclinando su columna, saliéndose con la suya al tercer ensayo o segunda repetición del coito.
Aunque odiaba a muerte a quien le estaba haciendo esto, un algo casi divino influyó en su ánimo, de modo que se dejó engañar con un pirulí de la Habana, como los niños se dejan engañar por el Sacamantecas o aquel Chorrasebo del cuento a las puertas de un Colegio.
Carpentras alardeaba de valimiento o privanza como un poderoso en vendeja, comiendo pasas e higos. Alegre, con la alegría de los hijoputas, decía:
.-A mejor cazador, mejor conejo. Cuando de cazador nada, pues había puesto cebo a la Venatriz para traerla a su caza.
Ella, que era pariente lejana de la princesa de Lamballe, que fue amiga muy íntima de María Antonieta, quien después pasó a querer locamente a la Duquesa de Polignac, se limpiaba las lágrimas con el orillo de un paño, y, arrebatada su honra, estando vendida como estaba, prometió hacerse jacobina, y luchar por llegar a cortarle la cabeza a su violador y a los demás papas, Se dejaría ver con Robespierre y, con él, viendo las cabezas caer en el vendimiario, primer mes del calendario de los revolucionarios franceses, gritar:
-Después de vendimias, cuévanos.