Las deudas se pagan, las estafas no

Las deudas se pagan, las estafas no

Por Pablo Laixhay. LQSomos.

Los canjes de deuda por naturaleza están regresando. Aparte de los problemas de transparencia y soberanía que los rodean, éstos sólo perpetúan la lógica del endeudamiento. Contrariamente a estos mecanismos, la campaña Deuda x Clima (Debt for Climate en inglés) reclama la anulación de las deudas del Sur para permitir una transición justa y autodeterminada y responsabilizar a los países del Norte global por sus deudas ecológicas

Canjes de deuda por naturaleza y Deuda x Clima, dos iniciativas opuestas

Canjes de deuda por naturaleza

Presentados durante la COP 27, por el clima – y la COP 15 – por la biodiversidad, como la solución para luchar, al mismo tiempo, contra la crisis de la deuda y la crisis climática y, promovidas por las instituciones financieras internacionales (IFI), los canjes de deuda por naturaleza (Debt Swap for Nature en inglés), vuelven ahora al primer plano. Muy valorados durante los años 1980 y 1990, estos mecanismos, cuyos objetivos publicitados eran de aumentar las capacidades de inversión de los países denominados «en desarrollo» en la protección del medio ambiente y aliviarlos del peso de sus deudas, se benefician hoy de la combinación de la crisis ecológica y la crisis de la deuda.

La gran mayoría de los canjes de deuda por naturaleza son canjes en los que una organización no gubernamental compra títulos soberanos, una parte de la deuda de un país en dificultades financieras después de negociar un recorte con los acreedores de esa deuda. Luego, la organización cobra los intereses de la deuda en moneda local y los invierte en un proyecto de preservación ambiental, como la expansión de un parque o reserva natural [1]. Al pagar los intereses en moneda local, y ya no en las llamadas monedas fuertes (euro, dólar, yen, etc.), como suele ser habitual, se facilita, en principio, el pago de éstos por parte del país «beneficiario».

Recientemente, fueron firmados acuerdos por The Nature Conservancy (TNC), la mayor organización de conservación en el mundo, con Las Seychelles, Belice y Barbados, para la protección de las áreas marinas. También, se están desarrollando negociaciones con Santa-Lucía, Namibia, Gambia, Kenia y Ecuador para proyectos similares.

Sin embargo, el creciente recurso a esos mecanismos suscita numerosas inquietudes, entre las cuales están:

Su falta de transparencia: Los canjes de deuda por naturaleza implican negociaciones opacas, mantenidas en secreto, Es, por lo tanto, imposible para la población saber exactamente en qué se compromete el gobierno en el marco de esos acuerdos, ni de efectuar la valoración de los impactos medioambientales y sociales. La discreción que envuelve a estas transacciones durante la recompra de las acreencias es difícilmente compatible con los procesos de elaboración de planes nacionales con objetivos como la protección de grandes superficies de océano y de selvas, y de las largas fases de deliberación y de consultas que se necesitan. En el caso de los canjes previstos entre el TNC y los gobiernos de Las Seychelles, de Belice y de Barbados, los contratos de inversiones no son públicos y no hubo «ningún consentimiento libre, previo y claro de las personas que dependen de los recursos marinos para su subsistencia.» [2]. De la misma manera, el TNC, que crea filiales en paraísos fiscales, no da ninguna información sobre los beneficios que obtiene en esas operaciones.
La pérdida de soberanía: Las organizaciones, exclusivamente extranjeras, para no decir estadounidenses, toman por medio de estos intercambios el control de vastos territorios a costa de las poblaciones locales, concentrando, de ese modo, una parte importante del poder de decisión público. En los casos paradigmáticos citados, el TNC reivindica haber salvado 4 millones de kilómetros cuadrados de océano por varios miles de millones de dólares de capitales privados lo que le dará «un enorme poder sin precedentes (…) en una vasta zona del planeta y sobre la salud económica de numerosos países muy endeudados» [3]. Más aún, el presupuesto provisto anualmente a las filiales del TNC «superará al de los ministerios y eclipsará al de las organizaciones de la sociedad civil existentes que trabajan con grupos como, por ejemplo, las comunidades costeras de pesca» [4].
Impacto sobre el sobreendeudamiento: Contrariamente a lo que afirma el argumento principal de la promoción de los canjes de deuda por naturaleza, estos no tienen un impacto significativo sobre el endeudamiento del país. La deuda no se suprime, de hecho, cambia de acreedor y se mantienen los intereses, aunque su destino se haya rectificado. Esta observación es apoyada por el FMI, que, por otra parte, no cambió sus apreciaciones sobre la situación de endeudamiento de los respectivos países [5]. Además, uno de los principales impactos negativos de sobreendeudamiento en un país es que las inversiones en sectores primordiales como la educación y la salud se reducen fuertemente. Ahora bien, si esos canjes permiten en efecto liberar un cierto porcentaje de deudas públicas —mínimas, pero corramos un tupido velo—, esos fondos estarán obligatoriamente destinados a las organizaciones de conservación de la naturaleza, y no podrán ser invertidos libremente en los sectores que tiene una máxima necesidad.

