Materialismo galopante

Materialismo galopante

materialismo galopante 1Borja López-Loriente. LQSomos. Octubre 2014

Hasta la semántica ha dejado de ser neutral en esta sociedad de clases, y nuestra amada filosofía adquiere, en el lenguaje popular, populista y populachero, connotaciones negativas. El materialismo es sinónimo de interés vil, codicia, lucro y logrera avaricia. De forma complementaria, sugeriría sensualidad desordenada, extrema, banalidad, acaparación, consumismo, afán suntuario y de privilegios. Precisamente las virtudes que adornan y oculta la minoría dominante e idealista.

Pero no ha de importarnos demasiado. Los entendidos nos entienden. El enemigo sólo delimita los campos.
¿Por qué incluir en nuestra escuela la nominación de aquello en lo que ni creemos y hasta rechazamos? Llamarnos ateos es distinguirnos en negativo, por lo que no somos, o sea creyentes, crédulos, dogmáticos, metafísicos, idealistas, deístas en suma. Es más lógico que unos sean islámicos, otros cristianos, y los de más allá budistas, pero no amaterialistas, antiescépticos, o corredescreidos. Por tanto, nada de ateos, sino materialistas. Esto permite incluso, integrar en el bloque materialista, aunque con matices, a esos tibios contemporizadores autodenominados ‘agnósticos’ que dicen huir del ‘dogmatismo ateo’ que niega gratuitamente afirmaciones incomprobadas (¿marcianos, cerditos voladores?), poniendo a igual rasero la ciencia y la especulación espiritista. Seamos tolerantes con las medias-tintas socialdemócratas, tan al otro lado de la barricada en todo.

Lo de librepensadores tiene también su trago, rayano en lo utópico, pues nadie es libre en nada, pese a la belleza del palabro para los más oprimidos. De hecho, son pocos los ciudadanos que transcienden la férula ideológica del liberalismo y cristianismo dominantes. Pensadores sí, pero poco libres. Pero, incluso los más emancipados no pueden considerarse plenamente libres. Nadie piensa al margen de lo aprendido, de su instrucción personal, o al margen o contra sus propios intereses, o pretendidamente y aceptados como propios. En lo colectivo, nadie es libre, ni en el mundo material ni en el de las ideas, fuera de lo que permite el desarrollo, el nivel alcanzado por el conocimiento de su tiempo; nadie escapa a los límites impuestos, en general, por la cultura o el estamento al que pertenezca, o a los que tenga acceso. Producto de su tiempo, un Cro-Magnon no podía ser libre para especular sobre física cuántica, ni la mayoría de nuestro pueblo lo es para hablar mandarín (o del inglés, por no hablar del catalán).

Tampoco materialista es una nominación más que relativa y aproximada, aunque la mejor, por comprensión. No es una definición perfecta, porque la realidad es compleja, y nuestro mundo consta no solo de materia, por ser esta una forma particular de manifestarse la energía, mucho más que otro componente, el elemento universal. ¿”Panenergetismo”? Algo más aproximado, pero incomprensible, forzado y cursi. Inadecuado. Como nosotros nos movemos en la parte material del Cosmos, o mejor, en la predominante, o simplemente la inmediata como referente sensible. Con ser perfectible por parcial, parece resultar la mas adecuada.

Porque el Universo en el que nos movemos es energía, materia y las fuerzas que generan (magnéticas, gravitacionales, eléctricas y nucleares), aparte otras manifestaciones en estudio (antimateria, materia y energía oscuras) y una variable derivada del movimiento que es el tiempo.

Y todo esto en un Universo de once dimensiones en forma de cuerdas, agujeros de gusano y rigores cuánticos, relativizaciones, ondas y partículas. Independientemente de la hipótesis de incluirnos en ese calidoscopio externo mucho más complejo y amplio que atisbamos como multiverso.
Pero no seamos simplistas. A nivel biológico, especialmente humano, también existe el mundo de las ideas, generado eso sí en la materia de los organismos. Este imaginario permite la elaboración de generalizaciones previas y necesarias para desarrollar comportamientos complejos, incluida la comunicación, la abstracción y la elaboración de útiles y comportamientos sociales. Este mundo derivado y segregado, es lo que la filosofía oficial de clase considera “espiritualidad”.

