María Isbert, decana del cine español
Era la hija del más famoso “scherif” entre “Tersas” y “Michigán”, el más implacable “Verdugo” de las “penas sin capital”: Pepe Isbert, aquel galán de comedias que empezó su vida cinematográfica en la Puerta del Sol tres horas después del asesinato de Canalejas, recreando ante la cámara de Enrique Blasco a Manuel Pardiñas, el anarquista que lo mató mientras miraba el escaparate de la librería San Martín. Dando pié a la que sería su primera película: “Asesinato y entierro de Canalejas” (Abelardo Fernández 1912).
Referencia obligada sin menosprecio para ella, que por él renunció a hacer “Revista”, con el que pasó gran parte de su vida, y con el que se entendió por medió de una pizarrita cuando ya su voz no quería traspasar la frontera de su boca. Al que llamaba “Josefito” cuando le rogaba ayuda celestial, que para eso era fervorosa creyente.
María nació en Madrid el 21 de abril 1917 y es de nombre completo María Vicenta por herencia de su abuela.
Vive con su familia en la vivienda del Teatro Lara que por recomendación médica abandonan para trasladarse a un chalecito de Chamartín, intentando alejarse de las epidemias de gripe que con regularidad los visitan. Pasando al poco tiempo a ocupar una parcela cercana en la colonia de “Los Pinares”, de la que su padre estaba encaprichado y que sus compañeros de profesión no dudaron en regalarles ante los escasos medios del actor.
Estudia en el colegio Alemán y en el Instituto Británico, impidiendo su juventud que sirviera como interprete por imposición del ejército republicano con las Brigadas Internacionales.
Aunque con ocho años había ganado como premio una caja de bombones al atreverse a subir a un escenario en una obra de los Hermanos Álvarez Quintero, como “Maruja Isbert” en plena Guerra Civil comenzó su carrera teatral con su padre, cuando junto a su hermana Isabel se las lleva a Valencia para protegerlas del acoso bélico que sufre Madrid y de la actividad de segadoras que le imponen las autoridades republicanas en el pueblo de Tarazona donde estaban desplazadas. Unas fuentes dicen que fue con la obra de Alejandro Casona “Nuestra Natacha” y otras con “El refugio”, la única obra de Pedro Muñoz Seca (conocido antirrepublicano asesinado en Paracuellos en 1936) que se representó en zona republicana. Lo que es cierto es que continuamente tenían que recurrir a representar “Pégame Luciano” por las continuas peticiones de una tropa casi infantil que les pedían que los hicieran reír. Al acabar la guerra, cuando junto a su padre regresa a un Madrid destrozado, éste le enseña el único duro que le queda y le ofrece compartir las ganancias en una profesión anteriormente vetada. Es cuando hace su debú en “Como Dios manda”, (reproduciendo sus propias palabras) con la mencionada obra de Casona.
Casó María con un señor húngaro de apellido Spitzer y de nombre Antonio, antiguo compañero del colegio Alemán que la reconoce en las carteleras del Teatro Fuencarral haciendo “El tío estraperlo”. Un año después, en 1949, se casaba, y obligada por él y por su padre abandonaba la profesión ciñendo su trabajo a pequeños papeles en el cine para aliviar la maltrecha economía doméstica, abriendo en su vida un paréntesis de cinco años para ejercer la docencia en la en la academia de idiomas que junto a su marido monta en la ciudad de León.
Enviudó joven y perdió a su hija Miriam a poco de nacer, la única niña entre sus ocho hijos, por lo que se retiró durante diecinueve años de la profesión para cuidar a los otros siete. Pero “San Josefito”, que no es santo que se descuide, le mandó trabajo en abundancia para recomponerla a ella, y a nosotros recompensarnos.
El día 28 de diciembre de 1963, día de los Santos Inocentes cuando aun se colgaban en la espalda de los “inocentes” aquellos tremendos monigotes de papel, hacía su parición por primera vez en TVE en el episodio “Un marido bromista” del espacio “Escuela de maridos”, siendo el marido bromista Manuel Alexandre. Tras hacer otros tres episodios a continuación desapareció de este medio durante cinco años para aparecer de nuevo en un episodio titulado “Miau” de la serie “Cuentos y leyendas”, y ya no tendría interrupciones hasta este año 2006, apareciendo el día 21 de febrero en el episodio “¡Mujer tenías que ser!” de la serie “Con dos tacones”.