Financiación de la agenda 30×30 para los océanos. Hay que rechazar los canjes de deuda por naturaleza

Es necesario señalar que otros tipos de canjes de deuda existen como el canje de deuda por el clima. Los fondos pueden de esta manera servir para financiar parques eólicos o solares, por ejemplo. La crítica continúa siendo, sin embargo, la misma tanto por la falta de transparencia como por la adquisición, por actores extranjeros, de la capacidad de inversión y de enormes intereses en los países concernidos, o por el impacto sobre la situación de endeudamiento de los Estados. En algunos casos, esos acuerdos son pretextos para imponer nuevos planes de ajuste estructural y otras medidas de austeridad. [6]

Así es, como parece evidente que los canjes de deudas por naturaleza conllevan una gestión cuestionable de los recursos naturales y no permiten aportar una solución concreta al problema de endeudamiento en el momento en que 52 países llamados «en desarrollo» sufren una crisis de la deuda [7]. Otra solución permitiría, sin embargo, liberar los fondos necesarios para hacer frente a las cuestiones sociales, económicas y ambientales. Y esta es la anulación de las deudas de los países del Sur.

Debt for Climate (D4C)

Este es el objetivo de la campaña internacional Debt for Climate (D4C), un movimiento iniciado por los países del Sur que reúne diferentes grupos ambientalistas, sociales, sindicales y autóctonos, que organizaron acciones de bloqueo en la cumbre del FMI y el Banco Mundial, y ocuparon el Ministerio de Finanzas alemán en octubre 2022. Como el CADTM, la primera reivindicación de Debt for Climate es la anulación de las deudas de los países del Sur, que en su mayoría son ilegítimas y por otra parte, es fundamental liberar los fondos necesarios para una transición energética justa en los países del Sur Global.

Esas deudas constituyen, efectivamente, un enorme freno para cualquier acción ambiciosa que tenga por fin luchar contra la crisis ecológica y climática, y eso por varias razones:

– En principio, la deuda representa un agujero financiero. Los países del Sur gastan enormes sumas de dinero para el reembolso de las deudas y el pago de sus intereses. A ese efecto, los países, llamados «en desarrollo» gastan cada año unos 3.400 millones de dólares. Una suma colosal que los obliga a dedicar, a esos pagos, partes importantes de sus gastos públicos: un 17 % en promedio en el año 2021. Esa cifra alcanza el 40 % en algunos países [8]. Actualmente y para los diez próximos años, un país como Zambia, que sufre inundaciones, temperaturas extremas y sequías, dedica un presupuesto cuatro veces más importante al pago de su deuda que a la lucha contra los efectos de la crisis climática. Pakistán, que sufrió en 2022 unas inundaciones que causaron unos 30.000 millones de dólares en daños, dedicó ese mismo año, el 40 % de la recaudación pública—18.000 millones de dólares—al reembolso de la deuda. [9]

– Ese coste obliga, lógicamente, a los países a recortar en sus gastos públicos y no invertir en sectores esenciales, tales como educación, salud, infraestructuras… Pero también y sobre todo, hace imposible cualquier financiación consecuente con la investigación, la transición ecológica, las energías bajas en carbono, la adaptación y la resiliencia, frente a catástrofes naturales, en el momento en que esas inversiones son cada vez más una cuestión de supervivencia.

– Finalmente, la deuda empuja a los países a explotar sus recursos naturales. En efecto, la deuda se reembolsa en divisas fuertes (dólares, euros, yens…) y uno de los medios mayoritarios para adquirir esas divisas es exportar recursos a los mercados internacionales. Esa promoción del extractivismo, en forma totalmente opuesta a cualquier lógica de sobriedad, coacciona a los Estados a explotar sus bosques, orientarse hacia una agricultura siempre más intensiva, extraer minerales y… energías fósiles.

