Las tinieblas de la Libération
Por Elsa Osaba Bailo*
Este año, París se encuentra en el centro de atención mundial no solo por sus elecciones europeas y legislativas y las Olimpiadas, sino también por el aniversario redondo de la Liberación de París del Tercer Reich. A 80 años de la liberación, es crucial recordar tanto las alegrías como las sombras de este hito histórico.
Las luces y sombras de este evento histórico y su impacto en la memoria colectiva francesa.
Si. Este verano, Paris, está en boca de todos. Con las elecciones europeas y legislativas de infarto, con una gobernabilidad incierta. Con ese eterno referente que es la ciudad de “Paris, bien vale una misa” de Henri IV
Además, estamos en vísperas del inicio de los Juegos Olímpicos, con toda la hostelería ocupada con precios abusivos. Y a nivel histórico este año se celebra, con número redondo, el aniversario de la Liberación de Paris del Tercer Reich.
80 años ha que los nubarrones de la Ocupación nazi en Francia empezaron a disiparse. Ochenta años ha que los franceses empezaban a voltear alborozados, a lo ancho y largo del país, campanas de alegría ante el avance de los Aliados y la retirada de aquellos que osaron hollar el suelo patrio. Ocho décadas en que los creadores de los Derechos del Ciudadano aliviaron sus temores de las sanguinarias agresiones de los “boches”. Franceses que sobrevivieron al hambre, al temor de la desaparición de familiares y amigos; de noticias de represalias masivas, las famosas razzias, sin diferenciar edad, género o condición, sin piedad, con sadismo. Esos galos envanecidos de omnipotencia tiempos ha que abandonaron con indiferencia a otros, a esos refugiados españoles: los tachados por ley de Indeseables. Ellos, franceses que a su vez conocieron la fuga, el abandono de su hogar, familias disueltas, desaparecidas, deportadas, el miedo o una escala más fuerte; el terror. Esas Víctimas, tanto las anónimas como las famosas. ¡¡¡Ay!!! El tiempo pasa, pero la Memoria unida de la mano al trauma perdura con obstinación.
Hubo otra cara de la moneda entre la población francesa: los que apoyaron y colaboraron con el gobierno de Vichy, con los jefes de la Ocupación. Podían ser: el vecino felón, que durante un tiempo, denunciaba a conocidos por sus contactos sospechosos con otras personas que podían ser posibles resistentes. O el tendero, enriquecido con el mercado negro o esos simples ciudadanos pasivos, indiferentes con el sufrimiento ajeno. El vividor que huía de los peligros de un periodo vergonzoso o el que disfrutaba junto a los invasores, oportunistas del hoy, sin conocer su mañana.
Había intelectuales, periodistas, jueces, administrativos varios, que abrazados a la intolerancia, al odio, en el país de la Liberté, Égalité, Fraternité zahirieron con sus vómitos una convivencia y sacrificaron muchas vidas. Sí hubo convictos, fueron manipuladores, mezquinos, auténticos Verdugos. Ochenta años ha, que los llamados colaboracionistas empezaron a inquietarse de las derrotas de ese ejército invencible que empezaba a sufrir serios reveses ante el tesón de los rusos; de la resistencia extrema de los guetos; los sabotajes de resistentes en distintos países; la aviación inglesa sistemática en cuando a ataques o depositando armas en lugares estratégicos o grupos de resistentes con mensajes que conducen a sabotajes contra el enemigo invasor del suelo patrio y, aparecieron los americanos de refresco y con un armamento pesado, moderno, potente, que remataron la faena y se proclamaron los liberadores. Ellos que tardaron en integrarse en esa lucha y que ignoraron, despreciaron, la lucha en las sombras de hombres y mujeres de distintas nacionalidades, que poco a poco iban recuperando territorio al represor, al nazi, al fascista. Entre ellos, los antifranquistas, antifascistas, antinazis estaban muchos españoles, los apátridas. Los soldados de la Libertad.