Aun le quedaban gratos recuerdos de aquellos “Primera fila” precursores de los “Estudio1”, cuyos ensayos se hacían en una escuela de baile de la calle Pizarro e inmediatamente después corrían para hacerlos en directo en el estudio. Gracias a sus amplios conocimientos idiomáticos ha adaptado a este medio algunas obras cortas extranjeras, y por los mismos motivos en los años noventa dio vida a la “Sra. Sánchez” en una serie para la cadena británica “Granada Televisión”.
Empieza su carrera cinematográfica en 1944 a las órdenes de Juan de Orduña con “La vida a media noche”. Comedia de enredo basada en la novela de Luisa María Linares, en la que su padre, que figura en el reparto, se empaña en que trabaje en la película para impedir que viaje sola en giras de teatro por provincias. A cambio ella pide que no la recomiende, pero no logra evitar que lo haga María Masó. A pesar de sus quejas, su nariz, y que ni bailó ni cantó, le dieron el papel. Un año después recibía su primer premio del Circulo de Escritores Cinematográficos por su labor en “Un hombre de negocios” y en “Ella, él y sus millones”, basada a su vez en la comedia “Cuento de hadas” de Honorio Maura.
En el mes de marzo del 2003 le dieron un premio en reconocimiento a toda su carrera y se la veía con frecuencia paseando su bondad en entrevistas televisivas. Luego se fue deteriorando y perdiendo memoria y confianza.
Hoy 25 de abril, pocos días después de su 94 cumpleaños, Pepa Bueno termina el Telediario de la noche anunciando su muerte hace pocas horas. En un hospital de Villarrobledo de Albacete parece ser, donde estaba ingresada hace algún tiempo. Mañana se la despedirá en el Teatro Circo de esta ciudad donde se montará la capilla ardiente.
Adiós a la que por poco tiempo ejerció el decanato del cine español, desde que lo dejara en sus manos Manuel Alexandre.
FILMOGRAFÍA ABREVIADA
En “Ella, él y sus millones” (Juan de Orduña 1944) es la secretaria del Duque de Hinojares (José Isbert), que en interminables jornadas de interrupciones continuas, le dicta su discurso de ingreso en la “Academia” que niega la evidencia de que el oso mató a Don Favila, por lo que a base de tanto escucharlo lo toma como un serial que jalea cada día con el criado Dimas (Fernando Freyre).
En “La Lola se va a los puertos” (Juan de Orduña 1947) en uno de sus alocados papeles, es la criada charlatana y analfabeta de “La Lola” (Juanita Reina) durante su estancia en Chipiona, a la que pide atropelladamente que después de la comida como cada día le lea “La dama de las camelias”, de la que a pesar de su buena voluntad no logra recordar ni un solo nombre correctamente.
En “Dos cuentos para dos” (Luis Lucia 1947) es Alicia, la compañera de habitación de Berta (Carlotita Bilbao) que habla vertiginosamente, mientras come un plátano, de un novio que tuvo que se metió a marino mercante para verla poco, lo que asocia con la supuesta fuga de Jorge (Tony Leblanc), el novio de su amiga.
En “Botón de ancla” (Ramón Torrado 1947) es a la vez dos mujeres feas. La primera “Luly” que recibe en su casa las mentiras telefónicas desde “Chicote” del brigadier Carlos Corvián (Jorge Mistral). La otra la hermana violinista de Mary Santpere.
También hizo la replica aérea de este director en 1951: “La trinca del aire”.
En “La Princesa de Ursinos” (Luis Lucia 1947) es Lidia, la dama que acompaña a Ana María de la Tremoille “Princesa de Ursinos” (Ana Mariscal), desde el Palacio de Versalles a la corte de Felipe V (Fernando Rey), con el inequívoco encargo de hacerle recordar al monarca español su ascendencia “gabacha”.
Simpática y dicharachera como siempre no puede sustraerse al encanto de cuanto español se cruza en su camino, dirigiéndoles palabras de elogio que a su sobria acompañante apenas inmutan.