El caso de Argentina
Argentina, en cuyo nombre el expresidente Mauricio Macri contrajo en 2018 un préstamo récord de 57.000 millones de dólares con el apoyo del FMI y de Washington para financiar su reelección, sufre en este momento las consecuencias de esa deuda cuya ilegitimidad es evidente [10]. Y entre esas consecuencias, la explotación cada vez más intensa de sus recursos naturales. Esteban Servat, argentino y miembro activo de Debt for Climate, nos explica:

«La manera en que Argentina trata de pagar su deuda es un ejemplo de lo que pasa en gran parte de los países del Sur Global, es decir, sacrificando los territorios, promoviendo la fractura hidráulica, las megaexplotaciones mineras y la deforestación (para extender los agronegocios) e instalando explotaciones petroleras off-shore que representan un riesgo enorme…». «Y está ampliamente denunciado y publicado que ese préstamo acordado por el FMI e impuesto al pueblo argentino fue concedido con la idea de que sería reembolsado con los recursos naturales de Argentina, en particular, con «Vaca muerta», un yacimiento de gas de esquisto, el segundo más grande del mundo sobre el cual Estados Unidos está construyendo una base militar.»

«Y ahí está el lazo entre la deuda y el avance del extractivismo, un extractivismo genocida, destructor, que transforma las zonas rurales en zonas sacrificio, con las enfermedades y la desertificación que esas técnicas de explotación conllevan. Todo eso para pagar esa deuda y continuar enviando al Norte los recursos naturales y las materias primas para alimentar un sistema de consumo enfermo y suicida.»

«Nuestra demanda [como D4C] es la siguiente: como primer paso, el reconocimiento y el pago de reparaciones por las pérdidas y los daños por aquellos que fueron responsables de la crisis climática y ecológica, y también de las colonias y del sometimiento de las poblaciones durante 500 años, que no hagan pagar al Sur que contribuye solamente en un 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y que es víctima de ese colonialismo que está en el origen de la crisis climática.»

Es, por lo tanto, para difundir este llamamiento y aprovechar el aniversario de una anulación, en cuanto simbólica, que benefició a Alemania en 1953, que D4C organiza ahora, en este fin de febrero de 2023, una serie de acciones. En efecto, este 27 de febrero de 2023, «celebramos» el 70º aniversario de la anulación de la deuda de Alemania.

Los 70 años del Acuerdo de Londres

Por supuesto que hubo anulaciones de deudas y Alemania es uno de los países beneficiados. Para recordar, el 27 de abril de 1953 fue firmado el Acuerdo de Londres que tenía por objetivo aliviar las deudas y las condiciones de reembolso de Alemania. Su objetivo era permitirle relanzar su economía y su industria, invertir en sectores económicos claves y, de ese modo, retomar su lugar central en el tablero geopolítico al comienzo de la guerra fría. Además del plan Marshall, Alemania se benefició, por lo tanto, de una anulación de más de la mitad de su deuda pública, así como obtuvo condiciones muy ventajosas para el reembolso del resto de su deuda, entre las cuales:

Un tipo de interés bajo, que oscilaba entre el 0 y el 5%, cuando, como comparación, a los países del Sur se les imponía, y se les impone, tipos de interés dos, e incluso tres veces más altos.
El reembolso en moneda local (en este caso Deutsche Marks) que, como se explicó antes, facilita el pago, en todo caso, cuando el país tiene el control de su moneda
Desarrollo de la economía interior mediante una política de sustitución de importaciones, o sea, produciendo en el país lo que antes se importaba, permitiendo de ese modo el estímulo de la producción interna. Obligados a conectarse con los mercados internacionales, los países del Sur están obligados a renunciar a esas políticas, exacerbando de esa manera sus dependencias del exterior.

El Acuerdo de Londres de 1953 sobre la deuda alemana

Fue gracias a ese trato de favor del que, por otra parte, ningún país del Sur nunca se pudo beneficiar, [11] que Alemania pudo reembolsar su deuda en solo algunos años, desarrollar su economía y vanagloriarse de ser, en la actualidad, la cuarta potencia económica mundial. Y como lo señala D4C, «algunos de los países que permitieron que Alemania disfrutara de su supuesto milagro económico, gracias al alivio de su deuda —Argentina, Zimbabue, República Democrática del Congo, Pakistán, para citar solamente algunos— están, actualmente, terriblemente endeudados, y, sin embargo, Alemania bloquea cualquier tentativa de anulación de deudas de esos países (…) Ahora, la deuda de los países del Sur no presenta ningún peligro para las finanzas mundiales ya que solo representa menos del 5 % de la deuda mundial (…). Si eso fue posible para Alemania, es totalmente posible para nosotros permitir una transición autodeterminada y justa para los países del Sur.»

