Madrid: ¿el Miami de la oligarquía venezolana?

Madrid: ¿el Miami de la oligarquía venezolana?

Por Carmen Parejo Rendón*

Edmundo González llegó a España el pasado 8 de septiembre tras un acuerdo en el que participaron tanto el Gobierno español como el venezolano. La llegada de González se produjo en medio de un uso partidista interno de la cuestión de Venezuela en el Reino de España

En pocos días, hemos visto como se llevaba a cabo una votación inaudita en el Congreso de los Diputados de España para reconocer a González como presidente de Venezuela, pese a que ni siquiera el abogado del político venezolano había solicitado tal reconocimiento y teniendo en cuenta, además, el absurdo de que el Parlamento de un país pretenda determinar quién es el presidente de otra nación. A su vez, tanto el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como destacados líderes de la oposición, como el expresidente, Mariano Rajoy, se reunieron con el excandidato opositor de Venezuela en estos días.

El caso de González no es una novedad, el político se une a otros venezolanos opositores que se han instalado en los últimos años en Madrid. Los casos más conocidos son el de Leopoldo López, responsable de la ‘Operación La Salida’, condenado en Venezuela por su responsabilidad en la muerte de 43 personas; su mediática esposa Lilian Tintori; Julio Borges o Antonio Ledezma, entre otros.

Durante años en los medios españoles se han publicado diversos artículos en los que destacaban un “desembarco” de fortunas latinas en la capital del reino, donde es recurrente señalar que el fenómeno tiene un claro impulsor: el clan venezolano de los Capriles, familia del excandidato opositor Henrique Capriles, y su ascendente influencia en el mercado inmobiliario del lujo.

La familia Capriles se afianzó en Venezuela, a través del control sobre medios impresos, tales como Últimas noticias o El Mundo, que dominaron durante mucho tiempo el mercado mediático venezolano. A su vez, se hicieron con un jugoso negocio inmobiliario centrado en oficinas y apartamentos de lujo en la ciudad de Caracas. Su llegada a España se produjo en 2013, aprovechando que muchos venezolanos acaudalados se marcharon del país una década antes tras la victoria de Hugo Chávez y el triunfo de la Revolución Bolivariana.

La familia Capriles se hizo con un jugoso negocio inmobiliario centrado en oficinas y apartamentos de lujo en la ciudad de Caracas.

El despertar del pueblo venezolano también conllevó un despertar para la oligarquía del país, que se trasladó a España con el fin de hacer negocios en terrenos que consideraron más amables.

Exiliados ricos

A mediados de 2022, The New York Times publicó un artículo firmado por su corresponsal en España, Raphael Minder, donde aseguraba que Madrid definitivamente había desbancado a Miami como destino preferido por los latinoamericanos ricos. Este texto señalaba que esta movilización de las oligarquías latinoamericanas se debía a los cambios políticos producidos en la región, inventando un novedoso concepto: “exiliados ricos”.

Ante eso, debemos preguntarnos: ¿por qué la riqueza es considerada un motivo para el exilio? El medio estadounidense también atendía a esta cuestión y presentaba dos ejemplos: los colombianos ricos que previsiblemente se marcharían del país si se producía una victoria de Gustavo Petro, debido a que este había planteado subir los impuestos; y también advertían que el mensaje de Gabriel Boric en Chile que hablaba sobre favorecer una sociedad más igualitaria, también habría hecho sonar las alarmas.

Los ricos son muy sensibles a que se limite su acción expoliadora, pero España tiene la solución: con una inversión inmobiliaria de 500.000 euros, obtienes una visa dorada y todas las facilidades para engordar tu cartera en territorio español.

No deja de ser contradictorio, aunque no sorprendente, observar cómo los habituales voceros políticos de una oportunista campaña contra la inmigración y los cambios demográficos que de ella se derivan, no vean mayor problema en privilegiar con leyes la llegada masiva y el control efectivo sobre barrios enteros que estos multimillonarios están provocando, con consecuencias sociales concretas como el encarecimiento de la vivienda y la expulsión de gran parte de la población de las ciudades.

No podemos dejar de advertir que el interés de estos voceros en enfrentar emociones a través de los fenómenos migratorios, finalmente, solo es una performance que busca enfrentar a pobres contra pobres. Su racismo también es una cuestión de clase. Entre ellos se reconocen y se protegen. Ojalá, desde el otro lado, también tuviésemos claro a quién debemos proteger y, en este caso, a quién no.

