Las ficciones de Santiago Ramón y Cajal: Cuentos de vacaciones
Por Iñaki Alrui*
“Es preciso sacudir enérgicamente
el bosque de las neuronas cerebrales adormecidas;
es menester hacerlas vibrar con la emoción de lo nuevo
e infundirles nobles y elevadas inquietudes.”
Santiago Ramón y Cajal
Santiago Ramón y Cajal es un personaje conocido mundialmente por su labor científica, reconocida con el Premio Nobel de Medicina en 1906. Sus trabajos histológicos y el desarrollo de su teoría neuronal siguen hoy totalmente vigentes en el mundo científico, en el que Cajal es constantemente citado como padre de la neurociencia.
Lo que menos se conoce es su faceta humanista, su gusto por el dibujo, su pasión por la arqueología, la astronomía, el ajedrez, la fotografía (de la aplicación de está al grabado o en tres dimensiones), sus aportaciones a la mejora del gramófono, o su faceta literaria, a la que se refiere esta nota, con sus Cuentos de vacaciones, subtitulados Narraciones pseudocientíficas y publicados por primera vez en 1905. Un libro que estaba compuesto por cinco cuentos titulados: “A secreto agravio, secreta venganza”, “El fabricante de honradez”, “La casa maldita”, “El pesimista corregido” y “El hombre natural y el hombre artificial”. Relatos para manipular la realidad de historias cercanas y cotidianas a través de métodos científicos, algo como lo que hoy se denomina “ciencia-ficción”, pero que también puede ser “novela científica”. En estas narrativas, Cajal descubrió un medio ideal para hacer una reflexión irónica, libre y abierta sobre las relaciones de la ciencia con la sociedad y la moral.
Imposible también, tratándose de Ramón y Cajal, no citar la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE) una institución creada un año después de que recibiera el Nobel, en el marco de la Institución Libre de Enseñanza, un proyecto pedagógico de renovación radical que apoyó y secundó siempre Santiago Ramón y Cajal. Fue presidente de la JAE desde su fundación hasta su muerte en 1934; el objetivo de esta institución fue siempre promover la investigación y la educación científica en España, y dio sus frutos con una generación de investigadores y científicos que, por desgracia, quedó apagada por la bestia negra de la dictadura. La lista de nombres de ciencia nacidos de las colaboraciones-enseñanzas de aquellos laboratorios de la JAE es tan larga como desconocida, pero me permito dejar tres nombres: Nicolás Achúcarro, Rafael Lorente de No y Pío del Río Hortega (después de Cajal, es la figura más destacada de la llamada Escuela Histológica Española, conocido sobre todo por su descubrimiento de la microglía y nominado dos veces al Nobel, que no recibió en 1937 ¿por sus ideas políticas?).
Y como sana reverencia a Ramón y Cajal, destacar su honradez en una España eternamente egoísta y corrupta:
– Cuando fue nombrado director del Laboratorio de Investigaciones Biológicas, creado en 1901 con el fin de ofrecerle medios con los que pudiera trabajar en España, el Gobierno le asignó un sueldo de diez mil pesetas anuales. Ramón y Cajal pidió que se lo rebajaran a seis mil.
– Siendo presidente de la JAE, envió a estudiar al extranjero a su hijo Jorge, investigador como él, pagando los gastos de su bolsillo. Preguntado sobre por qué no le había pensionado con una beca, como era habitual, y más siendo su hijo, Ramón y Cajal respondió: “Por eso mismo, por ser mi hijo”.
Y hasta aquí, que yo estaba escribiendo sobre la faceta literaria de Ramón y Cajal, pero cuando leo o escribo JAE, me calambrea el cuerpo de pensar lo que pudo ser y… lo que hay. Sigo.
El Garaje Ediciones ha seleccionado dos de los relatos de Cuentos de Vacaciones, “A secreto agravio, secreta Venganza” y “El fabricante de honradez”, en su colección de “Breves”, un formato de bolsillo que se hace ideal para leer en el transporte público, en lugares de paso o esperas, su tamaño es apto para llevarlo encima sin problema. Cuento lo anterior porque es una tradición que he podido recuperar, gracias a estos “Breves”, la de llevar un libro a todas partes y aprovechar los vacíos que te da el tiempo para leer.