Existe, pues, en nuestro entorno, una realidad compleja y mediatizadota, a la que sólo falta añadir el peso de la temporalidad en forma de historia. La Historia consiste en la evolución de la sociedad humana según pautas económicas, pero también un acervo de conocimientos técnicos y científicos de utilización mediada por los intereses de clase. La Historia, despreciada por los materialistas burgueses, anarquistas incluidos, explica las formas de asociacionismo derivadas de la propiedad y las perspectivas evolutivas a nivel social, así como las fases del conocimiento, Los materialistas constatamos la existencia de un mundo cognoscible externos a nosotros como observadores inscritos en él, que podría constar de tres grandes niveles: la naturaleza inorgánica, lo biológico y lo humano. El mundo inorgánico constaría del conjunto total de energía y materia en expansión y continuo cambio que se inició, a efectos constatables, en la Gran Explosión de hace 15. 000 eones. A partir de un inmenso agujero negro, la acumulación de materia alcanzó una masa crítica y, al modo de las supernovas, explotó expandiéndose progresivamente en forma del globo ilimitado pero finito, complejizándose sus componentes desde los simples fotones al conjunto de elementos constitutivos de atomos y moléculas, radiaciones y fuerzas.

Este conjunto de constituyentes energéticos y materiales es lo que conocemos del y como Universo. Aunque no tiene que excluir otros paralelos o complementarios, iguales o diferentes, anteriores o futuros.

Como nada es gratuito en el mundo, aparece junto a la ciencia empírica, un conjunto de explicaciones primitivas mejor o peor acertadas sobre los procesos observables del mundo. A este embrión de ciencia hay que añadirle fantasías y supersticiones propias de la ignorancia. Pero la reiteración de las observaciones y la profundización de estas, conllevaría necesariamente al desarrollo del conocimiento científico materialista, de no ser por el factor poderoso de interferencia de interés de clase.

Los pensadores al servicio de las clases dominantes impusieron una dicotomía para enaltecer, indirectamente, a la casta dominante, despreciando lo material enfrentándolo a lo espiritual. Nace el dualismo con la inclusión contaminante del mundo etéreo, inmaculado y superior de alma, pensamiento y dioses. Un panteón idealista que justifica la superioridad de los que piensan, mandan y no trabajan con las manos.

Nacen los dioses y su clero, que condenan, en la tierra y en el mundo de ultratumba, a los disidentes e incrédulos, especialmente a los que traten de subvertir el Orden social, el Sistema impuesto por la divinidad correspondiente, y los derechos a la propiedad de la oligarquía (la castiza y la metropolitana). Podemos afirmar que, además de deformar completamente nuestro conocimiento del mundo, el idealismo clasista nace como soporte teórico, ideológico, a la sociedad dividida en clases y como argumento de autoridad en lo filosófico. Así nacerá la metafísica y la religión, junto a supersticiones menores y particulares.

No es una corriente de pensamiento especial, particular, marginal, la del materialismo, pero sí ha sido, durante milenios, combatida, relegada a la fuerza, por el idealismo dualista, por lo que el desarrollo técnico y económico de la sociedad ha sufrido la rémora de la ideología interesada y falseada de la clase dominante, impidiendo un rápido desarrollo de la ciencia, salvo en los aspectos de interés inmediato y mercantil para los poseedores. La humanidad, y en particular su mitad femenina, ha sufrido milenios de oscurantismo, servidumbres y explotación, guerras y penurias por respetar o temer el sesgado ideario dominante, freno principal al conjunto del progreso material y científico, social y teórico, económico e ideológico de la Historia, y explica, más que la represión física el mantenimiento de la inercia social y la pervivencia prolongada de fórmulas obsoletas y hasta dañinas por retrógradas, aparte de desiguales en el reparto de bienes y derechos sociales. Una lentitud incomprensible sin tal dogal de universal eficacia.

Dioses, almas y otros engendros de ultratumba

La evidencia de que cuanto existe es materia e, incluso, las ideas nacen de esta, es negada arbitrariamente por el idealismo que introduce el “hálito vital”, una imposición metafísica, que daría vida a la materia inerte, apareciendo lo biológico como algo dual, sustancia vil animada por ánima.
De ahí, a inventar una Providencia (siempre de derechas) que ha insuflado desde el mundo de ultratumba su aliento vivificador, un paso.
También dotan de alma al ser pensante, para así distinguirlo del resto de animales, explicando la complejidad de su sociedad, capacidad técnica, hasta la división estamental y la acaparación de excedentes por una parte poseedora frente a la mayoría desposeída. El alma diferencia las clases y sus funciones, su calidad y expectativas tras la muerte. y el alma es divina, y su cuestionamiento, anatema punible.

