Los indomables “gilets jaunes”
Cristina Ridruejo*. LQS. Marzo 2019
En Francia, todo el mundo está al corriente de que los chalecos amarillos reclaman el derecho de la ciudadanía a decidir. Es lo que más asusta al poder y por eso no es de extrañar que los medios de comunicación no nos lo cuenten
Lo que no nos están contando: un movimiento por la democracia participativa
Este movimiento es nuevo y —aunque nos cueste creerlo, porque hemos crecido en el mundo cuadriculado de la política en el que todo debe enmarcarse en los esquemas tradicionales— de verdad está al margen de los partidos y los esquemas clásicos.
Todos los partidos de la oposición, sobre todo la extrema derecha, han intentado apropiarse en distintas ocasiones del movimiento, pero ninguno lo ha conseguido porque los chalecos amarillos son indomables y no van a pasar por el aro de nadie. De hecho, los partidos tradicionales están descolocados con este movimiento que se les escapa.
Aunque el detonante de las protestas de los chalecos amarillos, el pasado noviembre, fue el impuesto sobre los carburantes, desde entonces ha llovido mucho. La mayoría de los chalecos amarillos hacen algo más que manifestarse, algo que casi nadie nos cuenta: en cientos de pueblos y ciudades de toda Francia se han formado asambleas populares que se siguen reuniendo un día a la semana para debatir sobre la situación actual y los distintos problemas políticos, económicos y sociales. Las ideas circulan entre unas y otras asambleas de la manera más sencilla y transparente: publicaciones individuales en Facebook, que se van compartiendo, y los intercambios los sábados, en manifestaciones y asambleas. Olivier, que vuelve un sábado más a salir a la calle en París, me explica que en su pueblo, todas las semanas se reúnen entre 80 y 90 personas de lo más variopintas: gentes con quienes no se relacionaba en absoluto por estar en distintas posiciones de la política tradicional, de pronto se encuentran aquí colaborando codo con codo: se han dado cuenta de que todos, independientemente de sus ideas políticas, son víctimas de este sistema neoliberal que solo beneficia a las grandes empresas y fortunas, que recorta los servicios públicos y aprieta cada vez más al trabajador.
Su conclusión ha sido clara: puesto que los responsables políticos gobiernan en beneficio del poder económico, la ciudadanía debe recuperar su presencia, su voz para participar en la toma de decisiones. Los representantes políticos ya no sirven porque ya no representan al pueblo que les ha votado, sino al poder económico. De modo que el pueblo, en adelante, quiere expresarse sin intermediarios, sin representantes.
En el movimiento hay gente de distintas ideologías, pero desde hace unos meses todos han dejado de lado —al menos por el momento— el partido al que votaban porque han encontrado un punto de unión por encima de su afinidad política tradicional, algo que precisamente ningún partido reivindica: ¡lo que quieren es que la ciudadanía participe en la toma de decisiones!
Es por ello que ahora —y desde hace ya cierto tiempo aunque en España no nos lo han contado— los chalecos amarillos están unidos en la lucha en defensa de tres reivindicaciones: la principal es el RIC (Référendum d’Iniciative Citoyène): referéndum por iniciativa ciudadana. La democracia participativa. Están hartos de dar carta blanca al presidente para que haga lo que quiera durante cinco años. Quieren que se consulte a la ciudadanía sobre los temas importantes. Por ello reclaman que el Estado esté obligado a convocar un referéndum vinculante cuando se presente una solicitud respaldada con el número de firmas que se fije según el caso (plantean 4 tipos de RIC: legislativo (nueva propuesta de ley), derogatorio (para derogar una ley existente), constituyente (que puede modificar artículos de la constitución o las condiciones de los diputados y cargos públicos) y revocatorio (lo que se somete a votación es la destitución de un cargo público: un ministro, alcalde, etc.). El pueblo decide.