Urgente: anulación de las deudas y, también reparación

Aunque la anulación de las deudas de los países del Sur sea una condición sine qua non para cualquier transición ecológica, un poco creíble, es importante recordar que, como lo ha señalado Esteban Servat, solo constituye un primer paso. Si las deudas del Sur con el Norte son mayoritariamente ilegítimas, las deudas del Norte con el Sur son, por el contrario, bien reales:

Una deuda moral histórica: Por las conquistas imperialistas, la esclavitud y la colonización. Por la destrucción de las culturas, el saqueo de las riquezas y el acaparamiento de tierras y de recursos, que continúan todavía hoy, especialmente por el sistema deuda que permite a los Estados del Norte entrometerse en las políticas interiores de los Estados del Sur. A pesar de que sea difícil elegir un ejemplo, de tantos que hay, los episodios de sequía y hambrunas documentadas por el universitario estadounidense Mike Davis que afectaron al mundo a fines del siglo XIX, causando un número de víctimas apabullante en el Sur, «seguramente no menos de treinta millones», [12] ilustra el impacto que pudo tener el imperialismo europeo en el resto del mundo. En efecto, si Europa logró salir de esa hecatombe mucho mejor que países como India, China o Egipto fue porque se continuó «la exportación de enormes cantidades de cereales [hacia] las metrópolis aún en medio de la más horrible de las hambrunas» [13] a pesar de que «las reservas disponibles en otros regiones de los países afectados habrían podido salvar a las víctimas». Este ejemplo nos hace reflexionar sobre la cuestión del impacto que podría tener el cambio climático en un mundo donde las riquezas están tan desigualmente repartidas, si no siempre acaparadas.

Una deuda climática: Aunque es enorme la contribución de los países europeos y de Estados Unidos y Canadá en el desarreglo climático, son los países del Sur los que se encuentran en primera línea para recibir sus consecuencias. Solo en 2021, habría habido no menos de 320.000 millones de dólares en pérdidas ligadas al cambio climático, 270.000 millones en 2022. Sin sorpresas, esos fueron los dos años de récord consecutivos, pero, seguramente esas cifras serán bien pronto superadas, Además de las pérdidas materiales que se pueden expresar en cifras, ¿cuántas vidas humanas se perderán o cuál es la perspectiva de un clima cada vez más inestable?

Deuda ecológica: Aunque es un poco más compleja a delimitar, el concepto de deuda ecológica es crucial en la comprensión de las relaciones Norte-Sur. La deuda ecológica reúne diferentes dimensiones. Esta lista no exhaustiva nos permite, no obstante, hacernos una idea de lo que representa la deuda ecológica del Norte con respecto al Sur:

o Cualquier impacto en el medio ambiente de la producción y extracción de materias primas no compensado en intercambios monetarios, ya sea contaminación de suelos, cursos de agua, aire, deforestación, pérdida de biodiversidad tanto animal como vegetal…
o Toda sobreexplotación de recursos impuesta mediante la deuda.
o Toda exportación de la contaminación del Norte hacia el Sur (exportación de residuos, deslocalizaciones de industrias contaminantes, etc.).
o Cualquier contaminación de los bienes comunes ya sea por residuos tóxicos y/o radioactivos en los océanos, o por los ensayos nucleares.
o Cualquier patentamiento de saberes tradicionales, que contribuya, entre otras cosas, a la pérdida de biodiversidad.
o Cualquier saqueo o acaparamiento de recursos naturales, y también cualquier adquisición con un precio injusto, ya que «la desigualdad de poder geopolítico entre los países hace que algunos puedan imponer unos precios a otros.» [14]