Así ha sido por milenios, siendo herejes y materialistas sistemáticamente reprimidos. Incluso los más elementales defensores del conocimiento sensual, como los hedonistas, despreciados por degenerados sociales, cuando no perseguidos como delincuentes. De hecho, la ciencia y la filosófica científica, han sufrido persecución sistemática y universal cuando no se ajustaba al dogma inventado y dominante. Desde la química y física, a la medicina, anatomía y biología hasta la economía y astronomía. La filosofía, política e historia con más razón. Sobran ejemplos.
Los dioses acaban en monoteísmo cuando el poder se reduce en monarquías absolutas o los permiten las sectas sacerdotales, trocadas en distintas congregaciones integradas. Pero no cambia sino la forma, como adaptación estatal.

Nuestros científicos, ateos y librepensadores burgueses, llegan hasta este punto en su crítica, pero ni pueden ni quieren transcender al aspecto del materialismo histórico porque cuestiona su sistema vigente. Un tipo de sociedad capaz de asumir diferentes criterios filosóficos en su seno, teístas y críticos, despóticos y demócratas, con excepción de la “dictadura” del materialismo histórico, con la perspectiva del socialismo y el comunismo.
El liberalismo, desde el jacobino, permite coexistir a cristianos y masones, incluso exóticas religiones, como el islam, el judaísmo o el budismo, pero siempre que no cuestionen seriamente el status-quo. Entonces, la burguesía enseña los dientes y dan los golpes de Estado que sean necesarios, e imponen su dictadura abiertamente. Entre tanto, adormecen con libertades, derechos negociaciones y urnas. Incluso con concesiones temporales. Pero dejando a salvo la propiedad, sagrada propiedad, de los bienes de producción, presentada como legítima iniciativa privada y libertad industrial y comercial, iniciativa creadora beneficios por riesgos. Basada en la legitimidad de la propiedad previa y su herencia.

Sería poco objetable si no encorsetara a la sociedad en la depauperación general, con ejércitos de parados como contrapeso necesario, con crisis y guerras y, lo peor, la producción en lo rentable o especulativamente rentable, impidiendo el desarrollo económico pleno y adecuado.

Nuestro buenos materialistas burgueses, tipo Carl Sagan, cuestionan y critican el cretinismo religioso, la superstición, la incuria teórica, el dogmatismo, pero no pasan más allá. Ahí se quedan, rechazando el rigor del conocimiento de las leyes económicas que rigen el devenir histórico de la sociedad humana, víctimas de los prejuicios sociológicos de su clase, que les ata al idealismo político, incluidos adoradores de la irracional ‘idea’ libertaria, colectivistas o individualistas por igual.

Materialismo dialéctico

Desde Heráclito a Marx, pasando por Demócrito, Epicuro y Diderot, toda una pléyade de pensadores y científicos tantearon, con mayor o menor fortuna, documentación y rigor, las leyes del mundo material, particularmente su carácter de movimiento y transformación permanente, inherente a la sustancia. En decidido combate, los escuadrones del sistema, ideólogos al servicio de los poderosos, desde Pitágoras a Aristóteles, pasando por Platón, entre mil otros (griegos los menos), arremeten con la ventaja de dominar todos los medios de persuasión y la costumbre, poderosa inercia, con baterías de dogmas y supersticiones, hipótesis que acaban cristalizando en abierto clasismo, racismo y marginación xenófoba de minorías, de los que destacan eugenésicos y darwinistas sociales de los imperios británico, alemán y estadounidense, como Rockefeller Ford o Kissinger. Genocidas nucleares biológicos y financieros.

No obstante, infinidad de cientificos reaccionarios, la mayoría, pragmáticos ellos, han de despojarse de sus prejuicios y otros lastres idealistas para poder sumergirse en la investigación técnica y científica, aunque traten de armonizarlas. Paradigma fue Laplace y su “Sire, je n’ai pas eu besoin de cette hypothèse.”.

Palo y zanahoria. Acompañando al odio y desprecio de clase a todo lo diferente, herético, disidencia y materialismo, con sus amenazas de conciencia culposa arrepentida, la venganza divina castigado con infortunio y enfermedad, y eternos sufrimientos de ultratumba, edulcoran su canon conductual con hipócrita caridad, resignación, sacrificio, docilidad y promesas paradisiacas en el más allá. La justicia terrena no nos debe preocupar, son misterios de la voluntad superior, inescrutables arcanos de una Providencia entre el destino escrito y el libre arbedrío, punibles ambos casos.

