Moneda de muerte: las sanciones sobre Irán
A principios de este mes, la ahora premiada Unión Europea aprobaba, con los brazos en alto de sus veintisiete capos, un nuevo paquete de medidas y sanciones contra Irán. Ese engendro, creado como un frankestein geopolítico, una entidad hipócrita que enarbola su (ficticia) unidad, justificaba públicamente un proceso, que se remonta a mucho tiempo atrás y que culminaba con un nuevo golpe,teledirigido por su verdadero amo: Washington ( con Israel, dando instrucciones a la sombra).
Esa Europa, que tan magníficamente describe A. Muñoz, no es ni más ni menos que una especie de teatro de guiñol, con personajes vergonzantes como Francia, mangoneando contra España en Marruecos; defendiendo espurios intereses en África central y metiendo las narices cuanto le place en sus antiguas colonias…Esa Europa, la que cierra los ojos ante las satrapías de Marruecos y Guinea Ecuatorial; la que consiente e impulsa recortes mortales para tapar robos sociales igual de mortales, la que ha recibido el Nobel de la Paz por su conducta miserable, esa Europa argumentaba la nueva vuelta de soga sobre el cuello de Irán recordándonos (mintiéndonos) que hay que evitar a toda costa el desarrollo de su programa nuclear. Por supuesto, quién se atreva a decir que Irán intenta hacer lo que antes han hecho otros países, europeos o no, para estar a la altura de los estados unidos, nuclearmente hablando o que Irán es un cliente de armas de los mismos que impulsan sus sanciones, corre el riesgo de no salir en la foto de familia de Bruselas, lo que constituiría toda una bajeza.
El plan para sancionar a Irán no es algo reciente, viene de lejos.
Europa, esa que corre despavorida a limpiarle la boca a los estados unidos cada vez que Israel tose, ya inició a principios dejulio un embargo de las importaciones de petróleo desde Irán. No lo hacía sola: los estados unidos e Israel movían, como un titiritero, las cuerdas de la operación. Con este embargo, el triángulo imperialista (Washington, Bruselas e Israel) pretendía reducir las exportaciones de petróleo hasta en un millón de barriles por día.
Teóricamente, el embargo hacía imposible que alguna empresa europea ofreciera servicios financieros o de seguros para ayudar en la venta o transporte de petróleo iraní. Escriboteóricamente porque este embargo se “desvanecía” cuando los implicados eran las multinacionales aseguradoras de buques petroleros con sede en países europeos. En Irán, los civiles sufrían el embargo. En Londres y otras capitales europeas continuaban firmándose contratos de seguros millonarios.
China, India, Japón y Corea del Sur (una de las principales compradoras de petróleo iraní) comenzaron a reducir las compras de petróleo de manera significativa. Washington mandó avisos continuos a 20 países para que corearan las sanciones y el espíritu anti-Irán, exigiéndoles que redujeran las compras de crudo iraní mientras que, en contraprestación, los absolvía de las sanciones financieras.
A la vez que este plan se llevaba cabo, Bruselas, Washington e Israel orquestaban una operación que les traería importantes beneficios: no se trataba de sancionar a un país rebelde y malo, Irán. El objetivo era tener una excusa para organizar la búsqueda de proveedores alternativos -Corea del Sur, China, Singapur o Grecia recibían el crudo iraní a precios y condiciones muy favorables-, que serían los que, para el triángulo sancionado,r fueran los idóneos y conseguir , además, aumentar el precio del petróleo. El proceso de búsqueda de proveedores alternativos, con la urgencia marcada por Washington, hizo que el precio del petróleo pasara de 10 a 15 dólares. Beneficios ¿para quién? La respuesta, obviamente es: para estados unidos.
Israel maneja a Washington y se une a ella para exigir a Europa que baile un son que a ellos les beneficia: a finales de septiembre, en Jerusalén, Netanyahu afirmó que continuaría con su misión de difundir su mensaje sobre la amenaza iraní, lo que fortalecería, además, los vínculos con Washington. El líder israelí dejó claro que “Irán tenía que ser detenido en la etapa de enriquecimiento” y que Israel era “un pequeño Estado amenazado por un régimen que apunta a destruirnos”. Una vez más, el argumento era, además de la no aceptación de la reivindicación de Irán por “armarse”, con las armas de los países que hipócritamente le sancionan, la negativa de Irán a cooperar con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), a pesar de que Teherán no ha dejado de afirmar que su programa de desarrollo nuclear tiene fines pacíficos, pero el OIEA cree que Irán lleva a cabo actividades de desarrollo que sólo pueden ser utilizadas para la obtención de armas nucleares. Los representantes del Reino Unido, Alemania y Francia, marionetas de Washington e Israel, se apresuraron (para no perder el poder consentido y esponsorizado por el tío Sam) a instar a sus colegas de la Unión Europea “a intensificar aún más la presión” sobre Irán al acordar nuevas sanciones para socavar su programa nuclear.