Si, este año se celebrará con bombo y platillo la “Libération de Paris”. Aquel Paris que ya dijo ” Basta” a los nazis, a los colaboracionistas. Se gestaba desde varias semanas, desde el 6 de junio 1944 el Desembarco en las playas de Normandie un ambiente de tensión. No resistieron la tentación de entonar “La Marsellesa” (todo un símbolo) en público en su 14 de julio 1944. Fueron estudiantes, funcionarios, que dejaron de ser sumisos y se enfrentaron mal armados a los ocupantes en las calles de la Ciudad Luz.
Si, con los resistentes de la Cruz de la Lorena, con Rol Tanguy al frente seguían las consignas del General De Gaulle, que este, transmitía desde Londres. Pero fueron unos días duros. Cayeron muchos estudiantes, gendarmes, des “cheminots” del metro que apoyaban con su huelga a la insurrección de la población de la superficie. ¡Ah! ese suelo sembrado de cuerpos inertes, regado de sangre valiente, como la del guerrillero almeriense: José Barón Carreño… Preparaban la llegada de las tropas liberadoras, las tropas de las FFL (Fuerzas Francesas Libres). Francia quería que fuera el ejército francés que llegase primero a Paris. Todo un símbolo: Paris. Y fue la columna del Capitaine Dronne con sus 146 soldados españoles, quienes atravesaron la Porte d´Italie el 24 de agosto 1944. Después todo es Historia.
Paris lleva bastantes años celebrando ese trozo de Historia, homenajeando a la Nueve el 24 de agosto. Lo organiza a lo grande entre Defensa y la alcaldía de Anne Hidalgo, en especial. Desde hace unos años asisten autoridades españolas. ¡Ay! Si aprendiesen la lección y organizasen eventos a favor de las Víctimas del franquismo, de la Dictadura, ¡Qué reparación a la Memoria! Pero nada impasibles, pasivos. Mucha retórica.
Pero, lo que se ha ocultado es toda la depuración que trajo la Liberación. Los cinco años de guerra trajo, extrajo de las tripas la rabia, el deseo de venganza. Se pedía, se necesitaba una justicia expeditiva. Se señalaba del dedo a aquellos colaboracionistas, que habían participado o apoyado las deportaciones a no se sabía bien a dónde. A esa Alemania “del irás y no volverás”. Por todos esos resistentes muertos por su lucha antinazi. Por esos vecinos, esas viudas, esas madres que no volverían a ver nunca más a sus seres queridos. Esos pueblos arrasados, casas quemadas, cuyas ruinas quedaron acusando para siempre el horror de una muerte cruel de sus habitantes indefensos, de familias completas carbonizadas, desde el abuelo hasta el recién nacido. Se empezó en aplicar la Justicia popular. Se acusaban a culpables notorios, conocidos y se les ejecutaba en menos de media hora. Era la Justicia “salvaje”. Eso provocó también bastantes errores, que con el tiempo Francia reparó. Pero, una placa no repara esas muertes inútiles, arbitrarias, ilegales.
Otro castigo popular se ejerció sobre mujeres que habían mantenido relaciones con un soldado nazi. Algunas acuciadas por el hambre de sus hijos. Ellas solas, con un marido combatiente o viudas, entregados a la hambruna del pueblo cometieron ese error humano. Pero, ¿quiénes eran esos hombres que encontraron placer en raparlas la cabeza en público y pasearlas entre risas? Quienes eran ellos, que violaron, desnudaron a bastantes mujeres, les rasuraron el pubis y las embardunaron de alquitrán e incluso adornaron su frente con una ¿esvástica?. Y ahora llevo un tiempo pensando: por qué no se lo hicieron a la Duquesa de Windsor, a Coco Chanel y otras aristócratas, esposas de empresarios, que no pasaron hambre y disfrutaban de fiestas con los jerarcas nazis. Por qué no se las humilló y raparon, también, a ellas.