Física y química, Nada sobrenatural: de las partículas al carbono, o de los componentes básicos de la materia a la química de la vida, u orgánica. Porque la vida es una característica de la materia, alcanzado cierto grado de complejidad, y según las leyes reguladoras específicas de nuestro universo (a saber en otros). Como la vida terrenal, basada en el carbono y nitrógeno, específica de nuestro planeta (a saber en otros).

Polvo de estrellas, los restos pulvurulentos de una supernova ha enriquecido nuestro sistema de forma y manera que nos ofrece un abanico de elementos químicos muy lejos del hidrógeno-helio original, ofreciendo una rica base al crecimiento de los organismos. Un conjunto de circunstancias, incluida la caída de inmensas masas de hielo, caracterizan un planeta con atmósfera idónea para determinadas formas de vida, comenzando por coacervados de reducido metabolismo, hasta complejas bacterias quimiosintéticas, hasta las evolucionadísimas algas que, con los estromatolitos de mares someros, contaminan por fotosíntesis la primitiva atmósfera reductora, cargada de anhídrido y monóxido carbónico, en oxidante, acúmulo del desecho de su fijación de carbono en forma de hidratos. En ese vertedero azul se desarrollarán los seres aerobios, entre los que nos encontramos, adaptados a las circunstancias ambientales, provocadas por una contaminación brutal, de cuatro mil quinientos eones, hasta el periodo cámbrico. Nada sobrenatural.

Intoxicación ribonucleica, matando dos (o tres) pájaros de un tiro de Colt 45, la ideada por el mundillo anglonorteamericano, interesado en buscar la hipótesis extraterrestre tiene varias caras, una es promocionar los complejos ácidos nucleicos de la dotación cromosomática de bacterias, virus y células superiores, por ser descubrimiento de ambas nacionalidades, pero sólo su transmisión meteórica podría permitir saltarse el largo camino metábolico en las aguas someras, pero más terrenales que el Paraíso de marras. Dos aspectos se añaden a la caza: lo más lejos, extraterrestre en este caso, del origen de la vida, es balón de oxigeno al desprestigiado creacionismo, negando el salto biológico de la materia y origen espontáneo y terreno de la vida en la Tierra. Debilitar esta tesis permitiría golpear discretamente al blasfemo materialismo del soviético Oparin y dejar en una nebulosa desconocida y lejana su verdadero origen, incluyendo la posible Intervención de Diseño. Además, refuerza la parafernalia necesaria para obtener fondos a la NASA y sus proyectos militares espaciales, incluido el marciano. Pecata minuta, paralela a la mitología alienígena OVNI, con su Guerra de Mundos incluida.

Supervivencia y evolución, desde los coacervados, conjunto de aminoácidos y otras moléculas englobadas por tensión molecular a modo de membrana osmótica, a primeros procariontas reproductivos, de espongiarios y otras asociaciones amorfas celulares o tisulares, la selección natural lleva a los agnatos, precedentes primitivos de los peces.

400 eones hace ya. De las aguas saldrán peces oseos pulmonados que se consolidarán con nuevas formas anfibias que, a su vez, acaban bien adaptados a tierra firme, mediante mejoras pulmonares y huevos duros (resistentes a la sequía). La extinción reptiliana del Cretácico dejó espacio para los débiles pero versátiles mamíferos, ramificados desde los antiguos reptiles sináptidos o “mamiferoides”.

De monotremas a marsupiales y placentarios, la marcheta evolutiva no tiene freno. Los prosimios insectívoros darán paso a primates omnívoros, con más variada dieta, (desde parientes menores a frutas y verduras). Las mejoras, lejos de ser de “diseño divino”, son descartes y mutaciones del genotipo con ventajas adaptativas para el fenotipo. Saltos cualitativos al azar en la dialéctica biológica, a manos de la ciega (y cruel) Natura. Simplemente.

materialismo galopante 2Materialismo histórico

La única corriente filosófica capaz de explicar coherentemente la evolución de la humanidad, de su sociedad, incluidas las perspectivas futuras, no es otra que el materialismo histórico.
Empantanadas las demás visiones en hipótesis idealistas, el marxismo-leninismo explica desde sus orígenes hasta las previsiones de futuro más razonables, los avatares generales de la Historia y la variación de modelos sociales y productivos.
La inteligencia no es patrimonio del humano, manifestándose en distintos grados desde insectos a cetáceos, pero siempre adaptándose o morir, lo que da un buen revolcón al empeño espiritualista, salvo que repartan almas a discreción entre cetáceos, cánidos, felinos y primates. Y, las enredaderas y girasoles, qué?