La novedosa edición cuenta con dos prologuistas y, aunque pueda parecer excesivo para dos relatos, hacen de este pequeño libro una gran obra.
El primero de los prólogos va de la pluma de Rafael Huertas, doctor en medicina por la UCM y doctor honoris causa por la Universidad de Buenos Aires, profesor de Investigación en el Departamento de Historia de la Ciencia del Instituto de Historia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que nos acerca, entre otros temas, a la necesidad de divulgación científica en la época, y destaca cómo Cajal parece advertir, a través de estos cuentos, del riesgo de ciertas utilizaciones perversas de la ciencia que facilitan el control social.
El segundo prologo corresponde a Javier Rodríguez Coria (1958-2019), escritor y periodista que colaboró en esta misma web con sus notas de opinión y entrevistas. Autor en la misma editorial de “Epitafios, la voz de los cementerios” y coautor de “Carvalho, biografía de un detective de ficción”. Más que un prólogo al uso, la editorial recupera de Javier Coria sus anécdotas siempre curiosas, escogidas, reales y muy desconocidas sobre Ramón y Cajal en las que se pone de manifiesto el carácter variado e inquieto de la personalidad de nuestro Doctor Bacteria, seudónimo con el que Cajal firmaba en artículos de prensa de divulgación científica.
El cuento de “A secreto agravio, secreta Venganza” nos lleva a la obra homónima de Calderón de la Barca: recuperar el honor, temática que también tratan Lope de Vega o Tirso de Molina. Una vuelta, quizás un guiño al Siglo de Oro de las letras, pero en versión de principios del siglo XX. Inciso: para entender y disfrutar del relato hay que situarse también en la época, especialmente para entender en sus relatos la descripción de las mujeres protagonistas… los tiempos marcan las representaciones y los estereotipos.
Una trama narrada entre “receptores Marey”, el bacilo de Koch, tubos de ensayo, microscopios o etiquetas de laboratorio, la ciencia al servicio de la venganza personal…
“Visto de perfil mostraba una de esas cabezas prolongadas en forma de martillo que parecen expresamente fabricadas para golpear obstinadamente en los hechos hasta arrancarles chispas de luz”.
En “El fabricante de honradez”, nos lleva al papel del control por la sugestión, y donde Cajal nos deja también sus conocimientos sobre la hipnosis. Un cuento en el que un médico vanidoso, mediante artimañas, pretende subyugar las voluntades y el apasionamiento de toda una urbe, una parodia dedicada a la pseudociencia. Un cuento que cuestiona la parte moral de la ciencia y nos hace una descripción de que también se puede ser un científico angustiado, pedante, trastornado, o simplemente indigno…
“Estupendos fueron los resultados de la vacuna moral, excediendo los cálculos más optimistas. Cesó enteramente la criminalidad: huidos para siempre parecían el vicio, la codicia y la deshonestidad”.
Los dos cuentos dejan abiertamente vista que la pretensión de Santiago Ramón y Cajal es, además de desarrollar su faceta literaria, hacer pedagogía, algo que le apasionaba tanto como la investigación. Siempre fue un firme defensor de la importancia de la relación entre la ciencia y la educación, dejándonos unas reflexiones sobre la ciencia y su papel social, con su buena carga mordaz. Desenmascarar falsas creencias, acabar con estúpidas supersticiones, didáctica para invertir la incorrecta educación científica de la población.
¡Qué disfruten de la lectura sobre papel de estos dos relatos científicos! Sociedad, ciencia y moral.
“Todo hombre puede ser, si se lo propone,
escultor de su propio cerebro.”
Dos cuentos de vacaciones
Autor: Santiago Ramon Y Cajal.
El Garaje Ediciones.
Idioma: Castellano.
Año de edición: 2024.
Formato: RUSTICA.
Número de páginas: 132.
PVP: 10€.
Tamaño: 160×120.
ISBN: 978-84-126213-9-6.
EAN: 9788412621396.
* Miembro del Colectivo LoQueSomos. Otras notas del autor
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