En “La fiesta sigue” (Enrique Gómez 1948) es la “garrula” que recoge huevos en el corral cuando aparecen los tres maletillas: Rafael (Rafael Albaicín), Joaquín “El exquisito” (Tony Leblanc) y Pacorro (Antonio Casal), que van a robar lo que puedan para atenuar un poco las calamidades. Sorprendiéndose cuando Pacorro le dice: “Hola guapa”, por lo que ante el “quejío” de sorpresa de la chica y verle la cara, pide perdón. Cosas de la inteligencia, hasta para hacer una gracia hay que ser hiriente.
En “Una mujer cualquiera” (Rafael Gil 1950) es la mujer con evidente ánimo charlatán que comparte el vagón de tren con Nieves (María Félix) y Luis (Antonio Vilar) en su huída de la justicia hacia la frontera, a los que tras ofrecerse amablemente para apagar la luz, arrincona con una caudal de preguntas e insinuaciones que solo corta resignándose a dormir cuando observa la cara de aburrimiento que ponen ambos.
En “Recluta con niño” (Pedro L. Ramírez 1955) es Jacinta, la moza de Roncalejo con la que se pone novio de urgencia Miguel Cañete (José Luis Ozores), porque se tiene que marchar a Madrid a hacer la mili y con alguien tiene que dejar a su hermano pequeño. Y a pesar de la negativa de su padre porque cree que el último “pelao”, no quiere quedarse para “vestir santos”. En la despedida en el corral de la casa, no logra más que sacarle una lista de cuidados cuando lo que ella buscaba eran unos achuchones.
En “Villa Alegre” (Alejandro Perla 1956) es Genara, y aprovecho para repetir que a las mujeres no les gusta llamarse Gerana, ni Catalina, ni Ignacia, ni Romualda, ni Ambrosia, y si son feas menos todavía, que no es cuestión de ensañarse con el árbol caído y solo denota torpeza e insensibilidad por parte del que se los pone. ¿Quién se puede reír de estas cosas?
Pues si, aquí le ha tocado ser Genera, la criada de la maestra (María Piazzai) y de su padre, el “Tío Juan” (Pepe Isbert), el más bruto de los habitantes del pueblo, que dice que con tan repelente nombre no se la puede llamar para no espantar las bestias, respondiendo al sobrenombre de “espantajo” cuando se la precisa, y por si no fuera poco el Tío Juan amenaza con casarse con ella como venganza por la relación que su hija mantiene con el camionero Pepe (Pepe Mairena).
En “Los ladrones somos gente honrada” (Pedro L. Ramírez 1956) es Berta, la hija del guardián de la ropería en cuya trastienda tienen la vivienda, donde con la luz apagada escucha los seriales de miedo gritando cada vez que se asusta porque el asesino estrangula a Antonia, hasta que como es lógico le da “el histérico”, que es como si entrara en trance, y entonces hay que acudir a la farmacia a por un frasco de “Serenojeno” que la deja como una malva.
En “El aprendiz de malo” (Pedro Lazaga 1957) es supuestamente Elisa, o el símil de novia que intenta hacer cumplir a Eurípides (Antonio Ozores) su compromiso de boda mediante interminable conferencia telefónica desde “Cabrera de la Sierra”, Terminando en la comisaría para denunciar a su prometido por canalla.
En “”Los ángeles del volante” (Ignacio F. Iquino 1957) es la florista de la sala de fiestas donde actúan Rosi (María Martín) y Lina (Trini Montero), a las que va a ver el taxista Cristóbal (José Isbert) que pretende regalarles unas flores, pero ante el elevado coste regatea con la florista el precio final y decide comprar tan solo dos unidades.
En “El gafe” (Pedro L. Ramírez 1958) es una señora de negro que hay en la consulta del “loquero” que visita Urrutia (José Luis Ozores) acompañado de Paco (Antonio Garisa), que tras volvérsele loco un ojo haciendo guiños, les larga una contraseña cifrada: “Estocolmo 2, 4, 7”, a lo que Paco aterrorizado le contesta “Valladolid 3, 9, 1” huyendo despavorido.
En “Despedida de soltero” (Eugenio Martín 1958) es Remedios, señorita gaditana de posibles y amiga “soltera” de Carmen (Silvia Solar), que acude a todas las bodas de las amigas esperando que le caiga el ramo que le de suerte para emparejarse. Mientras tanto come y habla a la misma velocidad de vértigo.
En “El cochecito” (Marco Ferreri 1960) hace un corto papel en la secuencia de la vaquería de su padre, D. Lucas (José Álvarez “Lepe”). Hija nerviosa del inconsciente minusválido motorizado, que “arrea” con el cochecito entre las vacas para crear la envidia de D. Anselmo (Pepe Isbert).