Homínidos africanos son los tatarabuelos de la estirpe humana. De lo mejorcito del mundo animal. A partir de unas estirpes primitivas, dependientes de una economía de subsistencia, carroñeo, caza, pesca, recolección y ocasional canibalismo, con una subsistencia tan precaria que ocasiona gran variabilidad evolutiva, tanto por mejoras adaptativas como por extinción.

Una falla tectónica resulta determinante para la humanización de los primates. Parece mentira que un proceso geológico sea de tanta transcendencia, pero el plegamiento producido en el este de África provoca la sequía y pérdida del bosque, por lo que los primates se ven obligados a habitar habitualmente una sábana ominosa, repleta de amenazas, para los limitados sentidos de oído y olfato de los australopitecos.

El mono se yergue. La flamante sábana exige una vigilancia bípeda. La supervivencia depende de dos factores: la vista y el colectivo, pero en el suelo. De la vida arborícola perdida nos queda una visión estereoscópica y policroma, y una mano asible, con pulgar oponible. pasando de cuadrumanos a bípedos oteadores por encima de yerbas y arbustos, con otras dos consecuencias, la liberación de las manos, y el estrechamiento pélvico. La primera determinará la capacidad de elaboración de útiles, la segunda, la extremada socialización infantil. Una sociabilidad sólida y prolongada que es común a la mayoría de los primates.

Matriarcado y comunismo primitivos, se derivan de la necesidad de supervivencia durante el salvajismo, incompatible con cualquier otra fórmula social, con la propiedad común de las toscas herramientas elaboradas y disponibles, así como del conjunto de recursos existentes.
Sobre la segunda, redundará en gestaciones relativamente cortas, con un nacimiento inmaduro y una prolongada infancia dependiente que incrementa el aprendizaje. Además, exige el matriarcado, con el padrinazgo del colectivo viril en la tutela del conjunto de crías, como potenciales padres gracias al amor libre dentro de la gens o tribu, con diversas fórmulas de promiscuidad sexual y una sola paternidad colectiva.

Habilidad y fuego, la sociabilidad forzosa de los primates se transmite a los hombres, cuyo proceso de hominización es largo, aunque lo establezcamos con la aparición de la industria lítica de hace dos millones y medio de años. El descendiente de los australopitecos (gráciles), el homo hábilis, no representa una decisiva mutación genética, física o fisiológica, sino una adaptación social: el colectivo humano naciente se adapta transformando el medio. El trabajo, no siendo monopolio de la especie, alcanza su excelencia con la elaboración sistemética de útiles, de piedra tallada, los conocidos. El fuego, su obtención, vinculado a la protección nocturna, es elaborado por el homo erectus (pitecantropo y sinantropo), extendido por todo el mundo conocido, África, Asia y Europa. Un largo periodo conocido como paleo y neolítico, que dura más de dos eones, viendo desaparecer diversos tipos de humanos, desde el homo habilis hasta el neanderthal, pasando por el ergaster, erectus, antecesor y eidelbergensis, sucesivos o ramificaciones paralelas. El lenguaje articulado forma parte de la comunicación social, incrementado por el abombamiento cóncavo del paladar, unido al proceso de transformación fabril del medio, que sustituirá, para la humanidad, la selección natural mediante la adaptación, por la transformación del medio. Será este lenguaje articulado, hablado o escrito, el soporte del desarrollo ideológico, del pensamiento abstracto, fantasía creativa y capacidad inductivo-deductiva, proyectiva, del género humano. El universo ideal de los dualistas, lo metafísico y espiritual, que no deja de ser mera secreción de la materia viva a determinado nivel de organización o evolución.

Itinerantes, aunque casi todos los grupos humanos son de origen africano (con la excepción, quizá de Neanderthal), será su expansión depredadora y su versatilidad “adaptativa” (basada en la modificación interesada y artificial del medio) lo que garantizarán su supervivencia, generando un novedoso modelo de sociedad mucho más consolidada y pervivente.