Al otro lado de las estratagemas que se esconden detrás del embargo y las sanciones a Irán, muy duras, especialmente, y como siempre, para los civiles que nada tienen que ver con este hipócrita conflicto de intereses, están los informes de los expertos en temas nucleares, que sostienen, cada día con mayor firmeza, que la resolución contra Irán, junio 2012, es totalmente inefectiva e incluso contraproducente. Esa resolución prohíbe, desde entonces, a los miembros de la ONU vender armas convencionales a Irán, exige un mayor control de las operaciones bancarias de ese país en el exterior y agrega más empresas e individuos de esa nacionalidad a una “lista negra” del foro mundial y, además, autoriza a los países a detener e inspeccionar los barcos que les resulten sospechosos de transportar carga vinculada al programa nuclear de Irán.
Los analistas afirman con preocupación que las sanciones, en especial si se las combina con otras medidas de estados unidos y la UE dirigidas a los sectores financiero y energético de Irán, fortalecerán a los representantes de la línea dura en Teherán, que promoverán un sentimiento nacionalista.
Washington, Israel y la UE han de seguir con su teatro y justificar las sanciones. Es más, se están permitiendo admitir públicamente sus dudas sobre la eficacia de éstas, pero, como era de prever, con un propósito aún más truculento, algo que va más allá de la supuesta amenaza nuclear de Irán. Lo que pretenden ahora, tras poner cara circunspecta y preguntarse fingidamente si no serán insuficientes las medidas que han impulsado, es justificar lo que iniciaron hace unos meses y culminó hace unos días: están sufragando una televisión, que emite desde el Reino Unido, que claramente se posiciona como una cadena abierta “a todos los grupos de oposición” y producirá “una programación variada”. La cadena, con el nombre de Raha TV (liberar, en persa) está financiada, aparentemente, por el multimillonario iraní Amir Hossein Jahanchahi, “con la aspiración de contribuir a derrocar el régimen de Mahmud Ahmadineyad” en Irán. La dirección de la cadena, supuestamente encabezada por el periodista Ali Asghar Ramezanpoor –ex funcionario del ministerio de Cultura y Orientación islámica del Gobierno de Mohamed Jatamí, expulsado en 2003 por contrariar al régimen, emitirá cada día a partir a través del satélite Eutelsat y vía GLWIZ, una web iraní. No hace falta explicar que la expresión “supuestamente” o “aparentemente” son pistas sobre qué países se esconden tras esta manera mercenaria de provocar un conflicto en Irán, gobierno-oposición, que se saldará, mientras Washington, Israel y la Nobel Europa se frotan las manos al intuir los beneficios del petróleo que pasarán a sus bolsillos insaciables, con víctimas inocentes.
Mientras, voces como la de D. Frum se alzan para desvelar y advertir de que Washington, Israel y la UE están utilizando las sanciones como estrategia para lograr un cambio de régimen en Irán:“Los Estados Unidos tienen tres objetivos respecto de Irán: maximalista, minimalista e intermedio. El objetivo minimalista es obligar a Irán a renunciar a su programa nuclear y someterlo por completo a la supervisión internacional. El intermedio es más general, moderando el comportamiento de Irán, que incluso ha patrocinado atentados terroristas, como el reciente intento de asesinar al embajador saudí en Washington. El objetivo maximalista es aplicar suficiente presión para incitar a una revolución económica interna y propiciar la caída del régimen”.
En Irán, mientras tanto, las sanciones se ceban en los enfermos y la escasez de medicamentos es, cada día, mayor y más cruel, especialmente con los más de 6.000.000 de pacientes que sufren con enfermedades especiales y terminales.
Moneda de muerte. Otra vez un genocidio inducido, desde la distancia, por imperialistas sin el menor escrúpulo social.