Otro sector que se ha visto afectado en relación a la llegada del “exilio rico” venezolano, ha sido la banca, donde destaca la figura de Juan Carlos Escotet, banquero hispano-venezolano.

Escotet se inicia bajo la protección del banquero nacido en Cuba Orlando Castro, y gracias a la renta petrolera venezolana y las ventajas que ofrecía pertenecer al grupo de banqueros cercanos al gobierno de Carlos Andrés Pérez, su ascenso fue rápido, con la fundación del banco BANESCO y convirtiéndose ya durante la década de los 90 en uno de los hombres más ricos de Venezuela.

Tras la crisis de las cajas de ahorro en España, el gobierno gallego, dirigido por Alberto Núñez Feijóo, en la actualidad máximo dirigente del Partido Popular a nivel estatal, decidió la fusión de CaixaNova y Caixa Galicia, dando paso a NovaCaixaGalicia. Esta operación, que costó 9.000 millones en ayudas públicas, acabó en 2013 con una intervención estatal y la venta a Juan Carlos Escotet, por solo 1.000 millones de euros, dando paso a la creación de ABANCA.

¿Grupo de presión interno?

Sin embargo, sería inocente creer que el poder que han ido adquiriendo estos grupos, dentro de sectores tan sensibles como es el mercado inmobiliario o la banca, no esté suponiendo a su vez la consolidación de un grupo de presión interno que afecta a la política doméstica en España.

Leopoldo López Gil, el padre de Leopoldo López, en 2019 se convirtió en eurodiputado de la mano del Partido Popular. A su vez, en 2016, la familia Capriles entró a formar parte de la administración de la sociedad detrás del medio de comunicación The Objective, que ha ganado cierta relevancia en los últimos meses por su campaña, muchas veces a través de la creación de bulos contra el gobierno de Pedro Sánchez, según denunció en una investigación en Diario Red el periodista Román Cuesta, en abril de este mismo año.

José María Aznar recibe a Edmundo González. Foto: David Mudarra

Los intereses detrás de haber aupado y dado la bienvenida a esta diáspora multimillonaria y bastante corrupta venezolana en España son evidentes: tratar de derrocar el proceso revolucionario en Venezuela. El Estado español aúna razones económicas, en relación con los intereses de las multinacionales españolas en Venezuela; y geopolíticas, por el temor de perder su capacidad de injerencia en la zona por el surgimiento de gobiernos populares soberanos.

Cuba y Miami

En 1959 llegaron a la ciudad de Miami políticos corruptos y policías torturadores que huían de los revolucionarios cubanos tras el derrocamiento del dictador Fulgencio Batista. A la CIA y a EEUU también le interesó promocionar a estos grupos para crear desestabilización en Cuba y favorecer una intervención estadounidense. Ese es el origen de la mafia cubana de Miami que ha estado detrás de múltiples atentados terroristas y de actos de injerencia política tanto en Cuba, como en otros países latinoamericanos, pero, también dentro del propio EEUU.

La historia se repite dos veces: la primera como tragedia, la segunda como farsa.

* Publicado en RT Noticias, canal censurado en la Unión Europea.

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One thought on “Madrid: ¿el Miami de la oligarquía venezolana?

  1. Para el paseante, ciertas zonas de Madrid e imagino otras tantas repartidas por el país, con o sin «visa oro «, están siendo colonizadas por esa singular diáspora venezolana. Y sus efectos son evidentes. Sirva, siquiera como anécdota, la inconfundible presencia de muy numerosos y ociosos paseantes de toda edad, cargando bolsas de comercios de lujo, deambulando por la que muchos llaman Pequeña Caracas, el acomodado barrio de Salamanca madrileño. Evidentemente, esa presencia, no precisamente, discreta o clandestina es apoyo, más que moral , para la fachosfera madrileña. Al otro extremo pero compartiendo casi todo menos estatus y renta, multitud de ciclorepartidores, no precisamente conscientes de su situación de explotación y, no vamos a negarlo, otros trabajadores , «blancos» pero lejos de la plutocracia, abocados a la emigración por la contumaz agresión del Imperio a la Revolución bolivariana, ciertamente, no exenta de contradicciones pero todavía esperanza para muchos. Pero la supuesta izquierda española, esa que desconoce el análisis de clase, parece no ver nada. Y calla, no osa contradecir la voz del amo . Todo sea por la «democracia». Pero amigos, otros llevan años viendo el fenómeno de otra forma , empezando por lo que suponen muchas decenas de miles de votos ferozmente «anticomunistas». Preocupante.

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