En “Un rayo de luz” (Luis Lucía 1960) es Elisabeth, la profesora de inglés de Marisol en la mansión romana del Conde D’angelo (Julio Sanjuán), obligada a recortar sus clases por “imperativo legal” cuando el viejo cascarrabias se vuelve niño para jugar con su nieta. Primera entrega de la pequeña actriz “Marisol” cuyo apodo por mucho tiempo taparía el nombre de Pepa Flores.
En “Viridiana” (Luis Buñuel 1961) es “la coplera”, la última “pobre” en llegar a la casa de la hermana Viridiana en sustitución del mendigo expulsado por leproso. De aspecto espeso y de poco faenar, se acompaña por una guitarra y un pañuelo en la cabeza como los de “coros y danzas”, y con la “grasia andalusa que la caracterisa” canta “la tiro al poso…”
Para este papel Buñuel trato de doblarla con una flamenca profesional, a lo que adujo María que si esto se producía ella renunciaría al sueldo extra que le habían asignado por cantar. Permitió el director la exigencia, pero su marido y su padre se negaron a que la cantara por considerar la letra demasiado atrevida, por lo que María se tuvo que disculpar con el realizador, que le permitió cantar lo que quisiera, pero no la volvió a llamar nunca. No fue la única vez que padre y marido ejercen la represión “artística”. Rodando “Ángeles del volante”, Iquino la ve llevar el ritmo con el pie y le parece apta para la “Revista”, intentando contratarla en el Teatro de La Latina para cantar unos tangos junto a Antonio Garisa, encontrándose de nuevo con la negativa familiar porque era una sala que entonces estaba muy mal mirada.
“La Latina” se edificó sobre el solar que ocupaba un antiguo barracón que con el mismo nombre se dedicaba a las proyecciones cinematográficas.
En “El indulto” (José Luis Sáenz de Heredia 1961) es la chulapona que en el patio de vecinos de “Las vistillas”, baila una especie de chotis con “El badila” (Erasmo Pascual) con motivo de la boda de Alfonso XIII con María Eugenia de Batemberg. Recriminando a su pareja que aunque esté bailando un chotis, lo que suena ni se le parece.
En “La gran familia” (Fernando Palacios 1962), es la nueva “chacha” de la familia “mogollón”, que asombrada ante el continuo chorreo de personas de ambos géneros que pasan por la casa, no pudiendo creer que todos vivan allí.
En “El verdugo” (Luis García-Berlanga 1963) es Ignacia, la mujer campista de Ángel Álvarez que se pasa la tarde “traspuesta” bajo un árbol. Testiga de la boda de Carmen y José Luis (Emma Penella y Nino Manfredi) que pregunta al funcionario si tiene que firmar Ignacia o “Igni”. Aparece aun en los créditos aún como Maruja Isbert.
En “El camino” (Ana Mariscal 1964) es Catalina “La Lepórida”, telefonista chivata que difunde los chismes que le hace llegar el jefe de estación. Otra de las beatas que se sienta en la tribuna de la cuadra de Pancho, a modo de autoridades, mientras se hace la proyección de la película, donde terminará apedreada junto al resto de místicas cuando una mano que hace sombras sobre la pantalla intenta tapar el culo de la bailarina que se contonea en las playas “jaguayanas”.
En “Más bonita que ninguna” (Luis César Amadori 1965) es Romualda, la solterona que junto a Carlota (Tota Alba) pasa las tardes en el cine mandando callar a las parejas de enamorados que se arrullan. Ella prefiere los reportajes del NO-DO donde se habla de bodas y viajes que su amiga no soporta y prefiere los de guerra y destrucción.
En “Acompáñame” (Luis César Amadori 1966) es Concha, ama de llaves de doña Eduvigis (Amalia de Isaura) que contra viento y marea aguanta en la casa encantada a pesar de que continuamente se está dando porrazos con los muebles que se mueven cuando ella pasa, porque su señora tiene una gafas azules a las que llama “las impertinentes” que tienen vida propia y espantan a todo el servicio. Menos a ella que es una santa y logró sobrevivir al ataque de la olla cuando le explotó.
