Le Pen y la sombra de la descolonización

Por Dagauh Komenan*
La reciente muerte del político francés Jean-Marie Le Pen, fundador en 1972 del Frente Nacional (FN), actual reagrupamiento Nacional liderado por su hija Marine, ha suscitado reflexiones en Francia, el mundo francófono y, especialmente, Argelia
Su vínculo con este país se remonta a su servicio como paracaidista del Ejército francés durante su guerra de independencia (1954-1962), donde fue acusado de participar en actos de tortura, cargos que siempre negó.
Su postura política favorecía la permanencia de Argelia bajo control francés y se alineó con la Organización del Ejército Secreto (OAS), un grupo paramilitar, símbolo de la brutalidad colonial y del rechazo a la autodeterminación argelina que, entre 1961 y 1962, utilizó el terrorismo para impedir la independencia del país norteafricano. La OAS atacó tanto a los independentistas argelinos como al Gobierno de Charles de Gaulle con el objetivo de sabotear los Acuerdos de Évian y el proceso de descolonización.
Aunque no existen pruebas de que Le Pen fuera miembro de la OAS, su ideología y las posturas del FN atrajeron a simpatizantes de dicha organización. Ambos compartían el nacionalismo extremo y la nostalgia por la grandeza de Francia y la desigualdad entre las razas. Mientras la OAS fue un grupo armado y el FN un partido político, ambos representaron, cada uno a su manera, una respuesta a la percepción del declive francés y a los cambios sociales en la Francia de su época.
La OAS fue el último intento violento de una minoría colonial por preservar un sistema opresivo. Su campaña de terror incluyó atentados y asesinatos en Argelia y Francia, como la masacre de Orán y el asesinato del alcalde de Évian-les-Bains, Camille Blanc, en 1961, o el bombardeo del barrio de Bab El-Oued y el intento de asesinato de De Gaulle en 1962. Estas acciones reflejaban la desesperación de quienes se negaban a aceptar el fin del colonialismo para no solo sabotear la independencia de Argelia, sino también castigar a su pueblo por su desafío al dominio colonial.
La Argelia francesa (1830-1962), defendida e idealizada por Le Pen o la OAS, ocultaba la opresión que sufrieron los argelinos bajo el dominio colonial. El Decreto Crémieux (1870) otorgó ciudadanía a los judíos argelinos, excluyendo a la mayoría musulmana, mientras que el Código del Indigenato (1887-1946) institucionalizó la discriminación con trabajos forzados, impuestos y castigos arbitrarios contra estos últimos. Esta atmósfera de injusticias y represión alimentó el descontento que estalló en la guerra de independencia de 1954.
Le Pen simbolizó la contradicción de un sistema que proclamaba libertad, igualdad y fraternidad mientras oprimía a otros pueblos. Su papel en la guerra de Argelia y su legado político con el FN evidencian la persistencia de ideologías que justifican la exclusión y la violencia bajo el pretexto de proteger la identidad nacional. Para Argelia y otras naciones que padecieron el colonialismo, esta contradicción representa la lucha constante contra sistemas opresivos.
La muerte Le Pen supone la desaparición de uno de los últimos políticos franceses que han conocido el pasado colonial de su país e invita a recordar la importancia de preservar la memoria histórica, especialmente en estos momentos marcados por una fuerte tendencia hacia el revisionismo. La colonización nunca fue una misión civilizadora, sino un sistema de opresión y explotación. Ayer, como hoy, la descolonización debe entenderse como un acto de justicia histórica para los pueblos a los que se les niega su libertad. La verdadera libertad solo se alcanza con la justicia y la aceptación de los errores del pasado.
* En Mundo Negro.
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