Libia: Es el petróleo, estúpido
Guadi Calvo*. LQS. Febrero 2019
La región también es escenario de continuos enfrentamientos entre la minoría Toubou y las tribus árabes, por el control de las rutas transfronterizas, por donde pasan millones de dólares en cargamentos de todo tipo
Mientras que la salida política en Libia sigue trabada y las diferentes fuerzas, con algún grado de representatividad territorial o militar, ni siquiera logran un acuerdo que las lleve a negociar las pautas que regirán las conversaciones que finalmente desemboquen en elecciones, las que todavía ni siquiera se saben si serán parlamentarias o presidenciales, la guerra por el control del petróleo y el territorio ha tenido un nuevo episodio.
Estas últimas semanas hubo algunos choques por el dominio del campo petrolero de al-Sharara, el más importante del país capaz de producir unos 320 mil barriles de crudo al día, aproximadamente un tercio de la producción actual de todo el país, entre las tropas del Ejército Nacional Libio (ENL), lideradas por el auto denominado mariscal de campo Khalifa Hafter y algunas bandas armadas, milicias chadianas y grupos armados de las tribus del sur particularmente Toubous.
Al-Sharara, a unos 900 kilómetros al sur de Trípoli, que explota mayoritariamente la española Repsol, pero también tiene intereses la francesa Total, fue cerrado en diciembre pasado por la las autoridades de la Corporación Nacional de Petróleo de Libia después de que los Toubous, junto a milicias provenientes del Chad, tomarán sus instalaciones para exigirle al gobierno de Trípoli, que responde a Naciones Unidas y encabeza Fayez al-Sarraj, que invirtiera parte de las ganancias en la región que está viviendo niveles de extrema pobreza, además de exigir un importante rescate, del que no ha transcendido la cifra. Contra las fuerzas leales Hafter, la figura con más poder de fuego en una sociedad herida de muerte tras la intervención de occidente en 2011.
Las fuerzas de Hafter, tras tomar el control de la “media luna de petróleo” (Ver: La ratonera libia) que cuenta con las más importantes refinerías y puertos petroleros, con que cuenta el país, como Zueitina, Ras Lanuf , Sidra, y Ajdabiya, en enero ordenó a sus hombres dirigirse al sur a “liberar” al-Sharara.
Las tropas de Hafter, el último martes consiguieron tomar los principales pozos, las oficinas y las salas técnicas del campo de al-Sharara y expulsar a las milicias autónomas que había ocupado el campo desde su cierre en diciembre, según fuentes del lugar, logró tomar el campo prácticamente sin combates, gracias a las negociaciones de los mandos del ENL con las tribus Toubous que tras negociaciones traicionaron a algunas milicias pasándose de bando.
Las autoridades pro occidentales de Trípoli, definieron a la operación de Hafter en el sur, como terrorismo y envió fuerzas leales para proteger los campos, además de presentar una denuncia en el Consejo de Seguridad. En los combates entre la Guardia de Instalaciones Petroleras (PFG) que responde a Trípoli y los hombres de Hafter, habrían muerto cinco personas y otras 16 fueron heridas.
Con esta conquista el autodenominado mariscal habría pasado a controlar prácticamente la totalidad de la producción petrolera de Libia, que representa para los mercados internacionales unos 800mil barriles por día, que equivalen a cerca de mil millones de dólares. En los tiempos del Coronel Gadaffi la producción petrolera era exactamente el doble. Con el control territorial de los yacimientos petroleros, Hafter, queda en una posición de inmejorable frente a una posible elección presidencial, que es el mayor anhelo de Naciones Unidas, que debe resolver de manera desesperada la cuestión de los ciento de miles de refugiados, que en puertos libios esperan cruzar a Europa.
Las tropas de Hafter en su desplazamiento hacia el sur tuvieron la colaboración de la fuerza aérea francesa, que atacaron una columna de 40 camionetas de milicianos, que después se perdieron en la frontera con Chad.
Hafter, el hombre fuerte del gobierno de Tobruk, una de las cabezas de representación que tiene Libia, ha justificado su presencia en el sur del país, con la excusa de la “lucha contra el terrorismo” como si hubiera alguna facción en el conflicto libio que no le cupiera el sayo de terrorista.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia, el mismo martes justificó la operación de Hafter, diciendo en un comunicado que había “eliminado los objetivos terroristas”, además de “obstaculizar de forma duradera las actividades de los traficantes de personas”.