En “Amor a todo gas” (Ramón Torrado 1968) es Elena, la secretaria de la artista Laura Montes (Nieves Navarro), obligada a usurpar su personalidad y sus vestidos para que esta se pueda enrollar con Peret desde el anonimato. Lo que le viene muy bien a la Isbert para que la “espachurren” en los actos multitudinarios, que es lo que le gusta.
En “Operación Mata-Hari” (Mariano Ozores 1968) es la prostituta número 6 de la casa de putas parisina de Madame Agripina (Margot Cottens), la que le toca por sorteo en primera instancia al Coronel Von Faber (José Luis López Vázquez), que cuando ve la boca mellada tras la sonrisa rápidamente se tira a por la 9 dándole la vuelta al número.
En 1969, el no acreditado director, Iván Zulueta, en su película “Un, dos, tres, al escondite ingles”, la agasaja con un papel que en su honor se llama “Isberta”
La no acreditación e Iván Zulueta, viene dada porque en esas fechas la administración franquista obligaba a estar adscrito a la Agrupación Sindical de Directores-Realizadores de Cinematografía, a la que había que presentar el contrato del director elegido para su aprobación. Iván Zulueta no solo no había acabado su carrera de director cinematográfico sino que tampoco había realizado el aprendizaje profesional, por lo que no poseía el carné sindical que le permitiera firmar la película, teniéndolo que hacer José Luis Borau, que por no estar al corriente de la cuotas de pago a dicho Sindicato, tuvieron que retrasar el rodaje hasta que se hicieron efectivas.
En “Soltera y madre en la vida” (Javier Aguirre 1969) es Doña Nieves, la “santa” señora que hace caridad en suburbios donde destroza sus delicados pies que tiene que poner en manos del podólogo Rufi (Blaki), auténtico manipulador que hace rodar los bulos utilizando a sus clientas. Aprovechando el callista su receptibilidad para contarle que a Julia (Lina Morgan) la hija de D. Ramiro (Manolo Gómez Bur) le han hecho “un bombo” sin que se sepa quien es el padre, lo que cuenta a voz en grito en su próxima para, la peluquería de Doña Lourdes (Pilar Gómez Ferrer), madre del presunto “preñador” de la joven.
En “Hay que educar a papá” (Pedro Lazaga 1970) es la profesora de inglés de Severiano (Paco Martínez Soria), como ya lo fuera diez años atrás de Marisol gracias a su desenvoltura idiomática.
Novia de un tipo cachas que por encargo pega una paliza al hijo “Hippi” de Severiano y a sus hermanos del amor libre. Los llamados “Hippiloyas”, que hacían “el fandis-mandis y no la guerra” como aconsejaba Forges.
En “La casa de los Martínez” (Agustín Navarro 1970) en uno de sus personajes clásicos, es la extranjera simpática y despistada que lo confunde todo y todo le encanta. Por error se cuela en el “congreso de chachas” y se lo chupa hasta el final.
En estos tiempos también hacia para TVE “Plínio”, la serie del detective de Tomelloso creado por García Pavón y emitida en 1971, el nombre de su personaje: “La Rollo”.
En “La tonta del bote” (Juan de Orduña 1970) es la señora que se prueba ropa usada en casa de la “Señá” Engracia (María Asquerino), con la que intercambia información de lo caro que está el servicio que llegan a cobrar 10 y 12 duros al mes, y que si sigue así el asunto en el año 70 van a querer cobrar 5000 pesetas. Técnicas de despiste para lograr abaratar una prenda que le da dos vueltas, aludiendo que desde que se murió su marido está perdiendo carnes, que si no de que iba a comprar ropa de segunda mano aunque fuera de una marquesa que solo se la había puesto en un besamanos.
En “No desearás al vecino del 5º” (Ramón Fernández 1970) es la señora de aspecto esotérico que viaja en el mismo compartimiento de tren que el ginecólogo Pedro Andreu (Jean Sorel), que acude con su maniquí a una conferencia en Madrid, por lo que asustada sale corriendo cuando ve salir una mano de la maleta, volviendo con el revisor y un policía que es “El Séneca” (Antonio Martelo).
Ridícula situación a tono con una película que empieza con la sirena de una errática ambulancia que se supone que viene de Toledo pero entra a Madrid por Puerta de Hierro, para ganar después la Plaza Elíptica y luego entrar por el túnel de Velázquez dirección a Cibeles y plantarse en la mismísima puerta del Hospital “Francisco Franco”. Si querían haber matado al enfermo mejor es que le hubieran pegado un tiro.