En la plataforma Change.org, 300.000 personas han firmado ya la petición del RIC (hace solo 24 horas eran 260.000, el número de firmantes crece a toda velocidad en medio de este torbellino amarillo). La petición termina diciendo: el RIC nos abriría el camino hacia todas las reivindicaciones actuales de los chalecos amarillos y también hacia las que surjan más adelante. ¡Que el pueblo sea por fin soberano!
Muchos “gilets jaunes” abogan por centrar todos los esfuerzos únicamente en esta reivindicación. Las otras dos, actualmente, son la subida del salario mínimo (SMIC) y la restitución del impuesto sobre las grandes fortunas, eliminado por Macron al poco de acceder al poder. Al cabo de tantas movilizaciones, a estas tres reivindicaciones comunes se ha sumado una más: la dimisión de Macron.
Pero el Referéndum por Iniciativa Popular es la clave para todo lo demás y cada vez cobra más fuerza: las pancartas y los chalecos con las siglas RIC se multiplican. Por ello están dispuestos a seguir adelante… ¿por todos los medios? Sobre los actos violentos del pasado 16 de marzo, hay diversidad de opiniones entre los manifestantes: unos dicen que no se puede criminalizar todo un movimiento por los actos de unos pocos, que son muy pocos los responsables, en comparación con las masas que salen a la calle todos los sábados desde noviembre. Otros dicen que la mayoría han sido obra de infiltrados. Otros más contestan que es una violencia en respuesta a la violencia del Estado, tanto por medio de las políticas que asfixian a los trabajadores como por parte de los cuerpos policiales. Que no podemos rasgarnos las vestiduras cuando se destroza el escaparate de una tienda y no hacerlo cuando se destroza la vida de un ser humano.
En Francia, todo el mundo está al corriente de que los chalecos amarillos reclaman el derecho de la ciudadanía a decidir. Es lo que más asusta al poder y por eso no es de extrañar que los medios de comunicación no nos lo cuenten.
Sábado 23 de marzo, acto 19 de los “gilets jaunes”. Diecinueve semanas en lucha. Hoy París es un caos. Como los demás sábados, no hay una manifestación prevista, sino una docena, y no se sabe cuál tendrá mayor afluencia. Al no ser un movimiento organizado, con una cúpula que decida y convoque, las convocatorias individuales se amontonan: a lo largo de cada semana, van surgiendo distintas convocatorias para el sábado, planteadas por personas individuales o por grupos. Las cuelgan en Facebook como eventos y la gente pincha en “Asistiré”. Así de sencillo. Aunque desde ayer, los eventos a los que más personas se habían apuntado han sido misteriosamente censurados por Facebook, probablemente por intervención gubernamental. Hoy había en París once convocatorias diferentes, en distintos lugares y horarios: dos asambleas abiertas, varias concentraciones, manifestaciones, marchas. Muchos deciden dónde ir el mismo sábado, en función de cuánta gente se ha apuntado en Facebook a uno u otro evento o del desarrollo de la jornada, que van siguiendo en tiempo real por internet. Para la cita en el Trocadero, 9000 personas habían confirmado asistencia en Facebook, pero la policía ha bloqueado los accesos no solo a la circulación, sino también a los peatones, con auténticas barricadas policiales cerrando avenidas. Así pues, la mayoría de la gente ha decidido ir finalmente al Sagrado Corazón… aunque esto era, como todo lo demás, imprevisible. Pero buena parte de quienes se han reunido en Montmartre venían caminando desde la otra punta de París: desde el Observatorio de París hasta la basílica del Sagrado Corazón, un recorrido de seis kilómetros y medio. Los chalecos amarillos no quieren quedarse confinados al breve recorrido de una manifestación: prefieren participar en marchas que recorren toda la ciudad para ser visibles para un número mucho mayor de personas. La espontaneidad, la energía, se adueñan de las calles. El pueblo ha despertado.
* Miembro de la Asamblea de Redacción de LoQueSomos
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Es claro que el último movimiento que hubo en España ha recogido las nostalgias de la vieja política. La ciudadanía MANDA y DECIDE
Ésto es lo que necesitaba oír para creer de nuevo en la ciudadanía.