Lo dijo Chávez
Y lo ha vuelto a decir Nicolás Maduro.
La batalla que debemos ganar para terminar de hacer irreversible la Revolución venezolana es la Comunicacional.
El Comandante Supremo lo dejó como tarea en sus últimas proclamas, Nicolás Maduro lo ha incluido en sus líneas estratégicas, en el Plan de la Paz y Convivencia y ahora este sábado lo dijo con más fuerza.
Pero, ¿Qué ha pasado?
¿Tenemos aún medios públicos sin público? Sí. ¿Tenemos medios comunitarios sin pueblo? Sí. ¿Tenemos falta de contenido que genere conciencia? Sí.
Ahora, ¿Qué hacer y cómo hacerlo? De paso, sin Chávez físicamente.
Bastaría analizar cuál es el presupuesto y los niveles de importancia que se le ha dado a la comunicación desde las instancias de gobierno. Salvo el propio Comandante Chávez y ahora el presidente Maduro, la mayoría de los ministerios, gobernaciones y fondos o instituciones gubernamentales ven a la comunicación como un costo adicional e innecesario, incluso como un tabú capitalista. Nada más errado.
Esta visión no solo atenta contra el derecho a estar informado del Pueblo, sino que pone en riesgo la continuidad del proceso revolucionario que se vive en el país y en Latinoamérica.
La comunicación debe formar parte del proceso creador y constructor del proceso; entendido así, cada misión, plan; proyecto, idea; debe ser conocido por la gente que en fin será quien lo reciba.
¿Qué leen nuestros periodistas, moderadoras o locutores? Lo que escribe la derecha. Se hace necesaria la fluidez en la socialización de nuestra propia esencia, parece mentira; pero somos mezquinos en compartir la Revolución.
Actividades que no se anuncian y van los que se enteran, casas que se entregan y los que la reciben y sus familiares son los únicos en alegrarse, actos a los que invitan a media noche. ¿Les parece conocida la historia? Son ejemplos nada más y están en absoluta contraposición con las aperturas de nuevos canales de televisión, iniciativas impresas, emisoras financiadas o estructuras creadas para las redes sociales.
Basta de ser reaccionarios en esto, basta de seguir sus matrices.
Es tiempo de generar contenido y propiciar la formación de una nueva conciencia, para lograr una comunicación pedagógica y liberadora. Por eso debemos ir más allá de la mera difusión. Es la batalla cultural, la que nos falta por ganar y estamos en deuda con el propio Chávez.
¡Vamos pues!