En “Los hombres las prefieren viudas” (León Klimovsky 1970) es Amelia, la amiga y compañera de Marisa (María Mahor) en la agencia de viajes “El sol”, y aunque pueda parecer mentira está muy guapa, tanto que hasta se “promete” con un detective privado (Tomás Blanco) que está en el hotel Portomar, cuando se desplaza a Almuñécar con su amiga para que salga de la situación de letargo amoroso producido por el fallecimiento consecutivo de tantos familiares.
En “Los fieles sirvientes” (Fransec Betriú 1980) es Rafaela, la cocinera golosa de comportamientos infantiles que se “enfurruña” reclamando el merecido reconocimiento, hasta que viene la gobernanta (Amparo Soler Leal) y le permite comer bombones y tomar una copita con la engañifa de una hipotética paga extra para ella sola.
En “Réquiem por un campesino español” (Frances Betriú 1985) es una de las viejas que cose en el “caralsol” del pueblo contando y escuchando chismes de los unos y los otros por pasar el rato mientras le dan a la aguja, y aprovechando para sumarse a las bromas que se hacen sobre Paco “El del molino” (Antonio Banderas) el día de su boda. Poco podía sospechar que pocos meses después, precisamente los fascistas que viene a matarlo por a tentar contra los privilegios de los caciques, la matarían a ella junto a otro puñado de viejas, cuando los valientes falangistas dispararon impunemente sobre el grupo de costureras.
En “A la pálida luz de la luna” (José María González Sinde 1985) es Doña Mercedes, la inquilina que en perpetua compañía de un perro negro de nombre “Pirulo”, recorre el edificio quejándose por todo y de todos a pesar de que es la única que no paga el alquiler. Un auténtico garbanzo negro en aquel remanso de paz, concordia y tolerancia.
En “Tiempo de silencio” (Vicente Aranda 1986) totalmente irreconocible entre la cochambre del poblado chabolista de Méndez Álvaro, es la madre del malencarado “Cartucho” (Joaquín Hinojosa). Andrajosa y sanguinaria mujer que alienta a su hijo en sus irracionales pensamientos asesinos.
En “El bosque animado” (José Luis Cuerda 1987) es la “Moucha”, la bruja encamada de la aldea, que en tiempos en que una gallina costaba dos pesetas, ella cobraba un duro por la consulta y otro por el remedio, auxiliada en su lecho de dolor por el libro mágico de San Ciprián. Próxima su muerte, Marica da Fame, (Luma Gómez) trata sin éxito que le traspase el negocio.
En “Amanece que no es poco” (José Luis Cuerda 1988) es Adelaida, niña de 70 años vestida de encajes blancos y velo, a la que acaba de venir la regla, y que a su madre Aurora, (María Elena Flores) algunos años más joven que ella, le confirma que se está haciendo mujer.
Dislocado papel y relación acorde al resto de la película.
En “El florido pensil” (Juan José Porto 2002) es Doña Paquita, la vieja profesora depurada en el 49 que no quiso volver a dar clases, y que ahora asiste a la conferencia que da el profesor Sopeña (Emilio Gutiérrez Caba) para emocionarse escuchándolo hablar sobre las escuelas de la posguerra y preguntarse que si aquellos fascistas totalitarios eran unos tontos “¿que éramos nosotros?”. Dando la impresión de que la respuesta es “libres” cuando ve el águila volando en el cielo azul sobre la cabeza de Céspedes (Alberto Tena).
En “La gran aventura de Mortadelo y Filemón” (Javier Fesser 2003) una de las grandes triunfadoras de los “Goyas” de este año, es Mentxu, la madre de Filemón (Pepe Viyuela), que junto a Mortadelo (Benito Pocino) van a combatir a los agentes de la T.I.A. para que devuelvan la fórmula que le han robado al profesor Bacterio. Tiempo de tebeos en la penumbra de las siestas estivales.
A punto de comenzar la Semana Santa del 2004, Carmen Sevilla la trae a su “Cine de Barrio” para homenajearla poniendo “Un rayo de Luz” de Marisol, donde confiesa el miedo espantoso que siente ante el próximo estreno de la comedia de Juan José Alonso Millán “Personajes sin vergüenza”, donde tiene un importante papel que duda si su memoria respetará.