Francia, en los últimos estertores de la IIª GM, juzgó legalmente a los que traicionaron la Resistencia, no tan, francesa. Los juicios de la depuración se iniciaron desde la primavera de 1944. Desde el que fue ministro del Interior: Pierre Pucheu (condenado a muerte); los periodistas Georges Suarez, Robert Brasillach y Charles Maurras (fusilados). Hay que recordar que se juzgó al gran Mariscal de Francia: Philippe Petain (padrino de Philippe De Gaulle, primogénito del general) y catorce jueces le condenaron a muerte frente a trece contrarios por la edad. De Gaulle le indultó. Y murió en la isla de Yeu, en 1951.
No olvidemos a Pierre Laval, que fue presidente del Consejo de Ministros, luego, jefe de gobierno un tiempo, que quiso deportar a 100.000 españoles a Alemania o en su defecto entregarlos a una muerte segura, en manos del gobierno de Franco. Fue fusilado, a pesar de su intento de suicidio.
El militar Joseph Darnand, que pasó de la gloria al oprobio. Pasó de ser un héroe Iª GM a apoyar al gobierno de Vichy con sus milicias colaboradoras de la Gestapo. Será condenado a muerte. El antiguo marino, luego articulista Paul Chack, será ejecutado. También lo fueron Fernand de Brinon, primero periodista, luego embajador; Raphaël Alibert jurista, y un largo etc. terminan siendo condenados a muerte.
Otros evitan la condenan máxima, pero son condenados a trabajos forzados o a cadena perpetua o se benefician de amnistías como el diputado antisemita Xavier Vallat o el general Maxime Weygand. El oprobio les perseguirá y más tarde el olvido de sus fechorías. Si, hubo franceses que sufrieron depuraciones como la confiscación de bienes; otros fueron expulsados del lugar de residencia; degradados nacionales; impedimento para ejercer sus profesiones.
Pero, ¿cómo es posible que el funcionario del régimen de Vichy, perseguidor de judíos, Maurice Papon viva una vida impune hasta 1998? Fue político, jefe de policía: que el 17 octubre 1961 fue responsable del escándalo, represor y masacre de argelinos – hombres con sus mujeres e hijos- que en manifestación pacífica demandaban la independencia de Argelia. Los cuerpos de unas 200 víctimas, aparecieron pocos días después, flotando en el Sena.
Si, tras las victorias, las liberaciones del terruño, el balance de víctimas surge lo peor de la condición humana. Es lo nauseabundo. De eso, no escapa ningún país. Pero, volvamos al ochenta aniversario que nos trae la alegría de ver Paris. Ese Paris, que fue de todos cuando un puñado de españoles entraron con sus half tracks con el nombre de las batallas de la guerra de España: Guadalajara, Madrid, Teruel, Belchite, Quijote, los Pinguinos, fueron españoles que aportaron la liberación de Paris, desmintiendo al General De Gaulle que lanzó su mentira histórica y patriótica: “Paris martirizada. Paris ultrajada, pero Paris liberada por si misma”. Pues el Grand Charles mintió: fueron los españoles de la Nueve, de la Columna del Capitaine Dronne de la 2ª División del General Leclerc con civiles parisinos dirigidos por el Jefe de la Resistencia del Norte, el comunista Rol Tanguy. Por cierto, este no asistió al desfile del General de Gaulle. El general conservador no permitió que un comunista desfilara a su lado y abroncó a Leclerc por esta razón.
Nosotros, 88 años después, carecemos de la Justicia. Sufrimos la depuración de los fascistas, que fueron nuestros verdugos, expropiadores, torturadores, ladrones de bebés, etc., que mueren tranquilos en su cama. Los nuestros se marchan desamparados por esta España nuestra. No hemos querido nunca venganza, pero la Justicia nos es negada. Y Paris seguirá siendo nuestra ilusión.
Y, un pequeño detalle para terminar ¿Cómo es posible que el Museo del que fue capitán Hauteloque, luego Leclerc, que llegó a general, con esa tropa española, no tenga una sola fotografía con sus soldados españoles, de las muchas expuestas? ¡Ay! ese chauvinismo mata la verdadera Historia.
* Elsa Osaba forma parte de la Querella Argentina por el Exilio y la Deportación.
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