Miscelánea de jodiendas
En este país de surrealismos chungos hace ya mucho tiempo que nada nos puede sorprender. Menudea la disfunción cerebral y embotamiento, una podredumbre física, hedionda, vomitiva. Lo peor no es que el franquismo que rezuma y lo pringa todo sea una ideología. Lo peor es que es un sustrato difícil de abordar y combatir, una costra de inmovilismo mental, una lazareto de miedos donde unos tontos de solemnidad, subidos en el caballo vencedor, aplican la doctrina del botín de guerra; y defienden sus intereses de clan oligárquico como gato panza arriba ¡Que se jodan! Una bestial vestal del tinte lo dijo, pero todos lo piensan.
Uno de los resultados más llamativos de esa eterna posguerra es el de un monarca obsexo que no gasta de lo suyo sino de lo nuestro, y se dedica a cazar elefantes en África u osos borrachos por Rumanía. El coronado destila finura diplomática y manda callar a otros cuando él tiene tanto por que callar. Ese es un vicio muy español, lo de ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio. Ahora Borbón refrenda la cadavérica política del gobierno Rajoy, mientras el país se hunde en un barrizal de tamaño urdangarin.
Al mismo tiempo, la Bankia de los bancos se declara en bancarrota con toda la jeta, después de beneficiarse durante años de los créditos hipotecarios a barullo y a ritmo de calipso; y ahora esa misma banca espera chupar con avidez el néctar del dinero que nosotros pagamos con nuestros ahorros y los recortes navajeros del gobierno, asestados en la yugular social. El juego es como sigue: La banca siempre gana y tú pierdes, pero no puedes dejar de jugar. El banco te cobra por tener dentro tu dinero y comercia con él, te presta y te desahucia, al no poder pagar la cuota del interés más interesado. Los antiguos usureros se limitaban a romperte las piernas. Pero no es cierto que no quieras pagar. No puedes hacer frente al pago porque eres uno más de los casi seis millones de parados. El gobierno inyecta nuestro dinero en la banca, pero no crea empleo sino que destruye a todo ritmo lo poco que había.
Al frente visible del chiringuito está un presidente que prefiere presenciar un partido de fútbol, mientras arden 50.000 hectáreas, en una Valencia ya muy calcinada por las tramas mafiosas de los incendios urbanizables. Buscando otra foto de promoción, el ínclito Rajoy se retrata manoseando, sin guantes y con sudor de sobra en las yemas, el recuperado Códice Calixtorum. Otro sainete típico del país, como la paella y la sangría.
El Códice había sido sustraído con todo tipo de facilidades. Fray Rajoy se retrató con el deán de Compostela, asegurando que en adelante se tomarían medidas de seguridad especiales, para que no volviera a suceder. Las crónicas no han reflejado si, por seguir el culto a lo típico y tradicional, los compadres se tomaron un pulpo a feira en el pórtico de la gloria.
Para que esté comestible el pulpo tiene que ser someramente apaleado…como los mineros y los indignados del 15-M, Ya puestos, quizá sean policías antidisturbios fuera de servicio los que ablanden el pulpo a golpes contra el suelo. Un símbolo de los tiempos multifunción.
La iglesia católica no puede negar que recibe ya mucho dinero para la seguridad de sus bienes. El caso es que el deán reconoció la autenticidad del valioso libro “porque había hecho unas anotaciones a lápiz” en sus páginas…Con estos elementos, para qué se necesitan sofisticados métodos de detección y análisis. Lo había robado un electricista iluminado. Al igual que en el caso de las monjitas del císter de Zaragoza, al electricista se le encontraron gran cantidad de inexplicables billetes de dinero negro. Suma y sigue.
Y sigue latiendo la minería. Ampollas en los pies y frustración. Para que no les arrebaten el pan, los mineros del carbón caminaron casi 500 kilómetros hasta Madrid y,una vez llegados a la Villa y Corte, pudieron comprobar en su cuerpo la hospitalidad y capacidad de diálogo del ejecutivo. Los antidisturbios apalearon indiscriminadamente a niños, mujeres y hombres. El balance ha sido de 76 heridos. Los mineros regresaron a sus cuencas sin conseguir nada en claro, salvo la solidaridad y admiración de la gente de a pie. Llevan encerrados 50 días y 50 noches en el pozo subterráneo. El ministro Soria, un sosias de Aznar sin bigote, lo manifestó: “más dinero para el carbón es metafísicamente imposible”.
Sin embargo, es metafísicamente posible sufragar las pompas de la iglesia católica. Es tal la desidia política y el poderío del clero español, que aún sigue vigente y sin tocar el Concordato firmado por el caudillo Francisco Franco en 1952.
Retrocedemos aceleradamente a parámetros de “La longa noite da pedra”, obra del buen poeta gallego Celso Emilio Ferrero, si es que en algo los habíamos abandonado. Cada vez es más evidente que los aires de libertad democrática eran un puro maquillaje del viejo estraperlo. Se persigue por la tropa fanática la homosexualidad matrimonial, las opiniones discrepantes y no digamos disidentes. Vuelve la raza del mondongo taurino y el costumbrismo de la cutredad manifiesta, los “artistas” de vodevil, Curro Jiménez, las series de televisión inoculadoras de embrutecimiento seguro… Y, sin perder comba, los avispados obispos soltando paridas de ranciedad garantizada, manera de echar leña al fuego de la confusión.
Autismo deliberado o hernia política. El problema vasco se pospone sine die y más bien se deja que se pudra, en la más rotunda inactividad gubernamental. Aprovechando el compromiso de ETA de no volver a empuñar las armas, no se hace nada. El gobierno desoye incluso al Tribunal de Estrasburgo en el caso de la doctrina Parot. Mantiene en la cárcel a dirigentes políticos radicales sin ninguna justificación legal. Les basta la ideológica del candado de extrema derecha. No es de extrañar que, al revés que en Grecia, Alemania o Francia, aquí no prospere un partido ultraderechista como tal. No hay espacio. No les hace falta. Están en el poder.
Esquizoides. Son mentirosos patológicos, cometen perjurio permanentemente. Alguien de la justicia debería tomarlo en cuenta y procesarlos. Cuando asumieron sus carteras ministeriales, juraron defender la Constitución. Sin embargo, son ellos los primeros que la están violando cada día.
El baile de los indeseables. La penúltima faena del torero embustero Lagartijo Rajoy ha sido memorable. Ha apuntillado el subsidio de paro. Los fans del hemiciclo estaban enfebrecidos y estallaron en ovaciones al maestro. Torero. Torero. Torero.Las orejas y el rabo y vuelta al ruedo ibérico. Y por encima de todos los aleluyas se elevó como un castellón el grito de una pija popular, hija política de un aeropuerto sin aviones, que resume las dos Españas de siempre. Perdida la compostura y en trance su cráneo de maraca, dijo a toda voz: ¡Que se jodan!
Pues eso.