Los Miedos
Hay chantajistas a granel dispuestos a comerciar y extorsionarnos con cada un de nuestros miedos. Son sabuesos del mercado capitalista especializados en estudiar nuestras fortalezas y nuestras debilidades para sacar de ellas el mayor y mejor jugo posible bajo las reglas de la explotación, física e intelectual, de los trabajadores. Estudian en universidades, institutos y centros de especialización que pagamos entre todos (incluso aunque se disfracen de “privados”). Toman cursos avanzados para perfeccionar toda la herencia del capitalismo en materia de exprimir y extenuar cada una de la fuerzas de los seres humanos bajo la consigna de extraer hasta la última gota de plusvalía posible, de lo músculos y de las neuronas, a la clase trabajadora. Espacialmente de sus miedos.
Uno de los reyes en el repertorio de los miedos es, por ejemplo, quedarse sin empleo. Según las edades y las personalidades, ese miedo particular nos carcome de maneras distintas para, tarde o temprano, horadar los días y las noches, las emociones y los saberes, los amores y las convicciones. A cierta edad se vuelve implacable y eso lo saben los “jefes” y lo usan para abusar minuto a minuto. Y son inclementes. También es paladín del chantaje en la ruta de los miedos, el desamparo médico, el carecer de asistencia ante las enfermedades y la muerte misma empedrada por los errores y las indolencias de los “especialistas” de diversa especie. Agréguense los miedos por el desamparo jurídico, la violación de los derechos humanos, los estragos del “crimen organizado” en todas sus variables y tamaños… y toda la cadena histórica de los asaltos, de los insultos y las humillaciones, impúdicas e impunes, contra la clase trabajadora.
En un pódium especial viven los miedos fabricados “profesionalmente” en los redaños de las máquinas de guerra ideológica que camufladas de “televisoras”, de “radiodifusoras”, de “diarios”, de “páginas Web” y de “teléfonos celulares”… no cesan de ametrallarnos con coartadas semánticas estimulantes de miedos sobre miedos sobre miedos sobre miedos… Son fábricas de angustia infernal administradas por muchachos y muchachas de la publicidad, del periodismo, del marketing…. serviles a los intereses del mercado y criminales seriales de la “comunicación”, ávidos de recibir sueldos magníficos y prestigio burgués, si logran que cada uno de nuestros miedos termine siendo buen negocio para sus amos. La náusea disfrazada de “profesional de la comunicación”.
Aprovechándose la importancia ecológica que tienen los miedos para la supervivencia de la especie y manipulando un catálogo de miedos insuflados artificialmente, los “poderes” han hecho de las suyas, siempre, para arrodillarnos con algún bálsamo terreno o extraterrestre. La clave es que les deje ganancias y que no sea del todo inmovilizante para garantizar márgenes suficientes de conductas explotables. Cuando se les pasa la mano con sus dosis de miedos se inutiliza al esclavo y “la casa pierde”. Hay manicomios llenos de esos casos.
Es un delito de lesa humanidad, debería serlo, todo plan de guerra ideológica basado en inocular miedos a mansalva. Ya deberíamos contar con herramientas políticas y científicas suficientes para diagnosticar y sancionar los ataques emprendidos con miedo y en pos del miedo de las masas. Ya deberíamos contar con frentes políticos especializados en la defensa de la integridad emocional de los pueblos y contra toda ofensiva de las guerras psicológicas burguesas cuyo objetivo es generar guiñapos humanos explotables y mansos que, al mínimo gesto de insurrección, son reprimidos con dosis de miedos variopintos.
Nos han obligado a temerle a lo que conocemos y a los que no conocemos. Nos aterrorizan con miedos. Miedo a opinar, miedo a disentir, miedo a organizarse, miedo a cambiar. Hay miedos a los miedos. Miedo al dolor, miedo a la sexualidad, miedo al pasado, miedo al presente y miedo al futuro. Miedo a la edad, miedo al tiempo, miedo a la oscuridad y miedo a la luz. Miedo a nosotros mismos y a nuestros pares. Miedo a la autoridad, miedo al poder, miedo al Estado. Miedo a dios, miedo al diablo, miedo a la nada y miedo al todo. Y paradójicamente quieren que confiemos en los terratenientes, en los clérigos, en los milicos y en los empresarios y en los banqueros del capitalismo todos ellos fuente eterna de los peores terrores y terrorismos.
Claro que hay que conservar algunos miedos como el miedo colectivo al capitalismo a sus guerras, invasiones, depredaciones, humillaciones y explotación que son todas amenazas contra la humanidad. Pero ese miedo hay que socializarlo y convertirlo en fortaleza organizada. Seremos otros y más felices, cuando logremos entender y sacudirnos todos lo miedos que nos han impuesto. Los que vemos y los que no. Seremos otros, totalmente, cuando cada uno de nuestros miedos terminen convertidos en lucha, en batalla de las ideas y las acciones nuevas, socialistas, que nos emancipen.