Lla no bibe aki desde ace 4 anos
(Cartel colgado a la puerta de la cochinera en escala de colores en una cuadra de Santacruz de la Zarza, Toledo, priorato premostratense)
Sabios cerdos literatos, cochinos, lechones, marranos, gorrinos, puercos, celebran el cónclave de los Asnos que ilustran a la nación en el lenguaje querencioso, que tiene mucha querencia, y también del sitio por que la tiene, que en él hay página que contiene hasta ocho Rebuznos, que no es poco, cual saludo hecho a cañonazos a favor de un Jumento saltabardales a quien se le colocó en el testuz, alguno dice frente, otros nuca, el babunuco, rodete que se pone en la cabeza, cual corona, para cargar pesos, cual muchacho o mozo travieso que en punto a Rebuznos se las puede apostar al más guapo de los Asnos gorrones, vividores.
“El número total de Rebuznos presentó hermosa suma vivaque, en cada uno de los pequeños grupos en que se divide una tropa para acampar al aire libre de la cuadra”, dijo un choto, cabrito que aún mama.
“Sus Rebuznos son como canto gregoriano de canónigos o monjes de monasterio”, dijo el ganchero baboso, intelectual que guía con una pértiga larga rematada en un gancho para agarrar, colgar, sujetar cosas o seres particularmente para casas de juego, lupanares, aventuras en África etc., ligero, veleidoso, insubstancial.
Las gallinas, los patos, y algún que otro conejo, los caballos despapados y las yeguas greñudas, infirieron que habrá pocas obras o tal vez ninguna hasta ahora, que contenga tantos Rebuznos como esta, a lo menos expresos.
“Sea ante todas las cosas el Rebuzno del Te Deum de los Asnos, dijo una coneja dominguera, que sólo acostumbra divertirse y procrear los domingos y días de fiesta, y que estaba rumiando el libro de segunda mano “ Prince Valiant in the Days of King Arthur ( El Príncipe Valiente en los Días del Rey Arturo), de Harold Foster, de 1937.
¡Qué de cosas se veían en la cuadra¡ Todos, la mayoría, apostaron por el Jumento que daba latidos. El cielo, como en combinación de espejos parecía que se motejara de los asnos y los cerdos, sabedor que es deudor de las gracias y victorias, y los cetros, principalmente desde el sermón de el Asno Cambriles, el famoso Asno capuchino, llamado el Veronés, perteneciente o relativo a Verona, ciudad de Lombardía sobre el Adigio, muy antigua e histórica, pero que vivió y trabajó la mayor parte de su vida en Venecia, como Pablo Galiari, quien, al hablar del Paraíso, dijo:
Que buenos Asnos hay, también, allí.