Mucho más que cerámica, del eneolítico al calcolítico, gozamos un avance revolucionario que conlleva una maldición, un caramelo envenenado, que no hay bien que por mal no venga, o así. En Mesopotamia primero, y en las fértiles riberas de los principales ríos que en el viejo mundo son, se consolidan ganadería y agricultura, proporcionando estabilidad a las poblaciones, al aportar excedentes alimentarios a la comunidad. Los pueblos se hacen sedentarios y florece la cultura, pero también la división social y la lucha de clases. Una minoría acaba siempre controlando los excedentes. No es un problema de voluntades, capricho, fuerza o engaños, sino de necesidad social. El acaparamiento asimétrico de recursos excedentarios, de riqueza, es lo que permite su mantenimiento controlado, que no haría su equitativa distribución. Este enriquecimiento permitirá la aparición de civilizaciones, organizar obras públicas y servicios varios, consumo suntuario y despilfarro aparte, pero también ejércitos de servidores cortesanos, guerreros y sacerdotales, eso sí con explotación laboral generalizada, con esclavismo, servidumbre o salario, y con el correspondiente Estado, siempre de casta o clase. La tensión social interna (y externa) entre poseedores y desposeídos será una constante desde entonces hasta la lucha final proletaria. La oligarquía rica se blindará con la religión, represión física, legal y moral. La guerra mediante ejércitos permanentes sustituye la rapiña tribal existente desde los primates. La permanencia de privilegios se consolida mediante la cohesión familiar y la herencia.

Monogamia, patriarcado y machismo, secuelas de la propiedad y herencia. Hacer efectiva la transmisión generacional de propiedad y privilegios sociales requiere el paso de la promiscuidad primitiva del salvajismo a la monogamia excluyente de la barbarie. La prostitución será su complemento “más antiguo del mundo”, pero estigmatizando a la vendida, no al putero. Por extensión toda relación extramatrimonial es demonizada, así como sus vástagos, peligro potencial para todo legítimo heredero. Se lo cuenten a Borbones y toreros.

Nadie puede asegurar ‘este cura no es mi padre’ Otra secuela dramática será la sustitución del matriarcado anterior por el patriarcado, con la relegación femenina, la mitad de la humanidad que no puede determinar inequívocamente la filiación de la progenie: si bien la seguridad radica en la gestación y parto materno (salvo intromisión mercantil de por medio de beneméritas monjas comadronas tipo Sor María). Si el peligroso placer carnal, sádica prueba divina, es un riesgo público para la propiedad privada de los medios de producción, al democratizar progenies, y el único placer gratuito y universal, para descontrol moral y agravio para ricos monopolizadores de derechos, es un problema universal para los bien-pensantes (penitenciando sus deslices, eso sí), en la mujer es doblemente odioso. Por eso, hasta el nacimiento inmaculado de Buda, María y Jesús, pueden rastrearse en la baba misógina de las religiones patriarcales, tan pudibundas con el sexo sacramentado, especialmente con el femenino, que se les niega a las madres de dioses, mesías y príncipes iluminados. No era permisible imaginarlas impuras, gimiendo en plena cópula, como unas cualquiera. No sólo la sexualidad femenina ha sido estigmatizada, hasta su anatomía y fisiología ha sido objeto de condena, regla, embarazo, lactancia, hasta la virginidad no consagrada, sufren la marginación que refleja la relegación social que prohibía hasta votar, asociarse, pasear sin compañía, estudiar, ejercer profesiones o cargos (salvo aristocráticos y dinásticos), trabajar estando casadas, consagrar en la secta católica, predicar para islam y hebreos, escribir y hasta leer, según etapas. Hasta los Gobiernos y Partidos estalinistas han compartido solapadamente este, y otros, prejuicio machista, reflejado en su composición, con escasos floreros decorativos del género femenino. Aparte el quehacer cotidiano, reparto de tareas y roles.

Los entendidos nos entienden. El enemigo sólo delimita los campos.

¿Por qué incluir en nuestra escuela la nominación de aquello en lo que ni creemos y hasta rechazamos? de muy poco serviría criticar, mostrar sus múltiples contradicciones o sus crímenes, si no combatimos sus raíces económico-políticas. Sólo cortando la cabeza, el poder, de la hidra podremos evitar su veneno. La ideología dominante es siempre la de la clase en el poder. Solo desplazando del poder al decrépito pero poderoso capitalismo, expropiando todo medio de producción, sustituyendo su dictadura real, fascista o encubierta, por la hegemonía omnímoda proletaria podremos combatir eficazmente el dualismo filosófico, la perniciosa metafísica y sus secuelas sociales. Sin revolución material no puede haberla ideológica.

LQSomos

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