«Los cálculos destinados a la cuantificación de la deuda ecológica de los países del Norte con respecto a los del Sur dieron unos resultados interesantes. Un estudio realizado a este efecto analizó los flujos comerciales Norte-Sur sobre la base de una estimación de los materiales, de las tierras, de la energía y de la mano de obra, necesarias para su producción. Entre 1990 y 2015, los países del Norte se apropiaron de recursos cuya producción necesitó 12.000 millones de toneladas de materiales, 822 millones de hectáreas, 21 exajulios de energía y 188 millones de horas de trabajo (Hickel, 2022).
Al comparar el valor de esos aportes en el Norte y el precio que se pagó por él en el Sur, la diferencia se eleva a 242.000 millones de dólares, o sea 70 veces la suma necesaria para poner fin a la pobreza mundial (Hickel, 2022)»

Sibaja. F, (2022). Detrás del canje de deuda por acción climática. [15]

Canje de deuda por naturaleza y Debt for Climate, dos iniciativas opuestas

Por lo tanto, es crucial, no solo cuestionar las deudas financieras del Sur con respecto al Norte, sino que también se deben poner en evidencia las deudas históricas, climáticas y ecológicas que tiene el Norte con respecto al Sur Global por haber colonizado y sometido una gran parte del planeta, por haber sido los más grandes emisores de GEI y por el saqueo de los recursos y la destrucción del medio ambiente. Esas deudas deben ser reconocidas puesto que están en un nivel netamente superior al que pueden estar las deudas financieras.

¿Por qué el CADTM no está de acuerdo con el instrumento «cambio de deuda por acciones climáticas»?

A la inversa de esta lógica, los canjes de deuda por naturaleza, además de las inquietudes que ya hemos citado, representan, finalmente, un enésimo mecanismo que permite a los actores extranjeros tomar el control de los recursos de los países del Sur y, lejos de cuestionar nuestro sistema económico, participan activamente en la perpetuación de las deudas, que pueden ser calificadas de ilegítimas, ilegales y odiosas. Cuánto más se sientan los efectos de la crisis de la deuda y de las crisis ecológicas y climáticas, tanto más importante será el recurso a esos mecanismos y, eso impone la vigilancia.

La crisis ecológica y climática que ahora sufrimos no puede ser resuelta sin una previa y ambiciosa justicia sobre la deuda. Perpetuar las deudas financieras ilegítimas del Sur hacia el Norte, vectores de desigualdad, de extractivismo, de acaparamiento de recursos naturales y de transferencia ilegítima de riquezas, mantiene a esos países y a sus poblaciones en situaciones de subordinación económica. El reembolso impide a esos países, aunque sea poco, invertir en políticas sociales, económicas o ambientales creíbles y solamente permite a los tenedores de capitales del Norte acceder a los recursos a bajo precio y prolongar el estatus quo, o sea, business as usual.

Por el contrario, hay que romper esa lógica y permitir a las poblaciones reconquistar su soberanía. El CADTM se solidariza con la campaña Debt For Climate y llama, nuevamente, a anular las deudas de los países del Sur.

El autor agradece a: Pierre-Francois Grenson, Eric Toussaint Brigitte Ponet et Christine Pagnoule por sus lecturas.

* Traducción: Griselda Piñero para CADTM

Notas:
1.- Beverly Keene, (2022) De deudas y canjes y acción por el clima. Informe Ambiental 2022. FARN
2.- Standing. A, (2022). The financialization of conservation.
3.- Ibid Standing 2022.
4.- Financiamiento de la agenda 30 x 30 para los océanos: los canjes de deuda por naturaleza deben ser rechazados.
5.- Debt-for-Climate Swaps : Analyses, design and Implementation.
6.- Jubileo y col. (2021). Debt and the climate crisis : à perfect storm.
7.- Ibid. Jubileo y col. (2021).
8.- Biodiversity targets will not be met without debt and tax justice. Nature Ecology & Evolution. Vol 6, pp 237-239
9.- Why climate justice must include debt justice.
10.-  Entrevista realizada por Robin Delobel (2022)
11.- Hay que señalar, como precisa Éric Toussaint, «Lo que los estadounidenses realizaron con los países más industrializados destruidos por la guerra, mediante el Plan Marshall, de manera similar, también concedió ayuda, a ciertos PED aliados de Estados Unidos, que ocupaban un lugar estratégico en la vecindad de la Unión Soviética y de China».
12.- Se puede comparar con la «Gran Hambruna irlandesa», que todo el mundo conoce, en la que murieron un millón de habitantes.
13.- Davis. M, (2023). Ce qui fait mourir de faim. Le Monde diplomatique, Manière de voire (187), pp 6-10.
14.- Sibaja. F, (2022). Detrás del canje de deuda por acción climática. FARN, p.19
15.- Ibid. Sibaja, (2022)

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