Junto al petróleo, la principal razón que tiene Europa: evitar que sigan llegando desplazado y refugiados a las costas libias para pasar después a Europa.
Por su parte el presidente de la Compañía Nacional libia de Petróleo (NOC), Mustafa Sanallah, se reunió esta semana con el director general para Libia de Repsol, Luis Paulo Navas, para encontrar el modo de comenzar a operar de manera urgente el campo de al-Sharara, el único pulmón sano de la economía libia, aunque para lograr en primer lugar se tendrán que restablecer las condiciones de seguridad en toda el área. Según portavoces Khalifa Hafter, el campo de al-Sharara se devolvería a Trípoli, una vez estabilizado.
El sur de Libia es uno de los sectores del país donde más desorden se ha generado tras la guerra contra Gadaffi y que desde entonces no se ha podido estabilizar, por lo menos de manera formal como sucede en la Tripolitania y la cirenaica, donde se ha hecho fuerte el general Hafter.
Hafter, que cuenta con el respaldo de Rusia, Francia, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos, y cuenta con la fuerza más numerosa dentro de la segmentación que sufre el país a consecuencia de la desaparición del gobierno del Coronel Gadaffi, tras haber conquistado todo el este libio, y habiendo tomado la estratégica ciudad de Benghazi, en julio de 2017, se expande ahora hacia el sur del país, la región de Fezzan, luego de haber pactado, con sus principales tribus: Awlad Suleiman, Toubou y Tuareg.
En un encuentro realizado en Sabha, capital de Fezzan, las tribus de la zona y otras del sureste, han declarado oficialmente su apoyo al ejército de Hafter, aunque algunos líderes de estas tribus, han señalado su inquietud por la reputación sanguinaria de las tropas del ENL que han producido numerosas matanzas en los territorios que pasaron a controlar. Algunos líderes Toubou acusan a las tropas de Hafter, de incentivar a las tribus árabes para atacar sus campamentos y saquear sus posesiones.
Ya erradicadas las bandas y milicias que desde que se desarticuló el país, se habían adueñando del contrabando, el tráfico de drogas, armas y de migrantes que llegan desde el sur y el oeste del continente, Hafter, parece decidido a concretar el anhelado sueño de convertirse en el favorito de occidente, para finalmente, ocupar el lugar de su antiguo jefe el Coronel Gadaffi, a quien traicionó tras la guerra del Chad en 1977.
También se asegura que operaron en la región grupos armados que procuraban destituir al presidente de Chad, Idriss Déby, quienes habrían sido atacados por la aviación francesa que acompañó a los hombres de Hafter, cuando se dirigía a recapturar el campo de al-Sharara.
La región también es escenario de continuos enfrentamientos entre la minoría Toubou y las tribus árabes, por el control de las rutas transfronterizas, por donde pasan millones de dólares en cargamentos de todo tipo.
Los Toubou, (gente de la roca), musulmanes sunitas, pastores nómades cuyos clanes se ubican en el sur de Libia, norte del Chad oeste de Sudán y este de Níger, históricamente han reclamado por el reconocimiento de sus derechos sin haberlo conseguido, por lo que el acercamiento de los hombres de Hafter, les ha dado nuevas esperanzas.
Fuentes cercanas a Khalifa Hafter, anunciaron que el seudo mariscal, pretende coronar la exitosa ofensiva en Fezzan, visitando la base aérea de Tamanhint, y quizás la ciudad de Sabha. Esta sería la primera vez, desde 2013, que abandone la Cirenaica, para visitar otro sitio de Libia, aunque ya ha hecho varias giras internacionales y viajó a Francia para su internación, (Ver Libia: Réquiem para un traidor).
Hafter, sabe que ahora está más cerca que nunca de hacerse con el título de hombre fuerte de Libia, aunque todavía hay mucho camino por recorrer, un camino del que al-Qaeda y el Daesh, conocen cada recodo.
* Escritor y periodista argentino. Publicado en Línea Internacional
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